
Nació en Cerdeña en 1891, y murió en 1937, en la cárcel a la
que había sido confinado tras ser condenado a 20 años de encierro por un
tribunal fascista en 1926, en un proceso en el que el fiscal, con la brutalidad
típica de los fascistas, había advertido de la necesidad de “evitar que ese cerebro siga
funcionando”. Muy joven se trasladó a Turín, donde estudió filología, rama del saber que permeó su pensamiento. En esa ciudad se vinculó al movimiento obrero y revolucionario, participó en las luchas del así llamado “bienio rojo” (1918-1920), y en la fundación del Partido Comunista de Italia. Cuando lo apresaron era la principal figura de ese partido y destacado dirigente en la Internacional Comunista. Su condena carcelaria lo sacó de circulación en el campo de la política, pero el deseo del fiscal no pudo realizarse. Sobreponiéndose a las duras condiciones de su internamiento, dejó al morir una importantísima obra escrita en la cárcel: 33 cuadernos redactados a mano, con un total de 2 848 páginas, conocidos como los Cuadernos de la Cárcel, en los que plasmó sus reflexiones sobre los complejos sucesos de la época en la que desarrolló su actividad política. Los Cuadernos representan lo esencial de su legado teórico.
funcionando”. Muy joven se trasladó a Turín, donde estudió filología, rama del saber que permeó su pensamiento. En esa ciudad se vinculó al movimiento obrero y revolucionario, participó en las luchas del así llamado “bienio rojo” (1918-1920), y en la fundación del Partido Comunista de Italia. Cuando lo apresaron era la principal figura de ese partido y destacado dirigente en la Internacional Comunista. Su condena carcelaria lo sacó de circulación en el campo de la política, pero el deseo del fiscal no pudo realizarse. Sobreponiéndose a las duras condiciones de su internamiento, dejó al morir una importantísima obra escrita en la cárcel: 33 cuadernos redactados a mano, con un total de 2 848 páginas, conocidos como los Cuadernos de la Cárcel, en los que plasmó sus reflexiones sobre los complejos sucesos de la época en la que desarrolló su actividad política. Los Cuadernos representan lo esencial de su legado teórico.
Los Cuadernos no son una obra de fácil lectura. Las
dificultades de su recepción se originan en diversos factores. Dentro del
marxismo, la herencia de Gramsci ha sido interpretada de distintos modos. Se
realizaron lecturas instrumentales del mismo, con el fin de legitimar, con su
indudable autoridad moral e intelectual, una u otra línea política específica.
En Gramsci se ha pretendido encontrar de todo, desde la reafirmación de las ideas
de Lenin hasta un basamento para aceptar las tesis maoistas, pasando por la supuesta
confirmación de estrategias reformistas. El Partido Comunista Italiano lo presentó
como precursor de su propia línea política gradualista, de construcción de coaliciones.
Los grupos de la “nueva izquierda” en América Latina y algunos países de Europa
Occidental utilizaron muchas de sus ideas y de su vocabulario para plantearse
el enfrentamiento radical contra las formas de la cultura burguesa. En los
países comunistas europeos su presencia fue más bien simbólica. Se le concedió
un nicho en el panteón de los mártires de la revolución, pero su obra,
demasiado iconoclasta y alejada de los cánones del “marxismo-leninismo”,
despertó siempre recelo y fue difundida solo muy superficialmente. Desde estas
posiciones tan dispares, se presentaron interpretaciones encontradas de su obra.
El anterior escrito es un
fragmento del capítulo II del libro ‘Traducir a Gramsci’ de Jorge Luis Acanda
González, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 2007, 292 pp. Podrá leer el capítulo completo
seguidamente:
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