- ¿Puede un sistema comprenderse a sí mismo (...) Todo lenguaje (...) llega, tarde o temprano a la situación límite de la autoreferencia: de querer expresarse sobre sí mismo” | Douglas R. Hofstadter
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Foto: Ferruccio Rossi-Landi |
Hugo R. Mancuso
1. La recuperación
del “Primer Programa Semiótico” (Gramsci, Wittgenstein, Bachtin)
1.1. La tradición semiótica italianaEn 1961 Ferruccio Rossi-Landi inicia lo que él mismo denominara, “una spericolata spedizione intellettuale su di un territorio inesistente (...) Il territorio inesistente era quello che avrebbe potuto esser raggiunto se, in primo luogo, la semiotica (con la linguistica quale sua porzione, sia pure porzione centrale e traente) e la filosofia analifica o logico-linguistica avessero cominciato a confluire. Inoltre, in secondo luego, I risultati di tale confluenza avrebbero a loro volta dovuto cominciare a confluire con taluni aspetti centrali della teoria marxista: le scienze riunite del segnico avrebbero cioè dovuto venire a far parte di una scienza storico-materialistica del sociale (...) tali confluenze e reciproche integrazioni non esistevano nella realtà per la buona ragione che le divisione accademiche, culturali e politiche continuavano a renderle impossibili” (Rossi-Landi 1961, 1980 2 :27).
Es obvio que esta ciencia unificada del Signo entendida como
una teoría histórico-materialista de lo social (i.e. de lo sígnico –más aún de
las condiciones de posibilidad de la signicidad–) no llegó a concretarse
inmediatamente pero sí en gran medida a gestarse precisamente en la obra
inmediatamente posterior de Rossi-Landi, superando algunos reduccionismos
heredados del “historicismo concluyente” y del “materialismo metafísico” y muy
especialmente a partir de los artículos publicados hacia 1967 y difundidos en
la memorable revista Nuova Corrente, primero e Ideologie después.
Baste recordar el fundacional “Perch, Semiotica” (1967: 90-93) primero de una
serie de “Note di Semiotica” verdadero llamado de atención contra la
“Semiologie” barthesiana y otras manifestaciones post-estructurales y
lacanianas.
Este proyecto de elaboración teórica de una Semiótica
General (compartido por otros autores tales como E. Garroni, Tullio De Mauro,
Luis Prieto y Umberto Eco) no surge aisladamente en la cultura italiana sino
que por el contrario se inscribe en la tradición crítica de Antonio Gramsci, y
en la obra de otro gran pensador, también outsider y fragmentario: Ludwig
Wittgenstein, reformulando algunos aspectos de su pensamiento desde la
perspectiva del Estructuralismo de la escuela de Praga y desde el Formalismo
ruso-italiano del primer Novecientos.
Las obras posteriores de Rossi-Landi [que se extiende hasta
su ‘Metodica Filosofica e Scienza dei Segni’ (1985) pasando por ‘Linguistic
and economics’ (1974), ‘Ideologia’ (1978) y demás ensayos
reunidos en ‘Il linguaggio come Lavoro e come Mercato’ (1968) y en ‘Semiotica
e ideologia’ (1972)] testimonia sobradamente la formulación teórica de
dicho proyecto. Y en la extensísima obra de Umberto Eco alcanza indudablemente
su máxima difusión.
1.2. La teoría de los sistemas modelizantesEsta problemáticca de inspiración histórico-materialista se plantea de modo particularmente análogo e incluso remontándose a antecedentes comunes (Formalismo, Futurismo, Simbolismo), en la otra gran tradición semiótica contemporánea: la tradición ruso-soviética.
El mismo Rossi-Landi reconoce (1961, 19802:28), más que una
deuda –imposible por causa del aislamiento de la cultura soviética durante el
stalinismo, así como por su escasa difusión externa– una preocupación común con
la desarrollada por el Formalismo y por la crítica literaria y sociológica de
los años veinte. Y más concretamente, por el grupo de Bachtin en Leningrado y
de modo más o menos interrelacionado, por el Círculo lingüístico de Moscú-Praga
e incluso por el Círculo de Viena.
He aquí reunidos, en una zona de fechas coincidentes, los
elementos de la casi “inevitable” síntesis en la que habría desembocado el
desarrollo intelectual de la década del veinte en Europa y a la que nos
remitimos explícitamente. Por ello tampoco resulta casual entonces, que tanto
en los fundamentos de la tradición semiótica italiana –y Europeo-occidental en
general– como en la tradición teórica germano-eslava, se encuentren ciertos
elementos comunes.
Nuestra lectura de este profuso proceso intelectual pretende
mostrar cómo algunos antecedentes claves de la construcción teórica de una
ciencia unificada de lo social se iniciaron y desarrollaron gracias al trabajo
de gran parte de la intelligentzia europea en el breve y fructífero
período inmediatamente posterior a la finalización de la Primera Guerra e
inmediatamente anterior a la expasión del Nazi-fascismo y del Stalinismo. En
realidad pretendemos reconstruir en su totalidad una tradición intelectual que
como se acaba de señalar muy sumariamente, involucra a todo el continente
europeo y cuya característica fundamental fue la de oponerse explícita y
contestatariamente a las ideologías totalitarias en ascenso y formación,
presentándose a su vez como la única alternativa anti-positivista, válida y
aceptable.
Pero, claramente, esta tradición fue o simplemente
despedazada (por las purgas stalinistas, por las persecuciones del fascismo
italiano –símbolo de las cuales es la muerte de Gramsci en prisión– por Guernica
y por los campos de exterminio extendidos por toda Europa Oriental) o
inevitablemente sobornada.
Por tanto retomar esta tradición significaba para
Rossi-Landi construir con “una specie di doveroso ottimismo retrospettivo” un
puente con el optimismo revolucionario y reformista de la primera post-guerra.
1.3. Semiosis, praxis y ética
Pero retomar este proyecto cultorológico hacia los finales
de los años '50 implicaba reactualizar, ni más ni menos, las tensiones
revolucionarias del primer Novecientos contemporáneamente al inicio del
Deshielo, de la Guerra Fría y de la revuelta sesentaiochista. Toda reflexión
acerca de lo social en clave sígnica implicaba una discusión ética.
En este sentido, e inscribiéndose concientemente en esta
misma tradición crítica, se destacan precisamente los trabajos de la Escuela de
Tartu [a partir de textos fundacionales como Ivanov (1962:3-9); Lotman
(1964:3-5 y 1970:3-5); Ivanov et. al(1973:9-32); Lotman & Uspenskij
(1977:148-167)] que con una sensibilidad absolutamente común a la diseñada por
Rossi-Landi, contribuye decididamente a “materializar” el viejo proyecto de
Bachtin, Wittgenstein y Gramsci: la construcción de un teoría “fuerte” (i.e.
“comprometida” en sentido sartreano o “militante" como la llamara C.
Muscetta) de lo social, entendido como mecanismo de relaciones
sígnico-comunicativas y por ello éticas (cfr. et. Goldmann 1952, Todorov
1982).
1.4.Hacia un materialismo no-metafísico
Finalmente, no es menos cierto que en la década del setenta
se desarrolla otro fenómeno fundamental del pradigma semiótico en la
semiognoseología (Prieto 1976) y en la epistemología post-positivista (Elkana
1984). Más aún la sensibilidad (socio)-semiótica se extendería incluso a las
supuestamente realístico-objetivas ciencias “duras” que a lo sumo podrán
pretender de ahora en más un status de intersubjetividad, o en términos de
Prieto, reconocer que todo conocimiento, aún el que se pretende “materialista”
(i.e. en el que se afirma “que il mondo fisico esiste indipendentemente da
tutti gli uomini) no deja de ser “pertinente” ya que un conocimiento “che in
un‘perpetuo avvininarsi' si tende a costruire è anzitutto una conoscenza
pertinente, e la pertinenza di una conoscenza non dipende dall'ogetto, bensì
dalla pratica chelo fa intervenire” y obviamente (y por razones “materiales”)
“una conoscenza pertinente in una società può non esserlo in un'altra” (1983
1989 2 ).
Quizás sea esta la mejor síntesis de lo que entendemos por
una teoría semiótica de la cultura, es decir –repetimos una vez más– una ciencia
histórico materialista de lo social como una ciencia de la pertinencia.
2. Hacia una lectura
sociosemiótica de Wittgenstein
2.1. El 25 de
abril de 1932 el profesor Piero Sraffa, entonces Secretario General del “Centro
Estero” del Partido Comunista Italiano y ocupado en las tratativas de
liberación de Antonio Gramsci, escribía a Palmiro Togliatti: “Lo que más
impresionó al Profesor (Ludwig) Wittgenstein de los manuscritos de Antonio
(Gramsci) es su teoría de la hegemonía y su interpretación acerca de la cuestión
de la alienación” (carta inédita perteneciente al archivo de F. Rossi-Landi, nº
223.95 y también citada –sin reproducir– por Paolo Spriano en el Tomo II de su Storia
del Partido Comunista Italiano, Torino, Einaudi:365).
La relación Wittgenstein-Sraffa e indirectamente
Wittgenstein-Gramsci no sería, en consecuencia “simplemente anecdótica”.
Esta hipótesis ya había sido anticipada por F. Rossi-Landi
en su ya clásico “Per un uso marxiano di Wittgenstein” –1966:187-230; et.
ap. 1968 (1983:11-60)– y recientemente ampliada por Ray Monk en su
reciente biografía Ludwig Wittgenstein: The Duty of Genius (1990
(1994):246-248, 361-364).
Dice Monk:
Un pensador “no burgués” cuya profunda influencia sobre el desarrollo de Wittgenstein data de ese primer año en Cambridge fue Piero Sraffa. Sraffa era un brillante economista italiano (de inspiración fuertemente marxista) e íntimo amigo de Antonio Gramsci, el lider comunista italiano que estaba encarcelado (...).Wittgenstein y él se hicieron buenos amigos, y Wittgenstein quedaba con él al menos una vez por semana para charlar. Llegó a valorar estos encuentros mucho más que los que mantenía con Ramsey. En el prefacio a las Investigaciones Filosóficas dice que de las críticas de Sraffa: “las ideas más importantes de este libro están en deuda con ese estímulo” (Monk 1990 (1994): 247).
Más aún: “Una vez que
Wittgenstein le comentó a Rush Rhees que lo más importante que le habían
aportado sus conversaciones con Sraffa era una óptica ‘antropológica' para ver
los problemas filosóficos” (Monk 1990 (1994):248).
A su vez, la relación entre Gramsci y Sraffa no sólo era de
antigua data sino crucial. En 1919 fueron Gramsci y Sraffa los principales
intelectuales de la revista Ordine Nuevo(órgano de difusión del ala más
radicalizada y democrática del PCI) así como los principales teóricos de la
práctica del ordonovismo (es decir la convicción de implementar activamente la
praxis revolucionaria en las fábricas pero sin oponerse a la conquista de las
llamadas “libertades burguesas” (cfr. v. gr. Sraffa 1924). Fue Sraffa, además
quien se preocupó durante años de enviar a Gramsci libros durante su vida de
cautiverio así como el principal “culpable” de que los Quaderni dal
Carcere “escapasen” de la prisión de Regina Coeli mediante la llamada “Ruta
a Cambridge” (v. Mancuso 1989: 4-91).

Uno de los primeros en señalar la relación entre
Wittgenstein y la problemática de la alienación, fundamentalmente lingüística,
fue precisamente Rossi-Landi (cfr. Rossi-Landi 1961 et 1966).
Dicho concepto, traducido como “parlare comune”, pretendía explotar la relación
entre los términos teóricos de “hegemonía” (gramsciana) y “alienación”
(marxista) y los comentarios esbozados en las primeras proposiciones de las PU.
Por su parte, Tullio De Mauro había señalado su interés y una visión análoga en
su monumental introducción al pensamiento lingüístico-filosófico de
Wittgenstein (Wittgenstein, 1966).
En efecto, las PU se inician con la firme
convicción de que la lengua es un sistema incompleto, un heterogéneo
background, que “puede verse como una vieja ciudad: una maraña de callejuelas y
plazas, de viejas y nuevas casas, y de casas con anexos de diversos períodos; y
esto rodeado de un conjunto de barrios nuevos con calles rectas y regulares y
con casas uniformes (§18). Es una recolección de las experiencias pasadas de
esa cultura del “sentido común” de sus hablantes (“nel senso comune si può
trovare tutto” en palabras de Gramsci) y a veces explícitamente olvidado:
constituyen recuerdos de lo obvio. El lenguaje en consecuencia, es siempre lenguaje
alienado.
Toda posible reflexión acerca del lenguaje y, más aún, toda
producción lingüística, necesita desautomatizarlo al menos mínimamente. Dicha
desautomatización implicará trabajar en los límites del mismo.
Esa praxis encuentra un método simple: el análisis de los
obvio a través de elementales parábolas que evidencian lo implícito de las
prácticas lingüísticas. Esta práctica des-alienante revela precisamente la
“plusvalía lingüística”. Este lenguaje devaluado constituye el esqueleto del
“sentido común”, un programa de adiestramiento: “El aprendizaje del lenguaje no
es aquí una explicación sino un adiestramiento” (§6).
Los lenguajes naturales, siempre alienantes, formados partir
de una instrucción ostensiva de un implícito (es decir una pertinencia
alienada) determinan la estructura del “lenguaje común” (“común” no por vulgar
sino por inter-individual), a saber, suasimetría (§7). En consecuencia, la
condición de posibilidad de una hipótesis de comunicabilidad inter-subjetiva es
precisamente el diálogo asimétrico (cfr . Lotman 1985).
Precisamente tal asimetría desmorona los supuestos no sólo
del “naturalismo sígnico” sino también de la teoría del “contractualismo
social” (entendido como un acuerdo entre partes iguales) y explicita el punto
de partida del desarrollo de una teoría general de la plusvalía sígnica.
Este “proceso” será entendido como un “juego del lenguaje”
es decir, “el todo formado por el lenguaje y las acciones con las que está
entretejido”. Es un proceso “abierto”, pues salvo escasos y reducidos lenguajes
artificiales o edénicos, totales y completos (cfr. et. Eco 1962: Apéndice)
tal como el descripto en el parágrafo 2 de la PU en los que no
existiría plusvalía sígnica, la semiosis es siempre imcompleta y asimétrica (cfr. Peirce,CP
passim). Wittgenstein coincide entonces también con la suposición bachtiniana
de que no se puede escapar nunca a la “tercera voz” ni a la posibilidad de
construir una eventual –nunca necesaria– “hegemonía alternativa” como suponía
Gramsci.
Sólo aceptando plenamente las premisas citadas y sus
consecuencias observacionales, se puede hipotetizar la construcción de una poética
de la apertura.
2.3. De acuerdo a
lo dicho, Wittgenstein desnaturaliza una de las categorías fundamentales de la
gnoseología y la epistemologías occidentales: el concepto de objeto (§10).
El concepto de objeto es una modelización abreviada (i.e .
una descripción que esconde el uso alienado de una pertinencia impuesta y
naturalizada por la hegemonía). Sólo por economía “se puede decir por cierto
abreviar la descripción del uso de la palabra ‘losa' de modo que esa palabra
designa ese objeto” (§10) aún cuando en realidad designa una práctica, basada
en una instrucción o adiestramiento pertinente y práctico,
válido en el contexto de ese juego y en esa situación.
En realidad, y contradiciendo algunas lecturas de las PU,
no es que no existan metatextos sino más bien se debería entender al metatexto
como una práctica alienante del uso del lenguaje al naturalizar una determinada
pertinencia. Pero, a su vez, otro metatexto (enunciado desde una hegemonía
alternativa) es la única posibilidad de desnaturalizar una determinada práctica
social, explicitando, mediante la escucha flotante, las pertenencias
encubiertas. Ese metatexto enunciado por laTercera Voz se identificaría
con la Terceridad, es decir con lo que Peirce denomina elInterpretante
Final: el metatexto de la Segundidad es legitimizante. La Primeridad aliena y
la Segundidad naturaliza.
El mayor nivel de alienación y plusvalía lingüísticas se
obtienen con la supuesta referencia y los deícticos. Ya que el referir implica,
porque sobrentiende, una tipología jerárquica de relaciones deícticas de los
objetos. En todo enunciado referencial se oculta alienación y plusvalor. No
existe, por más que nuestro sentido común lo repudie, una enunciación
referencial edénica, pura, prístina, objetiva.
Enunciar es siempre legitimizar porque pertinentiza (cuando
es enunciación hegemónica) o un intento, a veces desesperado y trágico, de
des-alienación (cuando se enuncia desde los márgenes de la cultura). Enunciar
implica siempre referir, no la Realidad, sino una pertinencia parcial. Toda
enunciación implicita un inter-texto responsivo.
Por ello “Cuando decimos ‘toda palabra del lenguaje designa
algo' todavía no se ha dicho con ello absolutamente nada” (§13). Sólo decimos
(literalmente) algo cuando explicitamos o implicitamos un interés, una
pertinencia, hegemónica o alternativa. Cuando tomamos conciencia de que los
grandes dramas de la vida humana surgen de la convivencia, del riesgo dialógico
que implica un encuentro con el “Otro”.
2.4. De lo dicho
se podría por tanto concluir que, más allá de las aparentemente innegables
interrelaciones ideológico-textuales entre Wittgenstein y Gramsci en
particular, y entre los representantes de lo que denomináramos el “Programa
Semiótico” de la primera mitad del Siglo, existe un fundamental coincidencia
teórica, en cuanto a la elaboración de categorías explicativas y metodologías
comunes a gran parte de la intelectualidad occidental en torno la cuestión de
la elaboración de una teoría crítica del Sujeto, de la Sociedad y de los
límites del (auto) conocimiento.
Si esto no bastara y no convenciese ni siquiera mínimamente
a los lectores, creemos que se habría justificado igualmente la presente
lectura aunque más no fuese por otras coincidencias no menos significtivas y
tal vez más válidas: en tanto Wittgenstein como Bachtin y Gramsci no fueron
intelectuales hegemónicos ni representantes delestablishment filosófico.
Wittgenstein vivió gran parte de su vida en el extranjero, y tras el Anschluss (Finis
Austriae) su definitiva radicación en Inglaterra se lo obligó a tomar un
decisión indefinidamente demorada “la idea de adquirir la ciudadanía británica
se me había ocurrido antes –escribe Wittgenstein a Keynes el 18 de marzo de
1938– pero siempre la he rechazado por esta causa: no deseo ser un simulacro-de-inglés”.
El mismo día escribió en su diario: “la idea de convertirme en ciudadano alemán
(...) me resulta ATERRADORA”. Su naturalización británica y su destino
irrevocable en Inglaterra, fueron vividos por Wittgenstein como un exilio, más
que geográfico o cultural, existencial.
Por su parte y como es sabido, M. Bachtin vivió la mayor parte
de su vida perseguido por la policía secreta del stalinismo y confinado en
innúmeras prisiones soviéticas hasta época reciente. Antonio Gramsci
finalmente, vivió encarcelado la mayor parte de su vida y murió siendo
prisionero del fascismo poco antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial.
La obra de estos tres autores a su vez, no deja de presentar
otras semejanzas aparentemente menores pero que evidencian un carácter y un
estilo también común y sobradamente significativo: las tres son obras cualitativa
y cuantitativamente monumentales que reclaman muchas generaciones de exégetas,
casi totalmente inéditas en vida de sus respectivos autores, fragmentarias y
quizás voluntariamente incompletas, porque se destaca una manifiesta
incompletud propia de tres espíritus iconoclastas, rigurosos y poco dogmáticos.
Según Peirce (otra alma curiosamente gemela) estas son las
características propias de todo verdadero descrubrimiento: el llamado “play of
musement”.
Estas aparentes pradojas de algunos de los filósofos que más
influyen en la discusión de las cuestiones presentes y que presumiblemente lo
harán en nuestro inmediato futuro, se podrían explicar, parafraseando a T.
Todorov (Face al'extreme 1991), recordando que nuestro siglo será
recordado en el ámbito del conocimiento, por haber sido el que más se preocupó
por estudiar, analizar y explicar los “campos semánticos”. Y quizás por ello el
que más desarrolló sistemática y concientemente los “campos de exterminio”.
Bachtin, Gramsci y Wittgenstein lo entendieron (y lo
padecieron) acabadamente, quizás por haber sido los grandes desalienados del
siglo.
Referencias
Bibliográficas
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1967-1975 Storia del Partito Comunista Italiano, Torino:Einaudi, vol II
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1924 “Problemi dieri e domani”, L'Ordine Nuevo, II, nº 3-4, 1-15 aprile 1924
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1982 La conquete de l'America. La question de l'autre, París: Seuil
1991 Face al'extreme , París: Seuil
1982 La conquete de l'America. La question de l'autre, París: Seuil
1991 Face al'extreme , París: Seuil
WITTGENSTEIN, Ludwig J. J.
[1953] Philosophische Untersuchungen , Oxford: Oxford University Press (tr.esp.: Investigaciones Filosóficas, Barcelona: Crítica, 1998)
[1953] Philosophische Untersuchungen , Oxford: Oxford University Press (tr.esp.: Investigaciones Filosóficas, Barcelona: Crítica, 1998)
Nota del Editor
Hugo. R. Mancuso, el autor del
presente trabajo, así como otro titulado El
espesor social del Lenguaje en las Philosophische Untersuchungen | Una
reorientación gramsciana y marxista en el pensamiento de Ludwig Wittgenstein, que se ha publicado también en Gramscimanía,
se ha inspirado en la obra de Ferruccio Rossi-Landi, quien se interesó
tempranamente en Wittgenstein en ‘Significato, comunicazione e parlare
comune’ (1961) y en su fundacional “Per un uso marxiano di Wittgenstein”(1966).
La obra de Ferruccio Rossi-Landi atraviesa desde la semiótica a la filosofía del lenguaje, incluyendo la
economía política, la antropología y las ciencias humanas, en un arco temporal
que va desde los años cincuenta a mediados de los ochenta, contribuyendo a la
cultura italiana con su importante aporte a la constitución de una ciencia de
los signos. Autor de, ‘Il linguaggio come lavoro e come mercato’ (1968), ‘Semiotica
e ideologia’ (1972) e ‘Metodica filosofica e scienza dei segni’ (1985),
entre otros importantes libros, desempeñó una prolífica acción cultural, como
Director o miembro de de revistas como ‘Methodos’ (1949-1952), ‘Occidente’ (1955-1956), ‘Nuova
Corrente’ (1966-1968), ‘Ideologie’ (1967-1972), ‘Dialectical
Anthropology’ (a partir de 1975) y ‘Scienze Umane’ (1979-1981).
La
aplicación exhaustiva y sistemática de las principales hipótesis de Gramsci y
de Wittgenstein al estudio de la cultura por parte de Rossi-Landi, le
permitieron sentar los fundamentos teóricos para la construcción de una Teoría
Económica de la Lengua y una Teoría Semiótica General y Unificada de la
Cultura, aspectos de los que dan cuenta los artículos incluidos.