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Adolfo Sanchez Vazquez ✆ Cristina Serrano Ortuño |
► Gramsci constituyó una fuente imprescindible en
el devenir creador de Sánchez Vázquez
► Su profundización en Marx le permitió
comprender mejor a GramsciManuel Uc Sánchez | Sobre la base de las Tesis sobre Feuerbach de Marx, obra en la que se expone epigramáticamente el núcleo teórico de la revolución marxista en la historia de la filosofía y en la concepción de la historia, surge un conjunto de autores que perciben dicha propuesta como filosofía de la praxis. Ejemplos ilustrativos son, entre los más relevantes: Antonio Labriola, seguido por Antonio Gramsci, G. Lukács, K. Korsch, los fundadores de la Escuela de Frankfurt y a partir de los años 50, participan en esta dirección crítica Maurice Merleau-Ponty y de la Revista Praxis Gajo Petrovic y Mihailo Markovic. Se destacan, además, los representantes de la Escuela de Budapest (Agnes Heller, Ferenc Feher, etc.) así como Karel Kosik de Checoslovaquia y las reflexiones del francés Jean Paul Sartre, entre otros1, incluyendo desde luego al Dr. Adolfo Sánchez Vázquez.
Adolfo Sánchez Vázquez forma parte de ese grupo de marxistas creadores que concibe el marxismo como filosofía de la praxis, de la subjetividad, en oposición al dogmatismo objetivista de orientación positivista que desvirtuó la esencia de la filosofía del proletariado. En él, como bien lo ha confesado, influyó determinantemente la propia obra del marxismo original. Y por supuesto, todo ese movimiento renovador que fue capaz de ver más lejos, particularmente Gramsci y Lukács. Sin estos antecedentes resulta difícil entender las aportaciones hechas por el filósofo mexicano, en su obra creadora.
En tiempos difíciles para el marxismo, cuando la teoría
original de Marx, Engels, Lenin y otros seguidores, ha sido desvirtuada hasta
convertirse en un sistema dogmático, dominado por una política que no respondía
a los propósitos transformadores de dicha filosofía humanista, ni al verdadero
ideal del proletariado, Adolfo Sánchez Vázquez se propone rescatar el espíritu
creador del marxismo, como filosofía de la praxis, de la subjetividad y del
cambio.
Este filósofo hispano-mexicano, con gran visión de futuro,
comprende la necesidad de asumir el marxismo con el sentido en que había sido
elaborado por los clásicos. Sus primeros discernimientos y elaboraciones
críticas, los hace a partir de la estética, en substancial oposición al llamado
realismo socialista. Seguidamente, por lógica consecuencia,
sus análisis incluyen a la filosofía marxista en su totalidad. La lectura o
relectura de los Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844, Las tesis sobre
Feuerbach, La Ideología Alemana, Miseria de la Filosofía, el Manifiesto
del Partido Comunista y El Capital, entre otros textos, resulta reveladora de
la agudeza y empeño de su búsqueda. A través de estas obras prueba algunas de
sus primeras hipótesis, es decir, que el marxismo es ante todo una filosofía de
la praxis que revoluciona la historia de la filosofía y los fundamentos de la
historia. Sencillamente percibe que para Marx, la vida es esencialmente
práctica. La conciencia, ser consciente, y el ser de los hombres, un producto
de su vida real y práctica. Las condiciones materiales de existencia (El ser
social) determinan la conciencia social. Estas ideas, centrales en la
concepción materialista de la historia, sientan las bases de una nueva visión
del mundo, la sociedad y el hombre. Para
Sánchez Vázquez entonces, la filosofía marxista es una concepción en la cual se
interrelacionan en forma compleja e indisoluble la ciencia, la política y la
ideología, a la vez que la crítica y la autocrítica. El marxismo representaría
una revolución en la política, en la ciencia social y en la filosofía3.
Esta comprensión de la filosofía marxista, además de
servirle como fundamento teóricometodológico para sus nuevas ideas, en Sánchez
Vázquez constituyen verdaderos ejes encauzadores de aprehensiones nuevas que
desplegará en sus dos obras paradigmáticas: Las ideas estéticas de Marx (1965)
y Filosofía de la praxis (1967 y 1980.) Igualmente estarán presentes en
diversos ensayos, artículos y libros por él publicados, pues como se sabe, se
trata de un autor de una vasta obra creadora4.
El Maestro Sánchez Vázquez, si bien no se puede considerar
como el único renovador de la filosofía marxista de la praxis –y él, por
supuesto, no se atribuye ese mérito–, resulta innegable que está entre los
primeros que logra rescatarla creadoramente en el legado del marxismo original
y exponerla de modo sistemático.
Antes de él no se conoce en la literatura marxista una obra
que sistematice la esencia del contenido de la filosofía de la praxis, en sus
varias mediaciones y condicionamientos, incluyendo sus fuentes inmediatas y el
proceso mismo de continuidad y ruptura.
El pensamiento y la obra de Sánchez Vázquez como todo
proceso de búsqueda científica, posee un determinado cauce en su devenir,
mediado por influencias y determinaciones en su propia formación, desarrollo y
sistematización.
La obra de un autor no es expresión sólo de sus experiencias
biográficas y de su praxis política directa, sino también de su contexto
cultural. Pero en su devenir biográfico se transparenta su contexto cultural y
político.
En esta síntesis se hace énfasis especial en la etapa de
madurez y sistematización de sus búsquedas teóricas. En un trabajo posterior se
expondrá la evolución completa, incluyendo las influencias de grandes pensadores
en los primeros años de su activa juventud.
Sánchez Vázquez declara que en el plano teórico dos
prácticas son determinantes en su asunción al marxismo y su entrega a él: la
poética y la política, que se traducen particularmente en sus inquietudes
estéticas y en las convicciones políticas que marcan su quehacer teórico y
práctico. No sólo participa del ambiente político cultural de España y México,
sino también de los acontecimientos mundiales, particularmente los relacionados
con el XX congreso del PCUS, la invasión a Checoslovaquia, las nefastas
consecuencias de la política estalinista, y por supuesto, la práctica cubana
con el triunfo de la revolución del 59.
Todos estos acontecimientos encuentran recepción crítica en
Adolfo Sánchez Vázquez, que unidos a la política dogmática en el arte y la
cultura del estalinismo (realismo socialista) lo conducen a una posición
radical de ruptura con el Diamat, erigido como marxismo-leninismo y doctrina de
Estado, que cerraba toda posibilidad de disentir y de nuevas aperturas.
Por eso Sánchez Vázquez decide abandonar la metafísica
materialista del Diamat, volver al Marx originario y tomar el pulso a la
realidad para acceder así, a un marxismo concebido ante todo como filosofía de
la praxis, como filosofía de la subjetividad, guiado por dos principios
inmanentes al pensamiento de Marx, es decir, dudar de todo y criticar todo lo
existente.
El Maestro Sánchez Vázquez busca nuevas vías restauradoras
del ideario clásico del marxismo. Conoce el marxismo occidental y los profundos
debates que tenían lugar en torno a la teoría marxista y a las deformaciones
del estalinismo5. En su concepción, únicamente con el rescate del marxismo como
filosofía de la praxis, aparecen las condiciones para superar la crisis en que
estaba sumergido y revertir el rumbo ontologizante y abstracto del marxismo oficial.
Por supuesto, el debate teórico en torno al marxismo,
realizado fuera del Diamat oficialista, influyó extraordinariamente en la
elaboración creadora del marxismo como filosofía de la praxis. Sin que esto
signifique una asunción acrítica por Sánchez Vázquez. Ya su pensamiento maduro
está en condiciones de reconocer los méritos y limitaciones en el propio campo
de los filósofos marxistas que subrayaban el lugar de la praxis. Muchos de sus
trabajos se conocieron en América a través de las excelentes traducciones del
Maestro Sánchez Vázquez.
Su producción teórica del marxismo como filosofía de la
praxis –lo reitero– brilla por su presencia en sus dos obras cumbres: 1) Las ideas estéticas de Marx (1965) 2) Filosofía de la Praxis (1967). En la
primera, defendiendo la esencia marxista del arte, revela los méritos y
limitaciones de los primeros teóricos marxistas del arte, particularmente
Lafargue, en Francia; Franz Mehring en Alemania y Plejanov, en Rusia. Muestra
cómo Lafargue aunque cae en cierto subjetivismo de clase, continuando a Marx,
caracteriza el arte como fenómeno social.
En Mehring destaca los múltiples valores creadores que
siguen el espíritu de Marx, pero le critica que en ocasiones sus análisis
oscilan entre un esquematismo sociológico y cierto formalismo de raigambre
kantiano.
En Plejanov, subraya sus aportaciones a la tesis marxista
acerca del condicionamiento social de la creación artística y a la explicación
de la sucesión histórica de ideales estéticos y gustos artísticos, pero no
logra resolver el problema de la autonomía relativa de la obra de arte.
Por otra parte, Sánchez
Vázquez sin minusvalorar la herencia de Labriola, Gramsci, Lukács, pues se
siente deudor de ellos, en cuanto a influencia se refiere, cuando descubre la
inautenticidad y el carácter dañino del marxismo objetivizante stalinista, se
dirige sin mediación alguna al marxismo original. Los Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844, las Tesis sobre Feuerbach y La ideología alemana, entre otros, son
para él verdaderas revelaciones encauzadoras de sus inquietudes estéticas,
éticas, políticas y filosóficas. La centralidad de la praxis, comprendida racionalmente,
se impone en su discurso como clave para ricos discernimientos y aprehensiones
plurales de la realidad que convierte en objeto de su investigación.
El no niega la influencia de Gramsci, que es la que más
aprecia, pues le ayuda a consumar la ruptura con el Diamat y dirigirse a las
fuentes originales. Pero al mismo tiempo lo asume con reservas críticas en su
Filosofía de la praxis editada en 1967, así escribe: Gramsci pretendía –se refiere al artículo La
revolución contra El capital (1918)– subrayar el papel de la
actividad práctica revolucionaria en un momento en que la mayor parte de los
jefes de la socialdemocracia europea hacía tabla rasa de ella. Pero esta
preocupación legítima que se reafirma en sus escritos posteriores le llevó a
una subestimación del papel determinante de los factores objetivos que los
oportunistas elevaban al plano de lo absoluto. Por otra parte, al subrayar tan
decisivamente el papel de la subjetividad convertía la teoría, (el marxismo) en
expresión de la praxis política, en pura
historicidad, con lo cual se
desvanecía en gran parte su carácter científico y se reducía a una expresión
ideológico-histórica. Todo esto demuestra que las relaciones entre teoría y
práctica son más complejas de lo que pensaba Gramsci, y que su
esclarecimiento –y con ella la justa caracterización del marxismo como
filosofía de la praxis– ha de buscarse en su unidad indisoluble como ciencia e
ideología del proletariado, es decir, como teoría condicionada históricamente y
fundada científicamente, razón por la cual no puede ser reducida a mera
ideología, olvidándose su carácter científico.
Podemos, pues, enfatiza Sánchez Vázquez, mantener la
caracterización del marxismo como filosofía de la praxis sin hacernos
solidarios de los equívocos o limitaciones que haya podido albergar (...)
Gramsci y sin que esto, a su vez, nos impida reconocer sus méritos innegables
que resaltan sobre todo, frente a un marxismo cientifícista y mecanicista. Pero
de lo que se trata ahora –concluye Sánchez Vázquez– es de rescatar el rico
contenido que Marx vertió en la categoría de praxi 6.
Pero entre los marxistas, de la filosofía de la praxis, en
mi opinión, Gramsci y Lukács son los que más influyeron en él,
independientemente que en su evolución haya expresado reservas críticas, tanto
de uno como de otro.
Con relación a Gramsci, el Maestro Sánchez Vázquez ha
confesado su adhesión y lo considera entre las fuentes principales que lo
conducen a mirar con sospecha al marxismo dogmático y dirigirse a las fuentes
originales de Marx. En su obra abundan las citas de Gramsci o lo trata
indirectamente. Aprecia sobremanera la producción teórico-filosófica y política
de Gramsci, así como estar entre los primeros que con inteligencia y audacia se
enfrenta al marxismo dogmático, en condiciones difíciles, en la cárcel. Los
conceptos gramscianos de Estado, sociedad civil, ideología, filosofía, etc. son
empleados o mencionados, tanto en sus obras dedicadas a la estética, la ética,
la política como a la filosofía.
Al mismo tiempo, reconociendo en Gramsci a la figura cimera
de la filosofía de la praxis, escribió: Con ella quería subrayar precisamente
la oposición del marxismo tanto al materialismo mecanicista como a la filosofía
especulativa en general, desligada de la historia real y de la actividad
práctica humana, particularmente la política. En pocas palabras –continúa
Sánchez Vázquez– Gramsci pretendía acentuar el papel del factor subjetivo en la
historia real, de la conciencia y la actividad revolucionaria de los
proletarios bajo la dirección de su partido y, al destacar el papel de la
subjetividad, reaccionaba contra un marxismo perezoso que trasformaba el papel
de los factores objetivos y, particularmente, del desarrollo de las fuerzas
productivas, en la negación del papel de la actividad práctica revolucionaria,
lo que se traducía en el más vulgar reformismo y oportunismo7.
En fin, Gramsci constituyó una fuente imprescindible en el
devenir creador de la filosofía de la praxis de Sánchez Vázquez.
Un segundo lugar, en cuanto a influencias se refiere, lo
ocupa George Lukács. Su obra, historia y conciencia de clase, le abrió
perspectivas nuevas para ajustar cuentas al marxismo dogmático y orientarse
definitivamente al marxismo como filosofía de la praxis, de la subjetividad, es
decir, al auténtico marxismo.
Esa fue su gran labor: rescatar la riqueza subjetiva y
creadora del concepto marxista de praxis. Rescate que encuentra concreción al
más alto nivel en su Filosofía de la praxis de 1967, reeditada y enriquecida en
1980. En mi criterio es la sistematización creadora más rica que existe.
Por supuesto, las reservas críticas a Gramsci tomaron nuevos
matices. No se quedaron en 1967. Su profundización en Marx, le permitió
comprender mejor a Gramsci. Así en la crítica de Althusser a Gramsci, defiende
a este último con argumentos criticados anteriormente, respecto a la unidad de
ciencia e ideología en el marxismo.
Sánchez Vázquez, si bien se remite de modo directo a las
fuentes originarias de la filosofía de la praxis, no estuvo al margen de las
convergencias y divergencias marxistas en torno al concepto praxis. Reconoce la
convergencia sobre la esencia de las tesis sobre Feuerbach, (tesis-I-II-XI,) y
las divergencias, cuando se trata de temas como la relación entre el pensamiento
y el ser, la polémica sobre las ideas de Bujarin de los años 20 con
participación destacada de Herman Duncker, Lukács, Korsch, Fogarasi y
posteriormente Gramsci. Todos en defensa del marxismo como filosofía de la
praxis, y la praxis concebida como totalidad subjetiva creadora.
Conoció la controversia de Kolakowski, Adam Schaff, Karel
Kosik contra las definiciones simplistas que reducen la praxis a la dimensión
La praxis en el pensamiento de Adolfo Sánchez Vázquez
gnoseológica. Destaca la obra de Kosik Dialéctica de lo concreto donde expresa:
La praxis se compenetra con todo el hombre y lo determina en su totalidad,
funda la posibilidad de una ontología y su dimensión más esencial es la
creación de la realidad humano-social.
Compara la concepción gnoseológica de praxis de Rutkevich
con la de Eles Iovo y Davydova, para quienes, la práctica define el proceso
vivo infinito de cambio y trasformación revolucionaria del mundo y concibe la
dialéctica como teoría de la praxis, es decir, como ciencia de la transformación
del mundo natural en mundo humano, como teoría de la transformación
revolucionaria del hombre mismo.
Valora además las discusiones que tuvieron lugar en
1961-1962 en Alemania, cuyo debate partió en lo fundamental del concepto de
praxis como categoría gnoseológica y no rebasó, por un lado ni por otro, el
marco de las relaciones entre praxis y conocimiento.
En Lukács aprecia con gran acento el sentido de totalidad
con que aborda la praxis y su relación con la teoría a partir de la obra
Historia y conciencia de clase y otros trabajos, incluyendo El asalto a la
razón y El joven Hegel.
La influencia de Lukács en Sánchez Vázquez, es evidente. Se
nota en la valoración de conceptos como totalidad, enajenación, praxis, etc.;
así como los problemas vinculados a la ideología, la historia y la conciencia
de clase.
Como esteta, además de influencias hay coincidencias, pues
ambos sentaron cátedra en la estética marxista.
La estética marxista de Lukács fue acogida con beneplácito
por Sánchez Vázquez. Una formulación menos tajante de la tesis que identifica
arte y realismo –enfatiza Sánchez Vázquez– se encuentra reiteradamente a lo
largo de las investigaciones estéticas de Lukács... se opone al realismo
desnaturalizado de los años del período estalinista y se enfrenta sobre todo,
al arte de vanguardia que ejemplifica especialmente con Kafka, paradigma de
todo el vanguardismo moderno. Su preferencia por el realismo critico –con sus
grandes modelos Balzac, Goethe, Tolstoy– y por el realismo socialista –una vez
liberado de sus deformaciones subjetivistas y naturalistas– estriba
precisamente en su superioridad para captar lo real.
La estética lukacsiana representa, en el campo marxista -subraya Sánchez Vázquez con
espíritu crítico productivo-, el logro más fecundo de la concepción del arte
como forma de conocimiento. Como estética del realismo cautiva con sus
penetrantes análisis y sugerentes hallazgos, pero, al erigir en criterio de
valor las condiciones que sólo puede satisfacer el realismo, se convierte en
una estética cerrada y normativa8.
Por supuesto, la razón crítica no niega la influencia. Además, esto lo escribió
Sánchez Vázquez en 1965 y Lukács continuó produciendo hasta su muerte.
En síntesis, Gramsci y Lukács son los filósofos marxistas
que más influyeron en Sánchez Vázquez, lo que no niega en modo alguno, las
influencias y coincidencias con Kosik, Korsch, la escuela de Frankfurt, el
segundo Sartre de Crítica de la Razón Dialéctica y Cuestiones de Método. Por
supuesto, su primera fuente fue Marx, que más que influencia, fue su premisa.
Reconoce, además, la significación de la Escuela yugoslava
de la praxis particularmente en sus máximos representantes: Petrovic y
Markovic, sin embargo en la obra Dialéctica
de la praxis del segundo, alerta sobre los deslices subjetivistas de corte
fichteano que se presenta al hiperbolizar el momento subjetivo en grado extremo
y subestimar el aspecto objetivo.
A Lenin lo considera un relevante teórico de la praxis y si
bien en la edición de Filosofía de la praxis de 1967, su análisis es positivo
en su totalidad, en la edición de 1980, con nuevas herramientas teóricas,
inmanentes a su propia madurez y evolución, el análisis crítico establece
diferencias. Sin restar valor a la producción teórica de Lenin y a su grandeza
política, revela dos momentos en la concepción de Lenin en torno a la Praxis:
la desarrollada en Materialismo y
Empiriocriticismo (1908), con fuerte influencia del materialismo
tradicional criticado por Marx en las Tesis
sobre Feuerbach y la expuesta en los Cuadernos
Filosóficos (1914-1916) bajo la influencia de Hegel y una mayor
profundización de la propia obra de Marx.
Del primer momento de la concepción de Lenin en torno a la
praxis, señala Sánchez Vázquez: Lo que falta en la crítica leniniana es
precisamente lo que distingue al materialismo de Marx del tradicional, es
decir: la relación sujeto-objeto, hombre-naturaleza, conciencia-mundo por
mediación de la praxis ( ) Y
es justamente la práctica lo que Lenin deja en la sombra cuando trata de
rescatar la objetividad disuelta por el idealismo de los machistas rusos9. Pero la crítica, como es
habitual en el marxista mexicano, es compleja y concreta en pos de la mayor
objetividad. Se podrá decir que la
práctica no está ausente en Materialismo
y Empiriocriticismo –enfatiza el filósofo–. Y, en verdad, hay
referencias a ella puesto que se habla de la segunda tesis sobre Feuerbach y,
sobre todo, tenemos todo el apartado 6 del capítulo II titulado El criterio de la práctica en la teoría del
conocimiento. Y, ciertamente,
hay que reconocer que en este punto Lenin dice cosas acertadas e
importantes. Así por ejemplo, cuando distingue entre el éxito de la práctica
humana para el materialista y el
éxito para el solipsista (o pragmatista) entendido como todo aquello que yo necesito
en la práctica. En el primer caso, el éxito demuestra la concordancia de nuestras representaciones con la naturaleza de las
cosas que percibimos. Y es un acierto también que Lenin señale que el criterio
de la práctica nunca es definitivo o completamente suficiente:
El criterio de la práctica no puede nunca, en el fondo, confirmar o refutar completamente una representación humana cualquiera. Lo que quiere decir que ese criterio es el de la práctica considerada como práctica social e histórica. Y, dado que nunca es definitiva, tampoco puede serlo el criterio basado en ella 10.
Sánchez Vázquez hurga en las causas de las inconsecuencias
de Lenin, según su criterio, sin omitir los méritos, porque Lenin acierta
también al establecer un nexo entre el criterio de la práctica y el
materialismo: Si incluimos el criterio de la práctica en la base del
conocimiento, esto nos lleva inevitablemente al materialismo. Pero podríamos agregar que si la
introducción del criterio de la práctica cierra el paso al idealismo
también lo cierra al materialismo tradicional, contemplativo, que Lenin ahora
parece dejarlo atrás. Sin embargo, este paso no puede darlo mientras reduzca el
papel de la praxis –como lo reduce en Materialismo
y Empiriocriticismo– a criterio de verificación y no lo vea –en cuanto
actividad transformadora de la naturaleza y la sociedad– como fundamento del
hombre, de la historia y el conocimiento11. Sólo así se puede cumplir lo que
propugna Lenin: El punto de vista de la vida, de la práctica, debe ser el punto
de vista primero y fundamental de la teoría del conocimiento. Y asimismo este
punto de vista se podrá extender, al superar las concepciones idealista y
materialista tradicional, de la gnoseología a la teoría del hombre, de la
sociedad y de la historia 12.
Por otra parte, Sánchez Vázquez hace hincapié, sin intentar
justificar los desaciertos de Lenin en Materialismo y Empiriocriticismo, la
razón de la obra, que imbuida por motivos políticos, tiene que transitar a
problemas de índoles filosóficas. Un eminente teórico de la política, que si
bien genialmente ha asimilado a Marx, aún su formación filosófica es débil y
lleva la impronta de la herencia de Plejánov y otros pensadores del
materialismo anterior.
Sin embargo, el marxismo de Lenin de los Cuadernos Filosóficos da cuenta de un
extraordinario ascenso teórico. Ahora el acento principal, en correspondencia
con las necesidades de la práctica, no es la defensa del materialismo -sin que
deje de serlo, como materialista dialéctico-, sino de la dialéctica. Penetra en
la dialéctica como teoría compleja, mediada por infinitos eslabones,
contradicciones, conexiones, etc. Esto le permite afirmar que la conciencia no
sólo refleja el mundo, sino que lo crea,
con su actividad práctica, Ya aquí la praxis no sólo es base
verificadora del conocimiento, sino una esencial relación sujeto-objeto,
sujeto-sujeto, donde lo ideal y lo material se convierten dialécticamente. Lenin,
ahora sí, asimila en toda su profundidad -enfatiza Sánchez Vázquez- el concepto
de objeto del materialismo práctico de Marx en sus Tesis sobre Feuerbach. Este
concepto de objeto, o de objetividad, entraña un concepto de práctica que
rebasa el marco estrictamente gnoseológico y que se podría caracterizar, con
base en los Cuadernos Filosóficos, por las siguientes notas: a) es una
actividad del hombre dirigida a un fin; b) en la cual se transforma un mundo
objetivo (objetividad dada, presente) y c) cuyo resultado es una objetividad
verdaderamente existente 13.
Resulta muy sugerente el lugar que ocupa Lenin en la segunda
edición de la Filosofía de la Praxis.
En el capítulo 4 La concepción de la praxis en Lenin, Sánchez Vázquez expone las ideas capitales del gran marxista y logra
un estudio profundo, fundado en la tesis: Por un Lenin sin dogmas. Con
gran vuelo cogitativo desarrolla ideas centrales, como: Por qué teoriza Lenin,
la teoría del partido como medida de una práctica, la práctica revolucionaria
leniniana, la estrategia de las Tesis de abril, unidad de los factores
objetivos y subjetivos en Lenin, unidad de la teoría y la práctica, filosofía y
política, idealismo, materialismo y práctica, la Dialéctica en los Cuadernos
Filosóficos, la dialéctica del conocimiento, la práctica como actividad
dirigida a un fin, la práctica en el proceso del conocimiento; y culmina con la
recapitulación teórica: Lenin teórico de la praxis.
Sin embargo, el marxismo dogmático estigmatizó a Sánchez
Vázquez y a su obra, por considerarlo revisionista. El Lenin revolucionario,
verdaderamente marxista, no convenía a la política que había desvirtuado al
marxismo original. Por supuesto, esto no puede sorprendernos, pues los propios
Cuadernos Filosóficos de Lenin, fueron objeto de la censura y prohibida su
publicación durante muchos años.
En fin las divergencias antes señaladas giran en torno a la
determinación de la verdadera significación de la praxis para el marxismo, a la
definición de este concepto fundamental, a las relaciones entre teoría y
práctica, las formas de praxis, etc. Del examen de estas posiciones diversas e
incluso contrapuestas -según Sánchez Vázquez- se desprende la necesidad de
profundizar en los diferentes aspectos de la praxis y de enriquecer su estudio
en puntos apenas tocados hasta hoy. Respondiendo a esta necesidad, se esfuerza
por precisar el concepto de praxis y delimitar las relaciones entre teoría y
práctica, asimismo de extender sus estudios a terrenos menos trillados y a esto
obedecen los capítulos relativos a niveles de la praxis, entre otros14.
Apartados que son tratados de modo sistemático por primera vez en el marxismo,
como:
a) De la conciencia ordinaria a la conciencia filosófica de la praxis.
b) La definición de la praxis en sus múltiples mediaciones, incluyendo la necesidad y los fines que la encauzan.
c) Unidad de la teoría y la práctica.
d) Praxis creadora y praxis reiterativa.
e) Praxis espontánea y praxis reflexiva.
f) Conciencia de clase, organización y praxis.
La praxis en el pensamiento de Adolfo Sánchez Vázquez
g) Praxis, razón e historia.
h) Praxis y violencia.
En todos estos temas, el análisis de Sánchez Vázquez resulta
enriquecedor, sistematizador, y por consiguiente, creador. Nadie como él
penetró con tanta profundidad en la herencia de Marx en torno a la praxis.
Sistematizó múltiples tesis, apenas esbozadas por los clásicos del marxismo. Su
Filosofía de la praxis, por sí sola, lo consagra como marxista creador y deja
una amplia gama de posibilidades, para continuar en la búsqueda incesante del
marxismo vivo y creador que como teoría revolucionaria del proletariado plantee
las posibilidades de su emancipación.
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38. Sánchez V., A. (1973). Las ideas estéticas de Marx. Editorial Instituto del libro, La
Habana, Cuba.
39. Sánchez V., A. (1996). Cuestiones estéticas y artísticas contemporáneas. Editorial FCE,
México.
Notas
1 Cornú, A. La praxis
y la elaboración del concepto materialista del mundo, en Cornú A. Carlos Marx y Federico Engels, Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 1976, T. 3, pp.198-258. Tanto en la antigua URSS
como en la R.D.A, se desarrollaron discusiones en torno al marxismo como
filosofía de la praxis. No se puede olvidar la primera y segunda polémicas en
torno a la praxis suscitadas en la R. D. A durante los años 1964 y 1966-1967.
Eles, I. La categoría de la práctica en los trabajos de Marx. en Práctica y conocimiento, Editorial
Nauka, Moscú, 1973, entre otros. En América Latina continúan el tema Rigoberto
Pupo, con trabajos como: La práctica y la
Filosofía marxista. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1986 y La
actividad como categoría filosófica. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,
1990, así como otros estudiosos de la obra de Gramsci, Mariátegui, del
pensamiento latinoamericano como Jorge L. Acanda, Fernando Martínez, Aurelio
Alonso, Dora Kanoussi, Joaquín Santana, Gabriel Vargas Lozano, Juan Mora Rubio
y Pablo Guadarrama, entre otros. Tampoco se deben olvidar las discusiones, que
en torno al problema que nos ocupa, tuvieron lugar en la revista Vaprosii filosofi, durante la década del
80. Debe destacarse, además, la relevancia de la revista mexicana Dialéctica en
la difusión crítica del marxismo como filosofía de la praxis y en la recepción
que ha encontrado el pensamiento de Adolfo Sánchez Vázquez y sus seguidores.
2 Sánchez, Vázquez, A. Filosofía
de la praxis. Editorial Grijalbo, México, 1967, p.13.
3 Vargas Lozano, G. Adolfo Sánchez Vázquez, Doctorado
Honoris Causa por la UAP, en Rev.
Dialéctica. Universidad Autónoma de Puebla, Año IX, No. 16, México, 1984, p.
10.
4 Entre sus libros podemos mencionar: Las ideas estéticas de Marx (1965); Filosofía de la praxis (1967 y 1980); Rousseau en México (1969); Estética
y marxismo (Antología en dos tomos, 1970); Ética (1970); Del socialismo
científico al socialismo utópico (1975); Ciencia y revolución. El marxismo de Althusser (1978); Filosofía y economía en el joven Marx
(1982); Ensayos marxistas sobre filosofía
e ideología (1983); Sobre filosofía y
marxismo (1983); y Ensayos sobre arte
y marxismo (1984), entre los más relevantes, pues posee una extensa obra
que aún continúa ampliándose creadoramente.
5 El concepto marxismo occidental corresponde a Merleau
Ponty en Francia. Refiere a una serie de marxistas que nacieron y actuaron, en
alguna medida fuera de la URSS, tales como Lukács, Korsch, Gramsci y la Escuela
de Frankfurt. Ellos de un modo u otro disienten de la línea política de la
URSS. En Lukács influye Rosa Luxemburgo, asesinada en 1919. Gramsci es la
figura más importante entre los marxistas italianos, a pesar de que desarrolla
su obra en la cárcel. La Escuela de Frankfurt desarrolla su teoría crítica con grandes
méritos y limitaciones. En la URSS, en difíciles condiciones desarrollan
importantes ideas sobre la Lógica Dialéctica y otros problemas del marxismo
Ilienkov, Vigotski y otros, pero dominan los manuales con las simplificaciones
dogmáticas del marxismo-leninismo, orientadas desde la III Internacional, que
bajo la dirección de Stalin mató poco a poco todo lo vivo del marxismo, hasta
convertirse en un economismo estéril que destruyó el humanismo marxista.
6 Sánchez Vázquez, A. Filosofía
de la praxis, 1967, pp. 48-49.
7 Ibíd., p. 17.
8 Sánchez Vázquez, A. Las
ideas Estéticas de Marx. Instituto Cubano del libro, La Habana. pp. 38- 39.
9 Sánchez Vázquez, Filosofía
de la praxis. Reedición, Editorial Crítica, Barcelona, 1980, pp. 210- 211.
10 Ibíd., pp. 211- 212.
11 Sin querer atribuirse méritos que no le pertenecen el
Maestro mexicano, con sentido crítico se refiere a las críticas hechas a Lenin
por Antón Pannekoek en Lenin filósofo, y por Karl Korsch, en La Filosofía de Lenin, en K. Korsch y A.
Pannekoek, Lenin filósofo,
trad. De J. Garzón, Hadise, México, DF, 1972.
12 Ibíd., p. 212.
13 Ibíd., p. 219.
14 Ver Sánchez, Vázquez, A. Filosofía de la praxis, 1967. pp. 44-45.
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