
No es nada sorprendente que la Izquierda de hoy no busque
respuestas en los libretos carcelarios del pensador italiano Antonio Gramsci
para hallar formulas y repensar el concepto de crisis, pues aquellos son los
mismos que se aferran a las lógicas culturales del nuevo orden global, y que
piden, a la manera de Francis Fukuyama, el fin de la historia que, a su vez, no
es mas que el fin de la política y de la confrontación ideológica. Pero como ya
lo ha señalado Fredric Jameson, el inconciente político actual no es más que un
espacio vacuo que viene a ocupar, en esa ausencia de substancia, la
culturización de las esferas sociales y políticas. Es un lugar común hoy en la
discusión sobre la crisis, a plantearse dos ingenuidades: la primera es de una
posición totalmente naïveté de la dialéctica histórica, que entiende esta
crisis como desmoronamiento tangible del orden capitalista mundial y la llegada
de un populismo
(algunos se atreven a seguir las pautas ya dadas por Ernesto
Laclau) – Hugo Chávez, o Evo Morales en America Latina – que ha comenzado a
plantearse como alternativa real y que próximamente abolirá el sistema total de
la capitalización en la aldea global. El segundo manejo estratégico para leer
la crisis, se basa en la "naturalización" del evento, es decir de
entenderlo como un ciclo natural mas del propio sistema, en el cual, si bien
ahora nadie puede resolver nada, ni los propios economistas mas prestigiosos,
en el camino se pueden llegar a soluciones para mejorar las condiciones
preexistentes dentro del status quo. Este lenguaje de lo que podríamos tildar
de "universalización natural" de los problemas de nuestro horizonte
político, social, y económico, no eran del todo ajenos al pensamiento político
de Gramsci. Justo en un apunte de 1932 conceptualizado como "Teoría contra
el Bizancionismo", Gramsci muestra el problema de la unidad teórica para
entender un evento histórico, que da por alto la realidad concreta y material
de un proceso contemporáneo. La última sentencia de aquel apunte es merecedora
de ser citada: "Si no se puede expresar en la especificidad de sus
términos [el análisis universal], entonces estamos jugando a la abstracción de
Bizancio y del Escolasticismo de algunos charlatanes" [1]. La teorización
que se hace de la crisis actual figura mas en ese molde de Bizancio que Gramsci
dibujaba desde los confines de su cárcel, que a una propuesta que
verdaderamente medite sobre la manifestación multidimensional de lo que hoy es
realmente la crisis mundial, o lo que entendemos por «la crisis».
Gramsci, como los grandes pensadores de la Historia, tuvo el
acierto de conceptualizar la idea de "crisis" como concepto dentro de
su propio discurso. "El giro poético
de la filosofía es la terminología" [2] – reza una bella frase de
Giorgio Agamben, y Antonio Gramsci lo consigue al definir la crisis no como un
concepto desplegado de la realidad, sino como una contingencia mediadora: «la crisis orgánica consiste en que lo viejo
no muere y lo nuevo no puede todavía nacer».
Entre aquello que desconocemos (la temporalidad del futuro
histórico), y el empiricismo del pasado, Gramsci coloca con acierto la crisis en
ese abismo epistémico que se abre entre la unidad histórica. ¿Qué se entiende,
entonces, como aquello que no muerte y eso que está por nacer? ¿No es un gesto
nihilista de aquello que, en su anunciación discursiva, parece no tener
sustancia epistemica para solidificar las bases de la superestructura del
cambio? El giro gramsciano de la crisis da entender primero que todo, la idea
de crisis es una multiplicidad estratégica, en la cual no hablamos ciertamente
de "una" – como unidad numérica como lo distinguió una vez Dons
Scotus, sino como una casuística plural, que de hecho nos recuerdo a J.S. Mill,
y que por consecuente exige nuevas formas de pensar formas de resistencia para
un proyecto progresista. Al negar la idea de aquello que no ha muerto, Gramsci
además hace un gesto sobre la especulación del origen de un crisis, puesto que
para él no existe un evento histórico, un momento temporal, una circunstancia
que apunten hacia el origen de los fundamentos de la crisis, sino que los
eventos son de hecho manifestaciones del proceso de la crisis. Los que hoy,
desde la Izquierda, analizan la crisis comenten el error de caer en la efímera
búsqueda de culpables (la hegemonía estadounidense, la pujante economía de
China, el costo del petróleo, la burbuja de bienes raíces…y un largo etc.), en
cambio, para Gramsci el evento es un efecto a posteriori de la crisis como
fenómeno vigente, puesto que la crisis pertenece no a la actualidad de las
cosas, sino a la potencialidad de la estructura del sistema.
Gramsci prefiere leer la crisis como una totalidad del
propio Estado, es decir, de los funcionamientos culturales hegemónicos,
políticos, y sociológicos inseparables de la compactibilidad de sistema. Es por
ello que, la idea de "crisis" en la hermenéutica de Gramsci, se vincula
a las crisis ideológicas y orgánicas del Estado. Entendido desde este ángulo,
la famosa sentencia fundacional sobre la crisis se debe aproximar no como un
abismo de inactividad intelectual o revolucionaria, sino todo lo contrario:
como un momento emancipador – para usar el término de Jacques Ranciere – donde
precisamente es posible girar el sistema hacia nuevos horizontes de una
reorganización de las fuerzas orgánicas y culturales que suplementen la crisis
en la totalidad. Esta suma se inscribe dentro de una lectura estructural del
sistema global (sorprendentemente algo que ya hacia Gramsci en los años treinta
al escribir estos apuntes, a propos de la crisis de Wall Street en Estados
Unidos de aquella década), donde cada particularidad, bien sea de organicidad
política o cultural, responde a la extensa matriz del sistema capitalista que
por naturaleza es una entidad universal. Es decir que jugar a ser el defensor
de la Venezuela de Hugo Chávez o la Bolivia de Evo Morales, utilizando la
definición y el estado de crisis actual, seria volviendo a la metáfora dorada
de Gramsci, un ejercicio baladí, o un entretenimiento verbal con las ideas de
un antiguo e remoto Bizancio: una estetizacion del verdadero conflicto que
genera el estado de crisis global.
La desorganización de la Izquierda responde tanto a la
culminación del utopismo tradicional del siglo XX, pre-Muro de Berlín, como a
la particularización de la idea de crisis como concepto periódico y singular.
En efecto, si algo rechazaba Antonio Gramsci era esa idea: "…todavía no se
ha llegado ha entender que el mundo es una unidad, gústele a quien le guste y
pésele a quien le pese, todos los países mientras se mantengan en sus
condiciones estructurales, entraran siempre en la crisis" [3]. Adoptar
hoy, una mayor unidad sobre el entendimiento del concepto de la crisis, quizá
llevaría a la Izquierda actual ha reconocer como su propia falta de presencia
orgánica o contra-hegemónica, a niveles de oposiciones han llevado, por otra
parte, al vitalismo y fortificación de ese futuro que "aun no acaba por
llegar" como deja claro el filosofo italiano. De igual forma, el fallo de
la política y del Estado, hace pensar que la instrumentación de la política
queda al margen, y que solo un planteamiento humanista o cultural es posible
como posición intelectual. Pero otra vez, como diría Fredric Jameson, estamos
en presencia de la ideología en su forma mas pura: la idea de crisis es, en
todo caso, la afirmación que la política es el acto de lo imposible, y que es
en ese abismo material donde una política subalterna debe surgir para remplazar
el modelo y base de la crisis de la ideología hegemónica.
En un fragmento titulado escuetamente "Calidad de
Vida" Gramsci advierte sobre los males de los discursos
"humanitarios" o lo que el llama "extra-políticos". Cuando
el Estado ha llegado a su fracaso consumado a la hora de suministrar las
mínimas condiciones de bienestar al pueblo – nos dice Gramsci, es curioso como
intenta, desde sus límites ideológicos, neutralizar su fracaso a través de un
velo cultural o extrapolítico. Adelantándose por muchas décadas a lo que
después seria La lógica del Capitalismo Tardío, ya aparecen en los apuntes de
los Diarios de la Prisión de Antonio Gramsci, las formas de una económica del
rechazo hacia esa lógica de lo despolitizado. Una relectura profunda de todo lo
que nos ha legado Gramsci sobre la idea de crisis orgánica, hegemónica, y
económica aclara nuestro presente y también limpia los aires de ese abismo que
nos impide ver el ocaso de otro futuro.
Notas
[1] Selections from the Prison Notebooks. "Against
Byzantinism" (p.200-201) de Antonio Gramsci. International Publishers
1971.
[2] "¿Que es un paradigma?" Conferencia de Giorgio Agamben
[3] Further selections from the Prison Notebooks. (p.271) London: Lawrence & Wishart, 1994
[2] "¿Que es un paradigma?" Conferencia de Giorgio Agamben
[3] Further selections from the Prison Notebooks. (p.271) London: Lawrence & Wishart, 1994