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Antonio Gramsci & Leon Trotsky ✆ Anahí Rivera |
Fernando Rosso & Juan Dal Maso | En su libro The Gramscian Moment, Peter D.
Thomas desarrolla una revalorización del pensamiento de Antonio Gramsci, cuya
estructuración se construye a partir de las polémicas contra las
interpretaciones del pensamiento del comunista italiano practicadas en Las Antinomias de Antonio Gramsci de Perry Anderson y Para leer el Capital de Louis Althusser. Thomas
presenta ambas críticas al pensamiento de Gramsci como complementarias y
coincidentes desde diversos ángulos.
Sin embargo, los puntos de vista de Althusser y Anderson son
esencialmente divergentes en una cuestión fundamental: mientras para Althusser
lo central pasaba por una crítica “teórica” sobre las relaciones entre
marxismo, ciencia y filosofía, sin una dimensión estratégica clara, el eje
elegido por Anderson pasa por la cuestión estratégica, y en ese contexto se
ubican las críticas teóricas. En este sentido, la equiparación de Anderson y
Althusser que realiza Thomas resulta discutible, aunque el debate con Anderson
sobre la cuestión del Estado es productivo para reflexionar sobre el tema desde
el marxismo.
Thomas rescata la categoría del “Estado integral” presente en
los textos gramscianos, aunque sin el nivel de sistematización propuesto por
Thomas, que puede sintetizarse en la siguiente definición de Gramsci: “El
Estado (en su significado integral: dictadura + hegemonía” (C6 §155)1 y tiene una primera aparición en C6 §
10 a propósito de la historia de los intelectuales y sus relaciones con el
surgimiento y crisis del Estado moderno, contexto en el que Gramsci dice que en
la Revolución francesa: la burguesía “pudo presentarse como ‘Estado’ integral,
con todas las fuerzas intelectuales y morales necesarias y suficientes para
organizar una sociedad completa y perfecta”2.
Coincidiendo con la necesidad histórica del Estado moderno
(burgués) de tener una base de masas, la categoría de Estado integral, tal como
la entiende Thomas, permitiría desarrollar una lectura más compleja del Estado
en el Siglo XX (y la actualidad).
En este marco, Thomas se vale del Estado integral para refutar
los tres “modelos” de las relaciones (oscilantes y variadas) entre Estado y
sociedad civil en “Occidente” que Anderson identifica en la obra de Gramsci:
-El Estado en contraposición a la Sociedad Civil
-El Estado abarca a la Sociedad Civil
-El estado es idéntico a la Sociedad Civil”3
Asimismo, define que, con el concepto de “Estado integral”,
“Gramsci intenta analizar la mutua interpenetración y reforzamiento de
‘sociedad política’ y ‘sociedad civil’ (los cuales deben ser distinguidos
metodológicamente, no orgánicamente) al interior de una unificada (e
indivisible) forma-Estado”4.
Estado Integral, Estado Ampliado, tendencias
“estatalizantes”
Contra estos tres modelos, la propuesta de Thomas consiste en
intentar superar las posibles “oscilaciones” y mutaciones realizadas por
Gramsci en la distribución de coerción y consenso entre Estado y Sociedad civil
para sostener que el Estado Integral representa precisamente una nueva forma de
articulación de sociedad política y sociedad civil, de forma tal que la
ubicación de la coerción o el consenso en uno solo de los dos polos resulta
imposible. Thomas sostiene que la categoría de Estado integral es más ajustada
al texto gramsciano que la de “Estado ampliado”, propuesta en el clásico libro
de Buci-GlucskmannGramsci y el Estado.
Sin embargo, si bien puede ser menos rigurosa filológicamente,
la idea de un “Estado ampliado” (que Buci-Glucksmann sintetiza como “una
incorporación de la hegemonía y su aparato al Estado”5), además de
no ser tan disímil en su contenido a la propuesta de Thomas, puede resultar
útil “históricamente”, siempre y cuando no se caiga en una lectura de “Estado
en disputa” o “cambiar el Estado desde adentro luchando al interior de sus
aparatos ideológicos” (que tanto daño hiciera al marxismo como beneficios generara
a los asaltantes de cargos públicos).
Es decir, que aquello a lo que apuntaba Gramsci con la idea de
que el Estado en su significado integral es dictadura + hegemonía no responde a
una definición estática mediante la cual los Estados de “Occidente” son de por
sí hegemónicos (desde la Revolución francesa en adelante), sino a un proceso
más complejo mediante el cual el Estado busca hacerse de una base de masas al
mismo tiempo que perfecciona su aparato represivo y extiende su control sobre
las organizaciones que “no son Estado” en sentido estricto, tendencia que si
bien está presente en el siglo XIX, principalmente con la integración al
régimen de la socialdemocracia, pega un salto en la época del imperialismo,
como veremos más adelante.
En este sentido, la crítica de Anderson, que Thomas no toma en
cuenta especialmente en su libro, de que “Paradójicamente, no obstante, Gramsci
nunca produjo ninguna relación comprensiva de la historia o estructura de la
democracia burguesa en sus Cuadernos de la cárcel”6; puede ser un poco ahistórica, en
tanto Gramsci escribe pensando en el retroceso del movimiento comunista en
sociedades más complejas que la Rusia zarista, pero no precisamente en momentos
de auge de la democracia burguesa en sentido estricto.
Precisamente la reflexión de Gramsci se inserta en un contexto
en el que lo predominante no era la democracia burguesa “normal”, sino las
reconfiguraciones de las formas estatales en “Occidente” para evitar la
irrupción revolucionaria de las masas, como en la “vía rusa”; y en este sentido
la democracia burguesa en la que pensaba Gramsci se caracterizaba por la
existencia de los sindicatos y partidos de masas, en un contexto de fuertes
tendencias bonapartistas de los regímenes y crisis del parlamentarismo.
¿Sobreextensión teórica de los conceptos o
expansión histórica de los aparatos?
Anderson sostiene que uno de los puntos más polémicos y nunca
corregidos por Gramsci en sus tres “modelos” sobre la relación entre Estado y
sociedad civil, coerción y consenso, es la sobreextensión del concepto de
Estado, en el cual, al distribuir por igual la coerción en el Estado y la
sociedad civil, se diluye el monopolio de la violencia como atributo legal del
Estado, y esto impide comprender la “asimetría estructural” que caracteriza al
poder estatal en los países capitalistas avanzados7. Toma como
ejemplo la idea de Gramsci sobre la ampliación de la policía, más allá del
organismo estatal específico que cumple funciones policiales: “¿Qué es la
policía? Sin duda, no es sólo la organización oficial, reconocida y habilitada
jurídicamente para la función de la seguridad pública, como se entiende
habitualmente. Este organismo es el núcleo central y formalmente responsable,
de la ‘policía’, que es en realidad una organización mucho más vasta, en la
cual, directa o indirectamente, con vínculos más o menos precisos y
determinados, permanentes u ocasionales, participa una gran parte de la
población de un Estado” (C2 § 150)8.
Sin embargo, en el propio Trotsky (y el pensamiento de la
Internacional Comunista en su Tercer y Cuarto Congresos) se puede rastrear una
idea afín a la de un Estado “basado en algo más” que el propio aparato estatal.
En el período inmediatamente posterior a la Revolución rusa, se
puede ver esta idea especialmente en el énfasis puesto por Trotsky en el peso
de los cuadros contrarrevolucionarios preparados por la burguesía europea
frente a la perspectiva de la revolución:
La burguesía de Occidente prepara su contragolpe por adelantado.
Sabe, más o menos, de qué elementos dependerá este contragolpe e instruye por adelantado a sus
cuadros contrarrevolucionarios. Somos testigos de ello en Alemania, y
quizás, si no totalmente, en Francia. Lo vemos igualmente, en sus formas más
acabadas en Italia, donde, a continuación de una revolución incompleta, tuvo
lugar una contrarrevolución
completa que empleó con éxito algunos métodos y prácticas de la revolución.
(…) El proletariado revolucionario encontrará por consiguiente en su marcha
hacia el poder no solamente a
las vanguardias del combate de la contrarrevolución sino también a sus fuerzas
de reserva. Solamente aniquilándolas, destruyendo y desmoralizando a las
fuerzas enemigas, el proletariado será capaz de tomar el poder del Estado9.
Si bien Trotsky no utiliza la relación entre Estado y sociedad
civil para analizar la fortaleza de la burguesía en Occidente, el uso del
ejemplo del fascismo se refiere precisamente a que en su lucha contra la
revolución la burguesía utilizará tanto la violencia estatal como la
paraestatal, que tienden a unificarse a medida que la lucha de clases adquiere
rasgos de guerra civil. Este proceso tenía su contraparte en la integración de
la socialdemocracia al régimen capitalista allí donde no había triunfado el
fascismo (con el ejemplo supremo de la República de Weimar), ampliamente
tratado por la Internacional Comunista en sus análisis y denuncias sobre el rol
“traidor” de esta corriente.
Será posteriormente, durante los años ‘30, ya lejos del ascenso
revolucionario que tuviera lugar entre 1917 y 1921 (con el último intento
revolucionario en 1923 en Alemania), que Trotsky analice los cambios en las
formas estatales, en los regímenes de cada país, en relación al desarrollo de
la lucha de clases e identifique un proceso que unía a escala internacional a
los países europeos, EE.UU., América Latina y la URSS: el de la estatización de
los sindicatos.
Debatiendo con sus colaboradores norteamericanos sobre la
situación mexicana y mundial en 1938, Trotsky señalaba:
En el contexto general de la política mexicana, los sindicatos están ahora en una etapa muy interesante. Se puede constatar una tendencia general a su estatización. En los países fascistas, se encuentra la expresión extrema de esta tendencia. En los países democráticos, se transforma a los antiguos sindicatos independientes en instrumentos del Estado. Los sindicatos en Francia están por transformarse en la burocracia oficial del Estado. Jouhaux vino a México para proteger a los intereses franceses en el petróleo, etc. La causa de esta tendencia a la estatización es que el capitalismo en su declinación no puede tolerar sindicatos independientes. Si los sindicatos son demasiado independientes, los capitalistas empujan a los fascistas a destruirlos o buscan espantar a sus dirigentes con la amenaza fascista para encarrilarlos. Así Jouhaux fue encarrilado. No hay duda que, si él es el mejor de los republicanos, entonces Francia no establecerá un régimen fascista. Hemos visto en España a los dirigentes de los sindicatos más anarquistas convertirse en ministros burgueses en el transcurso de la guerra civil. En Alemania y en Italia, esto se realizó de forma totalitaria. Los sindicatos están directamente integrados al Estado, con los propietarios capitalistas. Sólo es una diferencia de grado, no de naturaleza10.
Si bien hay una diferencia de énfasis notable entre Gramsci y
Trotsky, entre la postulación de un Estado Integral que expresa la hegemonía de
la clase dominante y una estatización de las organizaciones obreras que expresa
la debilidad de la democracia burguesa si no puede apoyarse en alguna forma de
“corporativismo”, así como las tendencias bonapartistas clásicas en los países
centrales y sui generis en los “atrasados”; hay una
coincidencia en el señalamiento de una complejización de las formas estatales,
basada no solamente en la combinación de coerción y consenso en general, sino en la integración del
“movimiento obrero organizado” como base del Estado.
Uniendo países tan disímiles como México, Italia, Alemania o
España, el proceso de “estatización de los sindicatos” era parte de una
respuesta internacional de la burguesía al desarrollo de un movimiento obrero
de conjunto menos radicalizado que el del ascenso 1917-21 pero muy combativo y
más extendido y masivo que el de la década anterior. Agregamos nosotros que ese
proceso era, a su vez, un paso en la relativa generalización de ciertas
características “occidentales” de la relación entre sociedad y Estado, a la
mayoría de los continentes, sin perder las diferencias específicas entre países
imperialistas, coloniales y semicoloniales.
El sentido práctico de una hibridación teórica
Lo anterior no pretende ser una enésima tentativa de relacionar
los puntos de vista de Trotsky con los de Gramsci por sí misma, sino la de
utilizar las convergencias y divergencias entre ambos para mejor entender el
enemigo que enfrenta el movimiento obrero y el pueblo en la lucha contra el
capital.
Por ejemplo, el reciente y reaccionario protagonismo de la
burocracia del sindicato de mecánicos (SMATA) en la Argentina demuestra que
Gramsci, desde el punto de vista fáctico, no estaba tan equivocado acerca de la
cuestión de la ampliación de la función de policía. Precisamente, la burocracia
sindical puede ajustarse a la definición “sobreextendida” de la policía por su
obvia función de policía interna del movimiento obrero. Y en su doble carácter
de sociedad civil, cuando cumple un rol reformista, y de Estado, cuando se suma
a la represión como banda paraestatal11, expresa asimismo este
proceso de “ampliación” del Estado no ya en el terreno conceptual sino
histórico concreto. De esta forma, la “sobreextensión” del Estado se transforma
en un fenómeno más permanente, incluso más allá de coyunturas específicas de
“guerra civil” como aquellas a las que hacía mención Trotsky. Si se quiere, la
principal diferencia entre Trotsky y Gramsci respecto de este tema, pasa menos
por la “ampliación” o “significado integral” del Estado que por la dinámica de
cómo ese carácter evoluciona de las formas preventivas a las de la guerra
civil, y las consecuencias estratégicas para la relación entre guerra de
posición y guerra de maniobra12.
En este contexto, la posición de Thomas, que hemos utilizado
parcialmente para poner límites a la lectura que realizara Perry Anderson sobre
las “imprecisiones” de Gramsci, contiene la misma limitación estratégica que
Anderson planteara correctamente en Las
antinomias… al señalar que la
oposición estática entre guerra de posición y guerra de maniobra lleva al
reformismo. En el caso de Thomas, el autor hace hincapié en las relaciones
entre Estado Integral y revolución pasiva, con una tendencia a la reducción a
“revolución pasiva” de todas las formas posibles de respuesta estatal frente a
la lucha de clases, sin tomar en cuenta las transiciones posibles desde la
política de “integración” del movimiento obrero hasta ofensivas abiertamente
contrarrevolucionarias y de guerra civil.
Desde esta perspectiva, el cruce entre los puntos de vista de
Trotsky y Gramsci sobre la cuestión de la “ampliación del Estado” resulta de
mucha utilidad para comprender la evolución de las formas estatales durante el
siglo XX, su relación con el desarrollo del movimiento obrero como “sujeto
peligroso” y la identificación del “sistema de trincheras” que se encuentra
agazapado detrás de la mascarada de un democracia formal extendida como nunca
en la historia del capitalismo.
Notas
1. Gramsci, Antonio. Quaderni
del carcere. Edizione critica dell’ Gramsci a cura di Valentino Gerratana,Einaudi
Tascabili, Torino/Italia, 2001, págs. 810-811. Aclaración: Todas las citas son
traducciones propias cotejadas con el original y con la edición en español de
Ediciones Era, México D.F. 1981.
2. Gramsci, Antonio, ob. cit., pág. 691.
3. Thomas,
Peter D., The Gramscian
Moment. Philosophy, Hegemony and Marxism, Brill,
Leiden-Boston, 2009, p. 93. Traducción propia.
4. Thomas, Peter D., ob. cit., p. 137.
5. Buci-Glucskmann, Christinne, Gramsci y el Estado, Siglo XXI
España Editores, Madrid, p. 93.
6. Anderson, Perry, Las
Antinomias de Antonio Gramsci. Fontamara, Barcelona, 1998. p. 54.
7. Anderson, Perry, ob. cit. Pág. 55.
8. Gramsci, Antonio, ob. cit, pp. 278-279.
9. Trotsky, León, “Informe sobre la Nueva Política Económica
soviética y las perspectivas de la revolución mundial”, Naturaleza y Dinámica del
capitalismo y la economía de transición, Ediciones
CEIP, Buenos Aires, 1999, p. 234 (subrayados nuestros.)
10. Trotsky, León, “Discusión sobre América Latina”, Escritos Latinoamericanos, Ediciones CEIP, Buenos Aires,
1999, p. 111.
11. Ver “Los Sindicatos y la Estrategia”, IDZ 6, 2013.
12. Para más detalles sobre esta problemática, ver Albamonte,
Emilio y Maiello, Matías, “Trotsky y Gramsci: debates de estrategia sobre la
revolución en ‘occidente’”, Estrategia
Internacional 28, 2012.
Blog de los autores: El Violento Oficio & Los Galos de Astérix

►►Texto en PDF: 3 pp.
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