- Hoy se sabe que Gramsci no utilizó la fórmula labrioliana “filosofía de la praxis” para disimular frente a la censura carcelaria sus referencias al materialismo histórico, sino más bien para subrayar su interpretación de éste como una teoría no sólo de la historia y de la economía, sino también de la política
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Antonio Gramsci ✆ Eddie Scorner |
Miguel Candioti | Hay
que destruir el prejuicio muy difundido de que la política es a la vez algo extremadamente
difícil y algo despreciable por el hecho de que es la actividad propia de una determinada
categoría de especialistas o de políticos profesionales que generalmente son
individuos desleales y corruptos. Por lo tanto, hay que demostrar en primer
lugar que todos los seres humanos son “políticos”, definiendo los límites y las
características de esta “política espontánea”, propia de “todo el mundo”, esto
es de la política que está contenida en lo que todos hacemos diariamente en nuestra
vida social. Y después de haber demostrado que todos los individuos son
políticos puesto que participan de hecho en la política, aunque sea a su
manera, inconscientemente, porque incluso sus mínimas formas de interacción
práctica cotidiana contribuyen a la
construcción de una determinada forma de sociedad frente a otras posibles, esto
es, integran las relaciones de fuerza entre grupos sociales con intereses
contrapuestos, se pasa al segundo momento, al momento de la crítica y de la conciencia, o sea a la cuestión: ¿es preferible actuar políticamente sin tener conciencia crítica, en forma disgregada y ocasional, dejándose llevar por tendencias impuestas mecánicamente por el ambiente externo, esto es, por los diversos grupos en los que cada cual se encuentra automáticamente incluido desde su entrada en el mundo social, o es preferible elaborar de manera consciente, coherente y crítica el propio proyecto político y, por tanto, en conexión con tal esfuerzo del propio cerebro, elegir la propia esfera de la práctica, participar activamente en la producción de la historia del mundo, ser guías de nosotros mismos y no ya aceptar ignorante y pasivamente que nos llegue desde el exterior la orientación de nuestra propia actividad política?
contrapuestos, se pasa al segundo momento, al momento de la crítica y de la conciencia, o sea a la cuestión: ¿es preferible actuar políticamente sin tener conciencia crítica, en forma disgregada y ocasional, dejándose llevar por tendencias impuestas mecánicamente por el ambiente externo, esto es, por los diversos grupos en los que cada cual se encuentra automáticamente incluido desde su entrada en el mundo social, o es preferible elaborar de manera consciente, coherente y crítica el propio proyecto político y, por tanto, en conexión con tal esfuerzo del propio cerebro, elegir la propia esfera de la práctica, participar activamente en la producción de la historia del mundo, ser guías de nosotros mismos y no ya aceptar ignorante y pasivamente que nos llegue desde el exterior la orientación de nuestra propia actividad política?
Todo el parágrafo anterior constituye una paráfrasis de lo
que Antonio Gramsci escribe no sobre la política
sino sobre la filosofía en un famoso pasaje de sus Cuadernos de la cárcel (Q.11, 12).
Sin embargo, entiendo que esta reelaboración no puede ser
considerada como una tergiversación de su pensamiento, puesto que para él la
filosofía, entendida en sentido lato, constituye sólo la parte teórica o
cognoscente de la actividad humana, mientras que la actividad humana tomada en su totalidad —es decir, como
unidad activa de conocimiento y de práctica— es siempre histórica y política.
Es por eso que nuestro autor llega a afirmar que: “Todo es política, incluso la
filosofía o las filosofías” (Q.7, §35) y también que “se puede identificar la
política y la historia y por consiguiente toda la vida y la política” (Q.13, §
10). Hoy se sabe que Gramsci no utilizó la fórmula labrioliana “filosofía de la
praxis” para disimular frente a la censura carcelaria sus referencias al
materialismo histórico, sino más bien para subrayar su interpretación de éste
como una teoría no sólo de la historia y de la economía, sino también de la política;
y como una teoría que además asume abierta y coherentemente sus propios intereses
en el contexto sociopolítico actual poniéndose al servicio de la praxis
revolucionaria de los trabajadores desposeídos. De esta manera, Gramsci se
separa críticamente de las lecturas economicistas de la obra de Marx, que sólo
retenían de ésta el momento puramente teórico de la descripción y la
formulación de leyes del desarrollo histórico con base en la actividad
económica, dejando de lado o menospreciando el papel fundamental que juega la política
teórica y práctica en el movimiento real de la historia humana. Gramsci
considera que la revolución bolchevique y las ideas políticas de Lenin han
marcado un punto de inflexión en la historia del “marxismo” precisamente porque
han significado la recuperación y fortalecimiento del componente político del
materialismo histórico. Pero eso no quiere decir que Gramsci crea que ese
componente político no esté de algún modo presente ya en el mismo Marx:
La innovación fundamental introducida por la filosofía de la praxis en la ciencia de la política y de la historia es la demostración de que no existe una "naturaleza humana" abstracta, fija e inmutable (concepto que ciertamente se deriva del pensamiento religioso y de la trascendencia), sino que la naturaleza humana es el conjunto de relaciones sociales históricamente determinadas [...]. Por lo tanto, la ciencia política debe ser concebida en su contenido concreto (y también en su formulación lógica) como un organismo en desarrollo. (Q.13, § 20).
Este pasaje nos
recuerda además que para Gramsci el texto clave de Marx, el que constituye el
punto de partida obligado para
interpretar adecuadamente todo el resto del materialismo histórico, es el de las Tesis sobre Feuerbach, en donde
efectivamente se afirma que toda realidad humana está determinada por el mundo de la práctica, esto
es, por la historia humana entendida como el cambiante conjunto de las relaciones sociales o interacciones reales de los seres humanos y de sus transformaciones objetivas del mundo
social-natural que integran. Ahora bien, dentro de este cuadro general Gramsci destaca un elemento
sustancial que en realidad permanece
implícito en el texto marxiano:
precisamente la dimensión política en sentido amplio, es decir, no reducida al terreno “formal”,
“institucional”, estatal-partidario, sino extendida a toda la sociedad. En
efecto, uno de los principales aportes de Gramsci al materialismo histórico es
el señalamiento de que las relaciones