
Traducción del alemán por José F. Pacheco
- Escrito en 1983 con motivo del centenario de la muerte de Karl Marx
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1. De nueva
manera, el estudio crítico de la obra de Karl Marx es hoy más
necesario que nunca. La necesidad del marxismo cambia y crece con los peligros y
necesidades que sólo se podrán conjurar a través de relaciones sociales
solidarias: el riesgo de la guerra nuclear, la economía de explotación y sus
crisis incontrolables, la contaminación del medio ambiente, la pauperización
del tercer mundo, la enajenación comercial y el allanamiento de las culturas.
2. El pensamiento
de una socialización solidaria y autodeterminada, de la abolición de la
explotación y por ende de las clases, es más antiguo que el marxismo. La especificidad de la obra
de Marx y Engels consiste en la combinación de las fuerzas
del trabajo y de la ciencia en un proyecto que fue llamado: socialismo
científico.
Algunos de los problemas de este proyecto resuenan en la
frase de Engels: Desde que el socialismo llegó a ser una ciencia,
tiene que ser tratado como tal. A la pregunta sobre los portadores
«científicos» de este proyecto se puede sólo responder con Volker Braun:
«Todos son justamente suficientes y necesarios». Todo lo que pretenda ser
marxista debe servir a esta meta: la autosocialización de los productores
asociados.
3. Es necesario,
y en cada época de nuevo, el ocuparse críticamente de Marx.
Para comprender esto, sólo hay que leer la nota
que Engels añadió en 1888 a la nueva edición del Manifiesto
Comunista escrito en 1847: Cuando se escribió la frase de que «la historia
de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de
clases», era para los autores «todavía casi desconocida» la prehistoria
comunista primitiva de las sociedades de clases. Las maneras eurocéntricas de
ver, para nombrar todavía otro ejemplo, tienen que ser eliminadas mediante un
trabajo enérgico, teniendo en cuenta la importancia creciente del tercer mundo.
4. Pero el
problema no es Marx, el problema somos nosotros, los marxistas.
Cada época desarrolló sus lecturas
de Marx partiendo de las exigencias actuales. El marxismo vivió
siempre sólo dialécticamente, como renovaciones en la tradición marxista.
Querer preservar del cambio significa poner en juego la capacidad de vida. Cada
época ha formado sus enemistades particulares dentro del marxismo; y cada una,
sus inercias, su reincidencia en eso que Lenin llamaba el «terrible
poder del hábito», su incapacidad de aprender, sus desfiguraciones autoritarias
y antiautoritarias.
De ahí que periódicamente surja en la historia del marxismo
la consigna: Vuelta a Marx, vuelta a las fuentes auténticas e incorruptas,
vuelta a la figura fundadora que es reconocida por todas las corrientes
principales y tendencias del marxismo, a Karl Marx, la figura de
integración alrededor de la cual se pueden reunir otra vez los marxistas de
todas las orientaciones.
5. Hay que tener
presente las ideas fundamentales de Marx para entender: No hay
ninguna vuelta a Marx, si se quiere perseverar en estas orientaciones
básicas:
La combinación de praxis, historia y dialéctica le
permitió a Marx, sacar de quicio a todo materialismo hasta sus días y
reorganizarlo radicalmente en una nueva disposición.
La historia del marxismo muestra en todas las corrientes
muchas formas de reincidencia en errores, que están lejos de estas
orientaciones fundamentales.
La praxis, actividad de Marx, fue elevada hacia
objeto de culto, bajo el cual la inactividad de la mayoría estaba dispuesta en
las cuestiones decisivas.
La reconstrucción teórica de la sociedad por Marx,
debía descubrir la posibilidad de construcción de una nueva sociedad, que sólo
podía ser «la obra de los trabajadores mismos». Retrospectivamente se
solidificó esta teoría siempre de nuevo como un sistema cerrado. Los hechos
fueron deducidos de éste. El materialismo activo fue mistificado como un acto
único, creación del clásico Marx.
A la historia eludieron (así fue aceptado una y
otra vez de buena fe, o se dio a entender) las frases de Marx sobre
la historia, y sobre el hecho que nada eludiría a ella.
Que la dialéctica se detendría ante nosotros, fue
una y otra vez supuesto inconscientemente, que ésta sería nuestra segura
propiedad y que nosotros mismos no nos moveríamos en contradicciones. El duro
núcleo práctico de semejantes pareceres es en la regla el hecho, que la
contradicción no es apenas tolerada más que a media voz o de modo des-plazado,
como arte sobre todo.
6. Así pues,
tenemos que volver siempre de nuevo a Marx, y sin embargo, no hay ninguna
vuelta a Marx. El socialismo científico debe ser tratado como ciencia, y
debe ser portado decididamente por no-científicos. ¿Qué formas de movimiento
tenemos para semejantes contradicciones?
Un posible camino, reñido como todos, fue visto en el
estudio en masa de la única teoría científica enteramente desarrollada
que Marx nos ha dejado; su obra principal que desde hace más de cien
años no ha encontrado competición seria: El Capital – Critica de la
economía política. Esta orientación tiene como base la idea de una adquisición
en masa de competencia científica en relación a cuestiones de la estructura de
la sociedad capitalista; junto a esto, está la idea de un aprender-a-pensar
general, de la toma de un punto de vista científico incluso en la vida
cotidiana.
Marx mismo y nada más ni nada menos que su obra
principal debía ser donde todo esto fuera aprendido, sin intervención de otras
doctrinas. Este concepto conserva su derecho y su necesidad. Pero encierra
peligros: La detención no-histórica de la teoría en la textualidad del
«Capital»; el hacer economísticamente algo absoluto del «Capital», o sea,
el desconocimiento del derecho propio de la política, cultura, etc.
7. El estudio
de El Capital es también sólo un punto de partida. No hay ninguna
interrupción. El marxismo sólo puede ser vivido con el ideal personal
del aprender-toda-la-vida, como era el ideal realizado por Marx. Toda
la vida, Marx cambió y renovó sus opiniones de acuerdo con los
desarrollos científicos y las luchas de clases de su tiempo. Pero el tiempo del
marxismo es el presente.
Desde la muerte de Marx se han descubierto
continentes enteros del conocimiento científico, que para Marx eran
todavía casi desconocidos. Se entró en nuevos espacios de la praxis y nuevas
formas de lucha fueron descubiertas. Hoy no hay ninguna disculpa, o sea, no hay
posibilidades de sobrevivir para nosotros, los marxistas, si no tomamos en cuenta
estos adelantos.
8. Un
objetivo-a-aprender fundamental para los marxistas, que la historia nos da, es
el aprender el trato productivo con las contradicciones; el arte de la
dialéctica en la praxis. Una cuestión clave es la del modelo de unidad. El
pensamiento de una unidad libre de contradicciones es precientífico y
produce un efecto anticientífico. La unidad debe ser pensada y practicada de
tal manera que en ella se prevean: los muchos individuos activos y lo múltiple;
la transformación histórica, que avanza continua e irresistiblemente, que
transcurre desigual y no-simultáneamente en muchas líneas, nunca en una; las
contradicciones y el contradecir.
El marxismo no es, él deviene. El marxismo sólo puede
existir como proceso. La verdad del marxismo no puede ser organizada en una
cantidad de frases, sino sólo en el proceso del encuentro no-cerrado de
diferencias.
Contradicciones, que en otro caso, serían formas de vida, de
movimiento, de desarrollo adelante, se convierten bajo el régimen de una
doctrina fijada y terminada en formas autodestructivas.
Tanto la inmovilidad como la oposición reprimida contra ella
se convierten en armas del antimarxismo.
Permanencia, inalterabilidad, eliminación de contradicción,
unanimidad – son formas ilusorias, que consiguen lo contrario de lo que se
persigue con ellas, y en las que lo «metafísico»,
como Marx y Engels solían decir, recoge nuevamente la
dialéctica marxista.
Difícil de aprender a comprender son razones como éstas:
No hay marxismo – debemos aprehenderlo nosotros. No
existe el marxismo, hay marxismos. El marxismo existe en plural.
Los marxistas deben aprender a entenderse en plural y en
diferencia entre sí, a hacer productiva la forma de encuentro de la
divergencia, es decir, a aprender la convergencia en la divergencia.
Lo que las iglesias cristianas han aprendido amargamente en
larga y sangrienta historia, queda todavía por aprender para los marxistas: Una
actitud ecuménica, una cohesión marxista en contradicción.
9. La humanidad
tiene poco que esperar sin la realización del proyecto articulado
por Marx.
¡Pero qué nos ha
dejado!
Qué falta de ilusiones.
Cuánta perdida universal
de seguros valores. ¡Qué extendida
incapacidad de someterse!
Y qué descartado, el no dudar
de todo entre nosotros. Desde entonces
todos nuestros éxitos son sólo pagos a plazo
de la historia. Allá el tiempo
de no entregarse a la causa.
Y qué imposible el no ir hasta el fin:
¡y no tomarlo por el inicio!
Volker Braun, Karl Marx (1)
Qué falta de ilusiones.
Cuánta perdida universal
de seguros valores. ¡Qué extendida
incapacidad de someterse!
Y qué descartado, el no dudar
de todo entre nosotros. Desde entonces
todos nuestros éxitos son sólo pagos a plazo
de la historia. Allá el tiempo
de no entregarse a la causa.
Y qué imposible el no ir hasta el fin:
¡y no tomarlo por el inicio!
Volker Braun, Karl Marx (1)
Notas
*Publicado sin título en: Institut für marxistische Studien
und Forschungen (ed.), »…Einen grossen Hebel der Geschichte«. Zum 100.
Todestag von Karl Marx, Frankfurt/M 1982; después con el título »Keine
Hoffnung ohne das Projekt von Marx« (»Ninguna esperanza sin el proyecto de
Marx«) en Wochenzeitung (WOZ), Zürich, el 18 de marzo de 1983, p. 11.
Después de haber sido condenado por el SED (Partido de Estado de la
República Democrática Alemana) (cf. http://www.inkrit.de/argument/buhr-wulff-ridder83-84.htm) y
luego por el DKP (Partido Comunista Alemán) (cf. Holz, Hans Heinz, Thomas
Metscher, Josef Schleifstein y Robert Steigerwald (eds.), Marxismus –
Ideologie – Politik. Krise des Marxismus oder Krise des
»Arguments«? Frankfurt/M 1984) el texto fue reimpreso en el libro al cual
esa polémica había dado lugar: Wolfgang Fritz Haug, Pluraler Marxismus.
Beiträge zur politischen Kultur, vol. 1, Berlin/W: Argument 1985, pp.
17–21.