Mayra García Cardentey | Mi
primo es mecánico, no de los que estudiaron ingeniería o los técnicos de nivel
medio en transportación automotriz. No, mi primo es mecánico de calle, de la
vida, de los empíricos, de los que desarmaban ventiladores antes de soplarse
los mocos, y anda con las uñas bordeadas de grasa y con olor a motor de carro
como si estuviera bañado en colonia. Pero mi primo
no es “intelectual”, o al menos como usualmente lo clasifican. No le gusta la
música de cámara, no resiste un concierto de jazz y de seguro no podrá
deletrear o conocer el significado de palabras como multidisciplinario,
empoderamiento, deconstrucción, panóptico o hipertexto.
Mi primo, por
supuesto, tampoco sabe diferenciar entre Bukowski y Chaikovski y de seguro los
confundirá con el bálsamo de Shostakovski. ¡Vamos! Que a más de uno le puede
pasar eso, ¿no?