
Cuando las noticias sobre la Revolución bolchevique se
comenzaron a difundir en el mundo, Antonio Gramsci se preguntó: “¿Basta que una revolución haya sido hecha
por proletarios para que se trate de una revolución proletaria?” Este
intelectual italiano empezó su lucha revolucionaria como periodista, como una
manera de responder a las injusticias vividas en carne propia durante su
juventud. Al conocer el proceso encabezado por Vladimir Ilich Lenin en Rusia,
se plegó al mismo, alimentando esperanzas de ver, por primera vez en la
historia, una transformación social liderada por proletarios con una concepción
distinta a las que se habían dado hasta ese momento.
En un artículo denominado Notas sobre la Revolución Rusa”,
Gramsci responde a su pregunta, asegurando:
“La Revolución rusa ha destruido el autoritarismo y lo ha sustituido por el sufragio universal, extendiéndolo también a las mujeres. Ha sustituido el autoritarismo por la libertad; la Constitución por la voz libre de la conciencia universal. ¿Por qué los revolucionarios rusos no son jacobinos, es decir, por qué no han sustituido la dictadura de uno solo por la dictadura de una minoría audaz y decidida a todo con tal de hacer triunfar su programa? Porque persiguen un ideal que no puede ser el de unos pocos, porque están seguros de que cuando interroguen al proletariado, la respuesta es indudable, está en la conciencia de todos y se transformará en decisión irrevocable apenas pueda expresarse en un ambiente de libertad espiritual absoluta, sin que el sufragio se vea adulterado por la intervención de la policía, la amenaza de la horca o el exilio. El proletariado industrial está preparado para el cambio incluso culturalmente; el proletariado agrícola, que conoce las formas tradicionales del comunismo comunal, está igualmente preparado para el paso a una nueva forma de sociedad. Los revolucionarios socialistas no pueden ser jacobinos; en Rusia tienen en la actualidad la única tarea de controlar que los organismos burgueses no hagan jacobinismo para deformar la respuesta del sufragio universal y servirse del hecho violento para sus intereses”.
Desde que obtiene su credencial de periodista, este pensador
se dedica a ahondar en las críticas sobre el sistema económico y social
imperante para la época. Fue uno de los tres redactores del semanario de la
sección socialista de Turín ‘El Grito del Pueblo’, escribió también en la hoja
turinesa del ‘Avanti!’ y en el número único del periódico de los jóvenes
socialistas ‘La Città futura’, publicado el 11 de febrero de 1917.
Se transformó en un político radical, por lo que escribió en
1917 el artículo ‘La Revolución contra el Capital’, donde, entre otras
afirmaciones, asegura:
“La revolución de los bolcheviques se compone más de ideologías que de hechos… Es la revolución contra El Capital de Carlos Marx. El Capital de Marx era, en Rusia, el libro de los burgueses, más que el de los proletarios. Era la demostración crítica de la necesidad ineluctable de que en Rusia se formase una burguesía, se iniciase una era capitalista, se instaurase una civilización de tipo occidental, antes de que el proletariado pudiera siquiera pensar en su insurrección, en sus reivindicaciones de clase, en su revolución. Los hechos han superado las ideologías. Los hechos han reventado los esquemas críticos según los cuales la historia de Rusia hubiera debido desarrollarse según los cánones del materialismo histórico. Los bolcheviques reniegan de Carlos Marx al afirmar, con el testimonio de la acción desarrollada, de las conquistas obtenidas, que los cánones del materialismo histórico no son tan férreos como se pudiera pensar y se ha pensado”.
Fundó junto a Angelo Tasca, Palmiro Togliatti y Umberto
Terracini el diario ‘L’Ordine Nuovo’ en 1919 y colaboró en la revista ‘La Città
Futura’. Participó en el movimiento de los consejos de fábrica de Turín,
apoyando la huelga de abril de 1920, la ocupación de las fábricas del
septiembre siguiente y la frustrada huelga de abril de 1921.
Ese mismo año es fundador del Partido Comunista de Italia,
donde compartió con Amadeo Bordiga, Bruno Fortichiari, Luigi Repossi, Ruggiero
Grieco, Umberto Terracini y otros compañeros socialistas.
Gramsci fue escogido como diputado en las elecciones del 6
de abril de 1924 y pudo volver a entrar en Roma protegido de la inmunidad
parlamentaria. Sus ideas contenían la teoría de crear una intelectualidad media
que sirviera de intermediaria entre los jornaleros o campesinos pobres con los
proletarios urbanos, a fin de acabar con los grandes terratenientes.
En 1926 fue encarcelado, pero su espíritu lo llevó a
escribir Los Cuadernos de la Cárcel, donde continuó el análisis de la situación
social de Italia y del mundo, promoviendo los cambios necesarios que condujeran
a la transformación revolucionaria de las naciones.
Biografía mínima
El 22 de enero de 1891 nació en Ales, Italia, quien fuese
uno de los teóricos más notables del socialismo de principios del siglo XX:
Antonio Gramsci. Fue el quinto hijo de una familia formada por Francesco
Gramsci (1860-1937) y Giuseppina Marcias (1861-1932).
A los tres años sufrió un accidente que le afectó la columna
vertebral y le impidió un desarrollo normal, llegando a alcanzar apenas una
estatura de 1,50 metros en su etapa de adulto.
Gramsci conoce la pobreza desde sus primeros días. Su padre
era un funcionario de bajo salario, lo que complicaba la manutención de 8 niños
y una esposa.
En 1898, Francesco es acusado de peculado y falsificación,
por lo que es condenado a 5 años, 8 meses y 22 días de cárcel, dejando a la
familia en una situación bastante precaria.
Antonio apenas contaba con nueve años y estudiaba primaria,
donde obtenía altas calificaciones. Cuando terminó ese período estudiantil, en
1903, se ve en la obligación de trabajar para contribuir con el escaso ingreso
familiar, reseñó el portal web del Partido Comunista Argentino.
Su primer salario fue de 9 liras mensuales que ganaba
trasladando archivos y cajas con documentos en la oficina de catastro del
ayuntamiento de la ciudad. Esa paga apenas alcanzaba para comprar el pan diario
de la familia.
Al año siguiente, cuando su padre cumplió con la condena
impuesta por la justicia, pudo continuar sus estudios de bachillerato, gracias
a que su padre logró un cargo como escríbano en la misma oficina de catastro
donde laboraba su hijo, pero con un mejor ingreso.
En 1910 logró su credencial de periodista, después de haber
escrito algunos artículos con el auspicio de uno de sus maestros, quien lo
introdujo en la revista Unión Sarda.
Se casó con una violinista rusa de nombre Julia Schucht, con
quien procreó dos hijos. En 1926 fue encarcelado por orden de Benito Mussolini.
Fue liberado en 1937, pero su salud estaba tan deteriorada que apenas pudo
sobrevivir unos pocos días.
Título original: "Gramsci fue un socialista radical del siglo XX"
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