
“… Es digno de hacer notar cómo los industriales (especialmente Ford) se han interesado por las relaciones sexuales entre sus dependientes y, en general, por la instalación de sus familias; las apariencias de “puritanismo” que asumió este interés (como en el caso del prohibicionismo) no debe conducimos a error; la verdad es que no puede desarrollarse el nuevo tipo de hombre exigido por la racionalización de la producción y del trabajo, mientras el instinto sexual no haya sido regulado de acuerdo con esta racionalización, no haya sido él también racionalizado.” – Antonio Gramsci, Americanismo y fordismoLa consigna: subordinar el cuerpo sin olvidar el alma
El capitalismo contemporáneo, atraviesa por una
aguda crisis que pareciera estar decidida a ser insuperable. Por ello, los
aparatos gubernamentales, nacionales y trasnacionales, mediante sus mejores
representantes, empeñan afanosamente sus mejores esfuerzos en diseñar políticas
capaces de enderezar el atrofiado sistema capitalista. La vasta producción
teórica, científica e ideológica, de estos administradores de la crisis mundial
capitalista, no se ha limitado al diseño de políticas económicas en sentido
restringido, ya que han comprendido la necesidad de penetrar de manera
explícita en todos los filamentos de la vida social, incluso en los más
delicados e inadvertidos. Por ello, puede afirmarse que la reestructuración capitalista
en curso, no restringe su iniciativa al “campo económico“, haciendo dejar sentir su impulso en todas las
esferas de la vida social.
Por lo demás, este hecho no es novedoso, en manera
alguna, pues la actual reconversión capitalista, así como las otras que forman
parte de su historia, también han implicado modificaciones sucesivas a la
estructura de complejas relaciones sociales. Estos cambios han permitido las
permanentes transformaciones y adaptaciones necesarias para la
refuncionalización de la sociedad capitalista. No obstante, conviene
reconocer que nunca antes, como ahora, los aparatos de dominación habían
logrado articular una política reestructuradora con un carácter explícitamente
omnicomprensivo, ya que en otros periodos transformadores las modificaciones
ocurridas en ámbitos de la vida social -distintos de la actividad económica
definida en sentido estricto- habían derivado de ciertos automatismos sociales;
en cambio, la capacidad reorganizadora del capitalismo contemporáneo, no se
limita a los resultados originados en los mecanismos sociales, ya que en razón
de las enormes resistencias que debe vencer para implantarse, la
reestructuración contemporánea incluye proyectos explícitos para reconvertir la
familia, la sexualidad, la educación, la moral, la ética, las costumbres y toda
la amplia gama de prácticas sociales originadas en la vida cotidiana.
La enfermedad o la lucha
entre lo nuevo y lo viejo
“…Hoy las comisiones internas limitan el poder del capitalista en la fábrica y desarrollan funciones de arbitraje y disciplina. Desarrolladas y enriquecidas deberán ser mañana los órganos del poder proletario que sustituya el capitalista en todas sus funciones útiles de dirección y administración… Desde ahora los obreros deberían proceder a la elección de vastas asambleas de delegados, seleccionados entre los compañeros mejores y más conscientes, bajo la consigna: “Todo el poder de la fábrica a los comités de fábrica”, coordinada con esta otra: “Todo el poder del Estado a los consejos obreros y campesinos…” – A. Gramsci, Democracia Obrera
El resquebrajamiento capitalista se ha pretendido
solucionar -antes y ahora- mediante la ampliación del mercado, rebasando las
fronteras previamente establecidas, tanto las interiores, así como las
exteriores. También, para remediar sus heridas no se ha excluido la búsqueda de
ungüentos válidos universalmente, recurriendo para su elaboración, tanto a la
actividad especulativa de sus guardianes ideológicos, así como a experiencias
históricas en las que el capitalismo ha resultado relativamente triunfante. La
reflexión hegeliana 1 sobre el carácter promisorio de Estados Unidos de América,
pareciera corroborarse una y otra vez, sobre todo después de cada caída
capitalista. En efecto, las miradas de los patólogos del capitalismo siempre
han buscado remediar los padecimientos del sistema, recurriendo a los modelos
económicos puestos en práctica en Estados Unidos de América; para estos
escolapios, la receta parece sencilla: conviene transformar al mundo entero, a
imagen y semejanza de la tierra prometida.
Europa, durante la primera mitad de este siglo se
vio sacudida por explosiones devastadoras: crisis económicas, guerras,
insurrecciones y el ascenso de una revolución anticapitalista triunfante: La
Revolución de Octubre. Todos estos procesos históricos, contribuyeron a la
destrucción del antiguo régimen, pues no obstante las revoluciones burguesas,
aún mantenía éste posiciones vigorosas, a pesar de haberse iniciado el siglo
XX. La fragilidad del liberalismo europeo decimonónico se palpaba de muchas
maneras, así las oleadas sucesivas de emigrantes europeos, tanto meridionales
como septentrionales, ponían de relieve la situación económica siempre
quebradiza, de ciertas sociedades: los países escandinavos, Alemania e Italia,
para sólo señalar algunos. Buena parte de la emigración europea, tuvo como
destino Estados Unidos de América, tierra en la que los europeos de entonces
esperaban encontrar solución a su pobreza ancestral. Ellos convirtieron a Nueva
York en parte principal de acceso para las oleadas sucesivas de quienes estaban
seguros de encontrar en este país las oportunidades que Europa les había
negado, pues no obstante las apariencias, en la mayor parte del viejo
continente, la oligarquía nobiliaria y terrateniente impedía el paso a las
fuerzas del capitalismo que, en las primeras décadas del siglo XX, todavía eran
raquíticas y desmejoradas.
Finalizada la I Guerra Mundial, en Italia como en
otros países europeos, los arcaísmos y el atraso generalizado se tornaron
agobiantes. Por ello, organizaciones de todo tipo -de obreros, de
intelectuales, de artistas, industriales- buscaron construir alternativas para
diseñar una sociedad de cara al futuro, capaz de dar por completo la espalda a
un régimen esclerotizado por su corte de clérigos, militares, terratenientes y
una nobleza empobrecida, en ocasiones, pero casi siempre debilitada y
atemorizada por su incapacidad para enganchar a Italia a la moderna sociedad
capitalista. La producción teórica y la actualidad política de Gramsci, ocurrió en esta encrucijada
histórica, durante la cual, como él mismo señaló: “La crisis
consiste, precisamente en el hecho de que lo viejo está muriendo y lo nuevo no
puede nacer; en este interregno aparecen una gran variedad de síntomas de
enfermedad“. 2
Entre Oriente y Occidente
Con base en la investigación histórica
contemporánea, puede comprenderse el significado que Gramsci dio a lo “viejo“, consistente en el conjunto de sobrevivencias del antiguo
régimen nobiliario, terrateniente, despótico y militarista. Por otra parte, lo
“nuevo” alude esencialmente a dos cuestiones:
a) Las corrientes y
tendencias revolucionarias derivadas de la historia de las luchas del
incipiente proletariado industrial de Milán 3 pero sobre todo el turinés: anarquistas, socialistas y,
posteriormente, los comunistas. Además de las luchas en la industria, el
proletariado agrícola ensayó huelgas y movimientos de resistencia, mediante los
cuales buscó continuar las viejas tradiciones anarquistas de lucha agraria que
durante tantos años habían avivado el irresoluble conflicto rural meridional.
Esta coyuntura fue influida radicalmente por el ascenso revolucionario
experimentado en Europa a raíz del triunfo de la Revolución de Octubre. La extensa
producción gramsciana anterior al encarcelamiento, comprendida entre los años
de 1911-1926, se dedica al análisis de esta compleja coyuntura, sin duda es
lamentable que aún no haya sido traducido cabalmente al castellano.
b) Finalizada la I
Guerra Mundial, se hizo evidente la quiebra del sistema de dominación europeo
imperial, la crisis económica dejó sus huellas en todos los países europeos,
suscitándose experiencias de reforma y recomposición del capitalismo que en
Alemania e Italia vendrían a desembocar en las dictaduras del
nacionalsocialismo y del fascismo. Sin embargo, en Italia sucedió lo que yo era
observable en otros países europeos -en los años de entreguerras- en tanto
algunos ojos miraban hacia el oriente revolucionario y leninista, otros dirigían
su mirada hacia el occidente reformista y fordista. Gramsci, durante su permanencia
carcelaria, examinó meticulosamente lo que en los Cuadernos de
la Cárcel designa “Americanismo y fordismo“. Esta cuestión atrajo su atención, ya que para la recomposición
capitalista de Italia, en opinión de notables intelectuales y dirigentes
empresariales y políticos burgueses, era indispensable adoptar el producto más
logrado de la pujante civilización norteamericana: el fordismo. En
consecuencia, para importantes sectores de la élite burguesa, Italia podría
solucionar sus problemas, tales como el atraso y la miseria perenne mediante la
americanización de la vida en todos sus aspectos.
Autogestión versus fordismo
“De una manera general se puede decir que el americanismo y el fordismo derivan de la necesidad inmanente de llegar a la organización de una economía planificada y que los distintos problemas examinados deberían ser los eslabones de la cadena que señala precisamente el paso del viejo individualismo económico a la economía planificada. Estos problemas nacen de las diversas formas de resistencia que encuentra el proceso de desarrollo en su desenvolvimiento, resistencias que provienen de las dificultades ínsitas en la sacietas rerum y en la secretas hominum. El hecho de que una tentativa progresista sea iniciada por una u otra fuerza social no deja de tener consecuencias fundamentales…” – Antonio Gramsci, Americanismo y fordismo
Desde inicios del siglo XX, es observable con cierta
nitidez, cómo en la estructura industrial aparecían perspectivas -tanto desde
el enfoque de los obreros como desde el de los empresarios capitalistas-
decididas a lograr formas de integración de los trabajadores al proceso de
producción; sin embargo, pueden advertirse al interior de este proceso dos
facetas dominantes:
1) La tendencia
autogestionaria, mediante la cual los obreros industriales pretendían
incorporarse a la dirección del proceso de producción industrial.
2) La tendencia
empresarial capitalista en la que aparece integrado y subordinado el obrero
industrial. Gramsci, enfrentó teórica y prácticamente a través de la acción política
y del examen crítico, la situación del proletariado industrial que se veía
sometido crecientemente a un proceso de dominación al que él reconoció como
fordismo. 4
La experiencia de los
Consejos de Fábrica: una tendencia autogestionaria
Turín, 5 tuvo una década revolucionaria que comprendió los años que van de
1910 a 1920. Durante este lapso los obreros industriales desarrollaron una
intensa actividad orientada hacia la apropiación de los órganos de dirección de
la industria italiana más avanzada de la época: la industria automotriz. El
centro del complejo industrial fabril italiano, se localizaba en Turín,
creándose en esta ciudad una estructura de clases claramente polarizada, ya que
la mayoría de los habitantes eran obreros; sin embargo, los puestos de
dirección y la organización de la propiedad favorecían la constitución de un
núcleo dirigente de carácter burgués. La industria capitalista más avanzada, a
inicios de este siglo, exigió para su funcionamiento eficiente la conformación
de comités de empresa. Estas instancias organizativas fueron constituidas a
partir de la iniciativa de la misma dirección empresarial (en 1906), interesada
en incrementar la calidad, la productividad y el rendimiento industrial. Los
obreros fueron asimilando, paulatinamente, esta forma de organización dotándola
de un carácter proletario -a pesar de las irregularidades y deficiencias que
ésta contenía- designándolas comisiones internas. Conviene recordar que en
Italia existió un poderoso movimiento anarquista, tanto en el campo como en la
ciudad; por ello, puede comprenderse cómo la mirada de los obreros industriales
descubrió en los comités de empresa la posibilidad de crear a partir de esta
organización, instancias asociativas capaces de favorecer cierta intervención,
tendencialmente autogestionaria. En efecto, las tradiciones del
anarcosindicalismo influyeron, inicialmente de manera callada y luego de forma
estridente, en el cambio, al principio lento y luego acelerado, que habría de
permitir la transformación del comité de empresa en comisión interna y luego en
consejo de fábrica. Esta modificación fue favorecida por la coyuntura
internacional y la nacional de esos años: estallamiento de la I Guerra Mundial,
intervención de Italia en esta guerra, agudizamiento de la crisis industrial y
agraria, estallido de la Revolución de Octubre y el triunfo de los bolcheviques.
Estos hechos, conformaron una situación política adversa a los intereses de la
mayoría de los trabajadores, desatándose una inconformidad creciente que vino a
desembocar en la insurrección de los asalariados del campo y la ciudad,
sucedida en el Piamonte. En Turín, ciudad obrera, los trabajadores se
apropiaron de todas las instancias de decisiones, tanto en las fábricas como
fuera de ellas, convirtiendo a esta ciudad en el Petrogrado italiano. El
proletariado industrial, extrajo de la rica tradición anarcosindicalista las
enseñanzas más útiles para el ejercicio político, adecuado a la coyuntura que
se vivía. Por ello, la fuerza de las comisiones internas y la de los
sindicatos, se condensó en un nuevo aparato de gobierno: el consejo de fábrica.
Mediante este aparato, los trabajadores turineses gobernaron a la ciudad roja,
impulsando iniciativas para conformar organizaciones semejantes en las zonas
donde se localizaba el proletariado agrícola, en franco proceso de
insurrección. El apogeo de los consejos de fábrica, hizo evidente la quiebra,
tanto de la hegemonía burguesa, asi como de los socialistas, la del Partido
Socialista de Italia. En gracia a estas fracturas, el poder autónomo de los
trabajadores logró apropiarse de la principal ciudad industrial italiana y de
la más importante región donde la agricultura capitalista había logrado
establecerse. Gramsci y otros notables miembros del Partido Socialista extrajeron las
consecuencias políticas de estos hechos:
I. La hegemonía
burguesa había sido rota creándose condiciones para el ascenso
revolucionario.
II. El Partido
Socialista Italiano (PSI) había mostrado su incapacidad y su distanciamiento de
la fuerza real de los trabajadores.
III. El consejo de
fábrica surgió como un aparato de dominación al servicio de una nueva
hegemonía, la de los trabajadores. Esta circunstancia, significaba una
perspectiva más amplia para el poder de los trabajadores, al rebasar el
confinamiento fabril, superando los límites estrechos impuestos por las
comisiones internas y los sindicatos.
IV. Esta nueva
coyuntura obligó a Gramsci y a otros disidentes del PSI a organizar una corriente política e
ideológica decidida a colocarse a la altura de las circunstancias; por ello
crearon la publicación periódica: L’0rdine Nuovo.
Tasca, Terracini, Togliatti y Gramsci, trabajaron afanosamente para
conformar un órgano de dirección política e ideológica, capaz de extraer las
enseñanzas de la ocupación de las fábricas. Para tal efecto constituyeron L’0rdine
Nuovo, que al inicio se presentó como un órgano de difusión
tradicional, pero que a raíz del ascenso de la lucha consejista, debió oscilar
a la izquierda identificándose con los aspectos más relevantes del consejismo. 6 Este viraje puede comprenderse
mediante el análisis de hechos e influencias como las siguientes: la capacidad
organizativa y la decisión política demostrada por los trabajadores
piamonteses; los planteamientos anarcosindicalistas; el conocimiento de otras
experiencias que lograron articular marxismo y consejismo como sucedió en
Estados Unidos de América, donde la Industrial
Workers of the World (IWW) y De León 7 avanzaban en el terreno de la organización de
los trabajadores; el desenvolvimiento de corrientes intelectuales interesadas
en plantear desarrollos para una revitalización cultural a partir del saber
popular; todos estos factores influidos poderosamente por la Revolución de
Octubre y el llamado leninista decidido a conceder todo el poder a los soviets. Gramsci, al igual queBordiga, reconoció en la experiencia
soviética un hecho de relevancia mundial, ya que por medio de esta práctica se
mostraba la fuerza emancipadora de los trabajadores y la lucha por la autonomía
del trabajo. No obstante, esta confluencia de puntos de vista, existían
cuestiones que distanciaban a estos revolucionarios: Gramsci apostó a las expresiones de la
autoorganización del trabajo, en tanto Bordiga en ningún momento abandonó la idea del partido
centralizado, a pesar de que el órgano de propaganda bordigiano se llamaba Il
Soviet. 8 La desocupación de las fábricas terminó con el periplo consejista,
imponiéndose gradualmente aspectos de las tesis de los bordigianos, lo que
permitiría la confluencia de aquellos y de los gramscianos en la construcción
del Partido Comunista Italiano. Ciertamente, en el mismo L’0rdine
Nuovo, Gramsci reconocerla la necesidad de la reconstrucción del partido; sin
embargo, esta instancia centralizadora, para la perspectiva gramsciana, quedó
marcada por la experiencia consejista, Esta experiencia influyó en la
interpretación gramsciana, no sólo de la revolución en Italia, sino en la de la
misma Revolución de Octubre, pues ésta se distingue por la experiencia
soviética que, como en el caso italiano, también provenía de las tradiciones
anarcosindicalistas, primeras formas de lucha y resistencia frente al
despotismo industrial. 9 Por ello Gramsci defenderá antes y durante su encarcelamiento la idea de la
revolución democrática y la de un partido que gobierne mediante la intervención
de los consejos, no sólo obreros, sino también campesinos, ya que mediante
estas instituciones se resolvería la organización de la producción y la alianza
de obreros y campesinos. Para estos últimos, no resultaría tarea extraña la
organización de consejos agrarios, pues tanto la cultura ancestral, así como el
largo trabajo de propaganda desarrollado por los anarquistas, favorecería la
constitución de consejos rurales, instancia indispensable para la alianza entre
el campo y la ciudad, entre Norte industrial y el Sur agrario, entre la
Península y las islas: Cerdeña y Sicilia.
![]() |
Mural en la entrada del Museo de Detroit (Fragmento) ✆ Diego Rivera |
Americanismo y fordismo o
la subyugación de obrero industrial
Para las tradiciones políticas italianas, opuestas
o distantes del paradigma revolucionario, socialista y comunista, la
reconstrucción de la sociedad europea occidental, y en particular la italiana,
podía contemplar otro tipo de alternativa social, diferente a la planteada por
la izquierda. Por ello, para la burguesía italiana, la alternativa, el modelo
histórico, habría de ser localizada en el occidente, en la sociedad capitalista
más avanzada: Estados Unidos de América. Esta sociedad había logrado
desarrollarse espectacularmente, prescindiendo del conjunto de rémoras sociales
inseparables del antiguo régimen; Estados Unidos de América, surgía como la
nación donde el capitalismo había instalado el conjunto de relaciones sociales
que le permitían el desenvolvimiento impetuoso, que a Europa la historia le
negaba. En Estados Unidos de América la industria transformaba al conjunto de
la sociedad, convirtiéndose en un país altamente industrializado, donde la
agricultura era desplazada en tanto actividad principal. La industria más
adelantada, durante los años comprendidos entre la I y II Guerra Mundial, era
la industria automotriz. Para los años 30, la corporación Ford aparecía
plenamente consolidada, tanto en Estados Unidos de América, como en los países
donde instalaba sus plantas; el éxito de esta importante firma automotriz se
debía tanto a la calidad técnica de sus productos, así como a la reestructuración
que había logrado imprimir al proceso de producción, a la gestión y a la
administración industrial. Por estas razones, la experiencia Ford aparecía como
un faro iluminador 10 en medio de la crisis capitalista. Gramsci, en Cuadernos
de la Cárcelconsignó su interés en lo que él consagró como “Americanismo
y fordismo“; advirtió cómo la influencia cultural norteamericana permeaba
gradualmente la sociedad europea, incluida Italia. El examen gramsciano mostró
como la industrialización norteamericana consistía en un proceso cuya capacidad
expansiva rebasaba con mucho los límites estrechos impuestos por los muros y
alambrados de la fábrica. Distanciado del reduccionismo economicista,Gramsci pudo señalar como el pujante
desarrollo de la tecnología industrial exigía una modificación en los aspectos
siguientes:
I. Transformación
del aparato productivo, en sentido estricto, maquinaria, herramientas, técnicas
y tecnología.
II. Restructuración
de las técnicas administrativas y gerenciales, con el propósito esencial de lograr
mayor productividad mediante la integración del obrero industrial al proceso
productivo, inclusión limitada y subordinada.
III. Afán
empresarial posesivo, ya que la gerencia industrial no conforme con apoderarse
del tiempo correspondiente a la jornada laboral, diseñaba mecanismos de
control, con el propósito de adueñarse de la subjetividad proletaria, regulando
las actividades recreativas después de finalizada la jornada de trabajo. La
empresa valiéndose de técnicas propias de la Sociología del trabajo, intentó
regular el tiempo libre del obrero, preocupada por controlar sus actividades
recreativas, por ejemplo, luchando contra el alcoholismo. Además, era
necesario difundir costumbres nuevas, orientadas hacia el despliegue de una
conciencia productivista y eficientista; para tales propósitos convenía vigilar
la salud de los trabajadores, fomentar el ahorro del gasto de energía física,
corporal, sobre todo fuera de la fábrica, después de finalizada la jornada
laboral. Por ello las condiciones de trabajo, se ensanchaban hasta el lecho
conyugal, cuidando las costumbres erótico-sexuales, favoreciendo la represión y
la reglamentación de la sexualidad.
El modelo estadounidense fundaba su fuerza en la
hegemonía proveniente de la restructuración industrial, en consecuencia era
imprescindible hacer concordar todos los poros de la sociedad civil con las
modificaciones ocurridas en la estructura productiva. La reconversión de la
subjetividad colectiva señalaba los cambios urgentes que los trabajadores y el
conjunto de la sociedad debían cumplir. Las mutaciones en la subjetividad
colectiva nunca se han dado en el aire, pues para lograr efectividad cabal,
deben construirse nuevas instituciones, capaces de difundir los nuevos hábitos,
creencias y costumbres que exige el aparato industrial; desde esta perspectiva
explicó Gramsci el surgimiento de ciertas asociaciones como la YMCA y el Rotary
Club. Ciertamente, para el fordismo, el obrero debía ser incluído en el proceso
de producción; sin embargo, dicha integración suponía la constitución de una
subjetividad dócil, mansa, capaz de favorecer el funcionamiento del “simio
amaestrado“, producto del taylorismo.” Gramsci esquematizó los nudos problemáticos contenidos
en el americanismo y en el fordismo de la siguiente manera:
“Registro de algunos de los problemas más importantes o de un interés esencial, aunque en primera instancia no parezcan serlo: 1) Sustitución de la capa plutocrática actual por un nuevo mecanismo de acumulación y distribución del capital financiero basado inmediatamente sobre la producción industrial. 2) Cuestión sexual. 3) ¿Puede el americanismo constituir una época histórica?, vale decir, ¿puede determinar un desarrollo gradual del tipo, ya examinado en otro lugar, de las revoluciones pasivas propias del siglo pasado, o representa solamente la acumulación molecular de elementos destinados a producir una explosión, es decir, una subversión de tipo francés? 4) Cuestión de la racionalización de la composición demográfica europea. 5) Este desarrollo debe tener su punto de partida en el seno mismo del mundo industrial y productivo o puede provenir del exterior, a través de la construcción cautelosa y sólida de un andamiaje jurídico formal que guíe desde afuera los desarrollos necesarios del aparato productivo. 6) Problema de los “altos salarios” pagados por la industria fordizada y racionalizada. 7) El fordismo como punto extremo del proceso de las reiteradas tentativas realizadas por la industria para superar la ley tendencial de la caída de la tasa de beneficio.8) El psicoanálisis (su enorme difusión en la postguerra como expresión de la creciente coerción moral ejercida por el aparato estatal y social sobre cada uno de los individuos y de las crisis morbosas que tal coerción determina. 9) El Rotary Club y la masonería.” 12
La investigación gramsciana sobre la experiencia
estadounidense, estableció los lineamientos para examinar la relación existente
entre estructura industrial y las características de la sociedad civil; también
explicito las razones por las que para la burguesía italiana era, la
experiencia norteamericana, una alternativa extraordinariamente llamativa;
además explotó las razones históricas que daban cuenta del atraso europeo y la
modernidad capitalista norteamericana; no olvidó fijar los nexos existentes
entre las modificaciones en la estructura productiva y la capacidad difusiva de
estos cambios hasta el punto de exigir una nueva subjetividad colectiva; todas
estas cuestiones fueron contempladas desde la perspectiva de la revolución, así
como del papel que en todo este proceso desempeñaba el proletariado industrial.
Turín, entre Leningrado y
Detroit
Actualmente, en aras de una perspectiva ideológica,
pretendidamente modernizadora, se insiste en desechar el pensamiento producido
por los teóricos marxistas. En vez de las aportaciones críticas de éstos, se
propone volver a ciertos clásicos del pensamiento burgués: Hobbes, Smith,
Hegel, Hayek, Malthus. Este extraño ejercicio de
mirar al futuro desde la retrospectiva, parece poco modemizador, en tanto que
intenta dar soluciones a la crisis contemporánea mediante el uso de prácticas
que, por lo que se ve, lejos de mejorar la situación, la empeoran. 13 Esta acción extraña ofrece una
metodología poco usual, descuidando que el pensamiento burgués ha sido
criticado tanto desde el terreno de la teoría, así como desde el de la
práctica, por la frondosa experiencia del pensamiento y la acción marxista. De
ahí, que en estas sesiones de trabajo empeñadas en reflexionar sobre la
actualidad del pensamiento de Antonio Gramsci, vale la pena recordar que el
método que él siguió para comprender y criticar la coyuntura histórica de su
época, consistió en dirigir su aguda mirada hacia las experiencias
revolucionarias más importantes que en ese momento el mundo experimentaba:
A) La Revolución de Octubre, experiencia
revolucionaria activa compuesta por la práctica de los trabajadores en plena
insurrección.
B) La experiencia de la “revolución
pasiva”
más importante que el capitalismo construía, el americanismo y el fordismo.
Esta iniciativa, en oposición a la comunista, era dirigida por un nuevo tipo de
burguesía enérgica y emprendedora, decidida a subordinar a los trabajadores
mediante la persuasión, hasta en los aspectos más recónditos de su cuerpo y de
su alma.
Gramsci confrontó la herencia marxista con las experiencias sociales,
económicas y políticas más avanzadas de la época, tanto las nacionales (Turín
la ciudad industrial más importante de Italia en su época), así como las
internacionales ya señaladas. En sus escritos se advierte la construcción de un
enfoque analítico que elabora el pensamiento crítico asumiendo la confrontación
con los datos históricos más frescos y recientes para demostrar que, a pesar de
las apariencias, tan sólo conforman versiones remozadas de la tradicional forma
de expoliación capitalista. En consecuencia, Gramsci mostró la riqueza contenida en
la tensión que significa enfrentar las tradiciones revolucionarias críticas del
capitalismo con la metamorfosis permanente que mantiene. este para que todo
permanezca igual. Como se ve, Gramsci carecía de disposición hacia la necrofilia,
pues se interesó por la situación del proletariado más moderno y pujante de la
época, el norteamericano, buscando desentrañar cuál era su destino al interior
de una gigantesca transformación como la que implicaba el perfeccionamiento,
internacíonalización y generalización del fordismo. También mostró la riqueza
que significaba pensar la realidad y conocerla desde la perspectiva analítica
que ofrece la teoría de las clases sociales, pues mediante este dispositivo
teórico escudriñó las experiencias revolucionarias acontecidas en Italia, la
Rusia zarista y en Estados Unidos de América. La coyuntura contemporánea
actual, está marcada por “nuevos” ejercicios de reconversión y
reestrucuturación que de una u otra forma profundizan, reelaboran,
refuncionalizan y adaptan la experiencia prístina del fordismo. Para el
cumplimiento de estos proyectos de restauración capitalista, es indispensable
destruir las experiencias de construcción de poder obrero, por pequeñas que
éstas sean. De nueva cuenta, la reflexión del revolucionario comunista ilumina
sobre los alcances, limitaciones y debilidades que en su momento contuvo la
experiencia consejista, intento vigoroso decidido a imponer una nueva hegemonía
-como el fordismo- desde la fábrica, pues no debe olvidarse que una y otra
experiencia, la consejista y la fordista, reconocieron la capacidad difusiva de
las prácticas fabriles y, por supuesto, el contenido de clase que éstas
significan. En razón de lo anteriormente expuesto, parece notablemente
enriquecedor continuar confrontando la realidad contemporánea -preñada de
reconversiones para que todo permanezca igual- desde la perspectiva critica y
revolucionaria que ofrece la extensa obra de Antonio Gramsci.
Del fordismo al
neoliberalismo o la nueva máscara del capataz
A mediados de la década de los años setenta, fue
remozado el corazón urbano de Detroit; Renaissance Center coronó los afanes de
los urbanistas empeñados en restañar las heridas de la ciudad que vio nacer al
Ford-T, desde entonces permanece como la capital mundial de la industria
automotriz. El observador que apaciblemente contempla desde el comedor giratorio,
ubicado en la que probablemente sea la torre más alta de la ciudad, relieve
principal de Renaissance Center, puede apreciar la belleza del río con sus
yates, las piernas colosales del puente (Ambassador Bridge) que une la ribera
estadounidense con la canadiense y desde el mirador puede percibir las aristas
principales de Windsor, ciudad canadiense fronteriza, en cuyo territorio
también Ford Motor Company estableció sus plantas con el propósito esencial de
enfrentar las consecuencias de las huelgas de los obreros automotrices de
Detroit.
La belleza del panorama y las alturas que impiden
recordar las características de la crisis del fordismo, que en el terreno de la
vida urbana se percibe en el estado ruinoso que guarda el Grand Boulevard, cuya
hermosura perdida hoy sólo se percibe como fantasma entre las ruinas de las
residencias destruidas 14 a causa de la guerra económica orientada esencialmente en contra
de los niveles de vida alcanzados por los sindicatos de la industria
automotriz.
La crisis que en los últimos veinticinco años ha
puesto en su lugar histórico al fordismo, que una vez terminado su ciclo, ha
debido volverse claramente en contra de los niveles de consumo y de ingreso de
sus trabajadores. Por ello, la bancarrota del fordismo ha empujado a las
corporaciones automotrices a buscar nuevos lugares donde asentar su estructura
opresiva y explotadora. Lugar privilegiado para la reconversión de la industria
automotriz, es la franja fronteriza del norte de México -cada vez más dilatada-
espacio donde el capital ha podido encontrar fuerza de trabajo barata, ausencia
de movimientos ecologistas, sindicatos frágiles y una débil estructura de
protección social. 15
Gramsci no equivocó el juicio al cuestionar el fordismo, presentando una
alternativa ante la creciente hegemonía del americanismo; su reflexión lo llevó
a pensar en la democracia de los consejos de fábrica, es decir, de los
trabajadores. En los mismos años en que Gramsciredactó sus ideas a propósito del americanismo
y del fordismo, un artista mexicano pintó (1932-1933) majestuosos murales en el
Instituto de Arte de Detroit. No obstante el título eufemistico de estos
murales: “Detroit Industry Frescoes”, es evidente que Rivera criticó a sus mecenas, los
Ford, y no tuvo reparo en plantear la lucha de los trabajadores: puños
crispados en lucha contra el rostro despótico de los capataces y de los mismos Edison yFord. No conforme con este cuestionamiento, la esperanza de la
humanidad aparece simbolizada por la histórica estrella roja de cinco puntas,
síntesis emblemática de las aspiraciones, de la civilización y de los
trabajadores automotrices, quienes aparecen en primer plano mostrando
claramente los rasgos de un proletariado plurirracial: Negros, blancos,
hispanos y asiáticos. El muralista mexicano, siguió los pasos de los grandes
artistas que en la propia obra plástica cuestionaron a sus mecenas: Miguel
Angel dotó de genitales generosos a los personajes bíblicos, no obstante la
censura papal; por su parte Velázquez con sus “Meninas” ridículizó la vida cortesana. 16
El mexicano, como Gramsci en el momento del apogeo del fordismo, explicó plásticamente lo
que el tiempo vendría a confirmar: el fordismo fue un instrumento pasajero de la
política histórica del poder capitalista que entonces como ahora niega y
cancela la democracia de los trabajadores. Por ello, nunca fueron consultados
para decidir el desplazamiento masivo de importantes sectores de la industria
automotriz a la franja fronteriza mexicana y ya instaladas en México las
corporaciones tampoco se preocupan por los desajustes que ocurren fuera de la
fábrica, urbanos, sociales, ambientales, etc., pues la mirada de capataces y
magnates que plasmó vivamente Rivera, es la misma que hoy vigila la implantación
del despotismo industrial fronterizo, enemigo declarado de las prácticas
democráticas de los trabajadores. Las ideas de Gramsci a propósito de la recuperación
de la sociedad civil, rescatada por y para los trabajadores y ciudadanos 17 es hoy plenamente vigente, pues
el capitalismo ha conformado sus rasgos despóticos, no sólo en su forma
imperialista, sino también en contra de los trabajadores de su país. Por ello,
la otra cara de la destrucción urbana en Detroit es el caos originado a raíz
del establecimiento de las plantas automotrices fronterizas, tablas de
salvación de las corporaciones que han visto naufragar el ídilico fordismo y
que ahora mediante programas de reconversión o productivismo, luchan contra el
descenso de sus ganacias, poniendo en el centro sus objetivos políticos y
sociales, así como la desarticulación de todas las formas de organización
defensoras de los intereses del trabajo.
Notas
1. Hegel describió las virtudes de Norteamérica
(Estados Unidos de América), señalando la superioridad de esta porción de
América frente al resto de los países americanos (Latinoamérica); por ello
no dudó en asegurar un futuro promisorio para los norteamericanos
(estadounidenses). Cfr. Hegel, G.W.F., Lecciones sobre la filosofía de la Historia
Universal,
Revista de Occidente, Madrid, 1974, pp. 169-177.
2. Gramsci, Antonio, Selectiansfram the prísanr
notebooks, comp. por Quintín Hoare y Geoffrey Nowell-Smith, Londres, 1972,
p. 276, citado en Anderson P., “Modernidad y revolución“, en La Batalla,
núm. 24, México, 1990.
3. Gramsci examinó las caracteristicas de Milán en
“ll Problema di Milano”, en Gramsci, La Construzione del Partito Comunista, 1923-1926, Einaudi, Torino, 1974, pp. 7-10.
4. El estudio de Coriat replantea la actualidad de
las reflexiones gramscianas a propósito del fordismo; cfr. Coriat, B., El
taller y el cronómetro, Ed. S.XXI, México, 1989, cap.IV.
5. Sobre la importancia y el significado histórico
de Turín, cfr. Gramsci, A.,”Torino e l’Italia“. “La relazione Tasca e il Congresso camerale di
Torino“, en
L’Ordine Nuovo, 1919-1920, Einaudi, Torino, 1975, pp. 105-107 y
pp, 127-131, respectivamente.
6. lbid.
7. “Es
evidente que el papel central de la revolución de Octubre y de Lenin,
no excluye la presencia de otras influencias reconocidas y
reivindicadas; influencias que, además, se extienden más allá del marco
exclusivo de L’0rdine Nuovo para constituir el patrimonio común a los
movimientos revolucionarios europeos e internacionales. Ante todo, una
influencia filosófica; Croce, evidentemente, pero también el movimiento
cultural francés (Barbusse, el grupo Clarté) orientado hacia la búsqueda
de una literatura proletaria, de una nueva relación entre cultura y
revolución. Influencias políticas, también; la de Sorel y la de De León,
ese teórico marxista norteamericano que había intentado implantar el
marxismo en los Estados Unidos, a fin de promover un ‘sindicalismo
industrial’ de clase (el movimiento de asociaciones sindicales
revolucionarias o IWW). Recordemos, de paso, que el propio Lenin en sus
Conversaciones con Arthur Rarrsome, publicadas en L ‘Ordine Nuovo el 13 de
septiembre de 1919, reconocía que, sorprendido por la coincidencia entre
algunos aspectos del pensamiento de De León y el sistema soviético
(designación de delegados obreros a partir de las fábricas y no de las
circunscripciones territoriales), habia introducido algunas frases de De
León en el programa del partido comunista ruso a manera de homenaje…”,
Buci-Glucksmann, C., Gramsci y el Estado, S.XXI, México, 1978, p. 156.
Algunos estudios reexaminan la influencia del sindicalismo revolucionario y
libertario de la IWW, en el Partido Liberal Mexicano. Véase: Cockrofi, J
.D., hecursores intelectuales dela Revolución mexicana, S.XXI, México,
1971; Hernández Padilla, S., El magnetismo: historia de una pasión libertario,
1900-1922, Ed. Era, México, 1984; W,Dirk Raat, Los revoltosos, Ed. F.C.E.,
México, 1988; Aguilar Mora, J., Una muerte sencilla, justa, eterna, Ed.
Era México, 1990; Tones Pares, J ., La Revolución sin frontera, UNAM,
México, 1990; Fuentes, J., “Historia y politica en la frontera”,
en Cuadernos del Norte, núm. 13, Chihuahua, Chih., 1991; Dale, J./ Vargas,
J., “Los magonistas en Chihuahuha”, en Cuadernos del norte, núm.
17, Chihuahua, Chih., 1991, Estas investigaciones ponen de relieve
una experiencia histórica extraordinariamente significativa: la relación
entre la izquierda revolucionaria norteamericana y la corriente más
radical de la Revolución Mexicana. Esta cuestión tiene singular
importancia, ya que tradicionalmente la relación politica e ideológica entre
México y EUA se ha construido desde las perspectivas del pensamiento
religioso (protestantismo); del pensamiento capitalista (YMCA, Rotary
Club, etc); o el pensamiento conservador y reaccionario, tal y como sucede
en la actualidad.
8. Piotte, J .M., El pensamiento política de
Gramsci, Redondo Editor, Barcelona, 1972,pp.250-2S5.
9. La Revolución de 1905 condensó las experiencias
derivadas de la lucha de los anarcosindicalistas, populistas y
socialdemócrata, quienes habian asumido la defensa del trabajo desde que
San Petersburgo se había convertido en una ciudad industria]. Véase Boffa,
G., La revolución rusa, T.], Era México, 1976; Berman, M, Toda la sólida
se desvanece en el aire, S.XXI, México, 1989, “San Petersburgo: modernismo
del subdesarrollo“.
10. Gramsci escogió la opinión de un notable
representante de la cultura italiana de la época, para mostrar los
alcances y limitaciones de la influencia cultural norteamericana: “…Luigi
Pirandello afirma: ‘El americanismo nos sumerge. Creo que un nuevo faro de
civilización se ha encendido allí’. ‘El dinero que circula en el mundo es
americano (?!) y detrás del dinero (l) corre el mundo de la vida y la
cultura (esto es verdad sólo para la espuma de la sociedad y parece que
Pirandello y muchos otros como él creen que el “mundo” entero
está constituido por esa espuma)…” A. Gramsci, “Americanismo y fordismo“,
en Obras de Antonia Gramsci, T.I., Juan Pablos Editores, México, 1975, p.
315.
11. Sobre taylorismo véase Amerícanismo y fordismo,
op. cit., pp.299-302 y El Taller del cronómetro,
op. cit., cap. 2.
12. Americanismo y Fordismo, op. cit., pp.281-282.
13. Dumont ha escrito recientemente un trabajo en
el que enfatiza las consecuencias desastrosas que la política neoliberal ha
tenido en los paises subdesarrollados: Dumont, R., Un mundo intolerable.
Gaesríonamiento del liberalismo, S.XXI, México, 199]; por su parte, Guillén ha
explorado los efectos que ha tenido la politica económica neoliberal en México:
Guillén R.H., El sexenio de crecimiento cero. México, 1982-1988, Ed. Era, México,
1990.
14. Las reflexiones de Berman sobre la
destrucción-reconstrucción de Nueva York permiten pensar en la historia de los
últimos años de la ciudad-capital mundial, de la industria automotriz. En
efecto, Renaissance Center constituye uno de los esfuerzos para reconstruir
Detroit; sin embargo, enormes áreas de la ciudad, actualmente muestran en medio
de la ruina, su antiguo esplendor… otro intento… imaginario, irónico y critico
fue llevado ala pantalla por Beerhoven… “Robocop”. Cfr. Berman, M., Todo lo
sólido se desvanece en el aire, S XXI, 2a. edición, México, 1989, cap. S, pp.
301-367.
15. Para el estudio de la crisis del fordismo, asi
como las alternativas que el capital diseña para resolver definitivamente la
embestida contra los trabajadores, véase: Coriat, B. El talla y el robot, S.
XXl, México, 1992, y Pensar al revés, S. XXI, México, 1992. Hirsch, J.,
Fordisnto y posfondismo. La crisis social actual y sus consecuencias y
Holloway, J., La 03a Mayor: posfordismo y lucha de clases, en Bonefeld W. y
Holloway J ., ¿Un Nuevo Estado? Debate sobre Ia reestructuración del Estado y
el Capital, Ed. Cambio XXI, México, 1994.
16. Conviene señalar que en el contexto de los años
treinta, la estrella aparecía claramente como uno de los emblemas de la
Revolución de Octubre; no obstante, los Ford respetaron la voluntad y el genio
del artista. Rockefeller, por el contrario, no pudo soportar la figura de Lenin
contenida en los murales de Diego en Nueva York; por ello cometió el acto de
barbarie que significó ordenar la destrucción de los magníficos frescos de
Rivera. Cfr. The Detroit Institute of Arts. The Detroit
Industry Frase-ves, by Diego Rivera, Detroit, Mi., 1994.
17. Cerroni, U., “Gramsci y la superación de la
separación entre sociedad y Estado”, en A. V., Gramsci y el marxismo, Ed.
Proteo, Buenos Aires, 1965. Cerroni U., Teoría política y socialismo, Ed. Era,
México, 1976, “Gramsci y Ia teoría política del socialismo”, pp. 135-167.
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