
Traducido del inglés por
Teresa Elías
Cuando la totalidad de la fuerza laboral de una ciudad
depone sus herramientas de trabajo y rehúsa trabajar hasta que determinadas
demandas sean atendidas, estamos ante lo que se llama una Huelga General. Este
mecanismo fue ideado por los anarquistas en el siglo diecinueve, quienes no
conformaban una fuerza de trabajo, pero quienes eran gente de convicciones
anti-estatales.
Rosa Luxemburg (1871–1919), la pensadora revolucionaria polaca, reescribió el concepto de Huelga General, reclamándolo para la fuerza laboral (proletariado) luego de ser testigo de grandes huelgas Generales a través del
imperio ruso que comenzaron en el año 1896 y culminaron con la masiva Huelga General de 1905. Georges Sorel (1847-1922), intelectual francés cuya ideología política pasó de la izquierda hacia la derecha, también concibió la Huelga General como un medio de inyectar energía a la fuerza laboral.
El historiador y sociólogo afroamericano W.E.B. Du Buois (1868-1963) describe
el éxodo de los esclavos, inmediatamente después de la Emancipación, como una
Huelga General porque el sistema esclavista no había permitido al “Proletariado
Negro” (fuerza laboral para la industria algodonera) organizarse como una
fuerza laboral regular. En la misma época, Mahatma Gandhi (1869-1948), el liberacionista
nacional indio, reescribió una vez más la Huelga General, reclamándola para los
colonizados sin considerar la división de clases y conceptualizándola ya no
como un movimiento de la clase trabajadora sino como una mezcla de
desobediencia civil y boicot político a lo que llamó “No cooperación.”
Hoy en día la fuerza laboral global se encuentra
profundamente dividida y la globalización opera a través de un sistema de
finanzas—comercio en monedas desiguales—que tiene poco que ver con la fuerza
laboral. Debido a esta división, este es, una vez más, el momento de convocar
una Huelga General. Esta ya está siendo reclamada por aquellos que han sido
despojados de sus derechos por un sistema cuyos beneficios fluyen
constantemente hacia arriba: hacia el rescate de los bancos y lejos de los
sistemas de salud y educación y de todas las áreas donde más se les necesita.
Ahora, el trabajo tiene la oportunidad de unir esfuerzos para redefinir la
Huelga General como una colectividad de todos los ciudadanos despojados: el
99%.
Antonio Gramsci (1891-1937) definió a aquellos que no tenían
acceso a la estructura estatal de beneficencia, y a aquellos que no tenían un
rol en el estado, como los “subalternos”: los más pobres de los pobres. Hoy,
esta historia también está siendo reescrita. Lo que estamos presenciando es la subordinación
de la clase media, el sector más amplio del 99%. La visión de La Huelga
General, tal como Dubois y Gandhi la entendieron, en su momento se está
convirtiendo en un poderoso símbolo que rebasa el conflicto entre el binomio
trabajador/patrón tan nítidamente ensamblado.
En estos momentos, hay varias características de la Huelga
General que debemos tener presentes:
1. Una Huelga General es llevada a cabo por aquellos que sufren la injusticia diaria, no por ideologías motivadas por la indignación moral.
2. Una Huelga General es, por definición, no violenta, aunque el aparato represivo del sistema haga uso de violencia extrema en contra de los huelguistas.
3. Una Huelga General consiste, generalmente, en demandas enfocadas a reformar o reescribir las leyes, por ejemplo, la duración de la jornada laboral para los trabajadores rusos, la 14ª y la 15ª Enmiendas (aunque solo substancialmente expresadas) para los ex esclavos, la descolonización en la época de Gandhi, etc.
Si se reconoce la conexión entre la Huelga General y la Ley,
veremos que no es un reformismo legal lo que se reclama, sino la justicia
social y económica. Prohibir los rescates bancarios, instituir la supervisión
legal de la política fiscal, imponer tributos a los ricos, la no corporación de
la educación, suprimir los subsidios a los combustibles fósiles y a la
agricultura, y así sucesivamente. El fuerte compromiso legal y su
implementación es una apuesta por la justicia. Y debemos recordar que, a
diferencia de un partido político, los gestores de una Huelga General no deben
cooperar hasta que no vean realmente los cambios. La presión ya está
funcionando: podemos testificar acerca de la victoria en noviembre al luchar
contra el 5% sobre los cargos de las tarjetas de débito.
Las Huelgas Generales son siempre, en cierto sentido, contra “Wall Street”, más ampliamente descrito como capitalismo. Sin embargo, debido a que las revoluciones se han producido también en contra de regímenes nefastos representados por dictadores o reyes, nuestra idea de “revolución” es confundida con la lucha armada y el cambio de régimen. En Rusia, los zares. En China, un decadente feudalismo y un eurocolonialismo. En América Latina, el sistema feudal. En Francia, la monarquía de los Borbones. En los Estados Unidos, la monarquía de Hanover y, posteriormente, el sistema esclavista. Actualmente en el mundo árabe, Zayn al-Abidin Ben Ali en Túnez, Hosni Mubarak en Egipto, y Muamar Gadafi en Libia.
Por el contrario, en el movimiento de Occupy, el espíritu de
la Huelga General ha devenido por sí solo y ha unido fuerzas con la tradición
estadounidense de la desobediencia civil: la gente contra un estado capitalista
desregulado, no contra un individuo o un régimen. Por consiguiente, a corto
plazo, debemos cambiar las leyes que actualmente hacen que el Estado le rinda
cuentas a los negocios y a los bancos, en lugar de a la gente; y, a largo
plazo, establecer y fomentar una educación que mantenga viva la voluntad de
justicia.