La relación entre filosofía “superior” y sentido común es
asegurada por la “política”, así como es asegurada por la política la relación
entre el catolicismo de los intelectuales y el de los “simples”. Las
diferencias entre ambos casos, sin embargo, son fundamentales. Que la iglesia
deba afrontar un problema de los “simples” significa precisamente que ha habido
una ruptura en la comunidad de los “fieles”, ruptura que no puede subsanarse
elevando a los “simples” al nivel de los intelectuales (la iglesia no se
propone ni siquiera esta tarea, ideal y económicamente desproporcionada a sus
fuerzas actuales), pero con una disciplina de hierro sobre los intelectuales
para que no traspasen ciertos límites en la distinción y no la hagan
catastrófica e irreparable.
3/4/13
El modernismo no ha creado ‘órdenes religiosas’ sino un partido político, la democracia cristiana
Antonio Gramsci
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Cuadernos de la Cárcel
Ciudad, erotismo y poesía en ‘Los Cristales de la Noche’ de Carlos Noguera

- "Destaca su afán por aprehender la ciudad, esta vez a partir del rescate de la oralidad de sus habitantes. La voz narrativa se desliza mimetizándose en el diálogo de los personajes que recrean desde la barra del bar, el ámbito festivo del prostíbulo o la sala velatoria de la funeraria, el laberinto de concreto, polución y asfalto de la ciudad, vista y vivificada por el agudo ojo de un provinciano...": José Carlos De Nóbrega, Derivando a Valencia a la deriva, Valencia, 2008
Especial
para Gramscimanía
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Carlos Noguera |
El capitalismo es una enfermedad que propaga la tiranía gubernamental y la violencia de las armas de fuego

Traducción del inglés
para Rebelión por Christine Lewis Carroll
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Read in English |
La tragedia del ser humano es su espíritu mezquino. Crecí en
la Pensilvania rural. Todo el mundo tenía armas de fuego, pero nunca fueron
motivo de preocupación. La gente tenía armas de fuego para la caza y el tiro al
blanco. Yo tenía un rifle Remington de cañón largo para la caza de alimañas,
principalmente para impedir que nos invadieran las ratas urbanas. Mi hermano
tenía una escopeta, aunque nunca supe de qué tipo. Sólo la utilizó una vez.
Cuando fue a cazar faisanes por primera vez llegó a casa con una pieza
ensangrentada que ofreció orgullosamente a nuestra madre. Como ella nunca había
tenido que desplumar un ave llena de perdigones se pasó toda la tarde
intentando convertirla en algo comestible. Cuando terminó, el orgullo que había
sentido mi hermano se tornó en pena y desazón. No cazó nunca más. Ningún
miembro de mi familia volvió a matar un faisán.
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