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Antonio Gramsci ✆ Piero Lullo |
Montserrat Álvarez
Antonio
Gramsci analizó un poder simbólico con geografía, iconografía y
arquitectura propias. Tradujo su lenguaje, ubicuo pero mudo, a
conceptos útiles para entender los juegos de la dominación. Y
también para denunciarlos. De él hay que aprender la práctica del
pensamiento libre, que define una vida herética, capaz de enfrentar
todos los anatemas. Olvidarlo es olvidar el futuro.
En abril, la libertadCuando el joven sardo Antonio Gramsci tuvo que abandonar sus estudios en la Universidad de Turín por falta de recursos, corría el año 1915. Turín bullía como centro industrial y foco de organización obrera, y la Primera Guerra Mundial –la «Gran Guerra», como se la llamó con optimismo en esos días– estaba a punto de estallar. En Turín trabajó Gramsci como periodista y crítico de teatro. Se reconocía deudor de Croce tanto como de Marx. Solía ir por las tardes a las reuniones de la Confederazione Generale del Lavoro. Creó los periódicos Ordine Nuevo y L'Unità, dirigidos a la clase trabajadora.