- “En el comienzo todo es religioso.” | Emile Durkheim
- “La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases.” | Karl Marx & Friedrich Engels
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Karl Marx & Émile Durkheim |
Durkheim aprovechó su reseña de la obra de Labriola para
fijar posición sobre el marxismo. Este artículo y su curso sobre el socialismo
constituyen los abordajes más directos de la obra de Marx por el sociólogo
francés. De ahí la relevancia de este escrito, que permite establecer la
demarcación entre marxismo y sociología.
El artículo se divide en dos partes: en la primera (pp.
224-228) realiza un resumen de la obra de Labriola; en la segunda (pp. 229-233)
somete el marxismo a discusión, diferenciándolo de lo que denomina “concepción
objetiva de la historia” (p. 230). Además, intercala entre ambas partes un
párrafo dedicado a formular una valoración general del libro de Labriola:
“Es uno de los esfuerzos más rigurosos que se hayan realizado para reducir la doctrina marxista a sus conceptos elementales y para profundizarlos (…) El autor no tiene otra preocupación que la de ver con claridad el principio que inspira a ciertas creencias cuyas consecuencias lógicas acepta de antemano y decididamente (…) esta exposición del sistema es muy adecuada para poner de relieve las instituciones fecundas y las debilidades del mismo.” (pp. 228-229).
En otras palabras, Durkheim utiliza a Labriola para dar su
opinión sobre el marxismo. Dada la importancia de esta cuestión, he preferido
dejar de lado la parte del artículo que resume el texto de Labriola (aunque
hago uso de ella en alguno de los párrafos que siguen). En definitiva, el eje
del artículo es el marxismo y no la obra de Labriola.
Ante todo, Durkheim señala una coincidencia entre el
marxismo y la sociología: el rechazo a la concepción idealista de la historia,
que considera que el desarrollo histórico puede explicarse por las
representaciones que se forman los individuos de los acontecimientos en que
participan (pp. 224-225). Durkheim llama “método ideológico” (p. 225) a esta
concepción. (3)
“…es fecunda la idea de que la vida social debe explicarse no por la concepción que de la misma se hacen quienes toman parte en ella, sino por causas profundas que se substraen a la conciencia; y pensamos también que esas causas deben ser buscadas principalmente en la forman en que están agrupados los individuos asociados. Incluso (…) es con esta condición, y sólo con esta condición como la historia puede llegar a ser una ciencia y, por consiguiente, como puede existir la sociología.” (p. 229).
Las representaciones colectivas tienen origen en causas
externas a la conciencia. En este sentido, puede afirmarse que no son
autónomas. El origen de dichas representaciones se encuentra las agrupaciones
de los individuos, la primera de las cuales es, por su relevancia y extensión,
la sociedad.
Durkheim está en desacuerdo con Labriola cuando éste liga la
“concepción objetiva de la historia” al marxismo y al movimiento socialista:
“Por nuestra parte hemos llegado a esta conclusión antes de haber conocido la obra de Marx, cuya influencia no hemos sufrido en modo alguno. Y es que, en efecto, esta concepción es la conclusión lógica de todo el movimiento histórico y psicológico de estos últimos cincuenta años.” (p. 229).
Por tanto, y según Durkheim, la concepción objetiva de la
historia es el producto del desarrollo mismo de las ciencias sociales. Es un
producto académico y un derivado del “triste conflicto de clases de que somos
testigos actualmente” (p. 230). En su opinión, es un error identificar la
concepción objetiva de la historia, propia de las ciencias sociales, con la
“doctrina del materialismo económico” (p. 230), desarrollado por el socialismo.
Para Durkheim, el “dogma del materialismo económico” es el
principio “de que el devenir histórico depende en último término de causas
económicas” (p. 224), “la evolución social tiene por fuente viva el estado en
que se encuentra la técnica en cada momento de la historia” (p. 226). Convierte
así al marxismo un reduccionismo económico. Pasa por alto que en el Manifiesto,
Marx y Engels consideran a la “lucha de clases” el motor de la historia, y no
la simple transformación de la tecnología o el desarrollo de las fuerzas
productivas. También deja de lado que, para Marx, el proceso de trabajo es
mucho más que un simple proceso “económico”, pues en él se engendran y
reproducen relaciones sociales e ideología.
La transformación del marxismo en un reduccionismo económico
es el paso previo a su crítica. Durkheim lleva adelante eta por medio de dos
pasos concatenados.
En primer lugar, rechaza que la economía sea el factor que
determina el desarrollo histórico:
“Del mismo modo que nos parece que es cierto que las causas de los fenómenos sociales deben ser buscadas fuera de las representaciones individuales, nos parece falso que se reduzcan en última instancia al estado de la técnica industrial y que el factor económico sea el factor del progreso.” (p. 231).
Como ya señalamos, Marx indica expresamente que la lucha de
clases es el motor de la historia. Durkheim ignora esta afirmación y convierte,
como ya hemos visto, al marxismo en una teoría economicista. De este modo,
transmutado en una especie de exaltación del desarrollo tecnológico, el
marxismo se vuelve una caricatura y puede ser herido de muerte. Durkheim no
sólo lo transforma en una economía de poca monta, sino que le da el estatus de
teoría académica, sustrayéndole así el carácter político que constituye su
esencia. Guste o no, el marxismo es una teoría de la sociedad capitalista, pero
también es la teoría de la subversión de una forma de organización social. Si
se deja de lado esto, se pierde el contenido fundamental del proyecto teórico y
político marxista.
En segundo lugar, Durkheim sostiene que el materialismo
histórico va mucho más allá de las pruebas empíricas disponibles:
“El marxismo está en contradicción con su propio principio básico. Empieza declarando que la vida social depende de causas que se substraen a la conciencia y a la actividad racional, pero entonces para descubrirlas deberían ser precisos procedimientos por lo menos tan afinados y tan complejos como los que emplean las ciencias de la naturaleza; deben ser necesarias toda clase de observaciones, de experiencias y de trabajosas comparaciones para descubrir aisladamente alguno de estos factores y sin que pueda plantearse el obtener una representación unitaria de los mismos.” (p. 231).
Para Durkheim, el marxismo pretende dar respuesta a todas
las cuestiones sociales y políticas sin haber realizado investigaciones
previas. En este punto pasa por alto: a) el trabajo monumental realizado por
Marx para poder redactar El capital; b) el hecho de que Marx plantea su teoría
como un método, como una puerta de entrada al análisis de la sociedad
capitalista, y no como una respuesta universal a todos los problemas. Además,
al convertir al marxismo en una mera teoría sociológica, se pierde de vista que
Marx considera que las respuestas están en la praxis y no en la teoría. En un
sentido fuerte, es la política y no la teoría sociológica la encargada de
resolver los problemas del capitalismo, transformando de modo revolucionario
esta forma de organización social. Claro que, visto desde el horizonte
académica en el que se incluye Durkheim, todo esto es una tontería.
Durkheim va más allá de la crítica del “materialismo
económico”. Frente a la economía, sostiene que la religión es el factor central
en la sociedad, por lo menos en las primeras etapas del desarrollo social.
“No sólo no está probada la hipótesis marxista, sino que es contraria a hechos que parecen establecidos. Sociólogos e historiadores tienden cada vez más a coincidir en esta afirmación común de que la religión es el más primitivo de todos los fenómenos sociales. Es de ella de donde han salido por transformaciones sucesivas todas las demás manifestaciones de la actividad colectiva: derecho, moral arte, ciencias, formas jurídicas, etc. En el comienzo todo es religioso. Ahora bien, no conocemos ningún medio para reducir la religión a la economía, ni ningún intento de llevar a cabo realmente esta reducción (…) es incontestable que originariamente el factor económico es rudimentario, mientras que, por el contrario, la vida religiosa es exuberante y tiende a extenderse a otros dominios. Así pues, ¿cómo podría la economía ser causa de la religión y, por el contrario, no es probable que la economía dependa de la religión mucho más que la segunda de la primera?” (p. 232).
Si bien Durkheim advierte sobre el peligro de transformar a
un aspecto de la realidad en factor explicativo de todas esa realidad (p. 233),
es claro que su intención es reemplazar a la “economía” por la religión en el
rol de causa del desarrollo histórico. Por razones de espacio no puedo
emprender aquí una discusión de la posición durkheimiana. Pero es pertinente
hacer un comentario. Es legítimo pensar lo que se quiera de la teoría marxista;
se puede intentar reducirla a un economicismo; pero lo que no puede hacerse tan
alegremente es minimizar la importancia del proceso de trabajo en la sociedad.
Así, sin haber resuelto el problema de cómo alimentar a la comunidad, ¿hubiera
sido posible la religión? Mejor dicho, la forma en que una comunidad produce
sus alimentos, sus vestimentas, sus viviendas, en una palabra, la manera en que
esa comunidad produce su existencia, ¿no influye sobre la religión?
¿Acaso la religión nace en el vacío social?
Durkheim construye una explicación que genera más problemas
que los que resuelve, y pierde de vista uno de los aportes fundamentales del
marxismo a la teoría social: el reconocimiento de la centralidad del proceso de
trabajo.
Notas
(1) “La concepción materialista de la historia” fue
publicado por primera vez en: REVUE PHILOSOPHIQUE, 1897, 44, pp. 645-651.
Utilizo la traducción española de Santiago González Noriega: Durkheim, Emile.
(1998). Las reglas del método sociológico y otros escritos sobre filosofía de
las ciencias sociales. Barcelona: Altaya. (pp. 224-233).
(2) Labriola, Antonio. (1897). Ensayos sobre la concepción
materialista de la historia. Giard y Brière.
(3) La crítica del “método ideológico” se encuentra en Las
reglas del método sociológico.