
Antes de entrar en materia –o para entrar en ella
abruptamente- me permitiré citar a Marx in extenso. La argumentación del
presente artículo parte necesariamente de esta cita. En ‘El Capital’ dice Marx:
“Partimos del supuesto del trabajo plasmado ya bajo una forma en la que pertenece exclusivamente al hombre. Una araña ejecuta operaciones que semejan a las manipulaciones del tejedor, y la construcción de los panales de las abejas podría avergonzar por su perfección a más, de un maestro de obras. Pero, hay algo en que el peor maestro de obras aventaja, desde luego, a la mejor abeja, y es el hecho de que, antes de ejecutar la construcción, la proyecta en su cerebro. Al final del proceso de trabajo,