
El
pensamiento de Antonio Gramsci se basó fundamentalmente en el lugar del cual el marxismo nunca debió
salir: la realidad. No es relevante lo que Marx o Lenin dijeran sobre esto o lo
otro, no se trata de tener exegetas de los textos "proféticos" que
desentrañen el mensaje casi-evangélico de los "padres de la fe", sino
de recuperar la tarea esencial que señalaba Marx en la undécima tesis