Edgardo Logiudice
Cuando el fascismo terminó de aniquilar a Antonio Gramsci, la
Revolución de Octubre llevaba sólo veinte años. La obra inspiradora de
los dirigentes del acontecimiento, setenta. Y, desde ésta, a los diez
días que conmovieron al mundo sólo cincuenta. En épocas en que el tiempo
histórico no andaba tan acelerado.
Gramsci vivió tiempos nuevos entre triunfos y derrotas. Entre esa
gran revolución triunfante y otras abortadas. Antes de la Segunda Guerra
Mundial que trastocaría viejas alianzas y pondría la ciencia, ideología
y la propaganda al servicio de la atrocidad.
Luego la Unión Soviética sería una realidad, aunque sea simbólica,
del mundo socialista. Como una realidad la fuerza de la clase obrera en
Occidente y los movimientos de liberación nacional. Después todo lo que
conocemos y 1991. Aunque antes ya se habían gestado las transformaciones
que, luego, desde algún punto de vista, desembocaron en una derrota y
el peligro cierto de la barbarie. Casi coincidiendo con los movimientos en Rusia, en los EEUU comienza
el fordismo, con la cadena y los altos salarios. Gramsci no se queda con
el triunfo, Ford también representa un desafío para su pensamiento. El
desafío de afrontar las nuevas formas de producción, su organización y
apropiación. ¿Qué es el capitalismo sino la apropiación del trabajo
ajeno a través del salario? Y ¿qué es el salario sino una forma
ideológica dentro del complejo de ideas?
22/6/17
Gramsci. Entre triunfos, derrotas, aniversarios y nuevas tecnologías
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Edgardo Logiudice
12/6/17
Gramsci y el leninismo hoy
Ángel de la Cruz
Perry Anderson
popularizó las particularidades de un marxismo occidental que otorgaba una
importancia mayor a las cuestiones superestructurales y al momento de la
subjetividad. Por cuestiones de tiempo y espacio, Marx y Engels dedicaron casi
todo su trabajo a estudiar las cuestiones relacionadas con la infraestructura
económica, lo que permitió que sus alumnos desarrollaran una visión tosca y
determinista que no atendía a cuestiones como la ideología o la cultura. Aunque
la Revolución Rusa era precisamente una revolución «contra El Capital» y
rompía los esquemas deterministas del marxismo ortodoxo, no se extrajeron las
conclusiones más útiles al creer que dicho proceso podría exportarse en
sociedades radicalmente distintas. Fruto de las distintas derrotas que se
produjeron tras el octubre bolchevique y en una constante pugna contra el
determinismo, la obra gramsciana se erigió como el máximo exponente del
denominado marxismo occidental.
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Leninismo
Chile: ¿Crisis de la dinámica hegemónica transicional?
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Monumento a Antonio Gramsci, Cerdeña ✆ Fellicu Fadda |
Hablar de la Transición y de conceptos derivados de dicho término, como lo ‘transicional’, expone a quien los utiliza para hablar del presente al escepticismo y la suspicacia, sobre todo en pleno año 2017. Eso, por supuesto, en la medida en que comprendamos el concepto mismo de transición de una manera muy específica; esto es, en la medida en que lo entendamos a la manera del concepto aristotélico de cambio, el cual entiende esta noción como el tránsito de un sujeto de un estado a otro estado, y en virtud del cual una o varias cualidades que inhieren a una substancia desaparecen para dar lugar a cualidades distintas, incluso opuestas, que pasan ahora a caracterizar a la substancia en cuestión. Aristóteles entiende al cambio como sinónimo de movimiento, en el sentido en que, al igual que el desplazamiento físico, mediante el cual un cuerpo sólido recorre un trayecto espacial que va desde un punto de origen o a quo a un punto de término o ad quem, el cambio lleva a la sustancia que lo experimenta a recorrer una secuencia temporal dentro de la cual ciertas cualidades desaparecen paulatinamente para dar lugar a otras cualidades. La naturaleza temporal del cambio permite que sea analíticamente posible determinar un momento a quo en el cual comenzó el proceso de cambio y un momento ad quem en el cual terminó el proceso de cambio.
9/6/17
Gramsci, la revolución y 'El Capital'
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Antonio Gramsci ✆ Viola Niccolai |
Salvador López Arnal
Esta carta, enigmática a ratos, sugiere por ciertos matices que Gramsci empezará a comprender que el médico del penal, Cisternino..., estaba asesinándole. Por otra parte, el aferrarse a peregrinas explicaciones disimuladoras de la tuberculosis sugiere que esa ancestral reacción de los hombres de clases y países pobres ante dicha enfermedad ha ayudado a Cisternino en su asesinato. En cuanto a ésta, Zucàro (Vita del Carcere di Antonio Gramsci, Milano-Roma, 1954) ha escrito tras una entrevista con Cisternino y sin que éste lo haya desmentido: "El doctor Cisternino le abandona (MSL: a Gramsci), y hasta le dice en una ocasión que, como fascista que es, lo único que desearía es su muerte (MSL: de Gramsci)". — Manuel Sacristán (1969)
Sobre todo Gramsci subraya el modo en que la ideología y el sentido común tienen dimensiones sociales complejas. No son meros repertorios de ideas falaces que reflejan automáticamente los intereses materiales de las clases dominantes y que colonizan como un virus la mente de los subalternos. Están engranados en las formas de vida, en los sistemas de solidaridades, intereses y dependencias de grupos sociales heterogéneos. Este es el sentido de la "hegemonía", un concepto que Gramsci recogió tanto de los debates de los revolucionarios rusos como de sus estudios lingüísticos. — César Rendueles (2017)
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