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Foto: Alexia Massholder |

No me detendré en recuperar todos los temas tratados
en mi investigación, ni completar aquí los temas que aunque no están ausentes,
efecti- vamente no fueron desarrollados por cuestiones formales que no cabe
explicar aquí.
Así sucedió con el Encuentro Nacional de los Argentinos y la participación de Agosti en la APDH, temas que esperan ser visitados por nuevos investigadores y que no pudieron ser mayormente desarrollados en el libro. Me detendré simplemente, por razones de espacio, en el único aspecto enfatizado por Gilbert en su escrito: la discusión sobre Antonio Gramsci.
Así sucedió con el Encuentro Nacional de los Argentinos y la participación de Agosti en la APDH, temas que esperan ser visitados por nuevos investigadores y que no pudieron ser mayormente desarrollados en el libro. Me detendré simplemente, por razones de espacio, en el único aspecto enfatizado por Gilbert en su escrito: la discusión sobre Antonio Gramsci.
Ahora bien, ni Lenin ni Rosa Luxemburgo hicieron del
pensamiento de Marx, una “caja de herramientas” simplemente teóricas por fuera
de la praxis, porque esta última implica no sólo lo que se dice sino también lo
que se hace. Y en este caso, el marxismo propuesto por Aricó en su lectura de
Gramsci se emparenta, desde inicios de los años 80 como aclaro en mi libro, al
“marxismo, pero” que describiera Lucien Sève hace ya muchos años: “acepto el socialismo, pero no la dictadura
del proletariado, acepto la literatura comprometida, pero no el espíritu de
partido...” No se trata de una disputa meramente intelectual. Claro que
esto no tiene por qué ser compartido por quienes no acompañan, o dejaron de
acompañar, los ambiciosos caminos de Gramsci. Se trata de mostrar, insisto,
entre otras cosas, que la apropiación por otro, es siempre un hecho subjetivo,
impregnado de intencionalidades, más o menos conscientes, por ubicarse de una
determinada manera en el campo intelectual.
Quienes lean el libro podrán confirmar o refutar lo que aquí
quise comunicar.