Juan Dal Maso |
Este trabajo de Fabio Frosini, Time
and Revolution in Gramsci's Prison Notebooks, está centrado en la
reflexión sobre pasado y presente en los Cuadernos de la Cárcel y la diferencia
entre los conceptos de revolución de Marx y Gramsci, retoma la final la
cuestión de las relaciones entre revolución permanente, revolución pasiva y
hegemonía, a las que hicimos referencia en el artículo Revolución
pasiva, revolución permanente y hegemonía, escrito junto con Fernando
Rosso el año pasado.

Se podría objetar que el Prólogo es un momento posterior a los textos citados y por
ende más complejo de la elaboración marxiana, pero sus escritos sobre la Comuna
de París o la cuestión rusa, podrían darnos la razón acerca de la necesidad de
un enfoque más de conjunto.
No obstante estas críticas, también discutibles, los temas
abordados coinciden en parte con algunas reflexiones que venimos intentando
hacer en este blog, especialmente la parte del final sobre revolución
permanente y revolución pasiva en relación con la interpretación del Prólogo de Marx.
En Gramsci
y la revolución permanente había comentado los mismos pasajes que
retoma Frosini, intentando establecer una relación entre las dos afirmaciones
que hace Gramsci en el C13 §17, sobre la revolución permanente como
mediación dialéctica de los "dos principios" del Prólogo rescatados por el comunista
italiano:
Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización.
Luego de una discusión sobre cómo periodizar los
acontecimientos de la revolución francesa y los posteriores hasta 1870,
concluye:
Se puede decir entre tanto que la mediación dialéctica entre los dos principios metodológicos enunciados al comienzo de esta nota se puede encontrar en la fórmula político-histórica de revolución permanente.
Posteriormente, en el C15 § 17 , plantea:
El concepto de revolución pasiva debe ser deducido rigurosamente de los dos principios fundamentales de ciencia política. 1] que ninguna formación social desaparece mientras las fuerzas productivas que se han desarrollado en ella encuentran todavía lugar para su ulterior movimiento progresivo; 2] que la sociedad no se impone tareas para cuya solución no se hayan incubado las condiciones necesarias, etcétera.
En este post, concluíamos:
En definitiva, en la historia de las revoluciones burguesas, la revolución permanente se opone a la revolución pasiva y en las categorías explicativas del materialismo histórico, los conceptos de revolución permanente y revolución pasiva se utilizan para comprender las relaciones entre estructura y superestructura en la constitución de los Estados modernos, a partir de la comparación entre Francia e Italia. Explicación que por su parte alude a la dinámica de los acontecimientos, combinando cuestiones objetivas y subjetivas, cuya expresión se sintetiza en la existencia o ausencia de una fuerza "jacobina" capaz de hacerse con el mando e impulsar el proceso revolucionario más allá de los límites que buscan imponerle los sectores más moderados.
Frosini precisa este debate, señalando que la
"mediación dialéctica" de la revolución permanente debe entenderse
como proyecto estratégico que tiene su expresión en el Príncipe moderno y
su lucha por la hegemonía, mientras que la teoría de la revolución pasiva,
sería la forma de advertir contra los riesgos de una comprensión del Prólogo en
clave economicista o mecanicista.
Agrego, que esta problemática está relacionada con una
temática gramsciana característica que es la que se resume en la
pregunta: ¿Cómo surge el movimiento histórico sobre la base de la
estructura?
Respecto de esta reflexión, vuelve a plantearse la relación
entre revolución permanente y hegemonía, hasta dónde en Gramsci la primera es
superada por la segunda, hasta dónde serían equivalentes con distintos
contextos históricos (sociedad fluida en formación vs. sociedad de masas) hasta
dónde se pueden establecer relaciones que permitan comprender en última
instancia la dinámica de ambas cuestiones en la actualidad, como se conquista
hegemonía y cómo se articula una dinámica permanentista de la revolución.
En este sentido, retomando algunas cuestiones ya escritas en
los artículos y citados más arriba, considero que una línea de reflexión podría
ser la siguiente:
-Considerar en primer lugar a la revolución permanente no
comosolamente una teoría, sino como la dinámica propia de las revoluciones
modernas, incluidas las revoluciones burguesas. Esta dinámica reside en la
imposibilidad de contener dentro del pueblo el
desarrollo de los antagonismos de clase y con ellos de la constitución de la
clase obrera como clase.
-En este sentido, el "grito de guerra" de Marx en
1848 es una bandera para que la clase obrera interviniera de modo independiente
en las revoluciones burguesas posteriores a la restauración, pero también una
bandera para avanzar lo más posible en radicalizar la dinámica del proceso de
una revolución democrático-burguesa que completa algunas de sus tareas
pendientes a una revolución propiamente obrera. En este sentido, las
concepciones de la revolución permanente en Marx y Trotsky tienen un fuerte
elemento de continuidad.
-Si tomamos entonces que la revolución permanente tiene que
ver con la tendencia a la desagregación del bloque conocido como pueblo y la
constitución de las clases y sus antagonismos, esto tiene, desde el punto de
vista de las tareas, su correlato en la combinación de tareas democráticas y
socialistas, cuestión que destaca, junto con el internacionalismo, la teoría de
Trotsky. En este contexto, se plantea el lugar de la hegemonía dentro de una
dinámica "permanente", sintetizada por Trotsky de
la siguiente forma, que habíamos rescatado en el artículo Una
vez más sobre la 'hegemonía' | Gramsci abrió la puerta a distintas
interpretaciones o deformaciones.
La mecánica política de la revolución consiste en el paso
del poder de una a otra clase. La transformación violenta se efectúa
generalmente en un lapso de tiempo muy corto. Pero no hay ninguna clase
histórica que pase de la situación de subordinada a la de dominadora
súbitamente, de la noche a la mañana, aunque esta noche sea la de la
revolución. Es necesario que ya en la víspera ocupe una situación de
extraordinaria independencia con respecto a la clase oficialmente dominante;
más aún, es preciso que en ella se concentren las esperanzas de las clases y de
las capas intermedias, descontentas con lo existente, pero incapaces de
desempeñar un papel propio. La preparación histórica de la revolución conduce,
en el período prerrevolucionario, a una situación en la cual la clase llamada a
implantar el nuevo sistema social, si bien no es aún dueña del país, reúne de
hecho en sus manos una parte considerable del poder del Estado, mientras que el
aparato oficial de este último sigue aún en manos de sus antiguos detentadores.
De aquí arranca la dualidad de poderes de toda revolución.
-En este sentido, la constitución de la clase obrera como
clase hegemónica es parte de la dinámica permanente de la revolución que
describíamos más arriba.
Si bien para pensar la cuestión de la dualidad de
poderes desde Gramsci, deberíamos remitirnos al período consiliar, las Tesis
de Lyon o practicar un lectura en clave más "luxemburguista"
del Príncipe Moderno como partido-proceso, incorporando la cuestión de la
hegemonía como inherente al desarrollo de la revolución permanente, se puede
establecer una interpretación que supere la contraposición estática entre
la teoría de la hegemonía y la teoría de la revolución permanente, para
contraponer a las estrategias de pasivización que imperan en
distintos procesos actuales.