Anna María Iglesia | “El opio de la miseria”, así define Balzac
a la lotería en la irónica descripción que realiza de Madame Descoings, uno de
los personajes del relato, Un piso de soltero, perteneciente a magna obra
La comedia humana, un detallado, crítico
y literariamente brillante retrato de la sociedad del siglo XIX. La lotería,
escribe Balzac, despierta en las personas esperanzas mágicas, engañando el
árido presente con vanas e ilusorias promesas de futuro. Madame Descoings juega
con la esperanza de ser premiada con un golpe de suerte, juega porque teme no
jugar, teme cerrar la puerta a una suerte que, tarde o temprano, deberá llamar.
Una similar descripción acerca del carácter ilusorio de la lotería, la realiza
en
Il ventre di Napoli el escritor
italiano Serao quien, como señaló el crítico Benedetto Croce y posteriormente
se hace eco Antonio Gramsci, relata cómo para los napolitanos la lotería
se aparece como
“el gran sueño de la
felicidad”: con sus apuestas semanales, los napolitanos “durante seis
días”, escribe Serao, viven
“en una
creciente esperanza, que le invade, se extiende, se sale de los límites de la
vida real”.