► “Esta
concepción de la vida (la visión de la vida como lucha, como “agonía”) contiene
más espíritu revolucionario que muchas toneladas de literatura socialista”
| Mariátegui sobre “La agonía del cristianismo” de Miguel
de Unamuno
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Mariátegui & Gramsci ✆ Victoria Cuéllar |
Tal y como expresamos en comentario público, en el acto de la inauguración de esta valiosa Cátedra Popular, su realización por compañeros principalmente provenientes de la veta mas “ortodoxa” del movimiento socialista peruano significaba todo un reto y quizás hasta una suerte de un auto-exorcismo de resultados imprevisibles pues, contra lo que consideran quienes no han leído el texto de Mariátegui en cuestión, éste no constituye la defensa del “ortodoxo” marxismo clásico que conocemos contra las críticas de Henri De Man en su “Más allá del marxismo” sino la defensa de las tesis críticas del propio Marx en deslinde contra la nueva corriente positivista infiltrada en el marxismo tras la muerte de Lenin, que empezaba a hegemonizar el movimiento comunista mundial, aprovechando la crítica de De Man contra la versión kaustkiana del marxismo de la Segunda Internacional.

Tal y como señala Jorge Oshiro:
“La visión del marxismo establecida aquí por Mariátegui se contrapone categóricamente a la posterior versión estalinista de la historia de la filosofía, en donde la burguesía se equipara al idealismo y el proletariado al materialismo. Lo que se conseguía con ello era fundar un mecanismo abstracto de lucha entre dos posiciones irreconciliables – “la materia” y “el espíritu”- , en una dicotomía caricaturescamente “científica” entre el “Bien” y el “Mal”” (“Razón y Mito en Mariátegui”, pág. 455).
Frente a esta lucha abstracta entre el materialismo y el
idealismo, al estilo de los Autos de Fé de nuestra época virreinal, como
explica Oshiro, Mariátegui postulaba una unidad orgánica del pensamiento en la
cual “la lucha de clases no podía verse traducida mecánicamente a nivel
filosófico”, y rompiendo con el esquematismo de las categorías inertes e
inamovibles de “materia” e “idea”, tomadas históricamente como dos principios
metafísicos irreconciliables y excluyentes postulaba el “espíritu revolucionario”
que, como él bien señalaba, en su “La agonía del cristianismo” de Unamuno,
permitía entender que “una filosofía “idealista” puede tener más espíritu
revolucionario que muchas de las llamadas socialistas o materialistas”. El
espíritu revolucionario que la Segunda Internacional había perdido conservando
solamente la retórica “marxista”.
Desaparecido físicamente Mariátegui, Antonio Gramsci
retomaría este debate y la posición de Mariátegui en él, desde su estancia en
las cárceles del fascismo (en su Cuaderno de Cárcel número XVIII, publicado más
tarde bajo el título “Notas críticas sobre una tentativa de “Ensayo popular de sociología”, criticaría
el texto de Nicolai Bujarin (publicado en versión rusa en 1921 y edición
francesa en 1927), señalando que su materialismo metafísico planteaba la
prioridad ontológica de la materia en sí, como “realidad objetiva” al margen
del hombre y de su actividad práctica, por sobre el espíritu; precisando:
“La función y significado de la dialéctica pueden ser concebidos en toda su fundamentalidad, sólo si la filosofía de la praxis es concebida como una filosofía integral y original que inicia una nueva fase en la historia y en el desarrollo mundial del conocimiento, en cuanto supera (y en cuanto superando incluye en si los elementos vitales)el idealismo y el materialismo tradicionales, expresiones de la vieja sociedad. Si la filosofía de la praxis solo es pensada como subordinada a otra filosofía, no se puede concebir la nueva dialéctica, en la cual, justamente dicha superación se efectúa y se expresa” (Antonio Gramsci, “El materialismo y la filosofía de Benedetto Croce y otros textos”, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, pag.140,).
Añadiendo:
“…para la filosofía de la praxis la “materia” no debe ser entendida con el significado que resulta de las ciencias naturales (física, química, mecánica, etc., y estos significados han de ser registrados y estudiados en su desarrollo histórico), ni en los resultados que derivan de las diversas metafísicas materialistas”.“La materia, por tanto, no debe ser considerada en sí, sino como social e históricamente organizada por la producción, y la ciencia natural, por lo tanto, como siendo esencialmente una categoría histórica, una relación humana”. (Antonio Gramsci, Obra citada anteriormente, páginas 169 y 170).
¡Qué lejos están el pensamiento de Mariátegui y el de
Gramsci del opúsculo “Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo
histórico” de J.V. Stalin, y que cerca hemos vivido nosotros de este último,
curiosamente en nombre de Mariátegui.