►“No temas
ser lento, solo detenerte” | Proverbio chino
Katu Arkonada |
Vivimos tiempos tan confusos como convulsos. La crisis estructural del
capitalismo en la que estamos inmersos y el nuevo escenario geopolítico
rediseñan todas las variables de la ecuación. Durante mucho tiempo la triada
del poder mundial conformada por Japón, la Unión Europea y Estados Unidos, bajo
el liderazgo de esta última potencia, ha dominado el mundo, diseñando un
sistema político y económico que se ha ido expandiendo por todo el planeta
mientras construían todo un sistema cultural que permitía el desarrollo de este
sistema no requiriera en la mayor parte de los casos del uso de la fuerza sino
que se implementaba, salvo contadas excepciones, por medio del consenso.
Estados Unidos comenzó su etapa de hegemonía a partir de la
caída del muro y del colapso de la Unión Soviética, eventos que dejaron un
mundo unipolar en el que paradójicamente la desaparición de la alternativa que
suponía el socialismo real, al mismo tiempo que convertía el imperio
norteamericano en potencia hegemónica, daba inicio al fin de la misma pues una
buena parte del mundo comenzó a desprenderse de la tutela que ejercían los
Estados Unidos ante el “peligro comunista”.
Hoy en día, con el impacto de la crisis estructural del
capitalismo en pleno centro del norte capitalista y con el surgimiento de
nuevos actores del tablero geopolítico, podemos afirmar que la nueva triada del
poder mundial está conformada por los Estados Unidos, China y Rusia; en dos
bloques que sin ser monolíticos si se muestran antagónicos en la mayor parte de
los casos. La transición poshegemónica ha parido un mundo multipolar en el que
uno de los posibles escenarios hacia los que nos encaminamos es el de varios
centros hegemónicos que compiten entre sí en un equilibrio precario.
Ese declive de la hegemonía estadounidense ha venido
acompañada de una ofensiva en tres ámbitos, político, económico y militar, con
el objetivo de mantener el liderazgo, pero en la medida en que este no puede
ser logrado por consenso, debe ser alcanzado mediante la dominación violenta en
una buena parte del tablero geopolítico.
Ofensiva política
La reciente Cumbre de las Américas simboliza perfectamente
la ofensiva política emprendida por los Estados Unidos en su intento por no
perder, no ya la hegemonía, sino incluso el liderazgo que mantenía en otrora su
patio trasero. En un momento en que la hegemonía cultural también se
resquebraja, en que el modelo de capitalismo neoliberal comienza a ser
enfrentado en una América Latina donde el vínculo tradicional entre democracia
y capitalismo se ha roto, Obama trata de rescatar su viejo Ministerio de las
Colonias, una OEA moribunda y agonizante, presentándose ante los países de
América Latina y el Caribe con la carta del inicio de negociaciones para el
restablecimiento de las relaciones con Cuba.
Pero buscando el equilibrio interno, el tachar de la lista
negra a Cuba obligaba a tener otro enemigo externo, en este caso Venezuela, en
un enroque en la política exterior hacia America Latina y el Caribe que
probablemente supone el inicio del fin de la era Obama en el subcontinente por
subestimar el avance que se ha dado en los últimos años en la unidad e
integracion latinoamericana, aun entre países y proyectos políticos y
económicos muy diferentes.
La agresión contra Venezuela es parte de un objetivo
estratégico más amplio que pasa por desestabilizar a los países del ALBA y
desplazar acuerdos como Petrocaribe,
que agrupa a países centroamericanos y caribeños que tienen suministro de
petróleo venezolano. No es casualidad que Obama se reuniera con el Caricom justo antes de viajar a Panamá,
dentro de una estrategia definida como “Iniciativa por la Seguridad Energética
del Caribe” [1].
Y si bien el núcleo bolivariano es objetivo de primer rango
en esta ofensiva, el segundo anillo progresista también es parte de esta ofensiva
política. La Estrategia de Seguridad Nacional [2] de los Estados
Unidos por la que se ha regido la era Obama coloca a Brasil como un “centro de
influencia emergente” al que solo le superan en prioridades China, India y
Rusia, además de “guardián de un patrimonio ambiental único y líder de los
combustibles renovables”. No es casualidad por tanto que la mayor parte de
bases militares estadounidenses se encuentren rodeando la Amazonia. Argentina
también es mencionada de manera explícita en dicha Estrategia en cuanto a país
miembro del G20, y probablemente algún día leeremos en documentos
desclasificados el vínculo entre la CIA y los fondos buitre que atentan contra
la soberanía política y económica de este país.
Otro de los países que gozan de mención especial en esta
Estrategia de Seguridad Nacional que define la política exterior de la Casa
Blanca, el Departamento de Estado y el Pentágono, es México [3]. Reforzar
México como frontera sur de los Estados Unidos como forma de extender el
control geopolítico del Caribe y la influencia en Centroamérica es parte de la
ofensiva estadounidense en el ámbito político. La reciente aprobación de una
ley [4] en México para dotar de legalidad a una realidad ya existente
como es la de los miles de agentes estadounidenses que portan armas en
territorio mexicano, es formalizar, como lo fue el Pacto por México y la
reforma energética, la entrega de soberanía mexicana a una potencia extranjera.
Frente a la integracion latinoamericana y caribeña, Estados Unidos se aseguran un
aliado fiel en la región.
También parte de la ofensiva política es el financiamiento
que se produce desde USAID, NED y otras organizaciones ligadas al Departamento
de Estado y la CIA a una oposición de derecha en los países con gobiernos de
izquierda o progresistas [5]. Una nueva derecha reciclada que busca
seducir no solo a las clases medias sino también a los sectores populares con
un discurso más despolitizado y light que la vieja derecha gorila neoliberal.
Una oposición “civil y democrática” que incluso no tiene empacho en presentarse
como de izquierda moderada frente a las izquierdas “radicales” y “populistas”.
Ofensiva
económica
En el ámbito económico es claro el declive de la hegemonía
que han ostentado los Estados Unidos durante las últimas décadas debido a una
reducción de la competitividad, de los desequilibrios macroeconómicos en
comercio exterior, del cada vez más grande déficit fiscal, y de una deuda
pública que ya supera el 100% de su PIB y los 60 billones de dólares. Pero a
pesar de la pérdida de capacidad en el ámbito comercial y económico, el ámbito
financiero muestra todavía una superioridad indiscutible de la principal
potencia capitalista. A pesar de que desde 2007 China es la principal
productora de software y hardware, el 84% de las ganancias en este rubro siguen
estando en manos de capitalistas estadounidenses, y lo mismo sucede en el
ámbito especulativo donde las ganancias por servicios financieros han pasado
del 47% de 2007 al 66% en 2013 [6]. Al mismo tiempo, un 45% de las 500
principales empresas transnacionales son de capital estadounidense, así como
una buena parte de los medios de comunicación con más impacto mediático en la
población mundial.
La ofensiva económica pasa también por garantizar la
soberanía energética estadounidense a partir de la extracción de gas de
esquisto y el uso del fracking a pesar de los peligros para el ecosistema que
supone la fractura hidráulica. Pero esta técnica, más allá de su peligrosidad a
nivel ecológico, solo es rentable económicamente con un barril de petróleo que
oscile al menos entre 60 y 70 USD [7], y por lo tanto con los precios
actuales la dependencia de los países exportadores se mantiene.
El otro pilar sobre el que se sustenta la ofensiva económica
es el de los tratados de libre comercio. Por un lado buscando reforzar el TLCAN
y la integracion subordinada de México para garantizarse el acceso a sus
recursos naturales al mismo tiempo que negocia su incorporación al Acuerdo
Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP) [8] para
ampliar su influencia en la zona Asia-Pacifico además de intentar frenar la
creciente presencia de China en la zona. El otro tratado clave es el de la
Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP) [9],
tratado ultra secreto que se está negociando con la Unión Europea y que como ha
sido denunciado, ni los mismos europarlamentarios conocen su contenido salvo
borradores parciales. El TTIP supondrá, entre otras muchas cosas, una puerta
abierta para el fracking y los transgénicos, la eliminación de las barreras
sanitarias y la reducción de los derechos de los trabajadores destruyendo y
relocalizando empleos allá donde la legislación sea más flexible. Asimismo no
podemos olvidar el apoyo de los Estados Unidos a la Alianza del Pacifico, con
el objetivo de desgastar el proceso de integracion latinoamericana y caribeña;
alianza que como proyecto económico no logra avanzar pues a pesar de haber
liberalizado el 92% de su comercio intrarregional, el mismo solo representa un
3’5% del comercio total de los países miembros (México, Colombia, Perú y Chile) [10].
Sin embargo hay que ser realistas y manejar un posible escenario donde a pesar
de que los proyectos de integracion política como UNASUR o CELAC sigan
profundizándose, proyectos de integracion económica como Caricom y SICA, o
herramientas de dicha integracion económica como el Banco del Sur o el propio
Sucre, sufran una ralentización, sobre todo por el escenario de guerra
económica al que es sometida Venezuela, uno de los principales impulsores de
estos mecanismos.
Pero probablemente es el principal icono de los Estados
Unidos, el dólar, quien mejor simboliza esta nueva fase. Un dólar en declive
como principal moneda internacional que a pesar de seguir siendo la referencia,
va perdiendo peso e influencia frente al yuan y el rublo, que ya han comenzado
a ser utilizados por China y Rusia en sus transacciones comerciales, sobre todo
en la venta y compra de petróleo y gas [11].
Ofensiva militar
En el plano militar, a pesar de seguir manteniendo el
liderazgo en el mundo fruto de un gasto 10 veces superior al de por ejemplo
China, que cuenta con 250 ojivas nucleares frente a las +-5000 de Estados
Unidos [12], que disponen además de 10 portaviones [13] frente a
la única nave china de estas características, ya no tiene el control
geopolítico del que disponía hace pocos años.
Estados Unidos puede hoy destruir cualquier ejército o país
si se lo propone, pero no puede mantener el control territorial sobre el mismo.
Se calcula que ocupar Irak y Afganistán le ha costado al contribuyente
estadounidense más de 3 billones de dólares [14], que han provocado el
enorme gasto público y déficit del país.
La potencia imperialista construyó su hegemonía sobre la
dominación militar, sí, pero también sobre un consenso a escala planetaria con
muy poca contestación. Ese consenso fue roto por Bush y hoy difícilmente Obama
puede restaurarlo.
Ucrania es probablemente el escenario que metafóricamente
simboliza el fin de una época. En Ucrania los Estados Unidos sufrieron una
derrota parcial a manos de Rusia, pues a pesar de conseguir impulsar un golpe
de Estado y poner un gobierno amigo que permita la expansión de la OTAN hacia
el este, no pudieron evitar la anexión de Crimea a Rusia. Algo similar ha
sucedido en Siria, donde obviamente contaron con los medios, la financiación de
la CIA y la tecnología para provocar una violenta guerra civil, pero no han
podido controlar a los “rebeldes” que financiaron se han terminado convirtiendo
en el Estado Islámico [15], fracasando también en su objetivo de derrocar
al legítimo Presidente Bashar Al Assad.
Los últimos acontecimientos les han obligado asimismo a
negociar un acuerdo con Irán, uno de los principales estados del eje del mal,
sobre la cuestión nuclear, con el fin de mantener una cierta estabilidad en el
tablero geopolítico de Oriente Medio. Incluso recientemente China se ha
atrevido a desafiar el control estadounidense en la región mandando buques de
guerra a las costas de Yemen a pesar del bloqueo impuesto por Arabia Saudí.
A pesar de algunas derrotas parciales en el campo de batalla
físico, no podemos olvidar que los Estados Unidos siguen dominando el otro
campo de batalla, el del ciberespacio y el espionaje.
Y si miramos la geopolítica regional en Nuestra América,
tenemos un despliegue militar sin precedentes. Solo en Panamá, sede de la
última Cumbre de las Américas, existen 12 bases militares estadounidenses [16];
en Perú se acaban de firmar acuerdos para autorizar el ingreso de unos 3.500
marines con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo [17];
y en Colombia, otro país clave para el objetivo de mantener presencia en
Sudamérica, el Comando Sur de las Fuerzas estadounidenses (SOUTHCOM) [18] mediante
el ejército y policía colombiana sigue entrenando a miles de oficiales
militares y policiales de diferentes países de América Latina y el Caribe, en
particular de México y Centroamérica, República Dominicana, Perú y Paraguay.
Bajo el pretexto de la lucha contra las drogas o el lavado de dinero, los
Estados Unidos seguirán teniendo presencia en nuestra región mediante la
Iniciativa Mérida, la Iniciativa Regional para la Seguridad Centroamericana
(CARSI), el denominado “Plan Biden para el Triángulo Norte Centroamericano” y
la Iniciativa de Seguridad para la Cuenca del Caribe (CBIS).
El factor
chino
El mayor responsable de la perdida de la condición de
potencia hegemónica de los Estados Unidos y su entrada en una fase de
dominación violenta es China, que algunos teóricos ya definen como un
Estado-civilización. Una China que a partir del desarrollo de un inmenso
mercado interno, y a pesar de un cierto estancamiento en el crecimiento, pues
en 2014 “solo” creció el 7’4% [19] (Estados Unidos creció un 2.4%, la
Eurozona un 0’8% y Japón un 0’2%), ya es el primer consumidor de energía del
mundo [20] y está a punto de superar el PIB nominal de Estados
Unidos.
Precisamente esa necesidad de recursos naturales para seguir
creciendo hace que China haya desarrollado una política de poder blando y
relaciones internacionales en las que por un lado estrecha su relación con
Rusia reduciendo su vulnerabilidad energética, a la vez que establece una serie
de alianzas con África y America Latina para el suministro de recursos
naturales clave para el desarrollo de su economía. Pero todas las relaciones
económicas y comerciales están basadas en el respeto al sistema político y
económico de cada país y desde luego China no tiene intención de instalar
ninguna base militar en territorio africano o latinoamericano-caribeño.
Pero quizás el principal escenario donde China comienza a
construir su propia hegemonía a costa de los Estados Unidos es el
económico-financiero mediante la creación del Banco Asiático de Inversión en
Infraestructura (BAII) [21], que junto con el Nuevo Banco de Desarrollo de
los BRICS, impulsa una nueva arquitectura financiera internacional que desplace
la hegemonía del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (donde la
potencia del norte tiene el 17’1% y poder de veto frente al 3’7% chino). El
BAII fue propuesto por Xi Jinping en 2013 y constituido formalmente en octubre
de 2014 en Beijing con 21 países fundadores (China, India, Tailandia, Malasia,
Singapur, Filipinas, Pakistán, Bangladesh, Brunei, Camboya, Kazajstán, Kuwait,
Laos , Myanmar, Mongolia, Nepal, Omán, Qatar, Sri Lanka, Uzbekistán y Vietnam),
pero a día de hoy ya cuenta con 57 países de los 5 continentes (34 asiáticos,
18 europeos, 2 africanos, 2 de Oceanía y 1 de América Latina, entre ellos todos
los pertenecientes a los BRICS) que tienen intención de formar parte, algunos
de ellos estrechos aliados de los Estados Unidos como Gran Bretaña, Alemania,
Francia, Arabia Saudí o Israel. El capital inicial del BAII para proyectos de
infraestructura, electricidad, agua potable o saneamiento básico estará
conformado por unos 100 mil millones de dólares, de los que China aportará un
50% [22].
China asimismo, con sus 4 billones de dólares en reservas [23],
según anuncio en la reciente cumbre China-CELAC su Presidente Xi Jinping, va a
invertir en los próximos 10 años 250 mil millones de dólares en América Latina
y el Caribe [24] , región que ha pasado de dejar atrás en buena parte de
los países el Consenso de Washington, a moverse entre el consenso bolivariano y
el Consejo de Beijing.
Horizontes
geopolíticos
Es más que probable que Estados Unidos y China continúen
durante los próximos años incrementando una disputa a modo de guerra de
posiciones en el ámbito del soft power, la combinación de disputa cultural,
ideológica y diplomacia. Pero pase lo que pase en las elecciones presidenciales
estadounidenses de 2016, no parece que el escenario de perdida de hegemonía y
ofensiva política, económica y sobre todo militar mediante la dominación
violenta en la que está inmerso la principal potencia capitalista e
imperialista del mundo, vaya a cambiar.
Deberemos seguir estudiando los escenarios que esta nueva
fase imperial puede traer para América Latina, que dependerán también de la
correlación de fuerzas y de los gobiernos de izquierda y progresistas que se
puedan mantener en las próximas citas electorales, además de la capacidad que
estas fuerzas y gobiernos tengan para seguir profundizando un proceso de
integracion latinoamericana y caribeña no solo en el ámbito político, sino
económico, financiero, energético, tecnológico y cultural.
Notas
[1] Conozca los alcances de la Iniciativa de Seguridad
Energética del Caribe que lanzó EE.UU. http://www.americaeconomia.com/politica-sociedad/politica/conozca-los-alcances-de-la-iniciativa-de-seguridad-energetica-del-caribe-
[2] National Security Strategy Report (Página 44) http://nssarchive.us/NSSR/2010.pdf
[3] National Security Strategy Report (Página 42) http://nssarchive.us/NSSR/2010.pdf
[5] A pesar de la existencia de leyes nacionales que
impiden este financiamiento, esta realidad se produce especialmente en Bolivia,
Ecuador y sobre todo Venezuela http://www.granma.cu/mundo/2014-07-18/eeuu-financia-a-la-oposicion-en-venezuela-revela-agencia-norteamericana
[6] Como señaló en la conferencia impartida en el
Senado de México el Coordinador del Grupo de Investigación sobre América del
Norte del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU) René
Fernández Tabíohttp://www.idn.org.mx/idn1/images/idn/RETOS%20ACTUALES.pdf
[7] Tal y como han señalado numerosos investigadores,
entre ellos el compañero y maestro John Saxe-Fernández http://www.jornada.unam.mx/2015/03/19/opinion/028a1eco
[9] 7 preguntas sobre el TTIP cuya respuesta deberías
conocer http://www.eldiario.es/agendapublica/proyecto-europeo/preguntas-Tratado-Transatlantico-TTiP-respuesta_0_315669128.html
[10] Alianza del Pacífico, la nueva era del capitalismo
dependiente http://www.rebelion.org/noticia.php?id=198228
[11] Según informó el portal informativo ruso Regnum http://www.regnum.ru/news/economy/1881411.html
[12] Según World Nuclear Forces de Shannon N. Kile http://www.sipri.org/yearbook/2011/files/SIPRIYB1107-07A.pdf
[15] Hillary Clinton: "Financiamos mal a rebeldes
sirios y surgió Estado Islámico” http://actualidad.rt.com/actualidad/view/136648-clinton-ayuda-rebeldes-sirios-estado-islamico
[16] Bases militares en América Latina y el Caribe http://www.mopassol.com.ar/archives/351
[17] Los Marines preparan a militares peruanos para
combatir a los terroristas y carteles de drogas http://dialogo-americas.com/es/articles/rmisa/features/2015/01/05/feature-02
[19] Economía de China crece un 7,4 por ciento en 2014 http://spanish.peopledaily.com.cn/n/2015/0120/c31620-8838588.html
[20] China se convierte en el mayor consumidor de
energía del mundo, por delante de EEUU http://www.expansion.com/2010/10/12/mercados/materiasprimas/1286895100.html
[21] Cronología de Banco Asiático de Inversión en
Infraestructura http://spanish.peopledaily.com.cn/n/2015/0401/c31621-8872170.html
[22] Cuatro datos esenciales sobre el Banco Asiático de
Inversiones en Infraestructura http://actualidad.rt.com/economia/170833-cuatro-hechos-cobre-banco-asiatico-inversiones-infraestructura
[24] China invertirá 250 mil millones de dólares en AL
y el Caribe http://www.telesurtv.net/news/China-invertira-250-mil-millones-de-dolares-en-AL-y-el-Caribe-20150108-0049.html
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