
Hugo Chávez ha luchado tenazmente por su vida. Tras el desenlace
fatal, se abre el postchavismo en Venezuela y en toda América Latina. El vacío
político existente desde el Caracazo y el consiguiente desenmascaramiento de
los viejos partidos (Acción Democrática y Copei) como instrumentos de la
oligarquía y del capital financiero internacional y el fracaso del efímero auge
de Causa Radical fue llenado por el golpe fallido que convirtió en héroe
popular a un joven militar nacionalista que hasta entonces contaba sólo con el
apoyo de un grupo de seguidores en las Fuerzas Armadas.
Chávez personificó una esperanza masiva y le dio primero su
nombre y después su forma a esa exigencia popular masiva preexistente de cambio
social y de independencia nacional.
Los trabajadores venezolanos, el pueblo pobre, los intelectuales antiimperialistas reconocieron a Chávez y lo reforzaron frente a sus compañeros de armas y, cuando un golpe cívico-militar pro-imperialista lo encarceló, lo salvaron y rescataron y, con su movilización, inclinaron la balanza política y moral en las fuerzas armadas a favor del comandante, que estaba inerme. Los explotados y oprimidos de Venezuela ungieron a Chávez, lo hicieron su líder, reconociendo en él –y en el odio hacia él de los enemigos de clase- la posibilidad de instaurar una alternativa, de cambiar radicalmente el país.
Los trabajadores venezolanos, el pueblo pobre, los intelectuales antiimperialistas reconocieron a Chávez y lo reforzaron frente a sus compañeros de armas y, cuando un golpe cívico-militar pro-imperialista lo encarceló, lo salvaron y rescataron y, con su movilización, inclinaron la balanza política y moral en las fuerzas armadas a favor del comandante, que estaba inerme. Los explotados y oprimidos de Venezuela ungieron a Chávez, lo hicieron su líder, reconociendo en él –y en el odio hacia él de los enemigos de clase- la posibilidad de instaurar una alternativa, de cambiar radicalmente el país.
Chávez fue el resultado del chavismo que no tenía aún ese
nombre; es decir, de una exigencia de cambio social profundo, de liberación
nacional, de una ola de nacionalismo antiimperialista, de una necesidad de
desarrollo nacional y de democracia que encontró con él un cauce en Venezuela e
impulsó después cambios similares en otros países de la región. Se estableció
así una fecunda interrelación entre Chávez y los pobres de Venezuela en la que
la iniciativa y la voz cantante no siempre correspondieron al primero. En
realidad, tanto el redescubrimiento parcial de Trotsky como la presión de
Chávez a favor de la autoorganización popular y su rechazo a la burocracia,
vinieron de abajo, como también la idea de formar una Vª Internacional, que
pronto degeneró en un intento sin principios de juntar a los enemigos de Washington
(Teherán, antes Gaddafi, Basher Assad y otros por el estilo) y fue rápidamente
enterrada por la derecha del aparato chavista. Sobre todo Chávez recogió la
necesidad de tener un partido con ideas y militantes, lo que dio origen al PSUV
donde no todo es carrera burocrática, electoralismo y verticalismo, y a los
organismos de poder popular, que están en gran parte asfixiados o no se
pudieron desarrollar debido a los controles de la burocracia y del ejército.
Lo que Chávez no pudo hacer, debido a su propia confusión
ideológica (pues ha mezclado las ideas y prácticas de la ex Unión Soviéticas en
su versión cubana, con un cristianismo social e ideas trotskistas sobre la
autoorganización y autogestión) es abrir una discusión democrática sobre cuál
debe ser el contenido esencial de un socialismo que no repita la experiencia
deletérea del "socialismo real" y cuáles deben ser la estrategia y el
instrumento político que, en un Estado capitalista dependiente, permitan
comenzar a cambiar la subjetividad de los trabajadores y sentar las bases para
el socialismo, entendido como participación política plena, solidaridad,
control de la economía por los trabajadores mismos y construcción de cultura y
ciudadanía en la vida cotidiana. Eso permitió el desarrollo en las capas
acomodadas de la sociedad de la corrupción y de la boliburguesía, esa burguesía
advenediza surgida al calor del Estado y, en las capas más bajas, formadas en
una economía rentista y corrupta, de una vasta delincuencia. O sea, de los
sectores que refuerzan social y políticamente a la derecha proimperialista y
amenazan el proceso revolucionario nacional y democrático en curso. También
permitió, en el aparato estatal, la cristalización de una alianza entre
tecnócratas y burócratas con ideología capitalista, la cual tiene lazos también
con sectores de las fuerzas armadas, pues éstas están acostumbradas al
decisionismo vertical. La falta de independencia de los dirigentes elegidos por
su fidelidad más que por su personalidad intelectual y su capacidad hace que
ese sector de seguidores del Líder, sin el estímulo de Chávez, no pueda actuar
suficientemente como contrapeso a las influencias de la derecha.
La derecha "escuálida" mantiene sus lazos con el
imperialismo y conserva su peso económico que deriva del carácter capitalista y
monoproductor de la economía venezolana pero, en lo inmediato, no es el
principal peligro si no consigue arrastrar una parte de las fuerzas armadas y
del mando chavista. Como dijo el mismo Chávez, el verdadero peligro capitalista
reside en los Termidorianos, en la derecha conservadora en el aparato estatal,
en los que quieren evitar el control y la organización popular, en los
militares de derecha que quieren "orden", su "orden", en
los burócratas que desean enriquecerse maniobrando con el mercado que depende
del capital internacional. Muerto Chávez,
lo reemplazará muy probablemente un directorio o gobierno colectivo que
actuará como frente único entre los diferentes personajes y tendencias del actual
chavismo, con excepción de la revolucionaria, plebeya, que no forma parte del
aparato.
La presión de la derecha política oligárquica y de
Washington se hará sentir muy fuerte y la política económica actual, con su
apoyo a Cuba y al ALBA y sus proyectos de integración sudamericana, sin duda
será rediscutida y recortada fuertemente para poder reforzar en lo inmediato,
en nombre del nacionalismo, pero para la preservación del aparato, una política
asistencial y de importaciones que calme el frente social.
Ese es el peligro que sólo la movilización y la
autoorganización de los trabajadores puede obstaculizar.
SIN PERMISO