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David Alfaro Siqueiros ✆ Del porfirismo a la revolución |
- "Historia y política van estrechamente unidas; incluso son la misma cosa, pero de todos modos hay que distinguir entre la apreciación de los hechos históricos y de los hechos y los actos políticos. En la apreciación de la historia, a causa de la amplia perspectiva hacia el pasado y por el hecho de que los mismos resultados de las iniciativas son un documento de la vitalidad histórica, se cometen menos errores que en la apreciación de los hechos y los actos políticos en curso": Antonio Gramsci – Algunas causas de error
- "La filosofía de una época histórica no es, pues, más que la "historia" de esa misma época, la masa de variaciones que el grupo dirigente ha conseguido determinar en la realidad anterior; historia y filosofía son inseparables en este sentido, forman un "bloque": Antonio Gramsci – Filosofía e historia
I.
La revolución desfigurada
Especial para Gramscimanía |
Una
posibilidad de acercarnos a lo que hoy debemos entender por socialismo,
consiste en establecer qué no es. Yo digo que esta perspectiva es
paradojalmente adecuada, porque descansa en experiencias históricas
contemporáneas ricas, complicadas y sobre todo desgraciadas.
La
revolución rusa de 1917 constituyó la fundación del socialismo a escala europea
y asiática, de dimensiones internacionales. Se trató de un nuevo curso de la
historia mundial, un cambio cualitativo. La experiencia soviética influyó en
Alemania y otros países, y en la arena del capitalismo internacional los nuevos
partidos revolucionarios intentaron realizar la revolución socialista. Dichas
organizaciones recibieron su principal influencia del exitoso partido
bolchevique conducido por personalidades de primer orden, entre los cuales,
Lenin, Trotsky y Bujarinson las más connotadas. El gran antecedente fue la
Comuna de París (1871) y la Revolución Mexicana (1910).
El
bolchevismo no era la única corriente marxista revolucionaria, pues hay que
destacar la espartaquista de Rosa Luxemburg y sus camaradas, cuya importancia
está al orden del día, dado su creciente recuperación e interés para las luchas
y definiciones sobre el socialismo en la actualidad. El abanico de tendencias
es más amplio: Gramcsi,Mariátegui, Bordiga, Gorter, Pannekoek… De las otras
tradiciones recuerdo aquí la obra de Georg Lukács, Historia y conciencia de
clase, que se niega a ser olvidada, y cuya vida propia ha resistido hasta el
“crimen delicioso” de su autor en el prólogo a la edición en español de sus
obras completas.
En
el diálogo-debate de Rosa con los bolcheviques hay claves decisivas para
nuestra teoría y praxis.En algunas Rosa tuvo razón, en otras no, pero están en
debate: el carácter de la acumulación capitalista y la dimensión del
imperialismo; el papel del nacionalismo en las reivindicaciones socialistas,
las relaciones entre reforma y revolución, y,particularmente; la naturaleza de
la democracia y el peso específico de ésta en la ecuación revolucionaria. Vale
recordar su concepto, que ha resistido todos los embates: No hay democracia sin
socialismo, No hay socialismo sin democracia. Reflexión articulada a su primera
y luminosa crítica al aparato partidario y a la burocracia.
Sabemos
bien que el marxismo se desarrolló en crítica y lucha con la economía política
inglesa, los socialismos utópicos franceses y la filosofía alemana. También con
el anarquismo de Proudhon y Bakunin. Destaco que en su formación intelectual, Marx
y Engels fueron aplicados lectores de las artes y las letras y la revolución en
las ciencias naturales. Sus maestros queridos: Demócrito y Epicuro, Spinosa y Hegel, al igual que
Sófocles, Shakespeare, Dante, Goethe y Cervantes, para nombrar unos cuantos.
La
Segunda Internacional fue la formalización de la herencia del marxismo de la
Primera Internacional, la experiencia de la Comuna de París y la organización
de una praxis acorde al período de la segunda revolución industrial, la
expansión capitalista y el moderno imperialismo. También en el terreno de la
modernidad, es la belle époque, que hace que la Internacional de Kautsky, Otto
Bauer y demás jefes de la socialdemocracia evolucionara a un partido de
conveniencias realistas, de mejoramiento del capitalismo histórico. No son
pocas las acciones de la socialdemocracia en el logro del Estado de Bienestar y
el Estado Social de Derecho. Su evolución se concretará en el abandono del
marxismo, su propuesta de un capitalismo mejor y la adaptación al
neoliberalismo. Su “obra de arte” será el apoyo a la guerra imperialista de
1914-1917.
La
revolución rusa fue desfigurada desde finales de los años veinte, como
consecuencia de la derrota de la revolución europea, china y mexicana. Había sido
concebida como la apertura hacia un socialismo que solo se podía realizar en el
mismo espacio de hegemonía del capital. El socialismo puede comenzar en un país
pero no hace tránsito en el aislamiento.
El
efecto doméstico fue el triunfo de las fuerzas sociopolíticas de la burocracia del
estado y del partido. La lucha de clases se decidió hacia la colectivización
despótica, el estrangulamiento de la democracia, la dictadura del partido y del
secretario general, José Stalin, sobre la clase trabajadora y la sociedad rusa.
El partido comunista y la Tercera Internacional fueron vaciados de contenido
revolucionario y convertidos en instrumentos de la burocracia. Así se sintetiza
ese régimen político que se denomina stalinismo.
La
burocracia, la nomenclatura como fuerza social y política conservadora,
torturó, asesinó y encarceló a la oposición de izquierda y a millones de
trabajadores y comunistas en Rusia y en el mundo. Todas estas víctimas deben
ser rehabilitadas como genuinos revolucionarios.
Nada
de esto es el socialismo, de suyo debe ser liberado para ser liberador.
Apliquemos
el aserto de Walter Benjamin: el pasado de las y los trabajadores,
especialmente los perseguidos y excluidos física y espiritualmente debe ser
recuperado, porque nada de lo histórico es asunto cancelado, ni obra sólo como
recuerdo o testimonio. Los muertos tampoco están seguros ante el enemigo
vencedor, y este no ha cesado de vencer.
La
historia es implacable, y la experiencia soviética con su derrumbe en 1989, y
el de su sistema de países satelizados, del denominado socialismo realmente
existente, es el espejo en que debe mirarse la evolución de la revolución china
y su incursión en el capitalismo mundial. Al igual que Vietnam.
Me
parece pertinente saludar y tomar distancia de lo afirmado por el compañero Néstor
Kohan en su comentario, Vitalidad del pensamiento radical latinoamericano, al
referirse al libro del dirigente cubano Armando Hart, Marx-Engels. La condición
humana una visión desde Latinoamérica. Resalto este aserto de Hart: “No basta
con denunciar los crímenes en nombre del socialismo, es necesario estudiar las
raíces históricas, culturales y sicológicas de los mismos.” [1]
Es
equivocado, como lo hace Kohan, eludir una precisión sobre el sistema
estalinista y la responsabilidad de Stalin en ese proceso (nadie entre sus
críticos marxistas ha utilizado “el engañoso atajo de atribuir absolutamente
toda la culpa a un individuo singular: José Stalin.”) como “totalmente
comprensible porque, como enseña Fidel, la tarea es sumar y unir, no dividir.
No obstante, con nombre o sin nombre, se advierte claramente de qué se está
hablando.” [2]
La
historia de la oposición de izquierda en la URSS y otros países, es una
historia cargada de apuntes luminosos sobre la sociedad establecida por el
estalinismo como sistema y su cortejo de crímenes. Desde la Revolución
traicionada de Trotsky, pero igual otros aportes, con otros acentos y
valoraciones. Boris Souvarine en 1929 publicó Rusia desnuda, conocida luego
como La URSS, en 1930.Souvarine insistió con su Stalin,Visión histórica del
bolchevismo, en 1935, que fue traducida al inglés por C.L.R. James, el autor
del estudio sobre Los Jacobinos Negros, en la revolución de Haití [3].
Son
numerosos los libros y artículos que van a esclarecer la naturaleza de la URSS
y el PCUS durante el siglo XX. Pero es conveniente recordar a Raya Dunayevskaya,
la traductora y organizadora de los Manuscritos económicos y filosóficos de
Carlos Marx, al igual que de los Cuadernos filosóficos de Lenin. Ella, junto a
C.L.R. James concluyeron que Rusia no era un Estado de los trabajadores, sino
la concreción más lograda del capitalismo de Estado. La obra de Raya, Marxismo
y libertad, es una de las más heterodoxas del marxismo, escrita por una
compañera de empresas teóricas de León Trotsky, que luego se distanciaría de
éste por el asunto de la caracterización de la URSS. [4] La obra de
RudolphBahro, La alternativa, volvió a situarla pertinencia del análisis de la
URSS en la tradición de la reflexión de Trotsky.
El
capítulo final que redefinió la suerte de la revolución lo constituyó la épica
de la clase trabajadora en España, entre 1936 y 1939, en la cual se
constituyeron órganos de poder dual, con reforma agraria, toma de empresas,
control obrero, democracia directa, milicias armadas, programa de transición
hacia el socialismo, que fue derrotada por la reacción con el concurso de los
partidos reformistas y de la política estalinista en España. Las lecciones de
la experiencia española están incorporadas en la tradición genuina de la
historia del movimiento obrero y la revolución socialista.
Después
del siglo XX, con dos guerras mundiales, el nazismo, el stalinismo, el apartheid,
el exterminio de miles de luchadores por el militarismo de América latina, el
triunfo del neoliberalismo con su capitalismo salvaje, la humanidad vuelve a
enfrentar el dilema de Marx, renovado por Luxemburg: Socialismo o barbarie.
II.
Nuestra América
Así
como hay un marxismo occidental, lo hay también en oriente y entre nosotros[5].
José Carlos Mariátegui y sus camaradas de Amauta perduran en nuestra tradición,
y nos enseñaron que el socialismo no es calco ni copia, sino creación heroica. Es
el marxismo que resistió la embestida del stalinismo, que hoy renace con
frescor y propone la tarea por el socialismo Indoamericano. Mariátegui es la
antípoda de Víctor Codovilla, el dirigente del partido comunista argentino y
líder del estalinismo en América Latina. El del peruanoes un pensamiento
internacional, una gran cultura para reflexionar, pero situados desde nuestra
realidad, con una apropiación creativa y una consistente investigación y las
consecuentes alternativas.
El
marxismo de Mariátegui escruta los orígenes, lo raizal del pasado para darle
sentido a la historia y consistencia al socialismo como proyecto emancipador,
por ende liberado y liberador. Nos habla del comunismo agrario inkaico y la
importancia de su prolongación como idea fuerza, como subconsciente presente en
la cultura y en la praxis social del mundo indoamericano, cuya dimensión es el Tahwantinsuyo,
que cubría no sólo lo que hoy es Perú, sino buena parte de los Andes y la
Amazonía. Hay allí una clave para nuestro tiempo, para reivindicar e
incorporar.
Hay
que asumir el legado de indígenas y afrodescendientes con su libertarismo, en
que la revolución haitiana preside la oleada de la emancipación americana, lo
cual debemos relievar en el bicentenario. La tradición democrática de los
pueblos comuneros con José Antonio Galán, Túpac Amaru y Túpac Katari, como
grandes precursores de las luchas por fundar soberanía popular, las juntas
patrióticas, populares y artesanales. Así como hay que revalorar el
romanticismo liberal-anarquista laico en sus aportes alimaginarioanticolonial -
nacional.[6]
Conviene
ilustrar de los 7 Ensayosdel Amauta, su concepción del comunismo inkaico y su
proyección como origen, raíz y presencia en el período colonial y republicano a
través de la comunidad, su realidad socioeconómica debilitada e invisibilizada
pero existente, y su constelación de valores culturales con propósito
revitalizador:
Si la evidencia histórica del comunismo inkaico no apareciese incontestable, la comunidad, órgano específico de comunismo, bastaría para despejar cualquier duda. El "despotismo" de los inkas ha herido, sin embargo, los escrúpulos liberales de algunos espíritus de nuestro tiempo. Quiero reafirmar aquí la defensa que hice del comunismo inkaico objetando la tesis de su más reciente impugnador, Augusto Aguirre Morales, autor de la novela El Pueblo del Sol.
El comunismo moderno es una cosadistinta al comunismo inkaico. Esto es lo que necesita aprender y entender, el hombre de estudio que explora el Tahwantinsuyo. Uno y otro comunismo son un producto de diferentes experiencias humanas. Pertenecen a distintas épocas históricas. Constituyen la elaboración de disímiles civilizaciones. La de los inkas fue una civilización agraria. La de Marx y Sorel es una civilización industrial. En aquélla el hombre se sometía a la naturaleza. En ésta la naturaleza, se somete a veces al hombre. Es absurdo, por ende, confrontar las formas y las instituciones de uno y otro comunismo. Lo único que puede confrontarse es su incorpórea semejanza esencial, dentro de la diferencia esencial y material de tiempo y de espacio. Y para esta confrontación hace falta un poco de relativismo histórico. De otra suerte se corre el riesgo cierto de caer en los clamorosos errores en que ha caído Víctor Andrés Belaúnde en una tentativa de ese género.
Los cronistas de la conquista y de la colonia miraron el panorama indígena con ojos medioevales. Su testimonio indudablemente no puede ser aceptado, sin beneficio de inventario […] No es posible hablar de tiranía abstractamente. Una tiranía es un hecho concreto. Y es real sólo en la medida en que oprime la voluntad de un pueblo o en que contraría y sofoca su impulso vital. Muchas veces, en la antigüedad, un régimen absolutista y teocrático ha encarnado y representado, por el contrario, esa voluntad y ese impulso. Este parece haber sido el caso del imperio inkaico. No creo en la obra taumatúrgica de los Inkas. Juzgo evidente su capacidad política; pero juzgo no menos evidente que su obra consistió en construir el Imperio con los materiales humanos y los elementos morales allegados por los siglos. El ayllu la -comunidad-, fue la célula del Imperio. Los Inkas hicieron la unidad, inventaron el Imperio; pero no crearon la célula. El Estado jurídico organizado por los Inkas reprodujo, sin duda, el Estado natural pre-existente. Los Inkas no violentaron nada. Está bien que se exalte su obra; no que se desprecie y disminuya la gesta milenaria y multitudinaria de la cual esa obra no es sino una expresión y una consecuencia [7]
En
esta perspectiva, las guerras de independencia contra España, cuyo bicentenario
estamos celebrando, son un momento nacional de las luchas de clases y de conformación
de sociedades y Estados con ímpetus de libertad, república y de confederación
como la República de Colombia, fundada por Bolívar y sus compañeros en el
Congreso de Angostura de 1819. Su mensaje es inspirador de las tareas por la
unidad del continente latinoamericano, en la perspectiva de la Federación de
Estados Socialistas. En este escenario, la revolución haitiana ocupa lugar
destacado.
Existen
otros canales históricos culturales, memorias y tradiciones que le dan la
personalidad a nuestro socialismo, que habla brasilero-portugués, quechua, maya,
azteca, palenquero, creole,uitoto, u’wa, páez,embera-katio,aimara, guaraní, mapuche,
español americano y la multitud de idiomas diversos en las amplias regiones de
Nuestra América.
El
socialismo es creación e invención científica a condición de realizar la
historia aboliendo el pasado de ignominia y el presente de explotación del
capitalismo histórico, liberando las energías populares. El siglo XX se
inauguró con la revolución mexicana de 1910-1917, se desarrolló con múltiples
luchas proletarias, nacionales, agrarias, antidictatoriales y democráticas.[8]Son
luchas por la libertad, los derechos humanos, por las autonomías de los pueblos
y al mismo tiempo por la unidad como programa pluralista de Indoamérica o
América latina. Es el imaginario de nos unimos o perecemos de Simón Bolívar y
Simón Rodríguez.
Nicaragua
y Centro América marcaron puntos altos contra el moderno imperialismo de
enclaves, marines y dólares. La epopeya de Sandino y la revolución en el
Salvador de 1932 son centrales. La revolución boliviana de 1952 es un momento
que hace época y se proyecta en múltiples formas en la región, y está presente
en la historia reciente del proceso revolucionario en curso en ese país. El 8
de noviembre de 1946 en Pulacayo, la Federación Sindical de Trabajadores
Mineros de Bolivia, con la orientación de Guillermo Lora y el Partido Obrero
Revolucionario, aprobó la “Tesis central de la Federación de Trabajadores
Mineros de Bolivia”, que se convertiría, al decir de Michael Löwy, “en un
documento de referencia central en el movimiento obrero boliviano que sigue
siendo vigente en nuestros días.” [9]
Raya
Dunayevskaya, a nombre de su tendencia marxista-humanista, es quien ha
propuesto una valoración de la revolución boliviana en forma más
radical-positiva:
Volvamos atrás, a 1952, a la Revolución Boliviana y a su singularidad. Aquí están sus éxitos: 1) Ella no fue solamente la primera revolución nacional de la posguerra en América Latina, lo cual por sí solo le concedía una suficiente importancia histórica; 2) Tampoco fue solamente una revolución agraria, lo cual también le podía haber granjeado un lugar destacado, desde su punto de vista histórico-concreto; 3) Realmente, su más sobresaliente e inigualable rasgo fue que los mineros en huelga y los campesinos en sus revueltas – en conjunto desafiando al gran monstruo imperialista de los Estados Unidos tanto como a sus propios gobernantes- hicieron una revolución de tal importancia mundial que junto con todas las nuevas pasiones y fuerzas existentes en 1950 y con la ruptura final con el trotskismo (en la tendencia que ella co-dirigía) en 1951, la dimensión latinoamericana nos impulsó hacia esa nueva y segunda gran vertiente en el marxismo pos-Marx, el humanismo-marxista [10]
Muchas
otras luchas, como la de la Unidad Popular y Salvador Allende en Chile,
muestran una riqueza inmensa, un potosí de experiencias de las gestas
proletarias, campesinas juveniles, de las mujeres, indígenas, y de las causas
de esta derrota histórica. La clase trabajadora, multicolor, femenina-masculina,
está para ser visualizada, recuperada como legado y presente vivo que sea parte
del programa de nuestro tiempo.
El
punto decisivo de la revolución latinoamericana lo marca el triunfo en Cuba de
los trabajadores y la constitución del gobierno presidido por Fidel Castro.
Pone sobre el tapete la actualidad de la revolución, sus posibilidades y sus
límites, los del socialismo en un solo país: partido único, burocracia,
diferenciación social, mercado paralelo. La permanencia del proceso frente al
bloqueo económico, el derrumbe de la Unión Soviética y el llamado campo
socialista muestra y demuestra una autenticidad y fortaleza de este proceso
pese a sus limitaciones. El heroísmo de los cubanos es una dimensión que forma
parte de las tradiciones y fuerzas éticas de nuestro socialismo. El Che Guevara
es el paradigma del heroísmo, tal como lo formó la revolución cubana, al lado
de miles de luchadores populares y de revolucionarios de distinta procedencia
política.
Hay
que evitar el silencio frente a los fracasos. La política de los dirigentes
cubanos, de impulso a la guerrillas en Nuestra América, adoptada por
vanguardias heroicas, condujo a una serie de derrotas y muertos por doquier. La
superación de tales concepciones debe mantenerse, más en Colombia donde
superviven el ELN y las FARC. En distintas oportunidades Fidel Castro ha rectificado
su apoyo a la vía armada en referencia al caso colombiano.
El
sacerdote católico Camilo Torres Restrepo sintetiza la herencia revolucionaria del
cristianismo. Las luchas de los teóricos y ejecutores de la Teología de la
liberación se han integrado a la política y el programa emancipador. Viene
desde lejos, de la tradición que inauguró Bartolomé de las Casas a favor de los
indígenas.[11]Y
han sido decisivos los cristianos (as) en las gestas
democráticas-revolucionarias en Nicaragua, El Salvador, Guatemala y en la lucha
clasista en Brasil y otros países.
En
los resultados y perspectivas hay que mostrar el papel de las organizaciones
del trotskismo, que pueden exhibir logros como las tesis de Pulacayo y la
experiencia de Hugo Blanco en la amplia movilización indígena – campesina de
los valles de la Convención y Lares en 1963-64. Asimismo, los trotskismos han realizadouna
sostenida praxis sectaria y dogmática, lo propio ocurre con las tendencias
maoístas en el continente.
Conviene
establecer las interrelaciones discontinuas y las curvas de auges y retrocesos
de las luchas de los de abajo, de las revueltas y rebeliones, con las
revoluciones, sus élites y clases dirigentes. Al igual que descifrar las
complejidades entre quiénes son las fuerzas decisivas: los de abajo, la clase
trabajadora en femenino y masculino y, quiénes dirigen como clase y élite.
El
programa, la política y las direcciones, constituyen las claves que ensamblan
la espontaneidad, las resistencias, las experiencias, memorias, costumbres en
común con los propósitos de ruptura y emancipación debidamente formulados,
teorizados como praxis histórica, con sus componentes de estabilidad, crisis,
rupturas y transición histórica.
III.
Movimiento, Programa
El
socialismo como movimiento, programa y partido, como cultura de la clase
trabajadora, debe liberarse radicalmente del sectarismo y el dogmatismo. Por
ser estos al mismo tiempo, parodiando a Lenin, Enfermedad infantil e
irresponsabilidad senil.
La
necesidad no puede erigirse en virtud. El socialismo Afro-Indoamericano deberá
-porque así lo exige la realidad y lo desean los trabajadores y pueblos-, ser
multicolor, plural, construido de abajo a arriba, sin ilusiones en el
estatismo, pero consciente de la centralidad inevitable del Estado frente al
colosal protagonismo del imperio. Estado que debe descansar en formas
democráticas del poder, ejerciéndolo con una vocación de regionalización, democracia
local, autonomías con poderes e instituciones socioculturales desde abajo.Nuestro
socialismo debe ser anti dogmático, abierto, con un marxismo creativo que
incorpore a la libertad como revolucionaria en el quehacer de la vida, pues
quien ejerce la libertad individual y colectivamente está fundando liberación.
Tendrá que darse los imperativos de superar la desigualdad y la explotación, la
humillación y la ofensa.
La
libertad, según Spinoza, es el verdadero fin de la República[12],
razonamiento completado por Marx así:
En efecto, el reino de la libertad solo empieza allí donde termina el trabajo impuesto por la necesidad y por la coacción de los fines externos; queda, pues, conforme a la naturaleza de la cosa, más allá de la órbita de la verdadera producción material. Así como el salvaje tiene que luchar con la naturaleza para satisfacer sus necesidades, para encontrar el sustento de su vida y reproducirla, el hombre civilizado tiene que hacer lo mismo, bajo todas las formas sociales y bajo todos los posibles sistemas de producción. A medida que se desarrolla, desarrollándose con él sus necesidades, se extiende este reino de la necesidad natural, pero al mismo tiempo se extienden también las fuerzas productivas que satisfacen aquellas necesidades. La libertad, en este terreno, sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente este su intercambio de materias con la naturaleza, lo pongan bajo su control común en vez de dejarse dominar por él como por un poder ciego, y lo lleven a cabo con el menor gasto posible de fuerzas y en las condiciones más adecuadas y más dignas de su naturaleza humana. Pero, con todo ello, siempre seguirá siendo este un reino de la necesidad. Al otro lado de sus fronteras comienza el despliegue de las fuerzas humanas que se considera como fin en sí, el verdadero reino de la libertad, que sin embargo solo puede florecer tomando como base aquel reino de la necesidad. La condición fundamental para ello es la reducción de la jornada de trabajo [13].
La
vida humana y la vida en general es el hilo holístico entre sociedad y
naturaleza y nuestro entronque con el universo en que gravitamos en una
dimensión de múltiples universos, todos en procesos expansivos. La historia del
universo al igual que la del planeta tierra está regida por leyes cuyo
descubrimiento enriquece las explicaciones sobre el curso de la vida y la
destrucción. Donde rige el realismo relativo, las interrelaciones, lo probable
y no lo seguro, en fin, un conjunto de causalidades y procesos interrelacionados.
La
escisión entre sociedad y naturaleza, al ser convertida en ruptura no solo de
dominio sino de destrucción, llevó a la alienación de la vida humana. La
sociedad y la cultura no solo se construyeron en un dilatado proceso histórico
como distintas a la naturaleza, sino como contrarios a la misma. El capitalismo
se constituyó en el momento culminante de este proceso y desde entonces no ha
cesado su incursión destructiva sobre la naturaleza.
Las
crisis ambientales destructivas no solo tienen causas en la historia material
del planeta y el universo. Están determinadas por el proceso destructivo del
capitalismo, sus crisis, guerras y tecnologías, arropando en su barbarie la
suerte de la vida planetaria. Las actuales calamidades de sismos, terremotos, sequías,
calentamientos, extinción de especies animales, deforestación, enfriamientos,
descongelamientos, en fin, todo tipo de trastornos se deben a esta dinámica. El
actual ciclo recesivo del capitalismo agudiza aún más esta tendencia histórica,
al igual que la nueva fase de neocolonización y guerras (Libia, Palestina,
Siria, Irak…) [14].
La
historia natural del clima existe y es posible ubicar que sus oscilaciones de
calentamiento y enfriamiento con sus distintas gamas obedece a leyes naturales.
Pero, a partir del periodo de 1850 (plena revolución industrial que comenzó
hacia finales del siglo XVIII) se desata el “efecto invernadero” su línea
ascendente no ha cesado de incrementarse hasta hoy, donde aparece clara la
incidencia, en el calentamiento global, del capitalismo histórico con sus
tecnologías, colonialismos, sobreexplotaciones, formas de apropiación violenta
destructiva con base al exitismo y el consumismo. Toda una lógica de
destrucción del propio capital y de los bienes para mantener la dinámica de la
acumulación.
De
nuevo se debe refutar lo que los positivismos dentro y fuera del marxismo
separaron, y que es la base del materialismo socialista:
Sólo conocemos una ciencia: la ciencia de la Historia. La historia puede contemplarse desde dos perspectivas: puede dividirse en historia de la naturaleza y en historia del hombre. Pero estos dos aspectos no deben verse como entidades independientes. Desde que existe el hombre, éste y la naturaleza se han afectado mutuamente[15].
El
programa por el socialismo del siglo XXI es un programa por la vida, no sólo la
humana sino del planeta. El derecho a la vida reordena todos los derechos y
encuadra las políticas económicas, los planes estatales, las programaciones
macroeconómicas. Es la mirada de la ecosofía, por ello el ecosocialismo.
El
socialismo del siglo XXI será ecofeminista o será caricatura. Recuperar toda la
tradición de las Mujeres por su emancipación social, sexual, de género, de Las
locas mujeres de Gabriela Mistral: las abandonadas, ansiosas, desasidas,
dichosas, fugitivas. Las condenadas de Nuestra América, negras, indias,
mestizas. La historia demuestra que ellas son protagonistas principales en las
rebeliones y revoluciones, generadoras de resistencias y creadoras de nuevas
sensibilidades liberadoras.
El
socialismo tiene que hablar en femenino sin rubores, exaltando la voz de ellas,
de sus propias historias, vidas, que nos emanciparán a todas y todos, como en
el pedido de Virginia Wolf en Una Habitación Propia[16]
La
clase trabajadora a escala internacional ofrece una presencia combativa y
reflexiva, activa y organizada de las mujeres por miles y millones. Rosa
Luxemburgo es la paladín de la causa socialista, teórica marxista,
internacionalista y feminista. Con ella, apenas comienza un curso, un
inventario nutrido y multicolor de país a país y de continente a continente.Antes
de ella, existieron importantes líderes y nutridas multitudes de luchadoras[17].
Las
mujeres están diciendo en Bolivia y Colombia, en Palestina y Haití, en Irán y
los Estados Unidos, aquí y allá, ¡Abran Paso! Nuestro socialismo tiene rostros
femeninos y debe ser liberado del camaleonismo de los patriarcados y del
autoritarismo del capital y del Estado.
En
Colombia y América Latina, María Cano es una figura emblemática de la causa de
los trabajadores, cuyo periplo de lucha política a la cabeza del socialismo
revolucionario en la segunda década del siglo XX, constituye una herencia
común, una “herencia perdida”[18]
que hay que recuperar, visibilizar. Personaje y movimiento destruidos por la
injerencia del estalinismo, con sus calumnias y persecuciones.
El
socialismo se define por la apropiación de los productores de los medios de
producción, la conversión de la propiedad privada en propiedad social, en forma
colectiva, y el manejo democrático de las ciudades y sociedades. El ejercicio
de la planeación de abajo hacia arriba y de la región al centro, e integrada a la
Federación y bloques de países y continentes. En la planeación socialista los
técnicos y funcionarios deben estar al servicio de los trabajadores y sus
órganos de decisión y ejecución, y no al revés, evitando la burocratización y
la corrupción. Los objetivos inmediatos son: mantener las energías creadoras en
toda la sociedad, dinamizar la cultura, las ciencias y las artes en un
despliegue de internacionalismo y libertad completa.
La
economía debe subordinarse a la sociedad y no continuar bajo la dictadura del
mercado y las finanzas. Este es un principio rector de nuestro programa, lo que
involucra la dignidad como esencial en el quehacer proletario, en la praxis
socialista. Conviene recuperar para nuestras reflexiones el concepto de
programa de transición como correlato de las leyes históricas del desarrollo
desigual y combinado. La actualidad del capitalismo no elimina sino que
reproduce todas las formas de la historia del trabajo y las engloba en los
patrones de explotación y dominación neocapitalista y neocolonial. Exacerba el
sexismo, el tráfico y la esclavitud de mujeres y niños, el racismo camaleónico,
la servidumbre inducida-voluntaria, la explotación. El moderno capitalismo
tardío reinstala la barbarie con las guerras, masacres, éxodos, hambrunas,
despotismos…El concepto de programa de transición puede darle sentido vivo a la
teoría de la revolución permanente, tal como Marx la formuló en 1848-1850, en
el Manifiestoy otros textos; Trotsky en Resultados y perspectivas en 1905,
Luxemburgo en Huelga de masas en 1906 y Lenin en Las tesis de abril en 1917. La
cual se enriqueció con la experiencia de la revolución China en 1949, Cubana en
1959, junto con el marxismo de Mariáteguiy en las grandes luchas de clases en
todo el planeta durante el siglo XX y lo que va del nuevo siglo.
El
socialismo es un movimiento de la sociedad y la cultura, que asume la clase
trabajadora en femenino y masculino. La revolución y la reforma son un
movimiento en curso por mejorar o transformar las condiciones de sociedad y
vida. La lucha por el socialismo y la revolución como movimientos debe buscarse
articulando ambas dinámicas. Es el papel del programa, la política, las
organizaciones y partidos a escala internacional, donde el socialismo en
Nuestra América formará parte de los socialismos del planeta.
Lenin
formuló: sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario, pero
agregó que sin el segundo la teoría es limitada y se marchita. Antonio Gramsci construyó
su concepto de praxis, buscando la relación del mundo intelectual y científico
con las gentes sencillas y le dio significado a la teoría marxista en un campo
sociocultural histórico sostenido.
La
transición al socialismo, es el comienzo de la superación radical del
capitalismo y sus formas de sociedad y Estado del espectáculo. Es un proyecto
no solo anticapitalista sino poscapitalista y posliberal.
El
socialismo sintetiza las experiencias y herencias en común de la clase
trabajadora, ya que este legado es parte integral de los saberes populares, de
la teoría materialista de la historia. Lo hace al mismo tiempo que se corrige,
se autocritica, se recupera y por ende se libera. Las tradiciones de las
luchas del pasado libradas por los
explotados, oprimidos y humillados que se mantienen ocultas, desconocidas,
borradas por la historia de los dominadores, hay que recuperarlas para la
memoria, la historia y la política del presente, dotándolas de sentido,
enlazados en el porvenir para superar su dispersión y discontinuidad.
Radicalmente
todas las luchas del pasado forman parte de las nuevas luchas del presente y el
porvenir. Al mismo tiempo el socialismo descansa, elabora y proyecta los
aportes de las ciencias sociales y naturales, realiza las críticas a la
economía de los capitalistas, a la tecnoburocracia y a la idea religiosa según
la cual el capitalismo es lo naturalmente existente, inevitable y necesario. Y
por ende las desigualdades y la explotación son los motores de la justicia y el
mundo feliz.
Precisamente
es el pensamiento social complejo el que permite refutar que lo existente es lo
mejor y si acaso mejorable sin alterar su orden lógico esencial. Es posible
erradicar en breve tiempo la miseria, el hambre, el abandono, las enfermedades
sociales, reorientando el uso de los recursos utilizados en la industria
armamentista, las guerras, los consumos suntuarios.
La
explotación de la fuerza de trabajo global se puede y debe eliminar, acudiendo
a la colectivización de la economía productiva y la superación de la economía
ficticia especulativa, introduciendo la planeación de abajo-arriba y de manera
horizontal con decisiones democráticas. Estas medidas y otras más se ubican en
la integración de las distintas sociedades con métodos de cooperación y
federación internacional. El socialismo se apoya en las conquistas científicas,
culturales y lo que resulte provechoso de la era de la modernidad capitalista,
su protagonista principal es la clase trabajadora internacional. La técnica y
los logros de la revolución científico-tecnológica deben reorientarse en su
sentido y relación ambiental en provecho de las nuevas relaciones sociales.
Para América Latina, la planeación, los modos de producción, los modelos y
estilos económicos, deben recrearse de acuerdo a las realidades geohistóricas y
socioambientales, de lo holístico y telúrico de que está dotado el Continente.
No
es ilusorio visualizar una Europa socialista al igual que una Norteamérica
socialista y con las transiciones necesarias en bloques regionales, una América
Afro-Indoamericana socialista,igual que en África y Oriente Medio, en China y
los países asiáticos como Japón, las Coreas, Vietnam e Indochina.Todos pueden
marchar hacia la integración de sus economías y sociedades con criterios
pluralistas.
El
derrumbe de la Unión Soviética es el del burocratismo de gran potencia y de su
inserciónen las dinámicas del capitalismo internacional que mantenía en la
subalternidad a las naciones que formaban parte de la Federación. Al igual que
los países del socialismo realmente existente en la Europa Oriental que fueron satélites
a través del Pacto de Varsovia de la URSS, se atomizaron y retornaron al capitalismo en condiciones de
sumisión.
Alemania
Oriental fue anexada bajo el eufemismo de la unidad a la República Federal en
el retorno al gran Estado capitalista en Europa. La Federación Yugoslava se
balcanizó, en una especie de eterno retorno de esta zona histórica, convertida
en un espacio de disputa bélica, de intereses económicos, de poder con las
envolturas religiosas y racistas y la manipulación de las grandes potencias.
El
capítulo del colapso del socialismo burocrático con su enorme tragedia a
cuestas, clarifica que el socialismo en su dimensión internacional debe ser
horizontalmente democrático en las relaciones entre distintos países, naciones,
culturas, pueblos, religiones y tradiciones. Y sobre la fuerza de la diversidad
encontrar las complementariedades y cooperación necesaria.
José
Carlos Mariátegui concibió el internacionalismo como expresión de la revolución
de nuestro tiempo y abogó desde Indoamérica por la unidad con el socialismo europeo
y la revolución rusa. Con el horizonte de ser creación nuestra, ni calco, ni
copia.
Sigue
siendo válido el diagnóstico de Benjamin sobre la sociedad capitalista:
Cada época no solo sueña la siguiente, sino que se encamina soñando hacia el despertar. Lleva su final consigo y lo despliega –como ya supo ver Hegel- con astucia. Con la conmoción de la economía de mercado empezamos a reconocer los movimientos de la burguesía como ruinas, antes incluso de que se hayan derrumbado [19].
El
21 de noviembre de 1980, Estanislao Zuleta pronunció su conferencia más
celebrada: Elogio de la dificultad. Allí concluye con esta perspectiva que me
parece de actualidad en este renacer del socialismo:
Pero en medio del pesimismo de nuestra época se sigue desarrollando el pensamiento histórico, el psicoanálisis, la antropología, el marxismo, el arte y la literatura. En medio del pesimismo de nuestra época surge la lucha de los proletarios que ya saben que un trabajo insensato no se paga con nada, ni con automóviles, ni con televisores; surge la rebelión magnífica de las mujeres que no aceptan una situación de inferioridad a cambio de halagos y protecciones; surge la insurrección desesperada de los jóvenes que no pueden aceptar el destino que se les ha fabricado.
Nada
parece llevarnos en forma directa al socialismo, ni nadie nos llevará. No debe
haber espacio para el sustitucionismo de los partidos sobre la magna tarea: la
liberación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos. Los
partidos y demás organizaciones están al servicio de esta tarea.
Decir: ¡bienvenido
compañero socialismo¡, es reconocer que la transición agraria, democrática,
nacional, femenina, ambiental, reivindicativa, integradora de países y bloques
regionales, es el comienzo, el principio de esperanza, que debe descansar,
realizarse en las propias trabajadoras y trabajadores como protagonistas de la
revolución. Lo que viene hay que desearlo, es la esencia de nuestro propósito.
¡De cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades!
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Notas
[1]Kohan, Néstor. Vitalidad del pensamiento
radical latinoamericano. Ed. OceanPress, 2005.
[2] Ibid.,p. 9-10
[3] Ver: James, C.L.R. Los Jacobinos
Negros. ToussaintL´Ouverture y la revolución de Haití. México, Fondo de
Cultura Económica, 2003
[4] Para una reseña de autores y obras
sobre la URSS
ver: Miranda Hevia, Alicia. El Segundo Movimiento.
Buenos Aires: Santa Fe APS, 2005.
[5] Anderson, Perry. El marxismo occidental. Bogotá:
Editorial Siglo XXI, 1979.
[6] Ver: Anderson, Benedict. Bajo tres banderas. Anarquismo
e imaginación anticolonial. Barcelona: Akal, 2008.
[7]Mariátegui, José Carlos. La
comunidad bajo la república.En:El
problema de la tierra. 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana.
Lima: Amauta, 1968, pp. 64-66, nota al píe. Para una exposición actual del
aporte de los pueblos originarios al socialismo de nuestro tiempo ver: Fals
Borda, Orlando. Hacia el socialismo
raizal y otros escritos. Bogotá: Desde Abajo, 2007.
[8] Ver de Adolfo Gilly. La revolución Interrumpida. México: Caballito, varias ediciones, 2002. Una valiosa interpretación
marxista desde nosotros sobre este suceso epocal.
[9]Löwy, Michael. El marxismo en
América latina (De 1901 a
nuestros días). Antología. México: Era, 1982, pp. 170-185. Se publican con
el título de Tesis de Pulacayo.
[10]Dunayevskaya, Raya. Not
by Practice Alone: The Movement from Theory. En: Power
of Negativity, 275. Tomado de:
Gogol, Eugene. Raya Dunayevskaya.
Filósofa del humanismo marxista. México, Casa Juan Pablos, 2006, p. 358.
[11]Ver el balance de Michael Löwy: Guerra
de Dioses, Religión y Política en América Latina. México: Siglo XXI, 1999.
[12]Marx, Karl. Cuaderno Spinosa.Traducción, estudio preliminar y notas de Nicolás
Gonzales Varela. Ediciones Montesinos Ensayos. España. (s.f.), p. 147.
[13]Marx, Karl. El Capital. Vol. III.
México D.F: Fondo de Cultura Económica, 1971. p. 759.
[14]Ver: Sánchez Ángel, Ricardo. Las crisis en la historia del capitalismo. En:
“El impacto de la crisis”. Ed. Jairo Estrada. Seminario Marx Vive. Universidad
Nacional de Colombia. Departamento de Ciencia Política, 2010.
[15]Marx, Carlos; Engels, Federico. La Ideología Alemana. En: Bellamy
Foster, John. La Ecología de Marx.
Materialismo y Naturaleza. Madrid, El Viejo Topo, 2004, p. 342.
[16]Wolf, Virginia. Una Habitación Propia. Bogotá, Seix Barral, 2005.
[17] Ver: Dunayevskaya, Raya. Rosa Luxemburgo. La liberación femenina y la filosofía marxista de la revolución. México, Fondo de Cultura Económica,
2005.
[18] Ver: Meschkat, Klaus. La herencia Perdida. Movimientos Sociales y
Organización Revolucionaria en la década de 1920: el caso del Partido
Socialista Revolucionario en Colombia. En: Sánchez, Gonzalo y Corral,
Hernando. El Marxismo en Colombia.
Memorias del Simposio con motivo del centenario de la muerte de Carlos Marx. Bogotá,
1983, pp. 145-169.
[19]Ver: París Capital del Siglo XIX
(primera versión). En: RolfTiedemmanEl
libro de los pasajes. Madrid: Akal, 2005.
Ricardo Sánchez Ángel es abogado, Magíster en Filosofía, doctor en Historia, profesor Universidad Nacional de Colombia. Miembro del grupo de investigación THESEUS, clasificado en la categoría A1 (Excelencia Académica) de Colciencias