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Antonio Gramsci ✆ Simona Ranias |
Se suele llamar a Gramsci el teórico de las superestructuras.
Vamos a analizar en este pequeño trabajo la realidad de semejante aserto, que
de primera entrada pone de manifiesto muchas cosas. Primero, alguna división en
la ontología social de la que “superestructuras” corresponde a una parte. En
esa medida: que existe alguna noción de lo que eso puede significar. Tercero,
que la atención dedicada por Gramsci al asunto es tanta que lo hace un signo de
distinción. Se trata entonces de un juicio que hace referencia —muy probablemente— al sub-mundo de categorías del marxismo. Basta de introducciones y vayamos al grano. La relación entre estructura y superestructura — según Gramsci — se materializa concretamente a través de los intelectuales. Dice Portelli: “El problema de la unidad del bloque histórico es en realidad el de la naturalezadel vínculo orgánico que relaciona estructura y superestructura y, en el seno de esta última, Sociedad Civil y Sociedad Política”. El problema del Bloque Histórico se traduce en la acción y desarrollo realizados por los intelectuales. Gramsci dice:
distinción. Se trata entonces de un juicio que hace referencia —muy probablemente— al sub-mundo de categorías del marxismo. Basta de introducciones y vayamos al grano. La relación entre estructura y superestructura — según Gramsci — se materializa concretamente a través de los intelectuales. Dice Portelli: “El problema de la unidad del bloque histórico es en realidad el de la naturalezadel vínculo orgánico que relaciona estructura y superestructura y, en el seno de esta última, Sociedad Civil y Sociedad Política”. El problema del Bloque Histórico se traduce en la acción y desarrollo realizados por los intelectuales. Gramsci dice:
Si las relaciones entre los intelectuales y pueblo-nación, entre dirigentes y dirigidos -entre gobernantes y gobernados, son dadas por una adhesión orgánica en la cual el sentimiento pasión deviene comprensión y, por lo tanto, saber (no de forma mecánica sino de manera viviente), sólo entonces la relación es de representación y se produce intercambio de elementos individuales entre gobernantes y gobernados, entre dirigentes y dirigidos; solo entonces se realiza la vida de conjunto, la única que es fuerza social. Se crea un bloque histórico.
Los intelectuales representan un grupo social. Existe pues
una vinculación orgánica entre el intelectual y un grupo. En este terreno es entonces
necesario distinguir entre los intelectuales ligados orgánicamente a la clase
dominante en el Bloque Histórico y los ligados al Bloque Histórico precedente. Las
relaciones entre ambos sectores de intelectuales moldea y explica las
características del bloque histórico y de la hegemonía al seno de la Sociedad Civil.
Para Gramsci, los intelectuales, aunque vinculados a clases
sociales, poseen una autonomía frente a lactase económica que representan. El
desarrollo de la superestructura y el de la estructura son distintos. La
función del intelectual es la de asumir la hegemonía social y política en un
sistema social, y homogenizar a la clase de quien es representante. (Esta
visión —para empezar a criticar— sería vista por un marxista ortodoxo como abstracta.
Nos diría: la homogeneidad de una clase se establece en el terreno de la lucha
de clases. No depende directamente de la función intelectual. Más bien esta es
explicada por las relaciones básicas entre las clases).
En el seno de los intelectuales, según Gramsci, existe una
jerarquización, que es expresión de la relación entre las clases sociales que
representa. Dice Gramsci:
En el campo ideológico. La derrota de los auxiliares y de los partidarios menores tiene una importancia casi insignificante; en él es preciso batir a los más eminentes. De otro modo, se confunde el periódico con el libro, la pequeña polémica cotidiana con el trabajo científico; los menores deben ser abandonados a la infinita casuística de la polémica de periódico 2
Los grandes intelectuales son los armadores esenciales del
bloque intelectual que dirige la hegemonía en el Bloque Histórico. Por eso Croce
y Fortunato eran las “. . . figuras máximas de la reacción italiana”. La
disgregación del bloque intelectual se convierte en la tarea esencial de la
revolución del Bloque Histórico. El sistema hegemónico está establecido por un
sólido bloque intelectual de la clase económicamente dominante, que integra
bajo su égida ideológica a otros intelectuales provenientes de las clases
“subalternas” del Bloque Histórico. La crisis de un Bloque Histórico se plantea
por Gramsci en términos da una crisis orgánica que es una ruptura del vínculo
orgánico entre las dos estructuras del Bloque Histórico, crisis que debe
englobar a las clases “fundamentales”: la que domina y la que aspira a ello.
Pero en cualquier caso, la crisis orgánica es esencialmente una crisis de hegemonía
y por ello debe centrarse primordialmente en el seno de la Sociedad Civil. Gramsci
pretende a través del concepto de intelectual, como director de la superestructura,
concretizar la relación entre estructura y superestructura.
Desde un principio aparece con transparencia una actitud
metodológica que Portelli atribuye a Gramsci:
...el tercer camino es
el que utiliza generalmente Gramsci y que explica la importancia del concepto
del bloque histórico a la vez que el peso acordado a la
superestructura: en la medida que esta es el ‘reflejo del conjunto de las
relaciones de producción (Gramsci, El MATERIALISMO HISTÓRICO Y LA FILOSOFÍA
DE BENEDETTO CROCE, Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 1971, p. 239), el análisis de
su evolución permitirá el estudio indirecto de la estructura misma.3
Hagamos una pequeña digresión sobre el marxismo. Para un
marxista clásico todos los fenómenos superestructura les corresponden al devenir
de la infraestructura. Para éste la línea de necesidad material determina las
fronteras en que se mueve la superestructura. Pero, el marxismo admite que es
falso establecer una relación mecánica, estrecha, al ver en cada fenómeno
superestructural el reflejo de alguna situación estructural. Reza el marxismo:
la política, la filosofía o la religión, no son mero reflejo directo de la base
económica en su devenir. Eso sería un aserto totalmente abstracto. La
existencia de una relativa autonomía de las superestructuras con respecto a la
base económica- material, da por resultado que el análisis de una situación
ideológica, política o moral pueda no ofrecernos, razonaría un marxista
inteligente, muchos elementos sobre el marco infraestructural que la limita. Es
decir, partir dela superestructura no nos garantizaría en ningún momento que al
final de la carretera vamos a encontrar lucidez sobre la estructura. Por ello,
concluiría, el camino marxista ha sido siempre el contrario. Por encima de la muchedumbre
de factores particulares y azarosos querodean las situaciones históricas, lasrelaciones
sociales de producción y sus contradicciones interiores son la base en última instancia
para poder explicar el conjunto, el todo social concreto. En esta lógica de asumirse,
una relación directa entre base y superestructuras, pero con la preeminencia de
lo infraestructural. Por allí empieza el materialismo histórico.
Ahora bien, en Gramsci es claro que no se sigue en este
terreno una aproximación metodológica estrictamente marxista. Partiendo de la
teoría del “reflejo” hace de la superestructura la base de la explicación,
aunque sea “indirecta” o como se le quiera decir. Es evidente que el marxista
no aceptaría de buena gana este método. La reprimenda marxista clásica sería:
es correcto enfatizar el carácter mutuamente dependiente entre base y
superestructura, esto es primario, pero siempre y cuando la subyacente sea la determinación
material.
El marxista de arriba tendría algo de razón puesto que es
obvio que es bien difícil a partir de un análisis de lo que aquí se llama superestructura
encontrar conocimiento sobre la estructura económica. En efecto, solo en una
visión muy mecánica y determinista se podría pensar esa posibilidad. Esto no lo
concluimos, sin embargo, por crédito a la famosa autonomía de las
superestructuras del marxismo, sino porque afirmamos que los diferentes estratos
de la sociedad en general (en donde tampoco restringimos la historia a solo
dos) poseen en sí mismos un gigantesco nivel de movimiento no solo autónomo
sino capaz de ser dimensiones determinantes del conjunto de la evolución de una
sociedad en momentos precisos. Esto último significa que pensarnos que estratos
que por Gramsci y por los marxistas son juzgados superestructurales en muchas ocasiones
pueden y han jugado papeles que ellos juzgarían de estructurales. Es decir, las
ideas, pensamos, pueden ser plenamente determinantes en situaciones concretas de
los recursos económicos y materiales de una sociedad dada. Esto, entonces,
incluso permitiría lo que en Gramsci como marxista —a la larga siempre
marxista— no es posible, a saber: manifestar el movimiento de la economía a
partir del movimiento de las “superestructuras”. Más claro aún es el caso del estrato
político. Es en este estrato donde ocurren las principales decisiones sobre el
decurso social. Es obvio que su importancia y su papel determinante
no escapaba a un Gramsci inteligente, pero de nuevo la opción era una para la
que —en mi opinión— no estaba él preparado.
En Gramsci aparece lo que para el marxismo sería un
importante error metodológico. Altera el orden de dominancia y determinación
entre los estratos de la sociedad. Es decir, la relación entre estructura, superestructura
política y jurídica, superestructura moral y superestructura ideológica,es
trastocada en una lógica extraña al marxismo, Expliquémonos mejor. Para Gramsci
la ideología, que encuentra un vientre materno en la Sociedad Civil, se
contrapone a la política dentro del campo estructural. Más, no solo se contrapone,
sino que lo preeminente reside en lo ideológico. La Sociedad Política y el
Estado son elementos secundarios. Porello la filosofía es regente de la ideología.
Sus hilos son como los rayos de un Júpiter desde el Olimpo que vertebran con la
mayor perfección posible todos los estratos inferiores de la ideología. A lo
sumo la política ayuda a darle unidad al engranaje ideológico, pero lo central
en Gramsci es la ideología como tal.
En la concepción marxista las reglas son diferentes. Las
formas políticas y jurídicas, más cercanas al decurso de la necesidad material
dela base económica, delinean con más precisión las columnas reales del edificio
social. La Sociedad Política, en el mismo léxico gramsciano, es el estrato
social de la superestructura. No quiere decir esto que la filosofía o la
religión, dentro de la aproximación marxista, no pueden intervenir con energía
en el devenir político, intervienen a veces muy decisivamente. Es imposible
para un marxismo lúcido negar la concatenación de la dialéctica existente entre
todos los niveles superestructurales. Hasta las formas de arte y literatura
pueden intervenir en el submundo político. Pero el marxista debe precisar con
agudeza qué elementos y estratos superestructurales son los esenciales y cómo
influencian, moldean y limitan a otros, Las reglas aquí son sencillas. Si lo
determinante, en contraposición con lo dominante, es la base y las relaciones
sociales de producción, es claro que serán aquellas capas superestructurales que
poseen una relación más estrecha y directa con ellas, las que fungirán con
mayor dominación y esencialidad sobre las otras. Decía Engels:
Aquí, la economía crea nada nuevo, pero determina el modo como se modifica y desarrolla el material de ideas preexistentes, y aun esto casi siempre de un modo indirecto, ya que son los reflejos políticos, jurídicos, mortales, los que en mayor grado ejercen una influencia directa sobre la filosofía4
En lo anterior, es necesario sin embargo no confundir el
carácter de la relación base-superestructura con la política e ideología en general.
Son situaciones cualitativamente diferentes.
Hasta el momento nos resulta bastante claro que enGramsci
hay un marcado acento en el “momento” superestructuras y dentro deeste en el
ideológico, en contraposición con el político. Es una interesante lógica, cuyos
orígenes trataremos de aproximar más adelante, que le lleva a revisar incluso
el concepto de “Sociedad Civil” en Marx. Recordemos que, para Marx, Sociedad Civil
se entendía así:
Las relaciones jurídicas, así como las formas de Estado no pueden explicarse ni por sí mismos, ni por la llamada evolución general del espíritu humano; se originan más bien en las condiciones materiales de existencia que Hegel, siguiendo el ejemplo de los ingleses y franceses del siglo XVIII, comprendía bajo el nombre de “Sociedad Civil”, y la anatomía de la “Sociedad Civil” debe buscarse en la economía política.5
Basta que pensemos en el “Segundo tratado sobre el gobierno”
de Locke para que situemos el concepto de “Sociedad civil desde el siglo XVII. En
Marx, “Sociedad Civil” no tiene nada que ver con la superestructura en el sentido
gramsciano. Por otro lado, no es tampoco un momento económico. Es más
totalizante, aunque bajo la lente materialista de la determinación
infraestructural. Existe otro delicado asunto de naturaleza global que aparece en
Gramsci. La contraposición entre Sociedad Civil y Sociedad Política oscurece
una situación básica: la ideología se produce tanto en la Sociedad Civil como
en la Sociedad Política. El Estado posee en su seno también dotes de productor
de ideología. (Esto es interesante porque en el análisis de la relación consenso—coerción,
el consenso entonces puede prevenir de las mientes de la Sociedad Civil y del
Estado mientras que para el marxismo la coerción como institución es en esencia
estatal. Esto establece una simetría entre consenso- coerción y Sociedad
Civil-Sociedad Política).
La situación anterior nos obliga a estudiar el concepto de
ideología en Gramsci. Este engloba todo. Desde el folcklore hasta la ciencia. Esto
es conflictivo si se entiende ideología en el sentido expreso de
“justificación” de las relaciones de una clase económicamente propietaria en el
seno de la sociedad. La falsa conciencia que se atribuye entonces a la ideología,
recaería sobre elementos tales como el folcklore y la ciencia natural. Es
decir, en este punto o Gramsci ideologiza todos estos estratos o si no es así
su concepto de ideología es más amplio. Evidentemente es lo segundo. Gramsci
posee una visión de la teoría y de la conciencia en general que podemos llamar
historicista, es decir relativizada a las funciones que esta juegue en el momento
socio-histórico. La teoría es sancionada en Gramsci de igual forma como se
juzganlas instituciones sociales. Los criterios de verdad — para hacer un
comentario epistemológico— terminan siendo pragmáticos y a la larga a
posteriori. Es decir, siempre juzgados en relación al pasado histórico. No
pretendo desarrollarlo aquí, pero se trata de un reduccionismo del conocimiento
a la conducta, lo cual encierra problemas metodológicos muy serios.
Pero sigamos con Marx. Este decía:
...por un lado la transformación material de las condiciones económicas de producción que se debe comprobar con el espíritu riguroso de las ciencias naturales, y también por otra parte, las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra las formasideológicas bajo las cuales los hombres adquieren conciencia de este conflicto y lollevan hasta sus últimas consecuencias (Contribución a la crítica de la economía política) 6
Separa evidentemente ciencia natural e ideología. Esto llama
a la reflexión. Llama a pensar sobre cuál es la dimensión de legitimación social
y política que existe en el mundo de las ideas en una sociedad. Es evidente que
si esta dimensión se identifica con el conjunto de las ideas, entonces no es
posible pensar en ideas contestatarias o negaciones del orden social existente,
a no ser que producto de las transformaciones ya dominantes en la infraestructura
de la sociedad.
Pero regresemos al tema de los intelectuales. El concepto de
intelectuales en Gramsci es ciertamente algo problemático. Esto es así puesto
que con él engloba a los filósofos, como a los economistas y a los políticosprofesionales.
Todos ellos forman un “bloque intelectual” que dirige la superestructrura de la
clase dominante y apunta hacia su homogenización como clase. Es claro que hay
profundas diferencias entre las funciones de un administrador del Estado y un
justificador ideológico, entre un gerente de empresas y un director musical,
por ejemplo. Aunque el concepto resulta vago y abstracto, hace referencia a una
clase social definida a partir de cierta función social, a pesar de que las
actividades sean diferentes. Tal vez sea más adecuado hablar devarias clases
sociales que forman la intelectualidad. De hecho, yo no vería con malos ojos el
término de Bloque Intelectual.
Pero es claro cuál sería la dificultad que en el marxismo se
produce con la importancia que le brinda Gramsci a este sector. Gramsci no
llegará a aceptar que los intelectuales sean una o varias clases sociales, porque
su noción de clase social está atada a la clásica del marxismo. Para el
marxismo, una clase social solo se puede definir a partir de la posición
ocupada en la propiedad de los medios de producción. Es obvio que Gramsci va lejos
en su separación del marxismo cuando asigna una dinámica, un valor, una función
y un papel histórico a los intelectuales. Pero no logra romper en definitiva
con el marxismo.
Hay, sin embargo, más problemas para el marxismo. En donde
se centra esta problemática es en el carácter de nexo, vínculo, que juegan
según Gramsci los intelectuales entre la estructura y superestructura. Un nexo
entre dos cosas es aquello que liga esas dos cosas. Es decir el vehículo que
lleva de una a otray sin el cual no se podría establecer una relación entre
esas dos caras. Entonces: el intelectual aparece en el análisis gramsciano como
el medio que hace posible que la superestructura esté ligada a la estructura.
Este rol, como hemos dicho, va a aparecer reñido con el análisis marxista.
Veamos en detalle por qué.
Para el marxismo, la relación entre superestructura y
estructura debe entenderse como la relación en un todo social. Son categorías entonces
en un sentido que permiten explicar supuestamente el movimiento real de la sociedad.
Como tales, las relaciones entre la base económica y las representaciones
ideológicas que le corresponden deben verse bajo una lente unitaria y
totalizante. Para el marxismo,las relaciones entre infraestructura y superestructura
plantean en cierta forma el mismo carácter de las relaciones entre existencia y
conciencia. Esto es lo básico. Las formas ideológicas existen en la medida que corresponden
a una práctica social y material. La preexistencia de las relaciones de producción
determina la existencia y el carácter detodo el mundo superestructural. Es decir,
el conjunto de la sociedad, con todas sus manifestaciones interiores, está
vertebrada, en su “anatomía”, por el modo de producción de la vida material.
Más aun, todos los ligamentos y soportes musculares del organismo social están
definidos por esta determinación. Entonces, el vínculo entre las formas
ideológicas y las relaciones económicas se encuentra stricto sensu en la
determinación que ejerce la vida material y sus relaciones sociales específicas
en las representaciones de la conciencia. La conclusión del análisis marxista
es entonces implacable: ahí reside la unión entre base y superestructura.
Por lo tanto, ¿cuál es la posición de los intelectuales
según la lógica marxista? La codificación de esta determinación mencionada
arriba es hecha por hombres específicos y por instituciones creadas para ello.
En cierto momento del desarrollo histórico, lo clave son las instituciones
correspondientes a las relaciones sociales dominantes y no quienes las administran
(incidiendo así nuevamente en el carácter de relación que manifiesta la unidad base
y superestructura).
El marxista no niega que exista un contingente de individuos
que dentro de las instituciones superestructurales dirijan su movimiento. Lo
que siniega es el rol preeminente que aparece en la lógica de —según Gramsci—
la relación base- superestructura. Este análisis gramsciano puede oscurecer,
según el marxista, que la verdadera dirección social del “Bloque Histórico”
reside en los propietarios de los medios de producción social. Que sus intereses
objetivos, independientemente de la conciencia de cualquier número de intelectuales,
son los que determinan el carácter de la sociedad.
Por otra parte, cuando el análisis es histórico entonces
tampoco —para el marxismo— los intelectuales pueden jugar ese papel trascendental.
Esto es así porque en el territorio de la evolución histórica es la lucha delas
clases sociales decisivas lo que mueve este devenir. Para el marxismo, ni
sincrónicamente (estructuralmente) ni diacrónica mente (históricamente) los
intelectuales pueden — en rigor— ocupar el papel determinante al seno de la
sociedad. El análisis de Gramsci pone entensión las premisas clásicas del marxismo.
Gramsci satisface al marxismo en tanto logra establecer que
los intelectuales están orgánicamente vinculados a una clase social económica,
pero no explica satisfactoriamente para el marxismo las razones que obligan a
esa vinculación y que en el marxismo son las mismas en el fondo que unifican la
infraestructura con la superestructura de la sociedad. La conclusión marxista
sería clara: el vínculo o puente entre base y superestructura no se encuentra,
en rigor, en los intelectuales.
La conclusión en todo lo anterior es simple. Por la escogencia
de los temas, por la prioridad e importancia que Gramsci brinda a las superestructuras
y a los intelectuales en la totalidad social, Gramsci se escapa de las versiones
clásicas del marxismo (sobre todo engelsiano-leninistas). A pesar de esta
separación en el método y en el contenido, no llega a desprenderse del marco
conceptual esencial del marxismo.
Referencias
• Bobbio, N. (1972). Gramsci y la concepción de la sociedad
civil. Gramsci y las Ciencias Sociales. Córdoba: Pasado y Presente.
• Gramsci, A. (1972). Los intelectuales y la organización de
la Cultura. Buenos Aires: Ed. Nueva Visión.
• Gramsci, A. (1971). El materialismo histórico y la
filosofía de Benedetto Croce. Buenos Aires: Ed. Nueva Visión.
• Gramsci, A. (1962). Notas sobre Maquiavelo, sobre política
y sobre el Estado Moderno. Buenos Aires: Ed. Lautaro.
• Marx, K. & Engels, F. (1952). Obras Escogidas en dos
tomos. (segundo tomo) Moscú: MIR.
• Marx, C. (1971). Contribución a la Crítica de la Economía
Política. Colombia: Ed. Oveja Negra.
• Mondolfo, R. (1981). Marx y Marxismo. Estudios
histórico—críticos. México: Fondo de Cultura Económica.
• Texier, J. (1977). Teórico de las Superestructuras.
México: Ediciones de Cultura Popular.
Notas
1 Gramsci, A. El materialismo histórico y la filosofía de
Benedetto Croce. Buenos Aires: Ed. Nueva Visión, 1971, pp.124.
2 Ibid., p. 138.
3 Postelli, Flugues. Gramsci y el bloque histórico.
México: Siglo XXI, p. 47.
4 Engels, F. Obras escogidas Marx Engels en dos tomos.
(segundo tomo) Moscú: MIR, 1952. p. 466.
5 Marx, C. Contribución a la crítica de lo economía política.
Colombia: Ed. Oveja Negra. p. 9.
6 Ibid. p. 9-l0
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