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Antonio Gramsci ✆ Spartax |
Hernán Ouviña |
En las últimas décadas, diferentes movimientos sociales de América
Latina han asumido el desafío de construir, en sus propios territorios y de
manera autogestiva, espacios educativos donde ensayar nuevas relaciones
pedagógico-políticas. ¿Qué tiene para decirnos Antonio Gramsci respecto de este
tipo de experiencias? A primera vista, puede parecer un contrasentido retomar a
un lejano militante autodidacta, que pensó y actuó en un continente y un
contexto sumamente diferente al latinoamericano, y que -para colmo- nos dejó
como herencia simplemente un conjunto de notas periodísticas juveniles, apuntes
políticos coyunturales y fragmentos dispersos escritos durante su solitario
encierro en las cárceles fascistas. Sin embargo, y a pesar de todos estos
detalles, creemos que sus reflexiones e iniciativas no han perdido actualidad.
Antes bien, hoy en día cobran mayor vigencia aún que décadas atrás, y resultan
por demás fructíferas para dar cuenta y potenciar las múltiples propuestas
educativas que se dan no sólo en el marco de las instituciones escolares
tradicionales, sino especialmente en los ámbitos que surgen por fuera de ellas,
impulsados por movimientos sociales y organizaciones de base.
Lo que siguen no serán más que algunas hipótesis en torno a
los aportes que realiza Antonio Gramsci para (re)pensar la centralidad de la
praxis educativa en los movimientos sociales de nuestro país (teniendo como
principal referencia a la experiencia de los bachilleratos populares, aunque
contemplando también a jardines comunitarios y primarias populares), atendiendo
a los enormes desafíos que la actual coyuntura argentina y latinoamericana nos
depara a quienes intentamos pensar el compromiso educativo, sin dejar de
comprometer el pensamiento con la praxis transformadora.