
Joan Tafalla
Permítame el lector empezar con una anécdota personal.
Transitaban los primeros 90 del siglo pasado. Harto de tratar intervenir en la
historia sin conseguir otra cosa que ir de derrota en derrota,
conmocionado por el cambio del escenario político planetario, decidí abrir un
crédito en mi ya menguante tiempo de vida para intentar comprender la historia
de las revoluciones del siglo XX. Si pretendía entender algo el desarrollo de
la historia me pareció lógico estudiar historia y a ello me dediqué con un
cierto ahínco.