
Traducción del
italiano para Gramscimanía por Omar Montilla
“La mia vita trascorre sempre ugualmente monotona. Anche lo studiare è
molto piú difficile di quanto non sembrerebbe. Ho ricevuto qualche libro e in
verità leggo molto (piú di un volume al giorno, oltre i giornali), ma non è a
questo che mi riferisco; intendo altro. Sono assillato (è questo fenomeno
proprio dei carcerati, penso) da questa idea: che bisognerebbe far qualcosa
«für ewig», secondo una complessa concezione di Goethe, che ricordo aver
tormentato molto il nostro Pascoli. Insomma, vorrei, secondo un piano
prestabilito, occuparmi intensamente e sistematicamente di qualche soggetto che
mi assorbisse e centralizzasse la mia vita interiore.” [1]
La cita anterior se puede leer en una de las más bellas (y
conmovedoras) cartas de Gramsci, enviada a su cuñada Tatiana Schucht pocos
meses después de su arresto, el 19 de marzo de 1927.
La carta continúa delineando un verdadero y propio proyecto cultural: 1) una investigación sobre los intelectuales italianos; 2) un estudio de lingüística comparada; 3) un estudio sobre el teatro de Luigi Pirandello y sobre la transformación del gusto teatral italiano; 4) un ensayo sobre novelas ‘di appendice’ [2] y sobre el gusto popular en literatura.
La carta continúa delineando un verdadero y propio proyecto cultural: 1) una investigación sobre los intelectuales italianos; 2) un estudio de lingüística comparada; 3) un estudio sobre el teatro de Luigi Pirandello y sobre la transformación del gusto teatral italiano; 4) un ensayo sobre novelas ‘di appendice’ [2] y sobre el gusto popular en literatura.
Desde mi primer contacto con ‘Nino’ [2], mucho me ha llamado
la atención esta decisión de un activista político comprometido –que había
habituado a sus lectores y camaradas de militancia política sobre todo a la corrosiva
y cotidiana polémica política en aquellos que el mismo catalogó como ‘escritos
de la jornada’ los cuales debían morir justamente ‘después de la jornada’
(Carta a Tatiana del 7 de septiembre de 1931)– de escribir algo ‘para la eternidad’ (la expresión
alemana es de Goethe) [3] y de dedicarse a un saber “desinteresado”. Sin
embargo yo comenzaba como todos nosotros los “postreros”, de la concientización
acerca de la importancia de un autor que
actualmente ha sido considerado un “clásico” de la cultura mundial. Por esta razón
continúo todavía preguntarme cuál había sido la impresión que debió haber
provocado la carta de Gramsci en Tatiana y en aquellos pocos e ‘íntimos’
lectores de entonces.
Hoy día, podría afirmar que en ‘Nino’ estuvo muy clara la
convicción de la enorme diferencia entre la necesidad de caminar a empujones, y
eventualmente con golpes de pesante ironía capaces de destrozar al adversario,
en la fluida y frecuentemente imprevisible actividad política cotidiana, y en el
análisis cuidadoso, capaz de consentir una comprensión en profundidad de la
realidad y de los problemas socio-económicos, políticos y culturales, admitiendo
que sea posible distinguir netamente entre estos tres niveles en la obra gramsciana!
La convicción de tales diferencias no significan que, en
Gramsci, las dos formas de análisis sean o deban ser autosuficientes o
inclusive, en conflicto entre ellas. Más bien, tenemos que afirmar la necesidad
de ambas y comprender las interconexiones esenciales, sobre todo si se trata de
individuar los “principios de metodología histórica” que permitan un correcto
análisis de las relaciones de fuerza en una determinada situación:
“… la observación más importante que hay que hacer a propósito de
cualquier análisis concreto de las relaciones de fuerza es esta: que tales
análisis no pueden y no deben ser un fin a sí mismos (a menos que no se escriba
un capítulo de historia del pasado) sino que adquieren un significado solo si
sirven para justificar una actividad práctica, una iniciativa de la voluntad.
Ellas muestran cuáles son los puntos de menor resistencia, donde la fuerza de
la voluntad puede ser aplicada más fructíferamente, sugieren las operaciones
tácticas inmediatas, indican cómo se puede desarrollar una campaña de agitación
política, cuál lenguaje sería el mejor comprendido de las multitudes, etc.” ((Quaderni
del Carcere, Torino 1977, pag. 1588)
Notas del traductor
[1] “Mi vida transcurre siempre en una forma igualmente
monótona. Aunque el estudio es mucho más difícil de lo que parece. Recibí
algunos libros, y en verdad, leo mucho (más de un volumen al día, además de los
periódicos), pero no es a esto a lo que me refiero, pienso en otra cosa. Estoy
obsesionado (y pienso que esta es una condición propia de los prisioneros) de
esta idea: que sería necesario hacer algo “für ewig”, de acuerdo a una compleja
concepción de Goethe, que recuerdo haber atormentado mucho a nuestro [poeta Giovanni]
Pascoli. En fin desearía, de acuerdo a un plan preestablecido, ocuparme intensa
y sistemáticamente de algo que me absorbiese y equilibrara mi vita interior”
[2] El “romanzo d’appendice”
fue un género literario muy popular en Italia, Francia e Inglaterra que tuvo vigencia entre la
mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. Se le conoce también en
español como “folletín” y en francés como
“feuilleton”, que es un diminutivo de
‘feuillet’ (hoja, página de un libro).
Eran aquellas novelas que salían por entregas o por episodios en diarios o
revistas, generalmente los domingos. Se atribuye su invención a Louis-François
Bertin, director del ‘Journal des Débats’, de París. El folletín era dirigido a
un público masivo y tenía objetivos meramente comerciales, porque en la
práctica “obligaba” a los lectores a encadenarse a la publicación por varias
semanas.
[3] ‘Nino’ era el sobrenombre de Gramsci dentro del seno
familiar.