¿Qué tiene que ver todo esto con Podemos? Pienso que el
principal acierto de la formación encabezada por Pablo Iglesias puede venir
marcado por la comprensión del análisis gramsciano de las sociedades de los
países
desarrollados, y no se han quedado solo en el análisis, sino que a partir de ahí han llegado a la conclusión de que era necesario penetrar en el instrumento más potente de construcción de la hegemonía del sistema: los medios de comunicación. En este sentido, tal vez una de las conclusiones políticas más fuertes que podemos sacar de este estupendo resultado electoral es que tal vez los puntos más sólidos del Sistema pueden esconder su propia debilidad, y que un ataque llevado a cabo con una mezcla de inteligencia y prudencia puede provocar grietas en el muro.
desarrollados, y no se han quedado solo en el análisis, sino que a partir de ahí han llegado a la conclusión de que era necesario penetrar en el instrumento más potente de construcción de la hegemonía del sistema: los medios de comunicación. En este sentido, tal vez una de las conclusiones políticas más fuertes que podemos sacar de este estupendo resultado electoral es que tal vez los puntos más sólidos del Sistema pueden esconder su propia debilidad, y que un ataque llevado a cabo con una mezcla de inteligencia y prudencia puede provocar grietas en el muro.
La izquierda había abandonado demasiados campos de batalla
sin siquiera oponer resistencia, nos hemos dejado arrebatar hasta las palabras
sin luchar por ellas. Hemos dejado ultrajar un concepto de nuestra tradición:
la democracia, permitiendo que se emplee esta palabra para describir algo que
no tiene nada que ver con su significado real, ya es hora de ir ocupando
espacios y planteando debates en profundidad. El debate sobre Europa ha quedado
pendiente y me parece urgente que se aborde. También forma parte de nuestra
tradición la actuación en los medios de nuestros “rivales” para desmontar sus
argumentos y para hacer llegar a los ciudadanos nuestras propuestas. En ese campo
tengo que decir que el diseño de la campaña de Podemos me ha parecido perfecto.
Creo que en Podemos, volviendo a Gramsci, sí han comprendido
que estamos en una fase de guerra de posiciones, y que mientras no se vislumbra
una posibilidad de cambiar el Sistema sí se puede ir avanzando y trabajando por
cambiar el sentido común de una parte importante de la población. Ese trabajo
previo de influencia en el sentido común de las mayorías sociales lo han hecho
penetrando por pequeños orificios en el mayor aparato de generación de
consensos y de creación de tendencias: la televisión. Nadie puede negar, los
resultados cantan, que esa estrategia ha sido todo un éxito y debe servir para
reflexionar al conjunto de la izquierda, para seguir potenciando los medios alternativos
y para estudiar cómo conseguimos acceder a los medios de masas.
Tal vez la izquierda ha olvidado que la principal ocupación
de Marx fue estudiar cómo funcionaba el sistema, para saber cuáles eran sus
debilidades, cómo vivían los oprimidos, y cuál era la composición interna de
las clases sociales. Tal vez llevamos demasiado tiempo protestando por la
omnipotente influencia de los medios de comunicación y sobre como sirven a los
intereses de los poderosos y no hemos hecho nada por tratar de “asaltarlos”. Y,
por supuesto, llevamos muchísimo, demasiado tiempo, instalados en la
“confortable y honrosa” derrota: afrontamos las elecciones sin demasiada
ilusión, dando por sentado que con nuestro porcentaje de siempre podremos
capear el temporal a la espera de unos buenos tiempos que parece llegarán sin
que tiremos de ellos.
Creo que Podemos supone un cambio muy importante en cuanto a
la manifestación de una voluntad de dar pasos con intención de conseguir la
victoria. Me parece que si se ha hecho un análisis muy importante sobre la
influencia de los medios de comunicación y del conjunto del aparato de creación
de consensos, en este sentido hay que destacar algún trabajo de Pablo Iglesias
sobre el cine y otro en preparación sobre la series de televisión. Se trata de
un trabajo aún incipiente pero que se debería seguir desarrollando. De todos
modos quedan aún muchísimos temas clave por abordar, desde luego el más
importante de ellos es la cuestión de clase y el estudio de cuál es la actual
composición y situación de la clase trabajadora en nuestro país.
La cuestión de clase es uno de los temas que está aún, a mi
juicio, demasiado ausente en el discurso de Podemos. Creo que es indiscutible
que existe un importante número de jóvenes con estudios universitarios con aspiraciones
frustradas a los que la crisis ha proletarizado o les ha obligado a emigrar,
pero no debemos olvidar que, probablemente, la mayoría de los jóvenes no han
alcanzado ese nivel de educación y se mueven en un mundo extremadamente
precario y en circunstancias posiblemente más duras. Un discurso, que a veces
puede abusar de una especie de neolengua, dirigido en exclusiva a una
elite ilustrada sería un error muy importante. No sé si es posible, pero
resultaría muy interesante saber el grado de penetración del discurso de
Podemos entre esas personas a las que el escritor socialista británico Owen
Jones ha denominado Chavs, término posiblemente intraducible que se
refiere a jóvenes que, por una u otra razón, no han tenido la posibilidad de
acceder a la formación y viven hundidos en la precariedad, y que en algunos
casos han creado su propia subcultura.
Si Podemos pretende empezar a construir para empezar a ir
ganando posiciones debe contar con el apoyo y la participación de las mayorías
sociales, por lo tanto debe huir de cualquier teoría que proclame la disolución
de las clase sociales y el fin de la clase trabajadora. Desde luego que quien
considera las clases sociales como algo estático, impermeable y ajeno a la
evolución de la sociedad también yerra de modo absoluto, pero es innegable,
pese al ascenso del porcentaje de personas con educación superior o pese al
proceso de tecnificación del trabajo, que la explotación del trabajo asalariado
continúa siendo el pilar del Sistema. Es imprescindible que Podemos no dé la
imagen de un grupo que solo se dirige a jóvenes universitarios descontentos por
lo mal que les ha ido la vida sino que se trata de un partido o movimiento que
trabaja para el autogobierno de la mayoría social de explotados. Podemos
debería, en mi opinión, cambiar una cierta tendencia a magnificar el “yo” para
fomentar el “nosotros”, sólo así será posible trabajar sobre el sentido común y
construir una sociedad democrática e igualitaria.
Antonio Gramsci también incidía de un modo muy vivo en la
importancia de decir la verdad a la gente y en el potencial revolucionario de
la verdad. En ese sentido, sigo pensando que el discurso de Podemos en cuanto a
Europa ha sido insuficiente y tal vez apresurado. Es necesario decir la verdad
sobre Europa y es necesario decir que la Unión Europea es irreformable y que el
Euro es un fracaso absoluto. Los excelentes resultados de los llamados
euroescépticos y de la extrema derecha en algunos países tienen que servir
también de reflexión para la izquierda europea. No se puede dejar el discurso
crítico con el Euro en manos de la extrema derecha cuando es un discurso más
que necesario imprescindible. Desde la izquierda no podemos defender una salida
del Euro y de la UE sin ton ni son y tenemos que levantar la alternativa de una
área económica alternativa de los países mediterráneos basada en valores
distintos a los que actualmente guían a la UE, una especie de ALBA
mediterránea.
Estoy convencido de que Podemos debe comprender, con
Gramsci, que los procesos de constitución de las clases son largos y
complicados, y los procesos de construcción de la hegemonía son aún más
prolongados y tortuosos. De ningún modo (sería su final y la decepción para
miles de personas), pensar que cuando hablamos de “bloque social” nos referimos
a una alianza electoral o electoralista. Si se quiere construir algo sólido y
con la intención de cambiar las cosas de verdad es fundamental una
correspondencia entre métodos y fines. Al mismo tiempo es necesario, por un
lado, no caer en el sectarismo que impida alianzas, y, de igual modo, no caer
en la ilusión de pensar que las alianzas electorales son un fin y no un medio.
Es muy posible que Podemos haya empezado la casa por el
tejado, y que el inesperado éxito electoral le haya pillado en pleno proceso de
formación. Las victorias espectaculares también tienen sus peligros, y creo que
las gentes que están trabajando en Podemos son conscientes de ello. Me parece
muy positivo que las aspiraciones no sean conseguir un porcentaje dentro del
sistema sino trabajar con paciencia para tratar de cambiarlo. De ningún modo se
puede caer en el ya conocido error de acomodarse en un determinado porcentaje
electoral y que el mantenimiento de esa cuota sea el objetivo final de la
organización. Tampoco se puede caer en el error de tratar de “representar” a
los movimientos sociales o pretender que “Podemos es el 15M”, eso sería
reproducir los vicios de los partidos que hemos conocido hasta ahora.
Los retos por delante son muchos, pero el resultado
electoral es un síntoma de un importante torrente de ilusión que se ha
generado. En primer lugar creo que va a ser muy importante que se cumpla todo
lo que se ha dicho y que los cargos públicos de Podemos prediquen con el
ejemplo y respeten los protocolos económicos establecidos por la organización.
También es muy necesario que se desarrolle una estructura ágil y que permita un
funcionamiento democrático que consiga alejar una innegable imagen de
hiperliderazgo que no creo que ayude mucho. Podemos bebe mucho de la
experiencia de sus impulsores en los movimientos sociales, la organización debe
construirse en y con esos movimientos, pero no debe olvidar la importancia de
recuperar un movimiento obrero y sindical que deambula casi como un zombi.
Tanto la mayoría social como el bloque histórico que hay que construir, y que
son necesarios para cambiar las cosas, están constituidos por un conjunto de
realidades diversas y el programa para el cambio radical debe ser fruto de la
deliberación de esas mayorías, y no de directrices impuestas por personas que
se autoatribuyan, en su condición de “intelectuales”, la representación de los
otros.
Estamos ante un hecho muy importante, tal vez único en
nuestra historia reciente, y muy posiblemente se han sumado diversos factores
que han producido esta tremenda sorpresa: la crisis económica, el impulso del
15M, la entrada en el campo político de una nueva generación, el agotamiento
del régimen surgido de los consensos de la Transición o el acierto político de
atacar al sistema desde sus propias entrañas, quizás podríamos añadir bastantes
más. La ilusión se ha generado y ahora nos toca aprovechar su impulso para
cabalgar sobre las olas y no defraudar a esa generación de nuevos militantes,
son ellos los que deben recoger la experiencia acumulada y construir, junto con
los más mayores, y con paciencia pero sin pausa, la alternativa de sociedad que
se plasme en un mundo más justo, democrático e igualitario.