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Benedetto Croce ✆ Manlio Paolocci |
El periodo en el cual Benedetto Croce se hace prominente y
su pensamiento moral e intelectual se propaga en la mayor parte de la cultura y
el pensamiento italianos -finales del siglo XIX a principios del XX- es aquel
que los contemporáneos denominan como la edad de las dos Italias, una oficial,
la de los grupos en el poder y otra, la real, la Italia de las masas . Estas
dos "ciudades" se enfrentaban en varios niveles: la ruptura tenía sus
raíces en los conflictos socioeconómicos, se reflejaba en los ámbitos
moral, cultural e intelectual, y tenía su expresión más visible en los
lenguajes hablados en estos dos mundos, por una parte, un lenguaje latino, altamente
literario y florido, y por otra, un lenguaje fragmentado, constituido por
múltiples dialectos local, regional y socialmente diferenciados. El primero se
componía de un sistema denso e intrincado de símbolos conocido por las bases
que constituían los intelectuales medios y altos de los grupos en el poder; el
segundo era el lenguaje de las masas.
En esta pluralidad de lenguajes encuentra Gramsci
fundamentos para su tesis de que la sociedad italiana no existe como entidad
moral y colectiva excepto, quizás, en la literatura abstracta y formal de los
intelectuales.
La "latinización" del lenguaje italiano era la más alta expresión, en el ámbito de la cultura y la literatura, de la amplia distancia que separaba a las dos Italias, y como tal, el lenguaje se convierte en un instrumento político e ideológico de los conflictos y las luchas que se dan en los ámbitos económico y social.
La "latinización" del lenguaje italiano era la más alta expresión, en el ámbito de la cultura y la literatura, de la amplia distancia que separaba a las dos Italias, y como tal, el lenguaje se convierte en un instrumento político e ideológico de los conflictos y las luchas que se dan en los ámbitos económico y social.
Gramsci ve en Croce a la figura representativa de esta
brecha y lo define como "una especie de papa laico" del pensamiento
cultural, moral e intelectual italiano. Para Gramsci, Croce ocupa al mismo
tiempo la cúspide del pensamiento italiano y el punto más bajo de la historia y
la política italianas.
El término papa laico se emplea para connotar o señalar la
separación entre alta cultura y cultura popular, entre una considerada como
propiedad de una élite intelectual que se autoperpetúa empleando el
conocimiento de un lenguaje abstruso manteniendo el poder y el control sobre
los instrumentos de la cultura y la educación -una cultura cuya naturaleza es
una distorsión simplificada y resultado natural del propio lenguaje y cuyas
categorías son un reflejo opaco y viciado del mismo, de igual forma que los
dialectos son un espejo imperfecto del idioma nacional dominante. Los dos
tipos de intelectuales, el croceano laico y el eclesiástico clerical son social
y políticamente equivalentes y constituyen conjuntamente lo que Gramsci llama
"el intelectual tradicional o cosmopolita". Aunque opuestos
filosófica y teológicamente, son aliados naturales en el intento de mantener y
reproducir el divorcio cultural, moral e intelectual entre los grupos que
dominen, incluyendo a sus intelectuales, y los "simples" (esto es, la
masa de trabajadores, campesinos y los grupos subordinados en general). Pero
donde el intelectual clerical ha tenido éxito en la reproducción de una versión
simplista y popular de la teología cristiana, que se ha incorporado a la vida y
el pensamiento de los simples, los intelectuales burgueses, en la figura de
Croce, no han podido diseminar y popularizar su punto de vista moral e
intelectual sobre el mundo.
Así, la crisis del orden y de la legitimidad institucional
que experimenta el nuevo Estado italiano es un reflejo del aislamiento y la
esterilidad social de la filosofía expresada por Croce y sus seguidores. El
símbolo de la sofisticación y la urbanidad de la sociedad liberal y burguesa
italiana es, al mismo tiempo, la figura que expresa la ruptura política y
social de la clase italiana en el poder.
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Esta ruptura, tomada en su totalidad
política, social, oral, intelectual y cultural era precisamente la anomia
estructural y social del Estado italiano que fue la base política y moral para
la victoria del fascismo.