Doménico Losurdo
1. ¿Por qué, no obstante la derrota del “socialismo real” y
la conclusión del ciclo histórico en el ámbito del cual debemos también colocar
a Gramsci, éste continúa revelando gran vitalidad y fuerza sugestiva, tanto
como para ser leído y discutido también en ambientes políticos muy distantes
del marxismo y del comunismo y en contextos culturales y geográficos igualmente
remotos en relación con Italia?
Muchas veces se busca separar a este extraordinario autor de
la historia trágica del comunismo del siglo XX. Ese tipo de enfoque es
equívoco. Como pensador, Gramsci muestra claramente haberse enriquecido con la
lección de Hegel y de Marx: filosofar significa pensar conceptualmente su propio
tiempo; elaborar un pensamiento y un proyecto de emancipación significa trazar
un balance histórico de los movimientos de emancipación concretamente surgidos
y desarrollados. Pero además de pensador, Gramsci ha sido también dirigente
comunista de primer plano: no puede ser transformado en una suerte de
Horkheimer o de Adorno italiano, empeñado en construir una teoría crítica sin
relación o con una relación exclusivamente polémica con el movimiento comunista
y el “movimiento real” de transformación de la sociedad.