- “La relación pedagógica no puede quedar limitada a las relaciones específicamente ‘escolares’ mediante las cuales nuevas generaciones entran en contacto con las anteriores, de las que extraen experiencias y valores históricos superiores. Estas relaciones existen en todo el complejo social, en los individuos entre sí, entre intelectuales y no intelectuales, gobernantes y gobernados, núcleos selectos y sus seguidores, dirigentes y dirigidos, entre vanguardias y cuerpos del ejército. Toda relación de hegemonía contiene una relación pedagógica” | Antonio Gramsci

Daniel Suárez | En
este artículo comento algunos de los aportes de la producción teórica gramsciana
que considero sugerentes para el estudio sociológico de la escuela. Mi interés,
sin embargo, se centra en revisarlos con el objeto de plantear dos cuestiones
relacionadas entre sí. En principio, me preocupa mostrar la vigencia y las
potencialidades de algunas de las
intuiciones teóricas desarrolladas por Gramsci; sobre todo de aquellas que anticipan preguntas acerca de las dinámicas sociales, políticas y culturales involucradas con los procesos educativos y escolares. De esta manera, una buena parte de la discusión focaliza en una serie de cuestiones que sugieren una reformulación conceptual de la teoría educacional crítica a la luz de aportes renovados de la teoría social.
intuiciones teóricas desarrolladas por Gramsci; sobre todo de aquellas que anticipan preguntas acerca de las dinámicas sociales, políticas y culturales involucradas con los procesos educativos y escolares. De esta manera, una buena parte de la discusión focaliza en una serie de cuestiones que sugieren una reformulación conceptual de la teoría educacional crítica a la luz de aportes renovados de la teoría social.
A pesar de que la presentación de esos problemas teóricos
generales ocupa una porción importante del texto, también utilizo a la
reflexión gramsciana para enfrentarme con una segunda cuestión: polemizar con
las formas convencionales con las que el pensamiento educativo ha entendido al
sistema escolar y ha emprendido sus indagaciones e intervenciones sobre el currículum. Aun cuando este ejercicio de recuperación y argumentación ya haya sido
realizado varias veces, considero necesario reeditarlo por una serie de
razones. Respecto de la primera cuestión apuntada, creo que algunas de las nociones
de la tradición gramsciana todavía pueden ser herramientas teóricas importantes
para una mirada sociológica crítica de los procesos educativos. Sin embargo
también considero que ésta no resultará de una aplicación mecánica y canónica
de conceptos y categorías, aun cuando cada uno de ellos revista por sí mismo
algún prestigio académico. Existen bastantes elementos para sostener que muchos
de los “usos” de Gramsci en el campo educativo han adolecido de la criticidad
que él mismo propiciaba en sus escritos. Espero que las pistas que sugiero para
la relectura de Gramsci contribuyan, en cambio, a reencauzarlas en un doble
sentido. Por un lado, para ayudar en la comprensión de las relaciones y
prácticas sociales que configuran a la escuela como una institución moderna;
por otro, para poner a esas relaciones y prácticas sociales en tensión con
aquellas que definen las experiencias formativas y culturales vividas que
tienen lugar en las agencias educativas. Para ello será necesario desacralizar
el pensamiento gramsciano, y desarrollarlo desde una perspectiva holística y
relacional que permita visualizar las proyecciones generales y metateóricas de
sus conceptos y categorías.