
La Ruta
Libertadora: de los Andes a los Llanos
Especial para Gramscimanía |
Durante las cruentas luchas que caracterizaron
al proceso de la Independencia, las tierras y poblaciones que circundaban a
Valencia no escaparían a esta prolongada situación de revuelta y sangre. Su
ubicación geopolítica, como puerta de acceso a los llanos occidentales y de ellos
a Puerto Cabello, hizo de estos poblados plazas de interés para la geografía
militar de entonces. El 27 de julio de 1813, Simón Bolívar, triunfante en la
Campaña Admirable (la cual había iniciado el 27 de abril de ese año en San José
de Cúcuta), vencedor en San Cristóbal, La Grita, Trujillo, Barinas
y proveniente de Guanare y Araure, llega a San Carlos. La ruta seguida por el Libertador desde la Villa de Araure hasta San Carlos era de aproximadamente 15 leguas (85 kilómetros), jornada que cumplió en un solo día, tal y como lo demuestra la documentación existente. En efecto, el mismo día 27 de julio Bolívar despachó dos oficios: uno firmado en Araure y otro en San Carlos, según lo sostienen los historiadores Agüero, González y Bolívar en su obra Ruta Libertadora (publicada el año 2000).
y proveniente de Guanare y Araure, llega a San Carlos. La ruta seguida por el Libertador desde la Villa de Araure hasta San Carlos era de aproximadamente 15 leguas (85 kilómetros), jornada que cumplió en un solo día, tal y como lo demuestra la documentación existente. En efecto, el mismo día 27 de julio Bolívar despachó dos oficios: uno firmado en Araure y otro en San Carlos, según lo sostienen los historiadores Agüero, González y Bolívar en su obra Ruta Libertadora (publicada el año 2000).
En la ciudad de San Carlos, el 28 de julio
Bolívar ratifica la proclama de Guerra a Muerte dictada en Trujillo un mes
antes, el 25 de junio, con la publicación de una “Proclama a los Españoles y
Canarios”, cuyos principales rasgos, incluidos en los Escritos del Libertador
(1968), están esbozados en los siguientes términos: “Por última vez, españoles
y canarios, oíd la voz de la justicia y la clemencia. Si preferís nuestra causa
a la de los tiranos, seréis perdonados y disfrutaréis de vuestros bienes, vida
y honor; y si persistís en ser nuestros enemigos, alejaos de nuestro país o
prepararos a morir.” (Bolívar, Tomo IV, 1968: 385)
Taguanes: hito fundamental en la victoria patriota
El 29 de julio Bolívar fue informado de la
presencia del Teniente Coronel realista Julián Izquierdo en Tinaquillo, ante lo
cual se puso inmediatamente en marcha hacia ese lugar. En la mañana del 31 de
julio se encontró con la vanguardia enemiga en la sabana de Pegones. El Mayor Rafael Urdaneta, con un cuerpo de
1.000 hombres, atacó a las avanzadas realistas y las venció, pasando al otro
lado de las alturas, en donde el enemigo estaba formado. Ante esta situación,
Izquierdo ejecutó un movimiento retrógrado y se replegó en la sabana de
Taguanes. Hacia este lugar enfiló Bolívar su ataque con su infantería al frente
y la caballería en el ala derecha, con la cual hizo un desbordamiento del
flanco izquierdo realista. En una maniobra desesperada que buscaba neutralizar
el ataque de las fuerzas de Bolívar, Izquierdo emprendió la retirada, pero
durante la ejecución de la misma fue sometido por los republicanos. La Batalla de Taguanes es, así, un inusitado
canto a la gloria: Bolívar derrota a los realistas y allí, en la inmensidad de
las sabanas tinaquilleras, el Sargento Primero José Laurencio Silva (aquel
aguerrido y fogoso combatiente tinaquero, a quien José Carrillo Moreno calificaría de “paradigma de lealtad”)
obtendrá uno de sus primeros triunfos, al lado de Rafael Urdaneta, Atanasio Girardot, Luciano
D´Elhuyar, Fernando Figueredo y otros
insignes integrantes de lo más granado del Ejército patriota.
No es exagerada la afirmación histórica según la
cual en la Batalla de Taguanes se consumó militarmente el éxito de la Campaña
Admirable desde antes de llegar Bolívar a Caracas. Taguanes constituye una de
las primeras batallas comandadas personalmente por Simón Bolívar, en la cual demostró su pericia
y su genio excepcional para la estrategia militar. La jornada, además, es la
última acción de la Campaña y en ella materialmente quedan derrotadas las
fuerzas realistas de Monteverde que operaban en el centro de la Capitanía
General. La Batalla de Taguanes es, pues, la más importante de toda la Campaña
y constituye el golpe de gracia a toda la resistencia organizada de los
realistas. Por consiguiente, sobre la base de este triunfo se instauraría el
intento de un gobierno de modelo republicano aquel exitoso año, intento que se
ha convenido en denominar la Segunda República.
Valencia:
entrada triunfal y perseverancia en la lucha
Dos días después, el 2 de agosto, entra Bolívar
a Valencia, en medio del frenesí del pueblo. Desde aquí dirige un oficio al
Jefe Militar del Supremo Congreso de Nueva Granada, documento inserto en los
Escritos del Libertador (1968), en donde, al comunicarle los éxitos obtenidos,
le explica que había tomado la ciudad sin la menor resistencia y daba terminada
la jornada en los siguientes términos: “…tiene Usted terminada la campaña, pues
no creo que en los pocos lugares que nos quedan por liberar se nos presente una
acción campal. En Caracas no hay más fuerza que la necesaria para contener a
los patriotas de aquella benemérita ciudad, y ésta no podrá salir de allí, sin
que en el momento rompan sus cadenas los dignos hijos de la capital.” (Bolívar,
Obra Citada: 278)
Aquí en Valencia, Bolívar dejará como Gobernador
Militar a Atanasio Girardot, y con tropas de éste y de Urdaneta marcha hacia su
objetivo principal: Caracas, su ciudad natal, en donde entrará triunfante el 6
de agosto, culminando de esta forma la Campaña Admirable y lanzado hacia la gloria inmarcesible. La
Gazeta de Caracas, en su edición del 26 de agosto de 1813, anotaría: “…que se
considere al héroe caraqueño en medio de un concurso de más de 30.000 almas
recibiendo los homenajes sinceros de todo un pueblo a quien acaba de libertar.”
(BAHM, No. 68, 1971)
La Municipalidad de Caracas, reunida el 14 de
octubre, lo confirma como Jefe Supremo y lo proclama con el titulo de
Libertador (poco tiempo antes, el 23 de mayo de 1813, los pobladores de Mérida
lo habían recibido y aclamado con tal título, el cual sería ratificado años
después, el 6 de enero de 1820, por el Congreso de Angostura, quien lo
condecora con el cognomento de Libertador y lo autoriza a utilizarlo en todos
sus despachos y actos de gobierno). Tiempo después, Bolívar, el 2 de enero de
1814, en un discurso pronunciado en Caracas, diría: “…yo no he venido a
oprimiros con mis armas vencedoras: he venido a traer el imperio de las leyes;
he venido con el designio de conservar vuestros derechos. No es el despotismo
militar el que puede hacer la felicidad de un pueblo, ni el mando que obtengo
puede convenir jamás, sino temporariamente, a la República. Un soldado feliz no
adquiere ningún derecho para mandar su patria. No es el árbitro de las leyes ni
del Gobierno; es un defensor de su libertad.” (Bolívar, 2003: 65)
La
Primera Batalla de Carabobo
Meses después, el 28 de mayo de 1814, ocurre la
Primera Batalla de Carabobo. Luego de la refriega, con la victoria de los
patriotas sobre el ejército español, comandado por Juan Manuel de Cajigal y
Martínez, las tropas realistas se retiran hacia los llanos y atraviesan por
Tinaquillo. El pueblo contempla sorprendido el paso de los derrotados, perseguidos por Urdaneta,
quien, en las Memorias del General Daniel Florencio O´Leary (1981), nos ofrece
la narración:“…los patriotas (Urdaneta, Montilla, Lugo y ocho o diez más), al
bajar a la sabana de Taguanes descubrieron a un grupo de caballería que huía al
escape y lo siguieron, alcanzando de tiempo en tiempo uno que otro de los que
iban quedando rezagados, y por los cuales se supo que efectivamente iba allí
Cajigal, pero nunca se consiguió alcanzarlo, a pesar de haberlos perseguido
hasta una legua más delante de Tinaquillo, ya en la noche. (O´Leary, Tomo VI,
1981: 316)
Bolívar, luego de la batalla, va a dormir a
Tinaquillo, y se procura allí un merecido descanso, reposo que no le impidió
disfrutar de las atenciones de los pobladores, sobre todo de las bellas
tinaquilleras, deslumbradas por el brillo, el donaire y el talento del joven
guerrero (Hay algunas consejas que se tejen por allí, dignas de una
investigación de tenor distinto a ésta).
Boves en
Valencia: el gran transgresor
Pocas semanas después, el 9 de julio de 1814
(día en el cual culmina el sitio de Valencia, que se había iniciado el 28 de
marzo), Juan Manuel de Cajigal y Martínez, Capitán General de Venezuela, y
Sebastián de la Calzada, su lugarteniente, citan en Tinaquillo al caudillo
realista José Tomás Boves, reunión que no se efectuó, porque el asturiano no
acudió. Lo significativo de este hecho es que las tropas realistas, en número
de tres mil hombres, acampan en
Tinaquillo, encandilando a aquel pueblo mitigado que no llegaba a
quinientos habitantes.
Mientras tanto, aquí en Valencia, el exterminio,
las blasfemias, las torturas, el pillaje y los saqueos se complementarían con
el famoso baile que se escenificaría (el 10 de julio), por invitación de Boves,
en la casa de Miguel Malpica, llamado "el suizo", muy cerca de la
Plaza Mayor y al cual había invitado a todos los notables de la ciudad. Al
respecto nos dice el entrañable amigo Antonio Ecarri Bolívar en su bien escrita
y mejor documentada Biografía de Miguel Peña (2011), que: “…Después de que el
sanguinario y despiadado Boves juró ante la hostia, en la iglesia principal,
respetar los honorables acuerdos de la capitulación, se burló de todos y ordenó
a su segundo, Morales, tan sanguinario o más que él, comenzar una degollina por
toda la ciudad. Aunque los patriotas estaban afligidos por la derrota y las
atrocidades cometidas por los realistas, no imaginaron hasta dónde iba a llegar
la crueldad de Boves y acudieron a un baile que organizó este sádico en la casa
de Miguel Malpica, en la creencia de que el asturiano ya había saciado su sed
de venganza. Concurrieron, obligados por las circunstancias, los sobrevivientes
del sitio dos días después de la capitulación, esperando así apaciguar los
ánimos de este engendro diabólico. Craso error.” (Ecarri Bolívar, 2011: 95).
La matanza, el crimen y el estupro se
prologarían por varias noches. Cuentan las consejas que las damas del baile se
bebían las lágrimas, y temblaban al oír las pisadas de las partidas de
caballería, temiendo lo que iba a suceder. En efecto, mientras Boves, con un
látigo en la mano las hacía danzar el "piquirico" y otros corridos y
coplas populares, la tropa cometía los más crueles y sangrientos actos de
violencia y las tropelías más atroces. La sangre cubrió las calles y llegó
hasta el río, en donde tiñó de púrpura sus aguas cristalinas.
Finalmente, es pertinente destacar otra infausta
nota: seis días después, en la madrugada argentada del 15 de julio, en marcha
hacia Caracas, Boves fusilaría en la Plaza Mayor de Valencia al abogado
Francisco Silvestre Espejo Caamaño, gobernador civil de la ciudad. Ese sería el
broche oro que marcaría para siempre el paso del sanguinario José Tomás Boves
por Valencia, en aquella violenta senda de perversiones inimaginables que
serían registradas por el propio Bolívar al describir al asturiano como: “…un
jefe de bandidos, conocido por su atrocidad y perversidad, que está conduciendo
a esas cuadrillas de salteadores por los caminos de los llanos (…) Boves es un
hombre cruel que no parece haber sido amamantado con leche de mujer, sino con
la de los tigres y las furias del infierno.”
(Bolívar, en Mier Hoffman, 2010:47)
Referencias
Bibliográficas
Agüero, A., González S., A., y Bolívar, W.
(2000). La ruta Libertadora. Barquisimeto: ediciones FUDECO.
Bolívar, S. (1968). Escritos del Libertador.
Tomo IV. Caracas: ediciones de la Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Carrillo M. J.
(2007) José Laurencio Silva: Paradigma de Lealtad. Obras Completas. Tomo
I. Caracas: Ediciones MINEP.
Ecarri B., A. (2011). Biografía de Miguel Peña.
Caracas: Biblioteca Biográfica Venezolana / C. A. Editora El Nacional /
BanCaribe.
López G., J. R. (1989). Crónicas del Tinaquillo
de Ayer. Valencia: Vadell Hermanos Editores.
Mier H., J. (2010). Bolívar y la resurrección de
Boves: dos hombres y un destino. Caracas: Contracultura.
O´Leary, D. F. (1981). Memorias. Caracas:
ediciones del Ministerio de la Defensa.