Nicolás González Varela
“Dile a los
esclavos que deben someterse a sus amos y darles satisfacción en todos los
aspectos, no deben responder, no deben hurtar,
deben mostrar completa y perfecta
fidelidad, para que puedan servir como ornamento de la doctrina de Dios nuestro
Salvador.”:
San Pablo, “Epístola a Tito”, 2:9-10
“Y como
castigo por desobedecer al poderosos Dios, Noé maldijo a toda la descendencia
de su hijo Cum que sería negra para toda la posteridad y un perdurable recuerdo
de lo que significa un acto de desobediencia para el resto del Mundo. De esta
negra y maldita descendencia de Cum provienen todos esos moros negros que se encuentran en
África.”:
George
Best, A True Discourse of the Late Voyages of Discoverie for the Finding of a
Passage to Cathaya, 1578
“Puede
calcularse que el trabajo de un esclavo vigoroso vale el doble de lo que cuesta
sostenerlo”:
Richard
Cantillon, Essai sur la nature du commerce en général, 1755
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Especial para Gramscimanía
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“¿Qué
resoluciones me darán miedo, si no he hecho nada mal? Hay entre vosotros mucho
esclavo (Slave) comprado, que –al igual que vuestros asnos, vuestros perros y vuestras
mulas– utilizáis en tareas serviles y miserables, todo debido a que los habéis
comprado. Les diré acaso a vosotros: ‘Hacedlos libres! ¡Casadlos con vuestros herederos! ¿Por qué hacerlos
sudar bajo cargas y fardos? ¡Dejadles que sus camas sean tan suaves como las
vuestras y dejad que sus paladares se sazonen con vuestros mismos manjares!’
Usted responderá: ‘No, los esclavos son nuestros.’”, clamaba con lógica
aplastante el prestamista judío Shylock al Dux de la república de Venecia en
pleno pleito judicial, en la obra de Shakespeare de 1596, El mercader de
Venecia.[1]
Shakespeare habla con naturalidad de esclavos interconectados con razas (extravagantes
como la morisca, impiadosas como la judía, brutales como la tártara, salvajes
como la turca).