
Las tres guerras
civiles
Losurdo indica que entre el período histórico que va de 1918
hasta la invasión nazi la URSS es arrastrada de un estado de excepción a otro,
de una guerra civil a otra: la guerra de intervención imperialista (1918-21),
la guerra contra la colectivización agraria, y la guerra de la oposición dentro
del partido bolchevique,
guerra atravesada por sabotajes, actos terroristas, complots, injerencia y conspiración de las potencias capitalistas, contrarrevolucionarios blancos, etc. Este es el contexto de formación de la URSS bajo la dirección de Stalin en el PCUS, contexto que en la lucha de clases contempla lo más importante de los triunfos de la revolución, la colectivización del campo, la industrialización socialista, la alfabetización de las masas, pueblos y naciones enteras, la creación de un bienestar social gratuito, la creciente popularidad de la URSS en el movimiento obrero internacional y la intelectualidad progresista, la participación creciente de las masas en la defensa y construcción de la nueva civilización socialista y la victoria sobre el nazismo donde las potencias capitalistas europeas fracasaron. Es en este contexto y entre bastidores donde se dirimía el conflicto con la oposición dentro del propio partido bolchevique.
guerra atravesada por sabotajes, actos terroristas, complots, injerencia y conspiración de las potencias capitalistas, contrarrevolucionarios blancos, etc. Este es el contexto de formación de la URSS bajo la dirección de Stalin en el PCUS, contexto que en la lucha de clases contempla lo más importante de los triunfos de la revolución, la colectivización del campo, la industrialización socialista, la alfabetización de las masas, pueblos y naciones enteras, la creación de un bienestar social gratuito, la creciente popularidad de la URSS en el movimiento obrero internacional y la intelectualidad progresista, la participación creciente de las masas en la defensa y construcción de la nueva civilización socialista y la victoria sobre el nazismo donde las potencias capitalistas europeas fracasaron. Es en este contexto y entre bastidores donde se dirimía el conflicto con la oposición dentro del propio partido bolchevique.
La oposición
permanente
Las diferencias no eran puramente ideológicas, sino
fundamentalmente políticas, tanto en la estrategia como en la táctica del
partido, en todos los frentes: sindical, cuestión agraria, política
internacional, cuestión nacional y colonial, política de bolchevización de los
partidos comunistas europeos y papel de la Internacional Comunista. La
oposición cristalizó tanto a izquierda como a derecha en torno a una minoría de
la dirección bolchevique en todos los debates. En el desarrollo de los debates
permanentes oposición/línea general del partido, sorprende en estos debates la
incoherencia mostrada por Trotsky respecto a sus posiciones anteriores. Lo cual
da la impresión de que en realidad más que divergencias de principios eran
cuestiones de correlación de fuerzas dentro del propio partido lo que se
dirimían. Defendió la existencia de corrientes en el partido, pero hacia los sindicatos
les deparaba la militarización contra la opinión de Lenin y de la mayoría del
Partido bolchevique, atacó la NEP, pero cuando años más tarde se inició la
colectivización agraria y la industrialización socialista con los primeros
planes quinquenales, también cuestionó a la dirección del partido y se alió con
la ¡oposición de derecha! contraria a la colectivización (Bujarin, Rikov y
Tomski), y qué decir de la tesis de Lenin erróneamente atribuida a Stalin sobre
el “socialismo en un solo país”, que fue uno de los blancos preferidos no sólo
de Trotsky, sino de líderes socialdemócratas como Bauer y Kautski.
Gramsci contra el Bloque
de Oposición
Frente a esta pugna permanente que se extendía de forma
fraccional más allá de las discusiones de los congresos del partido, uno de los
dirigentes comunistas que más ha aportado al desarrollo de la teoría
marxista-leninista, Gramsci, tan manoseado, manipulado y tergiversado, fue bien
claro y dialéctico en este debate de “ideas”. En una reunión del comité central
de febrero de 1925 del PCI condenó la oposición de Trotsky dentro del partido
bolchevique, catalogándola de ser objetivamente un “movimiento
contrarrevolucionario” (1). Como secretario general del PCI escribió una carta
al comité central del PCUS (octubre 1926) advirtiendo de que los enemigos de
clase, el imperialismo, lógicamente deseaban que la crisis interna condujese al
fin del estado obrero. Alarmó sobre las repercusiones negativas tanto para el
PCUS como para la Internacional Comunista “si la minoría de oposición no acepta
con la máxima lealtad… la disciplina revolucionaria del partido” y más grave
aún si este bloque de oposición rechaza la democracia como medio de lucha (2).
Apoya sin titubeos a la mayoría del partido bolchevique: “La actitud de la oposición afecta a toda la
línea política del comité central…consideramos… justa la línea política de la
mayoría del comité central del PCUS… la actitud de la oposición…hiere, por
tanto, el corazón mismo de la doctrina leninista y de la acción política de nuestro
partido de la URSS…y se ponen en peligro.., los pilares del Estado obrero y de
la revolución” (3). Gramsci también toma posición en el debate, advirtiendo
que el proletariado no puede llegar a ser clase dominante ni mantener su
hegemonía y su dictadura si no supera sus intereses corporativos, estrechos,
sino sacrifica sus intereses inmediatos a los intereses generales de clase y a
la alianza obrero-campesina, considera necesaria la NEP como periodo de
transición para garantizar la hegemonía de la clase obrera sobre la mayoría del
país. En consecuencia,
“desde el punto de vista del espíritu corporativo y no desde el leninista…se encuentra la raíz del error del bloque de oposición…En la ideología y en la práctica del bloque de oposición renace plenamente toda la tradición de la socialdemocracia y el sindicalismo…Sólo una firme unidad y una firme disciplina en el partido que gobierna el Estado obrero puede asegurar la hegemonía proletaria…Los camaradas Zinóviev, Trotsky y Kámenev…A ellos especialmente nos dirigimos, como a los mayores responsables de esta situación.” (4).
Y en el III Congreso del PCI en 1926 (Tesis de Lyon),
Gramsci condenaría que puedan existir fracciones dentro del partido (5),
aclarando además que “la lealtad de todos los elementos del partido al comité
central debe ser no sólo un hecho puramente organizativo y disciplinario, sino
un verdadero principio de la ética revolucionaria” (6).
De golpes de estado y
apología del terrorismo individual
La cristalización de esta “guerra civil” interna ya apareció
cuando la oposición de izquierdas, encabezada en esta ocasión por Bujarin en
1918, perfila la idea del golpe de estado para evitar la paz de Brest Litovsk.
Bujarin en aquella ocasión contemplaba incluso la posibilidad de la pérdida del
poder soviético. Cinco años después revelaría que tras la crisis de
Brest-Litovsk, existía un plan de la “oposición de izquierdas” para dividir al
partido, derribar a Lenin y establecer un nuevo gobierno ruso (7).
Salvando las distancias, el asesinato de Kirov en 1934, que
Losurdo destaca como miembro del politburó de entera confianza de Stalin
desmontando todos los mitos desatados por Kruchev en su informe “secreto”,
sobre el supuesto complot de Stalin en su asesinato, coincidió con la apelación
de Trotsky, ya en el exilio, a la juventud soviética llamándola a una nueva
revolución que presentía cercana. El propio Trotsky, después de haber señalado
sin compasión su desprecio por Kirov, preguntándose sobre las causas de su
asesinato, relatadas por Losurdo, dice: “Si supiésemos que Nikolaev ha golpeado
intencionadamente en un intento de vengar a los obreros cuyos derechos
pisoteaba Kirov, nuestras simpatías irían sin reservas para el terrorista”. El
propio Trotsky como bien indica Losurdo dice que este terrorismo individual no
tiene nada que ver con los atentados de los kulaks, que el terrorismo más
reciente no se apoyaba en las viejas clases dirigentes, y que los terroristas
de “última generación” se reclutaban exclusivamente entre la “juventud
soviética”, que las viejas clases ya fueron despachadas en la revolución de
octubre y en la colectivización agraria, se habían resignado, pero no así el
proletariado “bloqueado y oprimido por la burocracia stalinista”, y apuntilla:
“el atentado contra Kirov y la difusión del terrorismo entre la juventud
soviética son el síntoma del aislamiento y de la hostilidad que rodean y
alcanzan a los usurpadores del poder soviético”. Esta argumentación, que es una
clara apología del terrorismo individual nada menos que contra el estado soviético,
abría un campo de esperanza en la oposición, una base material, para la lucha
por el poder, para desplazar a “los usurpadores del poder soviético”. Una vez Trotsky
fundara la IVª Internacional opuesta a la Internacional Comunista, ésta
enarbolaría en sus proclamas constantes una “lucha mortal” contra el “stalinismo”
para acabar con “una facción condenada por la historia”.
Un partido dentro del
partido para derrocar al gobierno
Siguiendo a Losurdo, Boris Souvarine (excomunista francés
colaborador de la patronal francesa y de los nazis) describía, sin dejar
equívoco, a la oposición en la URSS como una organización clandestina dentro
del partido, con su estructura dirigente, sus agentes, sus grupos de base, etc.
Ruth Fischer miembro del presídium de la Komintern (1922-1924) en sus memorias
confesaba haber participado en la organización en la URSS de la “resistencia
contra el régimen totalitario”. El bloque de oposición constituido a mediados
de los años 20 encabezado por Zinoviev y Kámenev se acerca a Trotsky y
desarrolla una red clandestina que se extiende hasta Vladivostok. En todo el
país se establecieron imprentas clandestinas y se crearon células en el
ejército, el cuerpo diplomático, las instituciones del Estado soviético y en el
partido (8). Un partido dentro del partido. La oposición a pesar de que fuera
combatida por el Estado soviético sobrevivió y creció en los años 30 en el
ejército, la administración, el partido, las ciudades y el campo. Fischer
señala sin complejos el recurso al golpe de estado con apoyo militar como
táctica del grupo dirigente de oposición para derrocar al gobierno.
Esta situación descrita puede hacer parecer que en el
partido bolchevique no existía el debate, la libertad de expresión en las
posiciones, la crítica y autocrítica, etc. Nada más lejos de la verdad. Prueba
de ello es que incluso tras la muerte de Lenin desde 1924 hasta 1927 se produjo
una incesante controversia pública, debates en los órganos del Comité Ejecutivo
del Congreso de la URSS, y el Comité Central del partido, discusiones
acaloradas en los soviets locales y órganos locales del partido, basta
literatura oposicionista de libros y folletos no impedida por la censura. Este
debate público entre miembros del partido se cerró en octubre de 1927, en el XV
Congreso. Los resultados de la discusión fueron desastrosos para el bloque de
oposición, votaron a favor de la política del Comité Central 724.000 afiliados
y en favor de la “plataforma de los 83” encabezada por Kámenev, Zinoviev y
Sokolnikov, y apoyada por Trotsky, 4.000, es decir, menos del uno por ciento. A
partir de entonces la oposición pasaría a la organización clandestina como
método de lucha principal.
Curzio Malaparte en 1931 (Técnica del golpe de estado) indica que Trotsky en el exilio no
renuncia a su objetivo de derrocar a Stalin, y destaca la proliferación de los
actos de sabotaje en vías de ferrocarril, centrales eléctricas, telégrafos,
etc., y que los agentes Trotskystas se infiltran por todas partes, según
Losurdo, incluso en la GPU se refugia un núcleo de fieles a Trotsky, muchas
octavillas de la oposición se publicaban en la imprenta de la GPU, y un
historiador yanqui contemporáneo señala a Yagoda, responsable de la NKVD
(1934-1936), como doble agente. El comunista suizo Humbert Droz, dirigente de
la Komitern, relata que en 1929 Bujarin, que rompe con Stalin tras el abandono
de la NEP y el inicio de la colectivización en el campo (9), le puso al
corriente de los contactos de su grupo con la fracción Zinoviev-Kámenev (10),
para coordinar la lucha contra Stalin, una lucha en la que no se descartaba el
recurso al terrorismo individual para eliminar a Stalin (aquí ya no se habla de
simple apología). Mientras tanto, Bujarin dirigía el órgano de expresión del
gobierno soviético Izvestia, combinando trabajo legal con el ilegal, como
método “leninista”, para derrocar al gobierno soviético.
Losurdo nos sitúa a un Trotsky en el exilio siguiendo con
las proclamas que preveían la inevitable caída del régimen stalinista, y
concretamente coincidiendo con el ascenso al poder en Alemania del nazismo en
1933, escribiría que la liquidación del “régimen de Stalin” es inevitable y no
muy lejano. Este dirigente menchevique, exbolchevique, y exsoviético, recibe
ese mismo año el visado del gobierno francés de Daladier. La ya citada Ruth
Fischer revelaría la creencia del gobierno francés de que la posición de Stalin
era débil, que contemplaba la reagrupación de la oposición, y la posibilidad
del retorno de Trotsky a Moscú como dirigente de primer nivel.
Juicios de Moscú y
revuelta en el Ejército
Pero aún hay más. Los juicios de Moscú denunciados de punta
a punta, desde Soljenitsyn (11) hasta Trotsky, pasando por Kruschev (informe
“secreto”), como meras purgas sangrientas, dejan de tener rigor cuando un
historiador Trotskysta (Rowogin) cita una octavilla que en los años 30 llamaba
a barrer del Kremlin “al dictador fascista y su claque”. El mismo historiador
también señala la conspiración “antistalinista” del mariscal Tujachevski. Entre
los círculos diplomáticos europeos circula el rumor del golpe, en 1937 al
presidente checoslovaco Benes llegan informaciones de “negociaciones secretas”
entre el gobierno nazi y el mariscal Tujachevsky, Rikov y otros. Paralelamente
el “Boletín de Oposición” Trotskysta anuncia una revuelta del ejército.
Por esta época anticipándose a los juicios de Moscú, Trotsky señalaba que
dejaba de tener sentido el lema de la “reforma del PCUS” y que había que pasar
a la “lucha frontal”, que los “auténticos revolucionarios no pueden inspirarse
prácticas de los pacifistas pequeño burgueses” (sic), que sólo por la violencia
puede verse obligada la burocracia a “devolver el poder a la vanguardia
proletaria”, o sea a él y su bloque de oposición. El 6 de enero de 1937 en una
entrevista realizada por el magnate de prensa Willian Randolp Hearts (el
ciudadano Kane de Orson Welles) en el New York Evening Journal Trotsky
declararía: “…Stalin se ha colocado por encima de toda crítica y por encima del
Estado y es imposible desplazarlo a menos que se le asesine. Cada oposicionista
se convierte ipso facto en terrorista” (12). Con esta declaración pública, Trotsky
desprendía una clara fijación obsesiva de su lucha por el poder a cualquier
precio, y no precisamente contra los capitalistas, sino contra la “burocracia
stalinista”.
En provecho de las
superpotencias capitalistas
Ante esta situación de pugna interna clandestina por el
poder, no es descabellado pensar, como ya lo hizo Gramsci en su carta al PCUS
en 1926, que las superpotencias capitalistas intentasen sacar tajada. Ya en
1918 los socialistas revolucionarios promovieron sublevaciones
contrarrevolucionarias contra el gobierno soviético (además del atentado contra
Lenin, Volodarski Comisario de prensa del Soviet, fue asesinado por un
socialista revolucionario), e incluso desde dentro del Estado soviético se
filtró el terrorismo individual, el atentado contra el embajador alemán Mirbach
se haría desde las propias filas de la Cheka, por el provocador socialrevolucionario
Yakov Blumkin, con el objetivo de reanudar de la guerra con Alemania, lo cual
era interés para las potencias capitalistas occidentales con el claro objetivo
de derribar el poder surgido de la revolución socialista de Octubre. Los
responsables chekistas fueron fusilados, sin embargo Blumkin escaparía,
convirtiéndose en persona de entera confianza y miembro de la guardia personal
de Trotsky (13), y encargándose de la correspondencia que éste mandaba desde
Turquía a sus aliados en la URSS (14). Trotsky en 1937 revelaría que Blumkin
fue miembro de la oposición social-revolucionaria y que había tomado parte en
la insurrección contra los bolcheviques (15).
¿Qué papel jugó Trotsky el citado conflicto de Brest-Litovsk
como comisario de exteriores del gobierno de los soviets?. En las propias
negociaciones de paz con Alemania, contravino la orientación del partido
negándose a la firma del tratado, con la esperanza de que que los soldados y
obreros alemanes realizaran su revolución y reclamaran espontáneamente la paz
impidiendo solo así la invasión de la URSS, decisión que permitió que el
imperialismo alemán reanudara la ofensiva militar, y tras ser frenado su avance
sobre Petrogrado, en Narva y Pskov, se impusiera una paz mucho más vergonzosa
con la pérdida de Ucrania, Bielorrusia y los países bálticos. Lenin con toda
razón catalogó el papel que Trotsky había jugado en las negociaciones de paz
como ayuda a los imperialistas alemanes.
La prensa amarilla y
los servicios secretos hacen eco de “la revolución traicionada”
Como es lógico, las posiciones de Trotsky contra el “régimen
de Stalin” se hicieron eco en la prensa reaccionaria y amarilla. Fue un hecho
corriente que lord Rothemere o Hearts, magnates de la prensa inglesa y yanqui,
acusaran a Stalin de nada menos que “traicionar la revolución” (sic), y que
incluso la autobiografía de Trotsky (Mi vida) se convirtiera en el manual
preferido de los servicios secretos antisoviéticos. La policía japonesa lo hizo
de lectura obligada a los presos comunistas chinos y japoneses para quebrantar
la moral y convencerlos de que la revolución soviétiva les había traicionado
(16). El propio Gramsci en la citada carta dirigida al PCUS en 1926 se
escandalizaba por la utilización que hacían los periódicos fascistas de las propias
declaraciones del bloque de oposición del PCUS acerca de la conversión
inexorable de los soviets en un estado capitalista, y del triunfo del fascismo
sobre el bolchevismo, proclamas que el propio régimen fascista italiano
utilizaba para quebrar la aversión de la clase obrera al gobierno de Mussolini
(17). El “mosqueo” del camarada Gramsci no carecía de rigor de clase.
Invasión imperialista
para tumbar al gobierno
El citado boletín de oposición no se cansaba de pintar el
desastre inminente del régimen soviético, de precedir la crisis industrial, la
guerra civil, el desplome del ejército rojo al primer ataque extranjero, etc.
(18). En un artículo de la revista yanqui American Mercury en marzo de 1937, a
la pregunta de si la URSS saldría invicta de la guerra que se aproxima, Trotsky
diría: “…si la guerra se mantiene como tal la derrota de la URSS será
inevitable, pues desde el punto de vista técnico, económico y militar el
imperialismo es incomparablemente más fuerte. Si la revolución en el occidente
no lo contiene, el imperialismo barrerá el presente régimen” (19).
En tal sentido, remitiéndose metafísicamente al binomio que
había llevado a los bolcheviques al poder (derrota militar del zarismo-victoria
de la revolución), pero ignorando las contradicciones internas
(burguesía-proletariado) sin las cuales no hubiera sido posible la revolución
socialista, Trotsky “preveía” o esperaba que una victoria militar de los nazis
sobre la URSS pudiera costarle la cabeza a la burocracia del Kremlin mediante
una revolución. Previsión que nunca se cumplió tras las primeras derrotas
militares soviéticas frente a la Wertmach, el pueblo en armas y el ejército
rojo lucharon en el frente y en la retaguardia apoyando a su gobierno.
Esta “previsión” de liquidación de la burocracia mediante la
invasión militar y la “revolución” bien podía pasar ante los ojos de Stalin
como la confirmación de la convergencia objetiva entre los dirigentes nazis y
la oposición Trotskysta, y que ambas tenían el mismo interés del derrumbe
interno de la URSS.
Losurdo va más lejos al afirmar que ni tan siquiera la
invasión de la URSS habría acabado con los intentos de la oposición de
conquistar el poder. Ya en abril de 1939 Trotsky se había pronunciado a favor
de la “liberación de Ucrania”. La reflexión que se impone dado el contexto, es
que la Alemania nazi acababa de llevar a cabo la descuartización de
Checoslovaquia y se incrementaban las voces que indicaban a la URSS,
especialmente Ucrania, como objetivo, además Ucrania siempre fue un objetivo
económico del imperialismo alemán como cantera de materias primas, energéticas
y productos agropecuarios. Incluso Kerenski, nada sospechoso de simpatizar con
Stalin y la URSS, desde el exilio denuncia esta posición de Trotsky como
favorable a los planes de Hitler.
Combate contra la
política de paz y seguridad colectiva frente a las potencias fascistas
La política internacionalista del gobierno soviético y la
Internacional Comunista era también objeto de debate y oposición. El 24 de
septiembre de 1938 cuando los nazis avanzaban sobre Checoslovaquia un periódico
Trotskysta de New York (Socialist Appeal) declaraba que Checoslovaquia era un “aborto
nacional de la infame conferencia de Versalles” y que la democracia de
Checoslovaquia es una “excusa para la explotación capitalista”. Con estas
consignas se mantenía por toda Europa y América una posición contra la defensa
de las naciones pequeñas frente a las potencias imperialistas y especialmente
contra la política de seguridad colectiva de la URSS.
Mientras Austria, Abisinia, España, China y Checoslovaquia
eran invadidas por Alemania, Italia y Japón, la IVª Internacional clamaba que
la propaganda de seguridad colectiva era “una incitación a la guerra” (sic). Trotsky,
en este contexto de agresión fascista, afirmaba que la defensa del estado
nacional era una “tarea reaccionaria” (sic), que la “labor del proletariado no
es defender el Estado nacional, sino destruirlo”. Esta propaganda culminaba con
la lucha e ignorancia de las resoluciones del VIIº Congreso de la Internacional
Comunista, de la naturaleza de clase del Estado soviético, del frente único de
la clase obrera, la desgarradora pugna contra los frentes populares en los
países capitalistas, los frentes anti-imperialistas en los países coloniales, y
el frente internacional de lucha por la paz.
Trotskystas como C.L. James clamaban que el frente único
propuesto por Stalin es la “unidad para llevar a los obreros a la guerra
imperialista” , y Trotsky tan desafortunado en sus previsiones, predecía en
abril de 1937, que la victoria sobre Alemania y Japón puede traer “la
destrucción del fascismo en Alemania y el establecimiento del fascismo en
Francia”, ya que para vencer a Hitler se debe “poseer una máquina militar
enorme” (20), etc.
Equivocarse de bando
en la lucha de clases
Losurdo indica que por su parte la IVª Internacional, creada
en septiembre de 1938, no paraba de reconocer la necesidad de derrocar a la
burocracia soviética “mediante la sublevación de los trabajadores” (abril
1939), vaticinaba el “derrumbe de la burocracia stalinista” en pocos meses
(septiembre 1939) y que Stalin y su oligarquía representaban el “peligro
principal para la URSS” (abril 1940). Con este etiquetaje hacia el gobierno de
la URSS no es descabellado pensar que la oposición Trotskysta, aunque no
estuviera al servicio directo del enemigo, si que estaba dispuesta a
acompañarlo en sus acciones y objetivos. No sorprende que tras el comienzo de
la Operación Barbarroja Goebbels se jactara de la utilización de tres radios
clandestinas en Rusia como instrumento de agresión (la Trotskysta, la
separatista, y la nacionalista rusa). Según Losurdo, cualquier gobierno habría
encontrado en organizaciones de esta orientación una amenaza para su seguridad,
y más categóricamente concluye que Trotsky deseaba la guerra, porque en ella
veía la única posibilidad de derrocar a Stalin.
Gramsci en la carta al PCUS citada recordaba que una de las
enseñanzas de Lenin era el estudio de los juicios de nuestros enemigos de
clase, señalando la expectación y esperanza que abrigaban la burguesía y los
Estados capitalistas para que el conflicto interno del PCUS acarreara el fin de
la dictadura del proletariado, consiguiendo lo que ni las invasiones, ni las
insurrecciones de los guardias blancos pudieron. Es evidente que ni Trotsky ni
los grupos oposicionistas dentro del partido bolchevique sacaron enseñanza
alguna de esa advertencia de Lenin.
Como si fuera una maldición, preso de su rígido y dogmático
esquema antileninista y antibolchevique cultivado desde 1903 en su pugna con
Lenin, Trotsky hasta el final fue incapaz de entender en la práctica, por mucho
que hablara de “estado obrero deformado”, la naturaleza de clase del Estado
soviético para colocarse en contra en vez de acompañar a las acciones de los
enemigos de clase, confundiéndose de bando entre los mismos enemigos de la
URSS. También le tocó vivir su lucha contra la “burocracia stalinista” sin
conseguir aportar la dirección de una experiencia revolucionaria victoriosa
digna de tal nombre. Por el contrario, Lenin primero y Stalin a continuación,
entendieron el carácter de clase de la dictadura del proletariado en la URSS
frente al imperialismo, dirigieron la victoria de Octubre, la victoria de la
construcción socialista y la victoria sobre el fascismo, la ampliación mundial
del proceso revolucionario, y ello, muy a pesar de las previsiones nada
científicas de Trotsky.
Notas
(1) ¡Manos fuera del camarada Antonio Gramsci (Jose
Antonio Egido) (pág. 86) Ed. Templando el Acero. 2013.
(2) Carta al Comité Central. del PCUS. (Antonio
Gramsci). http://www.gramsci.org.ar/3/31.htm
(3) Carta al Comité Central. del PCUS. (Antonio
Gramsci). http://www.gramsci.org.ar/3/31.htm
(4) Carta al Comité Central. del PCUS. (Antonio
Gramsci). http://www.gramsci.org.ar/3/31.htm
(5) Tesis de Lyon. (Antonio Gramsci). http://www.gramsci.org.ar/3/26.htm
(6) Informe de Gramsci sobre el III Congreso del PCI . http://www.gramsci.org.ar/3/27.htm
(7) La gran conspiración contra Rusia, Michael Sayers y
Albert E. Khan, pág. 23. Ed. Templando el acero 2013.
(8) La gran conspiración contra Rusia, Michael Sayers y
Albert E. Khan, pág. 176. Ed. Templando el acero 2013.
(9) Decisión tomada en el XVº Congreso del PCUS para
resolver la falta de abastecimiento de alimentos a las ciudades en el invierno
1927-1928 a raíz de la cristalización en el campo de los kulaks que especulaban
con el suministro y el hambre, y por la necesidad de iniciar las bases de la
industrialización socialista.
(10) La oposición de izquierdas inicialmente constituida por
Trotsky y Preobrazhenski en torno a la construcción del socialismo en la URSS consideraban
igual de Kaustky Otto Bauer, la imposibilidad de la revolución socialista en un
país en el que los campesinos medios y pobres constituían la mayoría de la
población mediante medidas transitorias (Nep). Este grupo, al contrario de
Lenin, negaba la posibilidad del socialismo en un solo país, la única
alternativa para el sostenimiento del poder soviético era la revolución en
occidente.
(11) Antisemita partidario del zarismo, admirador del
régimen franquista, etc.
(12) La gran conspiración contra Rusia, Michael Sayers y
Albert E. Khan, pág. 195. Ed. Templando el acero 2013.
(13) La gran conspiración contra Rusia, Michael Sayers y
Albert E. Khan, págs. 23 y 173. Ed. Templando el acero 2013.
(15) La gran conspiración contra Rusia, Michael Sayers y
Albert E. Khan, págs. 23 y 173. Ed. Templando el acero 2013.
(16) La gran conspiración contra Rusia, Michael Sayers y
Albert E. Khan, pág. 193. Ed. Templando el acero 2013.
(17) Carta al Comité Central. del PCUS. (Antonio Gramsci). http://www.gramsci.org.ar/3/31.htm
(18) La gran conspiración contra Rusia, Michael Sayers y
Albert E. Khan, pág. 194. Ed. Templando el acero 2013.
(19) La gran conspiración contra Rusia, Michael Sayers y
Albert E. Khan, pág. 195 Ed. Templando el acero 2013.
(20) La gran conspiración contra Rusia, Michael Sayers y
Albert E. Khan, pág. 287 y 288. Ed. Templando el acero 2013.
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