
La aplicación de las leyes estadísticas a la ciencia y al
arte políticos puede tener consecuencias muy graves en la medida en que sirve
para construir perspectivas y programas de acción; si en las ciencias naturales
la ley sólo puede determinar despropósitos y errores de bulto, que se pueden
corregir fácilmente con nuevas investigaciones y lo único que hacen es cubrir
de ridículo al científico individual que la ha utilizado, en la ciencia y en el
arte políticos puede producir verdaderas catástrofes, de cuyo daños no podremos
nunca resarcirnos.
De hecho, en política la elevación de la ley estadística a
la categoría de ley esencial, de acción fatal, no sólo constituye un error
científico sino que es un error práctico en acto; además, favorece la pereza
mental y la superficialidad programática. Debe observarse que la acción
política tiende, precisamente, a hacer salir a la multitud de la pasividad, es
decir, a destruir la ley de los grandes números; ¿cómo se puede