Katu Arconada
| Bolivia vive una campaña electoral en la que
la polémica en torno a algunos candidatos que no vienen de la militancia en
organizaciones sociales o incluso con un pasado en la derecha ha sido
solventada por el Vicepresidente Álvaro García Linera con una referencia a la
construcción de hegemonía y la necesidad de derrotar e incorporar al enemigo: “No olviden, siempre hay que sumar a
Lenin con Gramsci, al adversario hay que derrotarlo, eso es Lenin; Gramsci, al
adversario hay que incorporarlo, pero no se incorpora al adversario, en tanto
adversario organizado, sino en tanto adversario derrotado.” Con la
afirmación de que al enemigo hay que derrotarlo no podemos estar más de
acuerdo, y de hecho esa es la fase que se da en Bolivia entre los años 2008 y
2009, donde el enemigo encarnado en la derecha fascista y racista desplegada
desde la Media Luna en el oriente del país sufrió una derrota política y
militar que culmina con la aprobación del referéndum constitucional en enero
2009 y la desarticulación de un comando terrorista de mercenarios de Europa del
Este en el operativo del Hotel Las Américas en abril de ese mismo año en Santa
Cruz.