En el año 2017 se cumplen 80 años de la muerte de Antonio
Gramsci (27 abril de 1937) en Roma. El pensamiento de Gramsci todavía hoy
supone un importante estímulo intelectual y político. Aporta una perspectiva
original para orientar la acción social hacia el objetivo de una mayor libertad
y justicia, destacando la necesidad de la participación colectiva de los
ciudadanos. Gramsci ve la necesidad, que tiene la política, de contar con la
sociedad civil para llevar a cabo las transformaciones en el Estado. Su
filosofía de la praxis combate la concepción de la política que se reduce a la
sola acción de los gobernantes y la sustitución de estos por otros diferentes.
Si la política es entendida sólo como este relevo, el resultado es siempre la
separación creciente entre gobernantes y gobernados. Al final esto conduce al
descrédito y debilitamiento de la democracia.
El concepto de "sociedad civil" que maneja Gramsci
tiene poco que ver con el que hoy han puesto de actualidad pensadores
conservadores. Estos reclaman la retirada del Estado, menos Estado, con el
propósito de que sea la sociedad la que solucione todo. Esto es falso, pues la
sociedad civil es un espacio desigual, de grupos sociales contrapuestos,
espacio caracterizado por la asimetría y la subordinación de unos grupos
sociales a otros. Dejados a la suerte del "libre juego del mercado"
el resultado no puede ser otro que el triunfo de los más fuertes. Hegel llamaba
a esto la primacía de lo particular sobre los intereses universales.
El concepto de "sociedad civil" en Gramsci tiene otro significado y contenido. Pretende, en primer lugar, fortalecer y favorecer el vigor asociativo de los sectores populares, consolidando alianzas con otros grupos sociales (de ahí su preocupación por los intelectuales, por la educación, por la hegemonía, por el sentido común, por desarrollar el marxismo como política,…) Esto les permitiría construir su propia cultura y sus valores, con el fin de obtener la mayoría para acceder al Estado. En segundo lugar, el Estado es clave para lograr y mantener las profundas transformaciones que engendren una sociedad diferente y más justa. De lo que se trata es de volver a poner en circulación otra narración, oír otro tipo de discurso sobre la realidad que no sea la de los grupos dominantes. Sabe que eso no es posible sin un importante esfuerzo teórico y moral, sin un consenso y una hegemonía. Pues los hombres de la calle quieren ser los actores de su propio destino.
De ahí esta breve "recapitulación" de algunos conceptos fundamentales, conceptos que, desde mi punto de vista, son, también, útiles en el siglo XXI. Estos conceptos serían: el de Cultura; el de los Intelectuales; el de la Ideología; el de la Hegemonía; el del Sentido Común y el de la Revolución Pasiva.
La cultura
En italiano, cultura significa "sapere", es decir,
saber. Apropiarse personalmente de un saber, adueñárselo, dominarlo, ser señor
en es saber. Tiene una dimensión individual, de influencias socráticas,
helenísticas. Y cultura, también, se utiliza desde una perspectiva más
colectiva, por las influencias de la ilustración francesa y alemana (Kultur). Cultura apelaría a la forma de
vivir de un pueblo o de una civilización.
Para Gramsci, la cultura conlleva una doble función: por un
lado, irradia luz y energía a otros conceptos y, por otra parte, es portadora
de valores liberalizadores para el individuo.
Gramsci en dos artículos "Socialismo y cultura"
(de 1916) y "Por una asociación de cultura" (de 1917) nos muestra las
dos vertientes de su concepto de cultura:
— El concepto de cultura, en Gramsci, parte del dicho socrático: "conócete a ti mismo". Y lo interpreta como que la cultura es la construcción de una personalidad propia. Y, es también, llegar a tener una conciencia que comprenda el valor histórico y social que uno tiene, su función en la vida. Esta dimensión de la cultura estaría encastrada en dos palabras: memoria y proyecto
— Pero cultura, para Gramsci, también es pensar, tener ideas generales, tener el hábito de conectar causas y efectos, tener una visión colectiva del mundo, de la sociedad. Por eso, para Gramsci, la cultura, como civilización, tiene que servir para construir un mundo más justo y libre para los hombres.
Los intelectuales
El tema delos intelectuales aparece, en Gramsci, en el
ensayo sobre "Algunos temas de la cuestión meridional" de 1926.
La cuestión "meridional" era un tema que le venía
rondando por la cabeza a Gramsci desde hacía bastante tiempo (recuérdese el
artículo "Il Mezzogiorno e la guerra", de 1916) y, también, como
consecuencia de la preocupación y conocimiento directo de la vida de los
campesinos y de los pastores sardos.
En 1924, la III Internacional plantea el "frente
único" para luchar contra el fascismo. El proletariado había sido
derrotado en Italia (1919-1920), en Alemania, en Hungría y en Finlandia. El
Fascismo se había consolidado. Se trataba de ver, ahora, con que fuerzas podría
contar el proletariado para poder reasumir posiciones dominantes.
La respuesta de Gramsci ante la petición del "frente
único" fue este ensayo. No se trata ya de una escritura rápida, fruto de
la inmediatez de la noticia sino que es una escritura mucho más pausada y
pensada. Se trataba de afrontar el papel de los intelectuales dentro del
sistema capitalista. Y se fija y analiza el rol de los intelectuales en el sur,
en el Mezzogiorno. Es un trabajo que marca la transición entre el periodismo y
las reflexiones de los Cuadernos de la Cárcel. Con este trabajo pretendía
orientar las líneas teóricas y políticas del Partido.
Es un ensayo que no está terminado. Se publicó, por primera
vez, en Paris en 1930, en las páginas del "Stato operario" de enero de ese año. El tema era la conquista
del Estado, es decir, las posibilidades que tenía el proletariado para asumir
posiciones dominantes, romper el bloque histórico burgués y sustituirlo por un
nuevo bloque y un nuevo Estado. Era un ensayo teórico para reconstruir la
acción del partido y frenar al fascismo.
En los primeros años del siglo XX, la burguesía italiana no
podía gobernar ya con tranquilidad. La insurrección de los campesinos
sicilianos (1894) y la insurrección en la ciudad de Milán, dos años después
(1896), le abrieron los ojos.
La burguesía podía elegir entre dos posibilidades: o una
democracia rural, una alianza con los campesinos meridionales, planteando una
política económica librecambista y de bajo precio de los productos
industriales, con sufragio universal y descentralizando la administración,…; o
elegir un bloque industrial, capitalista-obrero, sin sufragio universal, con
proteccionismo aduanero, con centralismo estatal, con una política de
contención salarial y de los derechos sindicales… eligió esta segunda.
En 1910 se rompe este bloque, la burguesía busca nuevas
alianzas. La encuentra en los católicos, que representaban a las masas
campesinas de la Italia septentrional y central (Cfr. G. Fiori: Vida de A. Gramsci, Ed. Península,
Barcelona, 1976, págs. 247-251)
¿Qué hacer ahora, en 1926? Gramsci propone hacer una nueva
alianza entre los obreros del norte y los campesinos del sur. ¿Pero cómo
obtener el consenso de las masas campesinas? La sociedad meridional, escribe,
es un bloque agrario que está compuesto por tres estratos sociales: Los
campesinos, los intelectuales de la pequeña y mediana burguesía social y de los
grandes terratenientes y de los grandes intelectuales, como Fortunato y Croce.
El segundo estrato, el de los intelectuales, provenía de los
pequeños y medianos propietarios de tierras, que no la trabajaban, que se
avergonzaban de la práctica agrícola y la arrendaban. Sin embargo de la tierra
sacaban para vivir y mandar a sus hijos a la universidad o al seminario o dar
una dote a las hijas que debían casarse con un oficial del ejército o con un
funcionario civil del Estado. Este intelectual sentía un gran rechazo por el
campesinado. Era un intelectual politicastro, es decir, un político inhábil,
mal intencionado, corrompido, desleal, pero era el eslabón que ligaba al
campesino meridional con el gran terrateniente. Sin embargo van a ser algunos
de estos intelectuales, rompiendo con su clase, los que ayudaran a realizar
esta nueva alianza. Son los que posibilitaran la cohesión de un nuevo bloque y
lucharán por la nueva hegemonía.
Los intelectuales en el mezzogiorno
ejercían una función de intermediarios entre los campesinos y la
administración. Y por medio de su ideología propagaban el dominio y la
hegemonía social de esta clase social. Ve, observa que la hegemonía y la
dominación necesitaban históricamente del intelectual. Además, la función
reaccionaria del intelectual permitía que las contradicciones, los conflictos,
en el mezzogiorno, no afloraran, no
surgieran. Y en esta función reaccionaria se basaba el boque agrario.
Gramsci intuye que ninguna clase por muy dominante que sea
puede estar segura de conservar y de retener a sus intelectuales. Pues, como ya
hemos apuntado, hubo una serie de intelectuales medios que se salieron del
bloque agrario. Gramsci se plantea atraer a estos intelectuales a las
posiciones políticas del Partido y, así, empezar a romper el bloque agrario.
Aquellos intelectuales de "La Voce"
o de "L’Unita" de Salvemini
no eran comunistas y ya no cumplían la función de ligar al campesinado con el
propietario terrateniente.
La ruptura del bloque agrario tenía que conseguirse con la
formación y creación, no sólo, de nuevos intelectuales, sino, también, con la
creación de un nuevo intelectual, un intelectual de nuevo tipo: "el
intelectual orgánico". Son los intelectuales orgánicos los que ayudaran a
realizar esos consensos que necesitaba el proletariado para las nuevas
alianzas. Para cohesionar el nuevo bloque que surja de estas nuevas alianzas y
conquistar la hegemonía.
Gramsci estaba muy preocupado por el atraso ideológico de
las masas campesinas. La alianza entre obreros, campesinos e intelectuales no
triunfará si antes no se resuelve el problema decisivo de la hegemonía, que
requiere toda una acción de conquistas culturales y morales. Por eso quiere
potenciar la dimensión ideológica, política y pedagógica del Partido y en el
Partido.
Este intelectual orgánico tiene que actuar colectivamente,
acepta la dirección política y actúa en consecuencia, es un militante. "Orgánico es el intelectual cuya relación con
la clase revolucionaria es fuente de pensamiento común. Ha dejado de ser el
narciso inconsciente, individualista,…La relación orgánica, en cambio, es
reconocida, proclamada, teorizada, aceptada políticamente, para defender mejor
la nueva concepción del mundo…" (Macciocchi, M.S.: Gramsci y la revolución de occidente.
Ed. XXI, Madrid, 1976, pág. 200).
El proletariado, los campesinos y los intelectuales sólo
podrían construir el socialismo, cambiar la sociedad si están ayudados y
seguidos por la inmensa mayoría de estos estratos sociales, si no consiguen
esto, estos estratos que son mayoría, quedarían bajo el dominio burgués y
darían al Estado la posibilidad de resistir al proletariado y debilitarlo.
El intelectual seguía siendo el elemento organizador. El
intelectual de viejo cuño seguía ejerciendo la función de intermediario, su
único fin era mantener el "statu quo". Los exponentes, para Gramsci,
más representativos de todo esto eran G. Fortunato y B. Croce, que tenían en
sus manos las llaves del sistema meridional. En el sur estaba la casa editorial
Laterza y la revista "La Crítica",
además de academias y empresas culturales de gran erudición. Con estos
elementos, Croce había logrado separar a los intelectuales radicales del sur de
las masas campesinas, permitiéndoles participar en y de la cultura nacional y
europea, y a través de esa cultura, los había vuelto a insertar en la burguesía
y, por lo tanto, en el bloque agrario. Además en el sur no había una tradición
organizativa de los intelectuales democráticos. Los intelectuales que han roto
con el bloque agrario y que han intentado plantear la cuestión meridional desde
una perspectiva de izquierdas se han agrupado y encontrado acogida en revistas
que no se imprimen en el Mezzogiorno, como son "La Voce", "L’Unita", "L’Azione", "La
Revoluzione Liberale" de Gobetti,…etc.
Gramsci piensa que el periodo turinés de L’Ordine Nuovo, aun sufriendo el poder y
la autoridad de Fortunato y de Croce, había supuesto una ruptura con esa
tradición del sur y había proporcionado una base organizativa a los
intelectuales demócratas. El L´Ordine Nuovo presentaba, en primer lugar, al
proletariado urbano como el protagonista, el sujeto moderno de la historia
italiana; en segundo lugar, servía de puente entre el proletariado y
determinados grupos de intelectuales demócratas; y, en tercer lugar, había
conseguido modificar, en gran parte, la orientación mental de estos
intelectuales demócratas. Este era el caso de Piero Gobetti, que sin ser
comunista, había entendido la posición social e histórica del proletariado. Y
ejercía de enlace entre los intelectuales de izquierda y los intelectuales
meridionales que empezaban a plantearse la cuestión meridional de otra forma
que la tradicional.
Precisamente las últimas líneas con que se cierra este
"ensayo" que estamos comentando son el reconocimiento y la
importancia que tiene un trabajo como el de Gobetti como organizador de la
cultura para la creación de una nueva hegemonía. Hay "intelectuales (que
son muchos más de los que se cree) del norte y del sur que han comprendido que
hay dos únicas fuerzas esencialmente nacionales y portadoras de futuro: el
proletariado y los campesinos" (Gramsci, A.: "Algunos temas de la
cuestión meridional", Cuadernos de Pasado y Presente, nº 54, México, 1981,
pág. 326). Podemos pensar que los Cuadernos de la Cárcel son la continuidad y
profundización de este "ensayo" (Cfr. Carta del 19 de marzo de 1927 a
Tatiana).
La ideología
Algunas definiciones:
— La ideología es un conjunto de ideas sobre la realidad social que orienta una determinada acción practico-política. Es un instrumento de dirección política.
— Es, también, el conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona o de una colectividad religiosa o política.
— Marx tiene una visión negativa de la ideología. La ideología falsea la realidad, es una mala conciencia. Sirve para ocultar los intereses económicos y políticos de un grupo social concreto. La ideología orienta la acción de este grupo en el seno de la sociedad.
— Es imprescindible en todas las sociedades. Es la conciencia de los individuos. Es en ella donde los individuos toman conciencia de su posición y de su función en la sociedad. Es en ella donde se hacen "sujetos". Hay que comprenderla dentro del marco de la hegemonía. La ideología tiene un objetivo: reordenar el sistema hegemónico.
¿Cuál era la ideología de Gramsci? La ideología en Gramsci
tiene dos dimensiones, una, estar enraizada en la tradición italiana de
izquierdas (Labriola) y la otra, recoge la gran tradición europea de luchas
obreras, el marxismo.
La conexión con Labriola era una referencia obligada. Era un
camino originalmente italiano. Era el creador de la Filosofía de la Praxis. Con
Labriola buscaba una renovación política del marxismo. Habría que desarrollar
el marxismo como ciencia política para que la clase obrera pudiese asumirlo y
tener así una preparación con la que fuese capaz de conquistar y dirigir el
Estado.
¿Qué es la Filosofía de la Praxis? Es una ideología
"orgánica", producto de un bloque social. Es un saber sobre la
política, una visión del hombre (una antropología) y es la visión del hombre
desde una perspectiva histórica.
El hombre crea todo por medio de la praxis, del trabajo. Es
autor de su propia historia, "sujeto" de su historia. Al introducir
la historia, su quehacer, en el ámbito de lo científico amplía el territorio de
la predicción, del conocimiento y por tanto la expectativa de transformación
social resulta más plausible.
Gramsci la definía como la actividad del hombre, en cuanto
sujeto histórico y social, que se enfrenta con unas determinadas condiciones
materiales de subsistencia dentro de un proceso de producción y de unas
estructuras sociales. Con la praxis (llevar a cabo algo) lo que se pretende es
que esas condiciones materiales cambien, sean más justas.
¿Qué es lo que pretendía Gramsci con el marxismo? Era
cimentar una nueva política. Que el marxismo, el materialismo histórico,
cimentase teóricamente la teoría de la hegemonía. Se trataba de unir la
tradición italiana de Labriola con la de Lenin. El retorno a Marx (Q. 4), es el
retorno a la amplia problemática de la hegemonía.
La hegemonía
Los griegos entendían, con este término, una realidad que
poseía superioridad sobre las demás cosas.
Gramsci aborda el tema de la hegemonía en el Q. 10. Cuaderno
en el que pretendía hacer un "ajuste de cuentas" con el pensamiento
de B. Croce. Lo que pretendía Croce era la educación de la clase dirigente,
quería hacer una reforma desde arriba.
Gramsci lo plantea desde otra perspectiva. Se pregunta ¿Qué
supone la hegemonía para el hombre de la calle? El hombre medio, el hombre de
la calle no tiene una clara conciencia teórica de su forma de actuar. La
hegemonía le supondrá la comprensión crítica de sí mismo. Esta comprensión
crítica se produce por medio de las luchas políticas y sociales. Por medio de
las cuales toma conciencia de ser parte de una determinada fuerza hegemónica.
Es el inicio de una progresiva autoconciencia. Decir al hombre de la calle que
no se meta en política, que no necesita la hegemonía sino un partido, un
aparato, es traicionarlo. La clase en la medida que renuncia a la idea de
hegemonía se convierte en un gremio. Renunciar a la idea de hegemonía es la
forma más rápida y fácil para que el hombre de la calle sea conformista, se
conforme con cualquier aparato o partido político.
La hegemonía supone dirigir y dominar. Es dirigente en los
grupos aliados y es dominante frente a los grupos adversarios. La dominación es
aceptada, es voluntaria pues, así, supone la legitimación. La legitimación para
ejercer el poder y la dominación sobre la sociedad: la hegemonía. Consiste en
el ejercicio de liderazgo político, intelectual y moral, apoyado en una visión
del mundo solidaria e igualitaria. Se consigue por el convencimiento, haciendo
pedagogía política. El construir consensos activos, ampliar la base social con
un sistema de alianzas y decir la verdad son requisitos imprescindibles de la
hegemonía, son una necesidad política. La hegemonía crea un nuevo sentido común
para el hombre de la calle, un sentido común crítico. La hegemonía seduce,
atrae, consigue la adhesión de los intelectuales creando un bloque
ideológico-intelectual. La hegemonía necesita la construcción de un bloque
nuevo (histórico), que no es homogéneo y está atravesado por profundas
contradicciones. Y supondría tener la capacidad de aglutinar, a través de la
ideología, la unidad de ese bloque social.
Gramsci piensa que los procesos de transformación profunda
no pueden depender exclusivamente de una mayoría parlamentaria, necesitan
consensos políticos y sociales amplios para impedir la respuesta salvaje de la
reacción. Si esta hegemonía no se consigue, las clases populares quedarían bajo
el dominio burgués y darían al Estado la posibilidad de debilitar a dichas
clases.
El sentido común
La discusión sobre el Sentido Común fue iniciado, en Italia,
por B. Croce con el artículo "Filosofía como vida moral y vida moral como
Filosofía" (Cfr. Q.11, nota 13), publicado en la revista "La
Critica" de 1928. El sentido común es el común sentir, la opinión general
del hombre de la calle y en este sentido es producto de la hegemonía.
Con la reflexión sobre el Sentido Común, Gramsci (cfr. Q.23,
nota 6) nos vuelve a introducir en la educación de la sociedad civil. Su
interés por el pensamiento del hombre de la calle, por su sentido común. La
educación-formación trataría de elaborar una concepción del mundo, una
narración, que partiese de ese sentido común y que a través de la crítica, lo
depure, lo unifique y lo eleve hasta transformarlo en un sentido común más
crítico, que tenga un buen sentido. Esto sería el primer paso para el acceso de
las grandes masas a la cultura. Su preocupación ahora, era, también, poner en
relación la cultura con las grandes masas. Entendiendo por cultura, aquí, como
el patrimonio que hemos heredado, es decir, lo que sabemos de nosotros, de
nuestra historia. Y cultura entendida, también, como la conciencia de lo que
nos pasa, de lo que nos ocurre para poder tener un proyecto transformador de la
situación en la que estamos viviendo.
El sentido común convencional o conformismo impuesto
contiene una concepción del mundo y de la sociedad mistificadora, pasiva y
conservadora. Sería un sentido común contemporizador. Crearía una conciencia
social sumisa que buscaría una relación afable con el sistema de producción
capitalista. Lo más que produciría sería un individuo "indiferente".
En los años 30, hay un debate en Europa sobre el sentido
común. Gramsci ve la necesidad de crear un nuevo sentido común crítico para
elevar el nivel intelectual de la gente. Para darles la capacidad de participar
activa y conscientemente en el desarrollo político. Para tener unos
instrumentos práctico-políticos (medios de comunicación social que creen otra
opinión) que les ayudaran en la reflexión y en la acción. Que les ayudara a
elaborar críticamente su pensamiento. Una nueva crítica que devenga en un modo
de sentir y de ver la realidad, que conlleve una nueva vida moral y otros
valores. Sería la base de una reforma intelectual y moral de los estratos
sociales culturalmente más atrasados.
En la Italia de Gramsci, el sentido común convencional más
extendido era el catolicismo. En los Cuadernos de la Cárcel considera que de
las tres ideologías en activo, en la sociedad italiana: el idealismo de Croce,
el materialismo vulgar y el catolicismo, es este el que está más arraigado
entre las masas populares y campesinas.
La revolución pasiva
El Cuaderno 22, que está sin terminar, titulado
"Americanismo y fordismo" hace referencia al sistema y al modelo de
vida americano. Con estas reflexiones pretende busca una vía europea original y
no marcada por el modelo americano, es decir, un modelo marcado por las prisas
y el dinero. Para el americanismo el éxito significa ganar dinero y el no-éxito
supone la muerte social. Frente a este modelo, Gramsci, reivindica las
libertades y las formas de vida europeas.
El americanismo representa un modelo frente a la
civilización europea. Más aún, el americanismo se convierte en un instrumento
capaz de capitalizar y asumir el fenómeno de la "revolución pasiva".
Con este término, Gramsci, propone una nueva interpretación del modelo de
producción capitalista fijándose en el modelo americano. La "revolución
pasiva" o "revolución sin revolución" conlleva una actitud
"transformista", de "escaparate", de pura apariencia para
que todo siga igual, no hay una nueva clase que asuma el poder.
Gramsci fue esencialmente un pensador político que se
expresaba en un lenguaje muy particular. Este lenguaje tenía una finalidad:
reconstruir otra racionalidad de la historia contemporánea a través de un
discurso abierto sobre el Estado capitalista. Era un intento de recomponer el
marxismo como una cultura alternativa, no aceptaba la racionalidad del mundo
que se mide y que se basa exclusivamente en la efectividad económica. Lo
interesante de su pensamiento está en la afirmación de que sólo puede
revolucionarse de verdad algo si se cambia profundamente el universo de las
ideas y las instituciones en las que esas ideas se materializan y se concretan
para los hombres.
Después de escribir el ensayo sobre el
"Mezzogiorno", en 1926, Gramsci fue encarcelado. Lo que en los
Cuadernos llama "sociedad regulada", de amplias resonancias
kantianas, es el movimiento que lucha por la liberación económica y cultural de
los hombres, que suprime la explotación y que actúa en beneficio de la
totalidad de la vida social.
Fuentes consultadas
- GRAMSCI, A: "Quaderni del carcere", Einaudi,
Torino, 1975
- LIGUORI, G y VOZA, P: "Dizionario Gramsciano",
Carocci, Roma, 2009
- JARDÓN ARANGO, Ig: "Antonio Gramsci, una lectura
filosófica: Introducción a los Cuadernos de la Cárcel y otros escritos",
Editorial Yulca, Barcelona, 2014
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