- “Peut on éviter de se laisser preñare a des jeux stériles en parlant de Marx et de ses enseignemenís? Autrement dit, peut on parler raisonnablement, en respectant les regles élémentaires de la logique et la vérité palpable des faits? Bref, une marxologie scientifique est elle possible quand on se trouve en face des exhibitions fantaisistes de toute une corporation —universitaires y compris— d'intellectuels?” / Maximilien Rubel
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Manuel Sacristán |
Se puede observar que los autores que más críticamente se están haciendo oír sobre la cuestión son filósofos que hasta hace muy poco tiempo entendían la obra de Marx del modo más cientificista, como un pensamiento en ruptura, corte o coupure (por usar un término muy usado desde los años sesenta), con sus orígenes metafísicos.
La duda acerca de la calidad científica del trabajo de Marx da
menos que hacer a otras comprensiones de nuestro autor que no son
cientificistas; por ejemplo, no se nota ninguna perturbación importante por
cosas así en corrientes que entienden a Marx más bien como un filósofo social,
o como un filósofo de la cultura, al modo de la escuela de Frankfurt; ni
tampoco entre los que leen a Marx principalmente como a un filósofo de la
revolución, lo que alguna vez se llamó «marxismo occidental», con
la escuela de Lukács y otras tradiciones; todos estos, o casi todos estos,
coinciden hoy en la necesidad de revisiones más o menos importantes de modos de
pensamiento presentes en la obra de Marx, o de tesis de éste. Pero en ninguna
de estas corrientes aludidas se percibe la situación de crisis teórica y
práctica como un derrumbamiento. Los economistas, por su parte, se consideren marxistas
o no, suelen desde antiguo ver en Marx, simplemente, un clásico, tan inspirador
como cualquier otro de una tradición que unos economistas modernos cultivan,
otros rechazan, ninguno debe sacralizar y todos pueden considerar interesante.
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