
Muchos intelectuales italianos que han dejado huella en la
historia de Europa pasaron parte de sus vidas, y escribieron sus mejores
trabajos, en la cárcel o en el exilio. Cuanto más importantes eran sus
reflexiones y acciones para el desarrollo cultural y educativo de la población,
más tuvieron que sufrir de la represión y más deformaciones padecieron su
mensaje. Así como Tommaso Campanella (1568-1638) escribió la primera
"Utopía" italiana, con el título La ciudad del sol [La città del sole] durante los
veintisiete años que pasó en la cárcel, también
Antonio Gramsci escribió en la cárcel el texto más importante que se
haya escrito sobre la función educativa y política de los intelectuales: en total, 2.848 páginas de notas manuscritas, que hoy día se conocen con el nombre de Cuadernos de la cárcel [Quaderni del carcere].
Antonio Gramsci escribió en la cárcel el texto más importante que se
haya escrito sobre la función educativa y política de los intelectuales: en total, 2.848 páginas de notas manuscritas, que hoy día se conocen con el nombre de Cuadernos de la cárcel [Quaderni del carcere].
Lo que tendría que haber sido, según su intención inicial,
un análisis crítico de la historia de los intelectuales italianos, se convirtió
en una profecía sobre el destino de su propia obra, su mensaje y el modo en que
los demás lo percibieron. Según el análisis de Gramsci, la función mejor
conocida y más positiva de muchos intelectuales italianos ha sido (y quizá
todavía es) "cosmopolita", es decir, universal, y por consiguiente es
más pertinente para la civilización occidental, o incluso mundial, que para
Italia (se entiende pertinente para la toma de conciencia y el fomento de la
identidad cultural del pueblo italiano). La razón de ello se encuentra en la
separación histórica, más evidente en Italia que en otros países europeos,
entre el desarrollo cultural, el "trabajo" intelectual en el sentido tradicional,
y el liderazgo político.
La educación es un campo en el que la teoría y la práctica,
la cultura y la política se confunden inevitablemente, y donde la investigación
y el descubrimiento intelectual se combina con la acción social y política. Sin
embargo, no es infrecuente que se produzca una distinción, si no una oposición,
entre esos dos aspectos de la educación, y el uso ideológico de la cultura y la
ciencia a menudo provoca la "neutralización" de los efectos
educativos y políticos del desarrollo cultural y la "justificación"
del poder político por teorías domesticadas que, en consecuencia, pueden
definirse como "ideologías". Es difícil, dentro de la división y
separación tradicional de las disciplinas y campos de investigación cultural,
definir todo lo que forma parte de esta "educación", ya que la
educación se registra paralelamente al crecimiento de los niños y su escolarización,
ya sea en los jardines de infancia o en la universidad.
Con todo, el perfil de Gramsci como "educador" no
se basa en las pocas páginas de sus escritos dedicadas a la escuela y a la
educación en un sentido tradicional, sino más bien en el supuesto de que el
núcleo del mensaje de Gramsci, e incluso la finalidad de sus escritos son "educativos"
en el sentido lato y profundo de la palabra. La infancia y la juventud de
Antonio Gramsci coinciden con el primer desarrollo industrial y económico de
Italia. A pesar de las particularidades de la sociedad italiana (por ejemplo,
las acentuadas diferencias entre el norte y el sur, la variedad de regiones,
dialectos y tradiciones, el largo dominio de diversas potencias extranjeras y
en último lugar, pero no por ello menos importante, el dominio de la Iglesia
Católica, centrada en Roma), a comienzos del siglo XX el mundo industrial y
financiero hizo un considerable esfuerzo por "modernizar" la sociedad
italiana, basándose en el modelo de los países de Europa central. En el
contexto del enfoque "positivista" de la ciencia, la tecnología y la
educación, los gobiernos de Giolitti llevaron adelante a la vez una
organización científica del trabajo" (es decir, el taylorismo en la producción
industrial) y una organización también científica de la cultura y la educación.
Durante un breve periodo anterior a la Primera Guerra
Mundial, Italia gozó de una paz social aparente, impuesta al final del siglo
XIX por gobiernos reaccionarios; la justificación de este periodo era la
necesidad de completar las conquistas coloniales, y fueron las grandes masas de
italianos del sur que emigraban al extranjero, a América o a Australia, quienes
pagaron la factura.