Francisco Fernández
Buey
Una lección de ética
Si preguntáramos hoy a los jóvenes que se siguen sintiendo
marxistas y socialistas acerca de aquellas personas de la propia tradición en
las cuales la ética y la política han ido más unidas, estoy seguro de que, en
cualquier país del mundo, la respuesta sería la misma: Antonio Gramsci y
Ernesto Che Guevara.
El que desde experiencias y vivencias muy distintas haya hoy
una coincidencia tan grande de opiniones, por encima incluso de las diferencias
generacionales, se debe a algo que conviene subrayar por obvio que sea: más
allá de las diferencias culturales, lo que se aprecia y se valora en Gramsci
(como en Guevara) es la coherencia entre su decir y su hacer. Por eso al cabo
de los años podamos seguir considerando a ambos, con verdad, como ejemplo vivo
de aquellos ideales ético-políticos por los que combatieron.