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En la “primera Serie” de sus Apuntes de Filosofía,
Materialismo e Idealismo, Gramsci escribe que la cuestión de las
“Relaciones entre estructura y superestructura” es el problema crucial del
materialismo histórico (1). Elegí el tema precisamente para verificar la
posibilidad de seguir la evolución del pensamiento de Gramsci a
través de su reflexión en la cárcel, basándome esencialmente en la cronología
de los Cuadernos propuesta por G. Francioni (2).
Trato de mostrar en particular cómo Gramsci, volviendo
varias veces al tema, pasa a través de sucesivos ajustes que finalmente lo
llevarán a rechazar su propio planteamiento inicial. Por eso una lectura
diacrónica de la obra de Gramsci no sólo es posible sino
indispensable. De hecho, no obstante su afirmada centralidad, la cuestión de
las relaciones entre estructura y superestructura, ausente en los diversos
planes de estudio precedentes al inicio de la redacción de las notas, tampoco
parece explícitamente en los primeros tres Cuadernos, escritos entre 1929 y 1930 (3).
Sin embargo, en algunos análisis histórico-políticos de
aquel periodo parece implícita una solución del problema substancialmente
“determinista”. Son ejemplares para este caso los parágrafos 43 y 44 del Cuaderno 1,
de febrero-marzo de 1930, en los cuales leemos que “todo el problema de las
diversas corrientes del Risorgimento se reduce a una cuestión fundamental: que
los moderados representaban una clase relativamente homogénea por lo cual la
dirección sufrió oscilaciones relativamente limitadas, mientras que el Partido
de Acción no se apoyaba en ninguna clase histórica“.
Aquí la estructura parece generar mecánicamente la
superestructura. Tan es así que más adelante se hablará de un desenvolvimiento
histórico “normal dada la estructura“, por lo cual “si en Italia no surgió un
partido jacobino hay razones que debemos buscar en el campo económico“.
Pensándolo bien no estamos lejos de la vulgata marxista tal como podía entonces
ser expresada por Bujarin, cuyo Manual, ampliamente utilizado porGramsci en
el 1925 para la escuela del partido (4), vendría a ser criticado solo unos
meses después, en mayo de 1930 (5).
Un testimonio extremo del inicial bujarinismo de Gramsci se
puede encontrar, por su admisión implícita, en el parágrafo 12 del Cuaderno
4, fechado entre mayo y agosto de 1930; esta es la primera nota, en la cual el
problema de Estructura y Superestructura fue explícitamente tematizada como
título de rubrica. Aquí de hecho el autor se adentra en una serie de cuestiones
tipo: “las bibliotecas son estructura o superestructura [...] a las cuales
responde volviéndolas todavía más complicadas y obstrusas: “son estructura y
superestructura [...]. Hay superestructuras que tienen una ‘estructura
material’ pero su carácter permanece el de las superestructuras [...]Tenemos
lógica y cronológicamente también: estructura social-superestructura-estructura
material de la superestructura". En el texto C (Cuaderno 11, parágrafo 29) el
mismo Gramsci atribuye a Bujarin dicho planteamiento,
notando como “hace inútilmente complicadas las cosas. A partir de este modo de
pensar barroco surgen toda una serie de cuestiones barrocas.” Es verdad que
todo esto es una desviación infantil de la filosofía de la praxis, determinada
por la convicción barroca de que cuanto más se recurra a objetos “materiales”
más ortodoxo se es.
Una primera sistematización del problema la encontramos en
el parágrafo 38 delCuaderno 4 redactado en octubre de 1930: “por un lado
tenemos el exceso de ‘economismo’ y por otro el exceso de ‘ideologismo’. Por un
lado se sobrevaloran las causas mecánicas, por otro el elemento ‘voluntario’ e
‘individual“‘. En esta fase Gramsci parece colocarse al centro respecto a dos
extremos, ambos por combatir: es una posición que recalca aquélla tomada por Stalin en
el debate soviético contemporáneo entre “mecanicistas” (Bujarin y Bogdanov)
dialécticos (Deborin), ambos condenados por el comité central del PCUS en enero
de 1931.
Realmente en los Cuadernos la crítica gramsciana y se
centrará casi exclusivamente en el “economismo” (representado por Bujarin),
mientras que al “exceso opuesto” serán dedicadas pocas líneas, más que nada en
forma de duda sobre el “prof. Lukacz” (6). Mayor espacio se dedica a Croce,
por demás un simple “estudioso” del marxismo. Esta asimetría se debe atribuir
al desplazamiento del eje de la ortodoxia staliniana en dirección “mecanicista”
justamente a partir de 1930 (el año de la doctrina cominternista del “socialfascismo”
y de la consecuente “vuelta a la izquierda” del PCI, también al centro de las
discusiones políticas en el “colectivo” de la cárcel de Turi). A esto le sigue
el desplazamiento de Gramsci, al menos aparente, en dirección contraria
que en el transcurso de la redacción de los Cuadernos viene a encontrarse en
una posición excéntrica respecto a la inicial. Es el mismo autor quien sugiere
esto cuando observa que a las relaciones de clases “se les ha dado un
significado mecanicista y determinista, de ahí la reacción“ (7).
La evolución del pensamiento de Gramsci sobre el
tema se desenvuelve en el marco de una profundización de la obra de Marx y
en particular de los dos célebres “principios” delPrefacio de 1859 de Para la
crítica de la economía política: 1) “que ninguna sociedad se pone tareas para
cuyas soluciones no existan ya las condiciones necesarias y suficientes“, y 2)
que ninguna sociedad cae sin primero haber desarrollado todas las formas de
vida que son implícitas a sus relaciones. Estos principios volverán cada vez
que se trate el punto fundamental: cómo es que de las estructuras nace el
movimiento histórico (8).
Sin embargo, mientras que en el parágrafo 20 del Cuaderno
7 (escrito entre finales de 1930 y principios de 1931), éstas sirven para
eliminar “cualquier mecanicismo“, en el parágrafo 17 del Cuaderno 15 (de
abril-mayo de 1933) son todavía los “dos principios fundamentales de la
ciencias políticas que deben ser primero desarrollados críticamente en toda su
magnitud y depurados de cualquier residuo de mecanicismo y fatalismo“. La
expresión hace referencia a una análoga empleada por Gramsci en el
conocido artículo de 1917 sobre la Revolución contra “El “Capital” a
propósito de las “incrustaciones positivistas y mecanicistas” de las cuales se
“había contaminado” el mismo pensamiento de Marx (9).
En el texto de 1933 Gramsci todavía escribe que
los principios marxistas “deben ser desarrollados los tres elementos
fundamentales en los que se puede distinguir una situación o un equilibrio de
fuerzas, que en el parágrafo 38 del Cuaderno 4 había expresado de la
siguiente manera: “1) hay una relación de las fuerzas sociales
estrechamente ligada a la estructura 2) el momento sucesivo es la “relación de
las fuerzas” políticas 3) el tercer momento es el de la “relación de las
fuerzas militares“.
Pero si a finales de 1930 afirmaba que el “desarrollo
histórico oscila continuamente entre el primer y el tercer momento con la
mediación del segundo”, tres años después creerá necesaria la “máxima
valorización del segundo momento [...] y especialmente del tercero” aquel menos
directamente ligado a la “base” económica.
Además, si en el Cuaderno 4 el primer momento era “una relación objetiva [...] un dato natural
que puede ser medido con los sistemas de las ciencias exactas o matemáticas”, más
tarde, en la segunda Serie de Materialismo e Idealismo, apelando al “testimonio
auténtico de Marx” y a las “precauciones reales” introducidas por él mismo, Gramsci
pone en primer lugar “la dificultad de
identificar, cada vez, estáticamente, (como imagen fotográfica instantánea) la
estructura” (10).
“Otra cuestión ligada al problema tratado en esta rúbrica -leemos
en el parágrafo 38 del Cuaderno 4- es la siguiente: si los hechos
históricos fundamentales están determinados por el malestar o bienestar económico”.
Coherentemente con la posición central respecto a los opuestos extremismos
apenas asumida, Gramsci aquí llega a “excluir cualquier respuesta
normativa en este sentido y a proceder hacia una respuesta más bien genérica“.
De cualquier forma está fuera de discusión que “la acción y la iniciativa
política” sean “expresión de la economía, es más, la expresión eficiente de la
economía”, y por lo tanto la prioridad del hecho político-económico, o sea, la
‘estructura’ como punto de referencia y de “causa” dialéctica, no mecánica, de
las superestructuras (afirma en el parágrafo 56 del Cuaderno 4 de
noviembre de 1930).
Cuando Gramsci enfrenta el dilema en una de las
dos notas del Cuaderno 7 dedicadas a Estructura y Superestructura, su
solución será decididamente diferente: “la pretensión (presentada como
postulado esencial del materialismo histórico) de presentar cada fluctuación de
la política y de la ideología como expresión inmediata de la estructura, debe
ser combatida teóricamente como un infantilismo primitivo” (11). Se trata
de una posición destinada a sufrir ulteriores reajustes hasta llegar a una
versión que, con el cuidado merecido, se puede llamar definitiva: en el
parágrafo 5 del Cuaderno 15 (febrero de 1933) a propósito de la
crisis de 1929 Gramsci se opone a “quien quiera dar a estos hechos
una definición única o encontrar una causa de origen única, que es lo mismo. Se
trata -escribe- de un proceso que tiene muchas manifestaciones y en
el que causas y efectos se complican y se sobreponen. Simplificar significa
“desnaturalizar y falsificar“. “Es difícil en los hechos separar la crisis
económica de las crisis políticas, ideológicas, etc.” Este apunte tardío da dos
indicaciones generales importantes: 1) la crisis de 1929 no provocando el “fatal
derrumbe del capitalismo” esperado por tantos marxistas, contribuye en los años
sucesivos a llevar a Gramsci a negar una relación estrechamente
casual entre estructura y superestructura, 2) negar eso significa en realidad
negar la imagen misma de una “base” sobre la cual se eleva una construcción,
por lo que, faltando la primera, necesariamente también se derrumba la segunda. Gramsci lo
sabe: no es casual que la rúbrica relativa al problema de las relaciones
estructura-superestructura desaparezca después de diciembre de 1931 (12).
Por otro lado, la sistematización intentada en el Cuaderno
4 ya había entrado en crisis en la segunda Serie de los Apuntes de
filosofía del Cuaderno 7, iniciada en noviembre de 1930, apenas terminada
la primera.
En el parágrafo 10 del Cuaderno 7, después de un
llamado explícito a las “notas escritas en la ‘Primera Serie’”, Gramsci introduce
por vez primera los famosos conceptos de “guerra de oposición” y “guerra
maniobrada” (más tarde llamada de “movimiento“). La necesidad de pasar de la segunda
a la primera, también en el “arte y en la ciencia política“, se debe al hecho
de que al menos en los países más avanzados, “la sociedad civil” se ha
convertido en una estructura muy compleja y resistente a las “irrupciones”
catastróficas del elemento económico inmediato (crisis, depresiones, etc.). No
es que las cosas queden tal cuales, sino que no se desarrollan de modo
fulminante y con marcha progresiva y definitiva como esperarían los estrategas
del cardonismo político. Gramsci siempre pone límites nuevos a la
acción directa de la estructura sobre la superestructura, ya sea escalonando
sus efectos en el tiempo, ya sea negándoles su mecanicidad. También en este
caso la profundización del problema crucial del materialismo histórico está
acompañada por una re-lectura de sus “padres nobles“, en este caso Lenin.
Pocas páginas más adelanteGramsci recuerda de hecho que “ya Ilich había
comprendido que era necesario un cambio de la guerra maniobrada a la guerra de
posición“, aun si “no tuvo tiempo para profundizar su fórmula” (13).
En el curso de 1931 el trabajo teórico de los Cuadernos
sufrió un fuerte retroceso, y los sucesivos apuntes del Cuaderno 7 no
aportan novedades esenciales respecto a todo lo anteriormente visto.
La sistematización del Cuaderno 4 está
definitivamente superada en el Cuaderno 8. No es casual que en la
Tercera Serie de Materialismo e Idealismo, a diferencia de las primeras dos, la
rúbrica de “Estructura y superestructura” no aparezca, sino hasta el parágrafo
182, redactado en diciembre de 1931.
De hecho, en un grupo de notas de febrero-marzo de 1932
tenemos el repudio explícito de tal pareja conceptual, de la cual se reconoce
el carácter metafórico y ocasional, ya atribuido por Marx, a una relación
con las ciencias positivas (o más bien positivistas) que la hacen inadecuada a
los tiempos nuevos (aquellos de la revolución contra el “Capital “en Oriente y
de la “guerra de posición” en Occidente). En el parágrafo 207 del Cuaderno
8 leemos: “Cuestiones de terminología: El concepto de estructura y
superestructura, por el que se dice que la “anatomía” de la sociedad está
constituida por su “economía”, y se ligara a las discusiones generadas por la
clasificación de las especies animales. El origen de la metáfora usada para
indicar un concepto nuevamente descubierto, ayuda a comprender mejor el
concepto mismo, que es llevado al mundo cultural e históricamente determinado,
en el cual es originado. Se podría repetir, en el caso de estructura y
superestructura, lo escrito por Gramsci en el parágrafo precedente a
propósito del término de materialismo: “la terminología tiene su importancia en
el determinar errores y desviaciones, la terminología es convencional y [...]
siempre hay que remitirse a las fuentes culturales para identificar su valor
exacto, ya que bajo una misma fórmula convencional se pueden encontrar
contenidos diferentes“.
En la segunda redacción del parágrafo 207, o sea en el
parágrafo 50 del Cuaderno 11 (de 1932), la metáfora de la economía
como anatomía de la sociedad se considera como una de las metáforas “groseras y
violentas” de las cuales “la filosofía de la praxis se ha servido para fines
exclusivamente didácticos en relación con las clases populares ignorantes“.
Todo lo anterior, concluye Gramsci, “es útil para precisar el límite
de la misma metáfora, o sea para impedir que ésta se materialice y mecanice“.
Evidentemente, no obstante que ya no se reconozca en las
posiciones precedentes,Gramsci probablemente a fines de 1933 (14),
retoma en segunda redacción el citado parágrafo 38 del Cuaderno 4 dejando
su texto inalterado (15).
Por paradójico que parezca es justamente la revolución
copernicana (16) de los primeros meses de 1932 la que garantiza la
sobrevivencia de notas provenientes de fases anteriores de su reflexión. Debido
a la imposibilidad de adaptarlas a los nuevos desarrollos y a la actitud
extremadamente conservadora del autor respecto a su propio trabajo, éstas son
copiadas casi en forma íntegra incluyendo la introducción de una serie de pequeñas
y significativas “marcas” (para sí mismo y para los futuros lectores) de dicha
evolución. En primera tenemos la colocación del fragmento en el Cuaderno
13 (el Cuaderno sobre Maquiavelo y el “Príncipe Moderno”), en vez en los “filosóficos” 10 y 11,
además del nuevo título, “Análisis de las situaciones: relaciones de fuerza”,
que sintomáticamente sustituye el anterior “Relaciones entre estructura y
superestructura”. Éstas, de “el problema crucial del materialismo histórico“,
se convierten en las cuestiones “que es necesario plantear con exactitud para
lograr un análisis justo de las fuerzas que actúan en la historia de
determinado periodo, y determinar su relación“. Pero sobre todo Gramsci escribe
que “tales análisis no pueden y no deben ser un fin en sí mismos, y obtienen un
significado sólo si sirven para justificar una actividad práctica, una
iniciativa de voluntad“. De este modo el tema evidentemente se desplaza del
primitivo plano “filosófico” al más propiamente político, el único en el cual
la cuestión, teóricamente insoluble, parece tener para el todavía algún
sentido.
En el análisis político del Cuaderno 3 Gramsci ya
había acogido las “Contradicciones aparentes” entre la “concepción fatalista de
la historia” y el “voluntarismo formalista descomedido y trivial” (17),
mientras que los contemporáneos “Apuntes de filosofía” del Cuaderno 4 se
basaban justamente sobre la oposición “economismo-ideologismo”, destinada a ser
superada sólo mucho más tarde.
En las conversaciones con los compañeros de prisión en 1930, Gramsci(contemporáneamente
a los arreglos realizados en el parágrafo 38 del Cuaderno 4) “para romper
con quienes acusaban al marxismo de mecanicista, de fatalismo, de determinismo
económico, de economicismo“, invitaba como recuerda quien tomó parte en
aquellas “lecciones“, “a no hablar más de ‘estructura’ y ‘superestructura’,
etc., sino sólo de proceso histórico en el cual todos los factores toman parte”. (18) De
este modo se anticipó por más de un año a los resultados a los que llegaría en
los Cuadernos. Se puede concluir que para Gramsci es válido lo que él
mismo escribió a propósito de Marx: “un hombre político escribe sobre
filosofía: puede ser que su verdadera filosofía se encuentre en los escritos de
política. En cada personalidad hay una actividad dominante y predominante. Es
en ésta donde hay que buscar su pensamiento, la mayoría de las veces implícito
y a veces en contradicción con el pensamiento admitido ex professo” (19).
Entre las variantes aportadas por Gramsci en la
redacción de la nota central delCuaderno 4, hay que señalar todavía
aquella relativa a “la afirmación de Engels de que la economía es en un último
análisis” el resorte de la historia”, la cual en el texto C suena de la siguiente
manera: “hay que recordar la afirmación de Engels de que la economía sólo en
‘último análisis’ es el resorte de la historia“. El añadir el adverbio sólo y
poner después el verbo ser limitan mucho el alcance de la expresión “en ultimo
análisis“, si no es que de hecho la invierte. Por eso Gramsci,
respondiendo nuevamente a la pregunta de “si las crisis históricas
fundamentales están determinadas inmediatamente por las crisis económicas“, al
contrario que en 1930 ya no puede “excluir cualquier respuesta normativa” sino
más bien “excluir, que por sí mismas, las crisis económicas produzcan eventos
fundamentales, éstas solo pueden crear un terreno más favorable a la difusión
de ciertos modos de pensar, de plantear y resolver las cuestiones que
involucran el ulterior desarrollo de la vida estatal”.
Gramsci continúa ocupándose del problema en los
Cuadernos sucesivos y particularmente en el Cuaderno 15, según su propia
declaración, “iniciado en 1933 y escrito sin considerar las divisiones de la
materia y las agrupaciones de las notas en cuadernos especiales” (20). Gramsci evidentemente
se da cuenta de la imposibilidad de adecuar, en una segunda redacción, el
contenido de muchos apuntes de años anteriores a las nuevas posiciones alcanzadas,
y prefiere expresar en textos escritos ex novo. Para el problema que estamos
tratando es de particular interés el parágrafo 25 del Cuaderno 15 en
el cual la frase “entre condiciones objetivas y condiciones subjetivas del
evento histórico” se convierte en una simple distinción de carácter
didascálico: por lo mismo es en la medida de las fuerzas subjetivas y de su
intensidad que puede versar la discusión, y por lo tanto en la relación
dialéctica entre las fuerzas subjetivas contrastantes. Es necesario evitar que
la cuestión sea puesta en términos intelectualistas y no histórico-políticos.
Estructura y superestructura ahora se sustituye por la
dialéctica entre fuerzas subjetivas y objetivas, mucho menos dicotómicas,
puesto que para Gramsci objetivo significa “humanamente objetivo y
por lo tanto también humanamente subjetivo” (21) y “universal
subjetivo”. Anteriormente Gramsci había hecho uso de las antítesis “cantidad-calidad”
y “contenido-forma“, pero las abandonó pronto ya que volvían a proponer la
visión dual de la realidad implícita en la metáfora arquitectónica que se
proponía superar(22).
En 1934 el trabajo del Cuaderno 17, el ultimo
“misceláneo”, procede a un ritmo muy reducido: a falta de nuevo material de
redacción, las señas del recorrido ideal gramsciano habrá que buscarlas
nuevamente en las variaciones aportadas a los textos al volverlos a copiar en
los “Cuadernos especiales”; por ejemplo, en el parágrafo 12 del Cuaderno
16 en el cual se trata por enésima vez de establecer en qué consiste la “naturaleza
humana“: desde la primera redacción (Cuaderno 8, parágrafo 151, abril de 1932)
leemos: “no se puede hablar de “naturaleza” como algo fijo y objetivo“, sino
como el “conjunto de las relaciones sociales que determina una conciencia
históricamente definida”. La conclusión es inevitable: por lo tanto hay que
referirse a las relaciones técnicas de producción. Estos pasajes son
literalmente copiados en el texto C, pero ahí donde Gramsci había
primero escrito: “en esta objetividad y necesidad histórica se puede colocar la
universalidad del principio moral“, ahora, después de la expresión necesidad
histórica introduce el elocuente paréntesis: “que por demás no es obvia, y es
necesario que se le reconozca críticamente y se le convierta en sostén de modo
completo y casi’capilar“.
Esto confirma que para el último Gramsci no puede
existir la necesidad sin una correspondiente voluntad, o como afirma en otras
partes, la distinción entre los dos conceptos es sólo “didascálica” y no real,
el problema en realidad es otro: “¿sobre qué base, se puede constituir una
élite que guíe las multitudes las eduque, y que sea capaz de ser ejemplar?“.
Consideremos finalmente el parágrafo 48 del Cuaderno 17,
de junio de 1935: Gramscivuelve otra vez al tema de “el estudio de los
diversos ‘grados’ o ‘momentos’ de las situaciones militares y políticas“, que
es después la formulación asumida en 1932, por el problema de las “relaciones
entre estructura y superestructura“: señal de que por lo que ha escrito hasta
ese momento no le satisface plenamente. También en esta página, a cinco años de
la primera sistematización de la cuestión, intenta nuevas soluciones inéditas y
“debidas distinciones entre la ‘causa eficiente’ que prepare al evento histórico
o político de grado diverso o significado (o extensión) y la ‘causa
determinante’ que inmediatamente produce el evento“. Tales distinciones son
ulteriormente complicadas por el hecho de que ambas causas “pueden tener
diversos momentos o grados“, y lo que realmente es importante para quien
interpreta es ver cómo “el problema crucial del materialismo histórico“, lejos
de poder decirse resuelto, sigue aún abierto y candente, y Gramsci se dedica a
esto hasta los últimos días de su trabajo teórico.
Notas
(1) A. Gramsci, Quaderni del carcere, Edición critica de
V.Gerratana, Einaudi, Tormo 1975, p. 455 , edición italiana, siempre designada
con la letra Q.
(2) G. Francioni, L’officmna gramsciana, Bibliopolis, Napoli
1984, pp. 140-146 y las modificaciones aportadas por su autor en II problema
filológico dei “Quaderní del carcere” di Gramsci, Pavia 1998, pp. 90-95.
(3) El término estructura (variante de aquel de economía) se
encuentra en el programa inicial del “primer cuaderno” pero en relación a la
arquitectura del canto décimo del Infierno de Dante.
(4) Los textos usados por Gramsci para la escuela de partido
se encuentran ahora recogidos en II rivoluzionario qualificato, editado por C.
Morgia, Delotti, Roma 1988; véase la primera entrega que Gramsci introduce escribiendo
que esta “se basará o más bien traducirá el libro del compañero Bujarin sobre
la teoría del materialismo histórico” (p. 70).
(5) El “Anti-Bujarin” gramsciano inicia de hecho con el Q 1,
& 153 donde por demás se critican solo “los errores lógicos” del Manual.
(6) Cfr. Q, 469 y 1449 (dos versiones de un texto).
(7) Q. 1346.
(8) Q. 4, & 38.
(9) A.Gramsci, La cittá futura (1917-18) al cuidado de S.
Caprioglio, Einaudi, Torino 1982, p. 513: este es uno de los casos donde el
Gramsci maduro de la segunda mitad de los Cuadernos recupera, pasando por
varias experiencias teóricas políticas, la mejor parte de su “voluntarismo”
juvenil. Me permito remitir a mi Struttura-sovrastruttura, Tesis, Universidad
de Génova, 1989-90, pp. 201 y sgs.
(10) Q. 7, & 24 (febrero 1931).
(11) ibidem.
(12) Para resumir, esta rúbrica aparece en los Q seis veces;
(tres en el Q 4, && 12, 38 y 45 que tendrán una segunda versión; dos en
el Q 7, && 10 y 24; el primero retomado en el Q 13, & 24, cl
segundo queda en una sola versión; una en el Q 8, & 182 que queda como
texto B): Ya esta consideración cuantitativa hace ver el sentido del cómo
Gramsci mientras profundiza la cuestión, se da cuenta de lo insuficiente de su
planteamiento inicial, rechazando hasta su formulación terminológica.
(13) Q. 7, & 16 (noviembre-diciembre 1930).
(14) Aparece como se sabe pocas veces en los escritos de
Marx y Engels de modo nada problemático y casi en passant, “lo cual es un
primer motivo para pensar que la célebre “superestructura” no fuese para Marx
más que una metáfora usada con discreción estilística en pocas ocasiones y con
frecuencia sustituida por otras metáforas o mas bien por explicaciones
teóricas. Una buena parte de estas confusiones (entre metáfora y explicación
teórica), lamentablemente las difundieron los marxistas” (L. Silva, Lo stile
leiterario di Marx, trad. it., Bompiani, Milano 1973, pp. 50 y 56).
(15) El & 25 del Q 13 cita explícitamente una fuente de
octubre-diciembre 1933: (a esta fecha podrían asignarse también los &&
17-18 donde el Q 4. & 38 encuentra su versión final), vista su estrecha
relación con los sucesivos && 23 y 27 y siendo posible un fuerte
retroceso, si no suspensión del trabajo gramsciano en los meses precedentes por
la grave crisis de salud de marzo, según los testimonios de las cartas
contemporáneas (cfr. A. Gramsci, Lettere dal carcere, al cuidado de
S.Caprioglio y E.Fubini, Einaudi, Torno 1965, p. 761).
(16) La expresión aparecerá menos casual si se considera que
en estos meses Gramsci además de iniciar Cuadernos “especiales”, interrumpe
defmitivamente aquellos de traducciones; y no es ciertamente casual la
coincidencia cronológica entre el abandono de la metáfora
estructura-superestructura y la sustitución de los términos materialismo
histórico y marxismo con filosofía de la praxis (cfr. M. R. Romagnuolo,
Quistioni di nomenclatura: materialismo strorico e filosofia della prassi nei
“Quaderni” gramsciani, Studi filosofici, X-XI, 1987, pp. 123-166).
(17) Q. 3, & 42 (junio-julio 1930).
(18) M.Garuglieri, Ricordo di Gramsci, Societá, núm. 7-8,
1946, p. 697.
(19) Q. 1493.
(20) Q. 1748.
(21) Q. 1048.
(22) También en este aspecto, ver mi tesis, cit. pp 112-130.
El profesor Giuseppe Cospito, graduado en Filosofía en la Universidad de Génova con la tesis "Struttura-sovrastruttura: variazioni sul “problema fondamentale della filosofia della prassi” (relatores profesores E. Sanguineti e G. Francioni) es investigador
en la Universidad de Pavia del Pensamiento filosófico y político italiano en
los siglos XVIII y XX, con especial referencia a las figuras de Giambattista
Vico y sus seguidores tardoilluministi, Carlo Cattaneo y la tradición del Risorgimento y Antonio Gramsci. Colabora con la edición de los escritos de
Gramsci en la Fondazione Istituto Gramsci en Roma y es miembro de la sección
italiana de la International Gramsci Society.
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