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Louis Althusser ✆ Vasco |
Esta presentación parte del siguiente presupuesto, que es a
la vez la condición de existencia del momento político: no existe
redistribución de la riqueza sin una regeneración del poder1.
Efectivamente, lo primero sin lo segundo nos remite a los
momentos más «equitativos» de la democracia de occidente, gobiernos «populares»
con un imaginario de apertura, que apostaron al mejoramiento en la calidad de
vida de los sectores más marginados, aunque sumamente autocráticos y
centralizados en lo que respecta a la diagramación de espacios en donde se
configuran los momentos de decisión – acción, contribuyendo en el mejor de los
casos a políticas de tipo clientelares y, en el peor, a escaladas de
totalitarismo.
Ahora bien, el desplazamiento del interés intelectual de la
cuestión de la riqueza (definida aquí en términos sociológicos amplios, como
conjunto de capitales de diferentes especies) a la problemática del poder, pudo
haber llevado a cierta parte de los debates contemporáneos en la izquierda a
priorizar de tal forma lo político, dotándolo de una autonomía tal, que da la
sensación de que se ha circunscrito el debate por la democratización de las
sociedades al trabajoso y conflictivo momento de la lucha por los derechos
políticos, entendidos estos como la posibilidad efectiva de incidir –desde
posiciones de sujeto de lo más diversas: ecologistas, feministas, indigenistas,
etc.– en las formas de institucionalización de lo social, es decir, de la
política. Con lo cual, y amparándonos en la ya clásica distinción, lo político
no tendría margen de supervivencia por fuera de la política.