Ramón Vargas-Machuca Ortega
En 1966, el sello Laterza publicaba por primera vez el libro
que origina estos comentarios. Escrito por el periodista Giuseppe Fiori, este
retrato biográfico de la figura de Antonio Gramsci tuvo bastante impacto y
popularidad en la Italia de aquel momento. De un lado, difundía de manera
atractiva el conocimiento de la personalidad del más notable de los fundadores
del Partido Comunista Italiano. De otro, alimentaba la polémica abierta entre
la ortodoxia comunista y algunos influyentes miembros del partido, como Pietro
Ingrao, que reivindicaban el derecho a disentir en una organización tan
jerárquica. A comienzos de esa misma década se había producido en el seno del
Partido Comunista de España un debate entre el grupo dirigente en torno a
Santiago Carrillo, anclado a una visión más arcaica, y quienes postulaban una
visión más actualizada de la realidad española. En el caso español, el
desenlace de la polémica fue la expulsión de quienes encabezaban dentro del
partido la posición renovadora: Fernando Claudín, Jorge Semprún y Javier
Pradera. Se explica que la editorial Península publicara entonces el libro de
Fiori, que Jordi Solé Tura tradujo al castellano en 1968. La figura de Gramsci
evocaba libertad de pensamiento, autenticidad y fortaleza.