Julio
Rafael Silva Sánchez
“Sobre el recinto que lo aleja se alza el misterioso
edificio, vastísima y en apariencia caótica construcción, y, en ella, los no
muertos vagan en esta tierra sin saberlo”: H. A.
Murena, El Centro del Infierno, 1989
Prolegómenos:
“Del Diario de un Cautivo”
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Especial para Gramscimanía
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En aquellos años crepusculares del siglo
diecinueve, un hermoso y extraño condenado de nombre Jean-Arthur Rimbaud señalaba
el camino, con su nostalgia exultante por la infancia, la ambición desordenada,
su negativa a dejarse corromper por el mundo adulto, la visión fantasmagórica
de la realidad, el esplendor mágico, las alucinaciones, su desenfrenado
propósito de vivir. Y, entonces, con firmeza, demandaba en Una temporada en el
infierno (1987):