◆ Una
reciente reedición de ‘La ciudad futura’ permite traer los interrogantes y las
encrucijadas que se planteara Antonio Gramsci a la actualidad, cuando en el
horizonte no aparece una alternativa global y viable al capitalismo y su
ideología más avanzada, el liberalismo, continuando la tradición de una
recepción de sus libros que en la Argentina siempre dividió aguas y produjo
intensos debates sobre las posibilidades reales del socialismo.
Gabriel Bellomo / Acaso nada más pertinente en esta
época, en estos días, que recuperar para el debate político la obra y el
pensamiento del teórico marxista Antonio Gramsci. Tanto en el libro que
comentamos, La ciudad futura, como en
los Cuadernos de la cárcel, el filósofo
italiano pone de manifiesto el carácter ético de su teoría que, en nuestro
país, fuera comentada por primera vez por Ernesto Sábato en un artículo
aparecido en 1947 en el número 6 de la revista Realidad. La teoría de Gramsci dividió entonces al Partido
Comunista Argentino: la línea dura no aceptaba precisamente el fundamento
ideológico de su conjetura, en tanto que José M. Aricó y Héctor P. Agosti
–expulsados del partido– fueron quienes rescataban enfáticamente entre los
conceptos gramscianos el de una “teoría marxista de la cultura”, identificando
asimismo la identidad entre los problemas de constitución de las naciones
italiana y argentina, atendiendo a las respectivas fuentes liberales que les
dieron origen.