
Diversos autores han destacado el énfasis que pone Gramsci
en la educación y el papel de los intelectuales orgánicos en la conformación de
un bloque histórico. En sus escritos el autor modificó la teoría política
marxista en un punto central: una clase hegemónica no sólo tiene que ser
dominante (dictadura de clase, como sostenía Marx) sino también dirigente
(función pedagógica, concepto desarrollado por Gramsci). En ese sentido, el
pensador político se inscribe en una larga tradición de la península italiana
que rescata el significado del humanismo, al que Heidegger desacreditara en
1946 cuando presentó aquella célebre Carta sobre el humanismo. Desde la cárcel,
en el contexto del fascismo, Gramsci se apoya en una antigua corriente de pensamiento
para definir una antropología política que en principio supone un enfoque sobre
el humanismo que rompe con la estrecha concepción burguesa del humanismo. A fin
de desarrollar estas ideas novedosas del político comunista, en el presente
trabajo se toma como hilo conductor la idea de humanismo sostenida por Todorov
en un revelador libro:
El humanismo es, para empezar, una concepción del hombre, una antropología. El contenido de ésta no es rico. Se limita a tres rasgos: la pertenencia de todos los hombres, y ellos solamente, a una misma especie biológica; su sociabilidad, es decir, su dependencia mutua no sólo para alimentarse y reproducirse, sino también para convertirse en seres conscientes y parlantes; y, finalmente, su relativa indeterminación y, por tanto, su posibilidad de internarse en elecciones distintas, constitutivas de su historia colectiva o de su biografía, y responsables de su identidad cultural o individual [1998:327].
Las razones por las que he escogido este punto de vista
radican en lo siguiente. Primero, se trata de oponerse con estas categorías a
ciertas corrientes filosóficas que saludan con optimismo el advenimiento de una
sociedad manipulada por medio de la tecnología, y se refugian en una idea
generalizadora de la educación como domesticación, tomando como referencia las
posiciones de Heidegger mencionadas más arriba.1 En segundo término, me adhiero
a la tesis según la cual en la base de toda concepción educacional se halla una
antropología. Por último, Gramsci revoluciona la antropología (y por
consiguiente, la idea de educación) subyacente a la teoría marxista, además de intervenir
en la polémica coyuntural sobre el tipo de escuela más adecuado para las masas.
Nota del Editor
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Foto: Hugo Enrique Sáez |
El autor del presente ensayo es el profesor Hugo Enrique Sáez, quien es doctor en filosofía por la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina y estudios sobre el pensamiento de Heidegger en la Universidad de Freiburg im Breisgau, Alemania, 1969-1970. Se desempeña como profesor investigador titular del Departamento de Relaciones Sociales de la Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco, a la que ingresó en mayo de 1980. Se exilió en México en 1976, cuando llegaron allí un gran número de personas que evadían a las dictaduras de América del Sur. En la Argentina trabajaba como catedrático y llegó a ocupar el cargo de Secretario Académico de la Facultad de Antropología Escolar, en la ciudad de Mendoza. Ha participado en numerosos congresos de filosofía y ciencias sociales, tanto en México como en Puerto Rico, España, Guatemala, Argentina, Estados Unidos. Cuenta con 8 libros publicados y más de 50 artículos en revistas nacionales e internacionales y traducciones del alemán, griego clásico e inglés. Se ha especializado en el área de metodología de la investigación, educación y cultura. Nos honra publicar este magnífico trabajo sobre Gramsci.