
En ‘La alfabetización y la pedagogía de la habilitación
política’, Gramsci (Cultura e lotta di classe., pág. 189) considera la
alfabetización una práctica social y un concepto, por un lado configura el
conocimiento y el poder, y por el otro la lucha política y cultural, es decir
la alfabetización para Gramsci es un argumento de doble filo: por una parte
logra la habilitación individual y grupal y por la otra las relaciones de
opresión y dominación. Se puede aprender para aceptar el sistema de dominación,
o para liberarse de la opresión y tomar la decisión de ser libre, para ser
libre. No ser libre para ser esclavo de un sistema expoliador.
Toda alfabetización tiene un espíritu crítico, una ideología
con una construcción social, un proyecto de posibilidad tanto en la comprensión
como en la transformación de la sociedad, es decir está se tiene que emancipar
tanto socialmente como culturalmente. Como movimiento social, la alfabetización
está ligada a las condiciones políticas y materiales para formar “educadores”
(concienciadores) tanto en la educación formal como en la no-formal.
Un contexto político cambiante, así como una realidad social
en transición, hicieron posible concebir una práctica de la alfabetización que
rompiera con las estructuras pedagógicas formales establecidas. No se trató
tanto de priorizar los contenidos sobre el educando, o el educando sobre los
contenidos, más bien se trató de trabajar con el pueblo como principio
pedagógico que Freire (La educación como práctica de la libertad, 1977, p. 97,
Siglo XXI) llevó a su máxima expresión: “Confiamos
siempre en el pueblo. Negaremos siempre las fórmulas dadas. Afirmamos siempre
que tenemos que cambiar junto a él, y no sólo ofrecerle datos.”
Entonces, situado el pueblo en el punto de mira de la
propuesta pedagógica del FMLN, se inicia toda una tarea de construcción
metodológica que parte del rechazo frontal de cualquier propuesta mecánica de
alfabetización. Se piensa, como asegura P. Freire, en “una alfabetización que fuera en sí un acto de creación capaz de
desencadenar otros actos creadores, en una alfabetización en que el hombre, no
siendo su objeto, desarrolle la impaciencia, la vivacidad, característica de
los estados de estudio, la invención, la reinvención” (Freire: 1997).
Por lo general, la alfabetización lo que pretende es
facilitar la capacidad de leer y escribir dentro del entorno escolar, para
aquellos alumnos de las clases trabajadoras.
Siendo la educación la reproducción y el reflejo de un
determinado grado de desarrollo material de la sociedad, de las formas de
propiedad existentes y de la manera cómo se relacionan los hombres para
producir, resulta una condición subjetiva el tratar de diseñar modelos
educativos que nada tienen que ver con la realidad práctica, obedeciendo sólo a
esquemas mentales que pueden ser aspiraciones legítimas, pero ajenas a las
leyes del desarrollo social. Esta manera de plantear las cosas cae en la utopía
voluntarista y es preciso comprender que las sociedades no se comportan según
los buenos deseos de los hombres, sino de acuerdo a leyes objetivas que rigen
el curso de su desarrollo.
El modelo emancipador de nuestro proyecto político sostiene,
que no solo es comprender y transformar las experiencias propias, sino que
también hay que constituir una relación estrecha del Estado con la gente, en
dirección de fundar una cultura democrática de participación efectiva de la
masa.