
Existe más o menos un acuerdo generalizado de que en el 2001
hubo, en términos gramscianos, una "crisis orgánica". Una crisis
catastrófica de la economía, combinada con una crisis social y política. El
fracaso de la "gran empresa" de la convertibilidad que nos llevaría
al moderno primer mundo y por la cual hubo que sacrificar hasta las joyas de la
abuela, devino en una crisis de representación y una movilización de masas que
se convirtieron en "jornadas revolucionarias".
Siguiendo a Gramsci, los momentos de crisis orgánica y sobre
todo cuando existe un "empate catastrófico" entre las fuerzas
"progresistas" y "reaccionarias", son propicios para
soluciones de fuerza y para diferentes variedades de "cesarismo".
En esto no hacía más que seguir al Marx del 18 Brumario.
Incluso planteaba que lo distintivo de los cesarismos-bonapartismos modernos,
era que el rol de apoyo que antes cumplía la "soldadesca" o elemento
militar (sustancial en los bonapartismos clásicos), ahora podían cumplirlo las
asociaciones, sindicatos y partidos, con un papel de control policial sobre el
movimiento de masas. Por eso caracterizada al cesarismo moderno como policial,
más que militar.
En el mundo moderno, las fuerzas sindicales y políticas, con medios
financieros incalculables puestos a disposición de pequeños grupos de
ciudadanos, complican el problema. Los funcionarios de los partidos y de los
sindicatos económicos pueden ser corrompidos o aterrorizados, sin necesidad de
acciones militares en vasta escala, tipo César o 18 Brumario (…) La técnica
política moderna ha cambiado por completo luego de 1848, luego de la expansión
del parlamentarismo, del régimen de asociación sindical o de partido de la
formación de vastas burocracias estatales y "privadas"
(político-privadas, de partido y sindicales) y las transformaciones producidas
en la organización de la policía en sentido amplio, o sea, no sólo del servicio
estatal destinado a la represión de la delincuencia, sino también del conjunto
de las fuerzan organizadas del Estado y de los particulares para tutelar el
dominio político y económico de las clases dirigentes. En este sentido,
partidos "políticos" enteros y otras organizaciones económicas o de
otro tipo deben ser considerados organismos de policía política, de carácter
preventivo y de investigación (Notas sobre Maquiavelo).
Recortamos a propósito la cita sobre la "fórmula
cuarenta-y-oechesca de la revolución permanente", que es parte de una
lectura equivocada de Gramsci sobre la teoría de la revolución de Trotsky).
Este costado del pensamiento gramsciano es poco considerado
por muchos de sus presuntos seguidores criollos, que pretenden ver en el
peronismo al partido de la transformación, más que al partido de la contención
y en la burocracia sindical a los genuinos representantes naturales de los
trabajadores, más que a la policía interna del movimiento obrero.
Pero volviendo a la cuestión del cesarismo, Gramsci también
planteaba que podía darse un "cesarismo" sin un Cesar o una gran
personalidad "carismática", ya que el concepto de
"cesarismo" es una fórmula "polémico-ideológica", no un
canon y que "Todo gobierno de
coalición es un grado inicial de cesarismo, que puede o no desarrollarse hasta
los grados más significativos". Para caracterizar históricamente al
"cesarismo-bonapartismo", para saber si se estaba frente a Cesar o
Napoleón I o frente Bismarck o Napoleón III "Se
trata de ver si en la dialéctica revolución-restauración es el elemento
revolución o el elemento restauración el que prevalece, ya que es cierto que en
el movimiento histórico jamás se vuelve atrás y no existen restauraciones in
toto". Por último explicando la mecánica política de los cesarismos,
Gramsci plantea:
"El cesarismo es progresista cuando su intervención ayuda a las
fuerzas progresivas a triunfar aunque sea con ciertos compromisos y
temperamentos limitativos de la victoria, es regresivo cuando su intervención
ayuda a triunfar a las fuerzas regresivas, también en este caso con ciertos
compromisos y limitaciones, los cuales, sin embargo, tienen un valor, una
importancia y un significado diferente que en el caso anterior".
Las coaliciones o "cesarismos" (en el sentido
polémico-ideológico), que muchas veces se imponen como salidas a los momentos
de crisis orgánica, tienen una gran base en la debilidad de la fuerzas
"progresistas" en el sentido histórico. En el 2001 argentino, tanto
el partido proletario en el sentido amplio de Marx, es decir la dinámica de la
propia clase obrera en tanto potencia de partido político, así como el partido
en sentido coyuntural (la izquierda marxista realmente existente) eran débiles
para dar una salida "progresista" (es decir revolucionaria). Las
derrotas de la clase obrera bajo el "neoliberalismo" y el rol de
policía interna de la burocracia sindical peronista, fueron elementos
limitantes para que el 2001 no se convierta en un "argentinazo" y
mucho menos en una revolución. La situación económica internacional y la medida
"económico-política" de la devaluación, sacaron del medio el elemento
catastrófico de la economía.
La "etapa superior del kirchnerismo", es decir el cristinismo y su coalición al haber
desarrollado el fenómeno político hasta su madurez, permite ver más claramente
el rol cumplido en sus fases anteriores ("en el hombre hay una clave para la anatomía del mono", Marx).
Es evidente el rol restaurador de la coalición gobernante,
hoy con elementos de "bonapartismo fiscal". Tuvo su primera fase
("kirchnerista pura") donde la propia burguesía tuvo que aceptar
"compromisos y limitaciones" para ocultar el elemento restaurador:
paritarias, discurso "setentista", de "no represión" a la
protesta social, demagogia en DDHH, ocultamiento de los impresentables del
peronismo; y la nueva fase ("cristinista") donde se propone realizar
la restauración hasta el final: perdida de peso y poder de los sindicatos y
ataque a la izquierda sindical clasista en particular, discurso contra los
piquetes, alianza más fuerte con los empresarios, Buodou como la "gran
figura" del "nueva" coalición, apoyo abierto en y al aparato
pejotista.
Tanto en el terreno de las relaciones económicas y sociales,
como en el régimen político donde donde vuelve al centro el pejotismo y
personajes como Scioli o Boudou o De la Sota, "recuperados"; como
últimamente en el discurso,
el kirchnerismo muestra su carácter restaurador.
Cuando la crisis mundial amenaza con posibles nuevas crisis
orgánicas y cuando se cae a pedazos el relato del peligro de la derecha y la
"restauración conservadora", hay que prepararse para saber aprovechar
las nuevas coyunturas estratégicas, ya que el éxito o fracaso de esa empresa
política, en su fase abiertamente restauradora depende de la relación de
fuerzas y de la lucha viva.
Desde ya que el uso de las metáforas y comparaciones históricas tiene muchos límites, los elementos "nac&pop" (los reales y los del relato), así como los de "restauración", tienen una relación directamente proporcional a las potencialidades y límites de la crisis y las jornadas del 2001. Pero consideramos que esta lectura es mucho más acorde al profundo pensamiento de Gramsci, que la que hacen muchos de los que se creen sus más fieles seguidores.
Desde ya que el uso de las metáforas y comparaciones históricas tiene muchos límites, los elementos "nac&pop" (los reales y los del relato), así como los de "restauración", tienen una relación directamente proporcional a las potencialidades y límites de la crisis y las jornadas del 2001. Pero consideramos que esta lectura es mucho más acorde al profundo pensamiento de Gramsci, que la que hacen muchos de los que se creen sus más fieles seguidores.