Según John L. Austin & Roland Barthes
El concepto “performatividad” hace referencia a la capacidad de algunas
expresiones de convertirse en acciones y transformar la realidad o el entorno.
En 1955, el filósofo estadounidense John L. Austin
(1911-1960), dictó una serie de conferencias en la Universidad de Harvard en
las que reflexionaba sobre un tipo de expresiones que más que describir o
enunciar una situación parecían constituir, en sí mismas, una acción. En la
primera conferencia que llevaba el título “¿Cómo hacer cosas con las palabras?”
llamó a dichas expresiones “performativas” (en español se ha traducido a veces
como “realizativas”). Austin señaló que verbos como “jurar”, “declarar”,
“apostar”, “legar”, “bautizar”, etc. producían oraciones que , de por sí, eran ya una acción. Un ejemplo muy sencillo
podría ser cuando un juez dice: “Yo os declaro marido y mujer”. Al pronunciar
la frase, el matrimonio se constituye y, obviamente, esto cambia la realidad
que existía hasta entonces. Convencionalmente, se considera que esta serie de
conferencias dan origen al concepto “performatividad”.
En 1968, Roland Barthes, en su famoso artículo “La muerte
del autor” recurre a la idea de
performatividad de Austin para reflexionar acerca de la escritura: “…es que
escribir ya no puede seguir designando una operación de registro, de
constatación, de “pintura” ( como decían los Clásicos) sino que más bien es lo
que los lingüistas, siguiendo la filosofía oxfordiana, llaman performativo,
forma verbal extraña (que se da exclusivamente en primera persona y en
presente) en el que la enunciación no tiene más contenido (más enunciado) que
el acto por el cual ella misma se profiere” (1994 : 68-9). Así, podemos pensar que escribir es, ante
todo, una forma de hacer, de producir distintas realidades. Lo interesante es
que quien lleva a cabo esta acción no es el Autor (esa figura en la que se
concretan la individualidad, la genialidad, la heroicidad, etc. características
del sujeto moderno) sino el lector o espectador quien, a través de la lectura,
da sentido, construye y encarna en su presente aquello que se ha escrito. Al
leer, el texto se hace realidad como
experiencia de quien lo lee. De esta manera, al señalar la muerte del Autor y
el nacimiento del lector, Barthes revela una característica más de lo
performativo: lo que las palabras hacen es producir una subjetividad, es decir,
una forma concreta de ser consciente y
de entender el mundo.